Guillermo Teillier reconoce que ha sido un aprendizaje volver La Moneda, lugar del cual salieron abruptamente el 11 de septiembre de 1973. Que en muchas cosas “no teníamos idea”. Y reafirma que, a pesar de la crisis, el programa comprometido se cumplirá y que el Partido Comunista no ha pagado costos en el movimiento social por estar en el gobierno. El diputado y presidente del Partido Comunista analiza la crisis de corrupción y hace un balance del primer año en el gobierno, luego de casi cuatro décadas. También explica cómo ha sido tratar de tener un pie en el La Moneda y el otro en la calle.
En honor al cambio vertiginoso que hoy por hoy tienen los acontecimientos políticos en Chile, cabe decir que esta entrevista se realizó antes del conocimiento de nuevos nombres involucrados en el Caso SQM, el pasado fin de semana. En las últimas horas, Teillier afirmó al respecto que “no puede haber ningún acuerdo para un borrón y cuenta nueva o impunidad para los delitos tributarios, financieros y electorales que se cometieron” y que “hay que seguir con las investigaciones y que los organismos correspondientes actúen de acuerdo a la ley”. Y precisó que “debiera pedirse a la Justicia que actúe mucho más rápido, porque si no, nos tiene en un clima de incertidumbre que le hace mal al país”.
¿Qué ha sido, a su juicio, lo mejor y lo peor del primer año de gobierno?
Lo mejor ha sido la aprobación de leyes vinculadas con las reformas estructurales y otras que estaban comprometidas. Destacaría la reforma del sistema electoral, la reforma tributaria y la aprobación de las primeras leyes de la reforma educacional, aunque hay varias otras que destacar como el voto de los chilenos en el exterior, la creación del Ministerio de la Mujer y el Acuerdo de Vida en Pareja.
¿Y lo peor?
Lo sabemos. Lo de Caval, lo de Penta, unido a lo de Soquimich y quizá cuantas cosas más. Esto desde luego no afecta solo al Gobierno, involucra a vastos sectores, aunque no a todos. Pienso que la mayoría de los actores políticos no están en esa, pero puede que haya grupos importantes. Aquí se da una doble situación. Una, un empresariado que aparecía como ejemplo ante el mundo entero de transformaciones neoliberales exitosas, con un modelo que ahora se cae. Y, también, una institucionalidad política que muestra sus debilidades frente a la acción de esos sectores.
¿Cómo debería enfrentar el oficialismo esta situación? Porque es razonable pensar que esos financiamientos a personeros de Nueva Mayoría podrían condicionar el apoyo a los compromisos que establece el programa…
Ya se está conociendo la información y no sé si se va a poner un poquito más espesa la sopa. Pero como está prevista la salida, me parece que está bien. Nosotros le estamos dando todo el apoyo a este Consejo Asesor Presidencial, que tiene que establecer medidas muy claras. Nosotros como partido también estamos trabajando, y cada partido tiene que escuchar bastante lo que la ciudadanía está diciendo.
Lo segundo es dejar que actúen las instituciones que tienen que ver con esto, especialmente la Fiscalía e Impuestos Internos, que hasta ahora lo han hecho bien. Que van paso a paso, sin apresurarse, porque aquí también puede enjuiciarse a la gente públicamente antes de que la justicia hable, y eso tampoco es bueno. Y lo tercero, que es lo más importante, que se cumpla el programa. Es esencial. Y hasta ahora, yo veo que la presidenta Bachelet mantiene esa voluntad política que tuvo muy férreamente en la primera etapa.
¿Cuánto afecta políticamente a la Nueva Mayoría no solo el financiamiento ilegal que podría acreditarse, sino también el financiamiento a través de fondos reservados?
Eso no ocurre en toda la Nueva Mayoría. Lo digo porque aquí se ha tratado de llegar al empate y yo no estoy de acuerdo con esa teoría.
¿Por qué?
Porque aquí hay algunos que cometieron ilícitos y una gran mayoría que no los cometió. Entonces aquí estamos pagando un buen lote, los más, por un grupo que está involucrado.
