El ex coronel de Ejército, Julio Castañer González, radicado en Punta Arenas, se entregó ayer en el cuartel de la PDI en esta ciudad, en cumplimiento de una orden de detención despachada por el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Mario Carroza, quien investiga el denominado caso “Quemados”, que el año 1986 costó la vida a Rodrigo Rojas Denegri y dejó con graves quemaduras a la joven Carmen Quintana. Un grupo de manifestantes lo increpó y golpeó, en el aeropuerto General Ibañez, de Punta Arenas, al momento de su traslado a Santiago. De otra parte, Amanda Denegri, tía de Rodrigo, expulsó al periodista Pablo Honorato de una conferencia de prensa. Lea el relato de Carmen Gloria Quintana sobre el terrible hecho represivo .
Castañer es uno de los siete militares en retiro que en la jornada de ayer fueron requeridos por el ministro Carroza, luego de que un soldado conscripto de la época, Fernando Guzmán, rompiera un pacto de silencio establecido entre los involucrados en el caso. Los nuevos antecedentes surgidos direon un sorprendente giro a la causa penal.
El 6 de julio de 1986, día de los hechos, Castañer era teniente e integraba la patrulla militar que roció a los jóvenes con bencina y luego les prendió fuego.
El ministro Carroza dictó ayer siete órdenes de detención, una de las cuales recayó en contra de Castañer, quien ayer tarde quedó detenido en el cuartel de la PDI en Punta Arenas y hoy deberá comparecer ante los Tribunales locales para ser puesto a disposición del juez instructor del sumario que se instruye en la capital.
El ex militar terminó su carrera como coronel, tras ejercer el cargo de comandante del Regimiento Dragones y ocupar el cargo de jefe de Estado Mayor del Comando Conjunto Austral.
Funa a Castañer
El ex coronel Julio Castañer llegó a las 5 horas al aeropuerto Carlos Ibáñez del Campo de Punta Arenas con el objetivo de trasladarse a Santiago para ser interrogado por el magistrado Mario Carroza.
Al lugar, un grupo de defensores de los Derechos Humanos realizó una funa contra él. Los manifestantes, que llegaron con pancartas y un bidón, insultaron y golpearon al militar, quien posteriormente ingresó a la sala de embarque custodiado por dos hombres.
Los participantes de la ‘funa’ increparon a Castañer con pancartas, consignas y un bidón de combustible cuando éste se preparaba para abordar el avión que lo trasladaría hasta Santiago para prestar declaración frente al juez Mario Carroza.
Castañer es uno de los siete ex militares que recibieron órdenes de detención por parte del ministro en visita por presuntamente quemar vivos a Rojas De Negro y Quintana en julio de 1986.
Castañer fue golpeado y jalado constantemente en medio de gritos que le llamaban ¡Asesino! También le fue lanzado un bidón (vacío) que emulaba al bidón de bencina con el que fueron rociados Carmen Gloria.
Castañer fue asistido y luego protegido por funcionarios del Aeropuerto.
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Tía de Rodrigo Rojas expulsó a Pablo Honorato de conferencia de prensa
Durante la conferencia de prensa que dio hoy el programa de DD.HH. del Ministerio del Interior, el periodista de Canal 13 Pablo Honorato volvió a ser interpelado por familiares de detenidos desaparecidos y asesinados políticos en dictadura.
En el marco de un punto de prensa en Tribunales por el caso Quemados, Amanda Denegri, tía del fallecido Rodrigo Rojas De Negri, le pidió a Honorato que se retirara de la conferencia.
Agregó que no podía estar presente allí, debido al rol que habría jugado en dictadura, cuando el mismo Honorato informó sobre el hecho basado solo en la información oficial que apuntaba a que ellos mismos se habían quemado.
Frente a esto el periodista se retiró del lugar, luego de que Denegri le asegurará que ganas no le faltaban de golpearlo como lo hizo en mayo pasado la madre de los hermanos Vergara Toledo.
Cabe recordar que el pasado 5 de mayo Luisa Toledo, la madre de los hermanos Vergara Toledo, le pegó una patada en los testículos al periodista.
Testimonio de Carmen Gloria Quintana
Al cumplirse 27 años de los hechos, Carmen Gloria Quintana fue entrevistada por Mike Lanchin, del programa «Witness» de la BBC. Esta es la transcripción de su relato:
«El 2 de julio había sido declarado paro nacional y Pinochet había amenazado con sacar a las Fuerzas Armadas a reprimir a todos los que salieran.
