En la siguiente entrevista, publicada por el semanario El Siglo, el presidente del Partido Comunista, diputado Guillermo Teillier, analiza los resultados de la elección presidencial, el proceso previo a ella y las perspectivas del gobierno de la Nueva Mayoría. En su opinión, el holgado triunfo de Michelle Bachelet da fuerza suficiente como para cumplir la mayoría del programa, y asegura que el movimiento social tiene la responsabilidad de ayudar a que se concrete el programa de Gobierno de la Nueva Mayoría, porque los puntos que están en él son los mismos que ha estado exigiendo todos estos años de lucha.
¿Cuál es el significado de ese alto 62,3% de votos?
Bueno, yo creo que es un triunfo contundente de todos aquellos que estos últimos meses han venido apoyando los cambios que se han incluido y argumentado en el programa de
Michelle Bachelet, el programa de la Nueva Mayoría. La segunda vuelta refrendó lo que ya había pasado en la primera vuelta, en que Michelle Bachelet ya había triunfado, en que
también tuvimos una gran mayoría en las elecciones parlamentarias, un número suficiente para llevar adelante las reformas planteadas. También en la elección de cores tuvimos un triunfo contundente. Yo creo que es la mayoría del país la que quiere estos cambios, recibe con mucha alegría este triunfo y ahora se dispone, como todos, a cumplir con el programa. Este triunfo tal holgado nos da la fuerza suficiente.
-¿Cuáles son los desafíos frente a la ciudadanía y en particular a los jóvenes?
Lo dijo la misma presidenta electa ayer: vamos a tener reforma educacional, reforma tributaria y reformas laborales; vamos a cambiar la constitución, además de enfrentar una serie de otros problemas por los que la gente reclama, como la salud, las pensiones, la igualdad de las mujeres, los pueblos originarios.
Hay una disposición, una voluntad política real para enfrentar eso que está escrito. Y los jóvenes y los trabajadores, la ciudadanía en general están observando. Hay desconfianza
en la ciudadanía, tenemos que reconocerlo. La labor nuestra es devolver la confianza a cada persona de que con su voto, su determinación, se pueden hacer cambios profundos.
Nosotros nos vamos a concentrar al máximo en cumplir el programa, en concitar una unidad todavía mayor en relación a sus puntos principales. Y lo hacemos y lo haremos con las puertas abiertas: si alguien quiere venir a construir, respetando los lineamientos generales de nuestro programa, va a ser muy bien recibido.
-¿Cómo se convoca a la gente que no votó, ve con preocupación la abstención?
Algunos le echan toda la culpa al voto voluntario, yo creo que hay que hacer un análisis un poquito más profundo. En todo caso, la abstención no fue tan alta como algunos pensaban. Votaron 5 millones y medio de personas con un padrón no depurado en que hay unos 2 millones de personas que no podrían votar de ninguna manera, porque están en el extranjero o son presos con pena aflictiva y una cantidad enorme todavía de fallecidos. Así, votó un poco más del 50% de las personas realmente habilitadas.
En la primera vuelta ya se había definido esto y muchos dijeron “el triunfo ya está asegurado”. Creo que mucha gente de la derecha desencantada tampoco votó. Lo que me preocupa es que la gente, haya votado o no, se ponga la mano en el corazón y diga “aquí hay cambios trascendentales para Chile y si bien es cierto que no fui a votar ahora puedo contribuir para que se realicen estos programas”.
-¿Cuál es el rol en general que debieran jugar los partidos de la Nueva Mayoría, y específicamente el rol del PC a partir del 11 de marzo de 2014 en el congreso nacional?
El rol de los partidos de la NM es contribuir al máximo con el gobierno para que podamos cumplir el programa, y mantener la unidad es lo mejor. Este triunfo inapelable, y además el
gran triunfo en el parlamento, son el producto de un trabajo unitario paciente que ha permitido establecer un programa. Creo que también la labor de los partidos en este momento
es ampliar esta nueva mayoría, atraer fuerzas que estuvieron con otras candidaturas pero tienen objetivos similares. Yo, por ejemplo, fui al hotel San Francisco y me encontré con la
grata sorpresa de que había dirigentes de partidos ecologistas que fueron a felicitar y decir que querían contribuir. Esos son gestos que hay que saludar, y sabemos que tenemos intereses comunes.