Insisto en que el financiamiento ilegal es parte del problema. Otro tema es el porcentaje bastante alto de gastos reservados que hay en algunas campañas…
Yo tengo la opinión de que hoy es bueno que actúe la justicia, pero el problema ya no es tanto responder ante ella, sino ante la ciudadanía. Si usted me pregunta ¿cree que alguno de los involucrados va a votar a favor de las medidas que proponga el Consejo? ¿No será ponerse la soga al cuello? Buenos ¿y qué otra cosa podrían hacer? Tienen que votar a favor, porque en caso contrario delatan que quieren que este sistema continúe así. Esto no es de los últimos dos o tres años, viene de muy atrás, desde que se privatizaron las empresas del Estado. De ahí vienen Penta y Soquimich, con estas libertades para hacer todo tipo de negocios. Creo por otra parte que la ley electoral es muy permisiva, como es la ley en general respectos a bancos, sociedades y transacciones de terrenos.
Ahora, respecto a este caso, nosotros hemos dicho claramente que esos parlamentarios debieran renunciar. Nos preguntan ¿también los de la Nueva Mayoría? Claro, los parlamentarios en general. Incluso si hubiera uno nuestro, chuta, tendría que ser, no puede ser de otra manera.
Desgraciadamente, las leyes no son retroactivas y el Consejo va hacer propuestas de leyes muy drásticas, seguramente va a pedir la salida de los parlamentarios involucrados o va a castigar mucho más duramente a los empresarios, con penas de cárcel que hoy no existen. Pero no se le va poder aplicar a ninguno de los que han cometido hasta ahora el ilícito.
¿Es lo mismo recibir aportes de cualquier otra empresa que de Soquimich? ¿Tiene algún juicio respecto que haya parlamentarios de la Nueva Mayoría que siendo víctimas, familiares o compañeros de víctimas de la dictadura, reciban recursos de una empresa enajenada por Pinochet para su yerno?
En ese caso es lo mismo que Penta, que también surge de la dictadura. Y es lo mismo que algunas empresas del señor Piñera u otros. Si me pregunta a mí, yo hubiera preferido que no tuvieran aportes de esas empresas, porque eso inhibe el juicio valórico de cómo se conformaron y cómo actúan hoy. Algunos pueden decir que no supieron y que los aportes se hicieron a través de los fondos reservados. Bueno, por eso es que estamos absolutamente en contra de eso.
Hay una comisión que durante este gobierno debe resolver el marco institucional para la explotación del litio. Ahí Soquimich es incumbente y ahora sabemos de sus financiamientos transversales a la política ¿Cómo ve usted esa situación?
Afortunadamente se está aclarando. A esta altura, si alguien quisiera cometer el desaguisado de privatizar absolutamente el litio, ya no lo lograría. Durante el gobierno de Piñera pudimos pararlo, cuando estaba precisamente el subsecretario Wagner, este caballero que ahora está siendo enjuiciado. Nosotros somos partidarios que respecto del litio debe haber una participación principal del Estado.
Yo no digo sin participación de privados, porque el Estado también puede asociarse, pero con un control del Estado. Y si es que se votara, debe ser con mucha transparencia. Cada vez más seguido hay parlamentarios que se inhiben de votar en algunos temas y me parece que eso es una buena señal. Si es que alguno ha recibido fondos de SQM en este caso, tendría que decir: mire, yo no voy a votar.
El Partido Comunista en el Gobierno
Una pregunta similar a la primera de la entrevista, ¿qué ha sido lo mejor y lo más difícil para el Partido Comunista en este primer año en coalición de gobierno de la Nueva Mayoría?
Hemos recibido una gran experiencia, hace 40 años que nosotros no estábamos en el gobierno y reconocemos que en muchas cosas no teníamos idea.
Lo mejor, como le dije, es que hemos podido cumplir con el programa, hicimos harto empeño. Contra eso hemos recibido una gran experiencia, hace 40 años que nosotros no estábamos en el gobierno y reconocemos que en muchas cosas no teníamos idea. Creo, por otra parte, que lo más difícil ha sido salvar algunos matices con otros sectores de la Nueva Mayoría, que han tenido su complejidad, como las diferencias con la Democracia Cristiana, por ejemplo luego de la declaración de nuestro embajador (Eduardo Contreras).