Yo me levanté temprano, con mi hermana Emilia, la mayor. Era un día nublado, invierno, tipo 7:30 de la mañana y salimos a caminar por la población desde la que se suponía iríamos en marcha hacia la Universidad de Santiago.
Nos juntamos con algunos vecinos, con Rodrigo Rojas y dos jóvenes más que yo no conocía prácticamente.
Estos jóvenes se preparaban para hacer una barricada con neumáticos para interrumpir el tránsito de una avenida bien importante y nos piden ayuda. Como nuestro ánimo era de protestar, les dijimos que bueno.
Cuando íbamos caminando se nos acerca una camioneta de militares, todos con maquillaje y vestidos de camuflaje.
Tuvimos miedo, dejamos botados los neumáticos y salimos arrancando, todos en distintas direcciones.
Nos salieron persiguiendo a nosotros con Rodrigo, que corrimos hacia la misma dirección.
A Rodrigo lo sometieron y lo patearon en el suelo.
A mí me tomaron, me revisaron por todas partes, me pusieron contra la pared. Me preguntaron qué andaba haciendo, les dije que iba a estudiar a la universidad. Me revisan los documentos, me los quitan.
Me echaban garabatos, me pegaban en la espalda con la punta de la metralleta y yo lloraba porque tenía mucho miedo.
Se comunican por sus aparatos con su gente, viene un grupo de militares de la esquina. Estaban los neumáticos y traen un bidón de bencina. «En esto andaban», nos dicen.
El militar que mandaba más, el teniente Pedro Fernández Dittus, toma el bidón.
Yo estaba de pie contra la pared. Me empieza a echar bencina desde la cabeza y a Rodrigo lo rocía como a una planta, porque él estaba tendido en el suelo sangrando.
En esos momentos yo no pensé que la idea era quemarnos. Se me pasó por la mente que era como una burla, que nos iban a soltar y me iba a poder bañar.
Repentinamente ellos nos tiran un aparato incendiario que explota y yo me convierto en una antorcha humana. Y Rodrigo también.
Yo me desesperé y traté de apagarme con las manos, empecé a revolcarme en el suelo a ver si las llamas se apagan y no pasaba nada.
Entonces siento que alguien me tira una frazada encima, me envuelven y me ponen en la parte de atrás de un camión.
Después de eso yo pierdo la conciencia.
Despierto cuando nos están tirando en una zanja en el campo donde corre el agua, pero estaba seca.
Me tiran a mí y después a otro cuerpo. Yo tenía miedo, así que me hago la dormida, no reacciono. Y nos dejan ahí botados.
Rodrigo me empieza a mover para que despierte. Nos levantamos y lo miro: tenía toda su cara negra, le faltaba la mitad del pelo. Me empiezo a mirar y veo toda mi ropa oscura y mis manos negras. Y le digo a él: «Mira como nos dejaron estos desgraciados». Y él se queda callado.
Nos dejaron en un camino campestre, muy hacia adentro, de polvo y tierra. Tuvimos que caminar a la calle.
Salimos a una carretera y ahí nos dimos cuenta de que estábamos cerca del aeropuerto. Empezamos a tratar de hacer parar los autos, pero yo creo que los autos se asustaban al ver nuestra imagen de zombies.
Al rato después llega una patrulla de policía y Rodrigo me dice que no digamos nada, porque nos pueden hacer desaparecer.
La Policía nos pregunta qué nos pasó y nosotros no decimos nada, nos quedamos en silencio.
Había justo una construcción donde había obreros. La policía llama a la ambulancia y la ambulancia no llega nunca. Los obreros nos hacen como una camilla de ladrillos y ahí yo me acuesto.
Yo tenía tanta rabia que le digo a la Policía: «Tíreme un balazo por favor, para no seguir sufriendo».
Estuvimos como 30 minutos, creo. No lo sé realmente.
Ante mis palabras, la Policía reaccionó. Pararon un vehículo civil y nos llevaron a un consultorio cercano.
Ahí la enfermera les dice a los carabineros que se vayan y me dejen sola con ella. Ella, muy amable, me pregunta qué me hicieron y yo le digo la verdad. Me dice si quiere que hable con alguien. Yo le digo: «Sí, con mis papás». Y ahí ella le avisa a mi familia.
Después de que hablan con mi familia, nos transportan a la Posta Central, que es el hospital más grande de Urgencias en Chile y ahí yo pierdo la conciencia.
