De pirateo cibernético a conflicto político diplomático ha escalado el hackeo que hace una semana afectó a los estudios cinematográficos Sony. Corea del Norte amenazó con llevar a cabo una «dura acción militar» en suelo estadounidense, un día después de que el presidente Barack Obama, prometiera una respuesta proporcional contra el ataque informático a Sony Picture.
Aunque no existen pruebas concretas de la intervención del gobierno norcoreano, las sospechas nacen porque el propósito del pirateo fue arruinar el estreno de la película» The Interview” (La entrevista) una parodia que ridiculiza al líder de Corea del Norte.Además, la exhibición de la película fue prohibida en la nación norcoreana y las salas de cine norteamericanas amenazadas con represalia si llegaban a presentarla.
En este punto Sony declaró que retiraría el film, con la consiguiente pérdida de millones de dólares. Como si las amenazas de uno y otro lado no fueran suficientes, desde la Casa Blanca se ha anunciado que existe la intención de revisar si Corea del Norte regresa a la lista de estados patrocinadores del terrorismo, donde permaneció desde 1988 hasta 2008, lo que implica una serie de sanciones.
Aunque desde un comienzo el FBI ha señalado que la red de hackers utiliza procedimientos desarrollados por informáticos coreanos, Corea del Norte ha negado tener algo que ver con el ataque y ha propuesto hacer una investigación conjunta, la que las autoridades estadounidenses han desechado.
Más allá de la cadena de conflictos desatados por el pirateo informático al material de Sony , èste ha revelado toda la hipocrecia y maledicencia que reina en el mundo del cine norteamericano. Diálogos telefónicos entre productores, ejecutivos de la compañía, actores y directores, han sido revelados, dejando en evidencia como hablan mal unos de otros, como se engañan y se mienten.