El hecho que la reforma previsional, que es sentida para los trabajadores, esté estancada y que simultáneamente el subsecretario de Previsión Social (Marcos Barraza) sea un militante del Partido Comunista ¿cómo lo analizan políticamente?
Es que ahí hay que tener claro, primero, que en el programa de gobierno no está planteada una reforma previsional para este periodo. Las dos cosas que están comprometidas son la AFP estatal y el trabajo de una comisión que va evacuar una propuesta, que puede que se haga efectiva en este periodo o no. Depende de su envergadura, aunque nosotros somos partidarios de una reforma previsional de fondo y que no siga la capitalización individual como la lógica del sistema. Tiene que ser solidario, mixto, habrá que buscar. Pero por lo menos debe contemplar que nadie, por decir algo, gane un millón de pesos, jubile y reciba 150 mil pesos de pensión. Eso es impresentable.
Lo concreto es que, es cierto, se postergó el plazo de la comisión para hacer las propuestas, pero no se retrasa ningún proyecto de reforma al sistema previsional, porque no está previsto. Dicho esto, es cierto que sí se ha retrasado la discusión en el Congreso de la propuesta de AFP estatal.
¿Falta explicar mejor el retraso en la evacuación del informe? Porque había una fecha originalmente comprometida que luego se postergó en casi un año. Así como están las cosas, la ciudadanía lo puede interpretar como consecuencia de las presiones de las AFP.
Puede que falte explicar más, no lo descarto, pero la situación real es que a nadie se le ha dicho que va haber una reforma previsional en este periodo. Nosotros peleamos harto por eso (en la redacción del programa), pero no fue posible conseguirlo. Ahora, yo espero que la evacuación del informe se haga en la fecha que está prevista, porque a mí me da la impresión que el retraso de la tramitación de la AFP estatal tiene que ver con que se está buscando empatar con lo que proponga esa comisión.
Por eso decimos que es necesario cumplir con el programa, porque si lo hacemos podemos dar el paso siguiente más adelante, ya que van a quedar muchas cosas pendientes. Hay cosas que poner en un nuevo programa, como la reforma previsional y hay cosas que probablemente van a quedar inconclusas, como la totalidad de proyectos que contemple la reforma educacional. La propia reforma tributaria va a entrar en régimen recién cuando esté terminando este gobierno.
¿Cuáles de los aspectos del programa que aún no se han abordado serían para los comunistas condiciones irrenunciables para participar de un segundo programa?
Nosotros hemos discutido ampliamente eso. Para nosotros tiene que llevarse a cabo todo lo que está previsto. Y eso se está despejando, hubo dos reuniones de gabinete y lo que yo sé es que la Presidenta dijo que va todo. Se va a poner el acento ahora, en la primera parte de este año, en los temas educacionales, creo que van a entrar por lo menos dos o tres proyectos de aquí a fines de mayo. También está contemplada la reforma laboral y el inicio de la discusión en torno a la descentralización.
Y desde luego, todas las reformas que tienen que ver con la institucionalidad, para terminar con los actos de corrupción. Eso es lo más apurado. Por otra parte, la Presidenta también ha dicho que tiene que iniciarse el debate sobre la nueva constitución. Para nosotros ése es un punto de quiebre, porque nos parece que ahí está la raíz de todo y eso se va haciendo cada vez más claro en la conciencia de la gente. Todo esto que ha ocurrido, que por una parte es muy malo y negativo, por otra parte va abriendo la certeza de que es necesario cambiar la constitución.
Estos escándalos de corrupción ¿deberían retrasar o, al revés, precipitar la discusión sobre la nueva constitución?
Ni retrasarla ni precipitarla, sino que hacerlo bien. Porque me parece que falta un poquito más que hagamos calle con la constitución. Nosotros empezamos una campaña porque primero hay que clarificar exactamente qué significa una nueva constitución, por qué, cómo toca a cada persona y cómo puede incidir en cosas de fondo. Hay que darse ese tiempo, porque si se hace mal, se puede matar la idea. Hay muchos enemigos de la nueva constitución, entonces hay que acumular la fuerza suficiente para hacerlo de una vez. Es un proceso que habrá que ir calculando y yo creo que el propio movimiento social tiene una palabra importante que decir en eso.