No sé qué más ocurre conmigo. Sé que estuve en coma, que me hicieron muchas operaciones de trasplante de piel, donaciones de sangre…
Fue un periodo muy oscuro para mí, porque es como que hubiera estado muerta todo ese tiempo. Después reconstituí la historia por lo que mis padres y mis amigos me han contado.
Empecé de poco a darme cuenta. Todo mi cuerpo estaba vendado entero, porque me hacían injertos de piel. Era muy doloroso, porque cada vez que me cambiaban las sábanas, se me pegaban.
También estaba con un respirador artificial, no podía respirar por mí misma.
Rodrigo Rojas no logró sobrevivir. Tenía un 70% de la superficie de su cuerpo quemado y falleció cuatro días después.
Yo tenía el 65% de mi cuerpo quemado, también con quemaduras de segundo y tercer grado.
Pasaron dos meses y medio (en el hospital, antes de viajar a Canadá donde se le ofreció un tratamiento de recuperación).
Me acuerdo de algunas enfermeras que eran bastante cariñosas. Hubo días de paro en que algunas no podían llegar y otras, aunque no les correspondía, se quedaban haciendo doble turno para cuidarme.
También recuerdo que me impactó mucho ver a mi mamá la primera vez, porque había perdido como 15 kilos.
Mi mamá me hizo cariño y me dijo que era una chica valiente. Ella tiene harto sentimiento de culpa, porque cuando me vio la primera vez quemada pensó que era mejor que me muriera para que no sufriera.
Mi hermana Emilia, la que salió ese día conmigo, fue a verme vestida de novia con su marido.
También recuerdo que el doctor Jorge Villegas, que era el cirujano plástico que llevaba mi caso, me contó que habían hecho un atentado contra Pinochet en septiembre. Y eso me alegró mucho.
Se preocuparon mucho porque pensaron que podían tomar represalias y me podían asesinar ese día. Entonces toda mi familia se quedó en el hospital ese día.
Cuando llegué a Canadá fue la primera vez que empecé a ver mi cuerpo, cómo estaba. Fue bastante impactante.
Yo resistí al principio mirarme. Iba al baño, había un espejo y no me quería mirar.
Al principio estaba completamente inmóvil. Cuando llegué a Canadá no podía caminar ni usar las manos. Tuve que crear nuevamente músculos en mis piernas para volver a caminar.
Los primeros años me hicieron 40 operaciones aproximadamente.
Las manos y el cuello me quedaron muy quemadas y me tuvieron que operar varias veces para poder recuperar la movilidad.
Tenía que estar en kinesioterapia todos los días. No podía agarrar lápices, cucharas, pinzas. Eso lo recuperé, pero la motricidad fina aún me cuesta. Soy torpe con las manos y no puedo hacer cosas muy delicadas.
La boca me quedó bastante atrofiada y me tuvieron que hacer varias operaciones para poder abrirla.
Volví a Chile el año 1988 yo creo que ahí me operé unas dos veces más, pero ya tenía fobia al olor de la anestesia. Dije que ya era suficiente, ya no quería nada más.
Empecé a contar lo que me había sucedido y viajé a muchos países denunciando la situación de violación de los derechos humanos que vivíamos en Chile.
Viajé a EE.UU., Alemania, Francia, las dos Alemanias, Bélgica, Suiza, Suecia, Australia y a algunos países de Latinoamérica. Me convertí en una especie de vocera de la situación de derechos humanos en Chile.
La fuerza me la dio la rabia, saber que tanta gente había muerto y no tenía voz para denunciar lo sucedido. Yo me sentí una portavoz de toda esa gente.
Fuente: BBC Mundo
Carmen Gloria Quintana: «Bachelet arriesgó su carrera para salvarme la vida»
Carmen Gloria Quintana, desclasificó el rol de la actual Presidenta Michelle Bachelet como médico en los días de julio de 1986, cuando junto a Rodrigo Rojas iban a ser dados de alta en la Posta Central a pesar de su estado grave.
«En la Posta Central ya nos daban por muertos, así que nos iban a enviar para la casa y la doctora Michelle Bachelet estaba haciendo su internado en la Posta Central», dijo Quintana a Radio Cooperativa.
«Ella dijo que bajo su responsabilidad nosotros quedábamos hospitalizados hasta que no hubiera una reubicación en otro hospital o centro de salud», agregó. Desde entonces reconoció que mantiene una relación cercana con la actual Presidenta. «Así que la doctora Bachelet, desde ese momento, es muy cercana a mi persona. Le agradezco infinitamente su acto de valentía de haber arriesgado su carrera por proteger la vida de Rodrigo y la mía», afirmó.