-¿Qué importancia le asigna a los movimientos sociales?
El movimiento social debe seguir jugando un gran papel. Nosotros no estamos por cortar el movimiento social o porque este se vaya a alinear con el gobierno. El movimiento social es autónomo, indudablemente independiente de los gobiernos y de los partidos políticos, pero también tiene una responsabilidad con el país, que hoy es ayudar a que se concrete este programa, porque los puntos que están en él son los mismos que ha estado exigiendo todos estos años de lucha.
-Para concretar las políticas públicas hay que tener en consideración a la oposición: ¿la ve usted hoy afilando “los cuchillos largos”?
Creo que lo de “los cuchillos largos” fue una frase del actual presidente para referirse a su propio sector. Es una situación política de crisis profunda lo que está viviendo la derecha, en que se están culpando unos a otros y el gobierno está tratando de que no le echen la culpa a él sino a los partidos. Matthei dijo que todo era de su absoluta responsabilidad, pero
el propio padre de la candidata de derecha dijo que su hija estuvo sola todo el tiempo. Hay algunos sectores que están dispuestos a examinar las propuestas de Bachelet.
-Michelle Bachelet propone mejorar las relaciones con los países vecinos. Tenemos La Haya, tratados con Bolivia: ¿cuál es el rol que ella debiera jugar en la escasa relación
que actualmente tenemos con los países vecinos?
Con los países limítrofes debiéramos elevar nuestra relación. Mejorarla mucho, por ejemplo, con Argentina, tener un trato mucho más cercano. En relación al Perú, creo que hay que
esperar con tranquilidad el resultado de La Haya. Ambos países se han comprometido a respetar el fallo y es de esperar que así sea. En el caso de Bolivia, yo esperaría que se retome el diálogo que se venía sosteniendo durante el gobierno anterior de Michelle Bachelet. Que se incluya la posibilidad de una salida al mar para Bolivia, lo que tiene que ser de mutuo acuerdo: no puede haber imposición de un país sobre el otro. En general, Chile debe estar muy cercano en una interrelación con Unasur, con Celac. Creo que por allí debiera
estar el privilegio de nuestra relación internacional. Acerca de la Alianza del Pacifico, que el presidente Piñera ha estado muy empeñado en llevar adelante, muchos hablan de que
tiene detrás la intención de Estados Unidos de meter cuñas a la integración latinoamericana, de crear otro polo de desarrollo alternativo a Brasil, al Mercosur.
-¿Dónde se van a discutir los grandes temas a partir de 11 de marzo?
Todo el mundo sabe que hay que enviar proyectos al parlamento. Ahora, hay cuestiones que nos interesa mucho que se traten en conversación con la sociedad, por ejemplo los cambios en educación: cómo vamos a provocar la desmunicipalización. Allí debe existir un dialogo muy franco y abierto con los profesores, que tienen que llevar adelante este proceso.
Respecto a la Constitución, me gustaría que se llamara a una asamblea constituyente, pero de no ser así tiene que ser con la máxima participación ciudadana y que de alguna manera las personas puedan opinar y respaldar con su voto lo que se esté proponiendo como nueva constitución, un paso muy trascendental porque nos va a regir quizás por cuantos años más para adelante.
En cuanto a las reformas laborales, es evidente que deben participar tanto los trabajadores como el sector empresarial, y el gobierno va a tener que sentarse con ellos y escuchar.
Por otra parte, la presidenta anuncio que vamos a discutir entre todos. Ha hablado de una nueva forma de gobernar, de hacer política, con la que estamos plenamente de acuerdo.
No se trata de que va a gobernar el movimiento social, porque para eso tenemos un gobierno y elegimos un parlamento, pero es evidente y la experiencia lo ha dicho que cuando
no se toma en cuenta el movimiento social, no se le escucha, no hay diálogo, las cosas se van por mal camino y yo quiero que esto vaya por muy buen camino.
Fuente: Semanario El Siglo, edición N° 1694