El futuro de la Nueva Mayoría
El senador Ignacio Walker, presidente saliente de la DC, ha levantado la idea de que la Nueva Mayoría debe seguir, pero con los mismos que ahora. ¿Está de acuerdo con esa idea?
Bueno, yo estoy de acuerdo con que deben seguir los mismos. Ahora, nosotros no nos cerramos a ampliar las bases de la Nueva Mayoría. Porque supongamos que mientras dura la discusión de la nueva constitución quedamos a las puertas de una elección, entonces ésta va a ser una especie de plebiscito. Nosotros necesitamos tener la fuerza suficiente y, en ese caso, si hay otra fuerza política o del mundo social que quiera venir a fortalecer a la Nueva Mayoría ¿por qué vamos a decir que no? Claro, lo tenemos que discutir todos los miembros, porque ninguno puede arrancarse con los tarros y decir, oye tú, vente conmigo. Tiene que haber un acuerdo, pero yo no me cerraría tan drásticamente.
La posibilidad específica de que el PRO, explicitada por Marco Enríquez-Ominami se acerque a la Nueva Mayoría ¿cómo la ve?
A ver, yo sé que a Marco Enríquez le gustaría ser candidato presidencial de la Nueva Mayoría, pero no lo he escuchado hablar de programas, de consensuar y trabajar en esa dirección. Yo hasta ahora he escuchado sus intenciones electorales, pero no la explicación de por qué venir para acá.
Luego de un año ¿se puede estar con un pie en la calle y con un pie en el gobierno?
Eso del pie en la calle y el pie en el gobierno no lo inventamos nosotros, nos lo han adjudicado. Pero sabemos que para llevar adelante las reformas, sobretodo las más pesaditas, hay que estar al menos en el parlamento y en el movimiento social. Creo que eso vale para todos, entonces como partido no vamos a renunciar a nuestra posición y a la contribución que podamos hacer al movimiento social, en aras de cumplir con las reformas.
¿Cómo se enfrenta eso en estos tiempos? Porque en la época de dirigentes del PC como Luis Corvalán o Volodia, la relación entre los movimientos sociales y los partidos políticos era automática, se daba por sentada, mientras que ahora no es tan fluida y hasta puede ser confrontacional.
Nosotros no tenemos grandes dificultades en la relación con el movimiento social. El partido tiene más de 100 años de presencia estable ahí, nunca nos hemos salido y no nos vamos a salir.
Nos echaron del gobierno por defender al movimiento social con Gabriel Gonzalez Videla, y luego en dictadura pagamos el pecado de estar muy relacionados con los trabajadores. No nos vamos a salir ahora ni nos vamos a institucionalizar, eso para nosotros no corre. Claro, han cambiado las características de clase, pero nuestra esencia como partido es luchar por los derechos de los trabajadores, así es que no nos vamos a mover de ahí.
¿Y cómo se hace para que no les pase lo mismo que al PS? Que fue el otro gran partido obrero durante el siglo XX, que también era de masas y que, como reconoció el propio Camilo Escalona hace algunos años, se había terminado convirtiendo en un partido de funcionarios públicos.
Nosotros no queremos eso. Por eso es que tenemos tanta precaución, cuidamos a nuestros dirigentes sociales, les pedimos que se queden ahí y no se vayan para otro lado, que sigan respondiendo a sus bases. Las otras dos veces que estuvimos en el gobierno y tuvimos que optar, como le contaba, terminamos siendo perseguidos
¿Existe un riego?
Claro que existe, pero eso también depende mucho de la conciencia. Nosotros hicimos un acto en el Caupolicán el otro día, era difícil y complicado convocar a 5 mil personas bajo las condiciones que hay de desprestigio de la política, sin embargo ahí estuvo el partido como tabla y la mayoría de los que estaban ahí era dirigentes sociales. Eran trabajadores y eran estudiantes, mucha gente joven. Nosotros mantenemos esa raigambre.
¿Han pagado algunos costos por estar en el gobierno? Por ejemplo, en el movimiento estudiantil o en el frente sindical.
Es que en el frente estudiantil, por ejemplo, si usted me nombra la FECH, la perdimos en el gobierno de Piñera. Nosotros en más de 100 años hemos ganado y perdido la FECH tantas veces, igual que la FEUSACH. Pero seguimos siendo entre los estudiantes una fuerza importantísima, no hemos decrecido ni en fuerza ni en presencia, lo que pasa es que se han juntado los otros, eso es legítimo y no lo discuto.
Llegará el momento en que de nuevo nos juntemos nosotros con otros y vamos a ganar. En los estudiantes secundarios somos la fuerza principal, entonces ¿dónde hemos pagado el costo? No sé en realidad. Ahora, si hay que pagar alguno, bueno, qué le vamos hacer. Nosotros lo hemos discutido también y hemos llegado a la conclusión de que si hay que pagar un precio por las reformas que se están haciendo, lo haremos. Eso va a ser circunstancial.
Chile y el vecindario
El programa de la presidenta Bachelet prometía acercarse más al barrio, pero hoy no se ven buenas las relaciones con el vecindario ¿se ha hecho lo necesario para tener vínculos más estrechos con los gobiernos de la región?
Hay dos vecinos con los cuales es difícil tener una relación distinta. Con Perú acabamos de terminar un juicio en La Haya, perdimos, digo yo entre comillas, un pedazo de mar, y sigue ahí el conflicto por tres hectáreas de tierra. Esto significa mantener una disputa que es histórica y que en la discusión interna para ellos es muy importante.
Con los bolivianos había una muy buena relación hace unos años atrás y con Piñera eso se perdió. Parece que se aburrieron y también nos hicieron un juicio en La Haya, que pronto va a tener un primer desenlace. Entonces es difícil tener una relación distinta a la que hay, aunque nosotros somos partidarios de tener con ambos países la mejor relación posible.
Ahora, en el concierto latinoamericano, Chile participa de la Unasur y la CELAC. Y en la Unasur he visto que por lo menos el ministro de Relaciones Exteriores ha estado, por ejemplo participó en la que se le dio el apoyo al gobierno de Venezuela, hace poco, ante la injerencia norteamericana, lo que está muy bien.
Dicho esto, Chile podría tener, desde mi punto de vista, una posición más agresiva. Debería mirar un poco más hacia los que han sido nuestros aliados tradicionales, como Brasil y el Mercosur. Estamos muy comprometidos con la Alianza del Pacífico, que no está bien claro si responde a intereses propios o foráneos de América Latina.
En el continente, a pesar de que hay cosas auspiciosas, como este acercamiento entre cubanos y norteamericanos, o las tratativas de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, hay también incertidumbre por Venezuela, por lo que ocurre en Brasil con escándalos de corrupción y por Argentina, donde hay una carrera desatada por tratar de sacar todo lo que tenga olor a Kirchner o al kirchnerismo, para abrirle paso a la derecha.
Chile debiera tener una posición más proactiva, por ejemplo, en la Unasur, defendiendo los intereses de América Latina, porque el continente tiene un futuro esplendoroso por delante si logra deponer muchas diferencias que son artificiales y pone, en primer lugar, lo que puede unirle, como la defensa de nuestras riquezas naturales.
¿Y usted cree que a la Cancillería le ha faltado?
Sí, nos falta un poquito más. Llegará el tiempo más adelante, después de este juicio, donde podremos tranquilamente entregar nuestra opinión (sobre la salida al mar de Bolivia).
Estuve viendo hace algunos días el video del acto del acto de Evo Morales en el Court Central del año 2006, cuando le empiezan a gritar “Mar para Bolivia”. De repente la cámara gira hacia el público, había una gran cantidad de banderas y muchas eran comunistas. A la mayoría de los militantes de su partido les gustaría que hubiera mar para Bolivia ¿por qué no representar explícitamente esa posición?
Hay que ser respetuoso de que quien conduce la política internacional es la presidenta de la República. Ella ha conversado con todos nosotros y le hemos dicho que ella tiene que llevar las negociaciones. Si nosotros abrimos un forado, cualquiera sea nuestra posición, no le haría bien a la unidad del país en este momento. Creo que llegará el tiempo más adelante, después de este juicio, donde podremos tranquilamente entregar nuestra opinión.
Fuente: El Desconcierto