En una confesión de partes, respecto a la naturaleza intrínseca del sistema capitalista, la industria mundial de las aviación comercial advirtió que será necesario obtener el apoyo del sector público, para sobrevivir la turbulencia de la pandemia del coronavirus.
Por supuesto, en nombre de los puestos de trabajo.
En las últimas 24 horas, United Airlines de Estados Unidos, la británica IAG -matriz de British Airways, Aer Lingus e Iberia-, Air France-KLM, easyJet, Finnair, Air New Zealand y Aeroflot dieron a conocer nuevas acciones para reducir costos después de que varios países, incluidos Alemania y España, cerraron sus fronteras.
Tres grandes alianzas, que reúnen más de 60 compañías. Oneworld, Skyteam y Star Alliance, firmaron ayer, de forma inédita, un comunicado conjunto en el que urgen a los gobiernos tomar medidas para apoyar al sector.
El grupo pidió iniciativas adicionales a la reciente suspensión en Europa de los requerimientos para que las aerolíneas mantengan sus slots.
En EEUU, en tanto, las grandes firmas dijeron que buscan asistencia gubernamental por más de US$ 50 mil millones, que incluyen ayuda directa y garantías de préstamos.
Si se concede, será el primer rescate de la industria desde los ataques del 11 de septiembre de 2001 y el mayor de la historia.
Sus pares británicas pidieron más de US$ 9.000 millones al gobierno.
El Centro de Aviación CAPA, una reconocida consultora de aviación, advirtió que para fines de mayo la mayoría de las empresas habrán quebrado por las restricciones de viaje que están implementando los gobiernos de todo el mundo.
“Se necesita una acción coordinada del gobierno y la industria, ahora, si se quiere evitar una catástrofe”, dijo la firma en un informe.
IATA, el organismo comercial de la industria, estimó que la industria perdería hasta US$ 113 mil millones en ingresos por la crisis, antes del creciente bloqueo internacional.»
Frente a estas sombrías perspectivas, las aerolíneas esperan ser rescatadas por las autoridades, de la misma forma que se rescataron a los bancos durante la crisis global de 2008.
Las aerolíneas en América Latina requieren ayuda gubernamental inmediata o sufrirán una «pandemia de quiebras», dijo Luis Felipe de Oliveira, presidente ejecutivo de la Asociación Latinoamericana y del Caribe de Transporte Aéreo, ALTA, quién agregó que la crisis en la industria creada por el brote de coronavirus «no tiene precedentes».
Para no ser menos, en Chile, el oligopolio integrado por Latam Airlines, Sky Airline y JetSmart, hizo intenso lobby en los medios de comunicación, en torno a la necesidad de apoyo económico para el sector, y se reunió con el ministro de Economía, Lucas Palacios, para exponerle la situación.
El próximo CEO de Latam, Roberto Alvo, clamó al gobierno por ayuda:
“La envergadura e imprevisibilidad de esta crisis hacen difícil anticipar resultados. Es por esto que vamos a requerir del apoyo de los gobiernos para salir adelante de la mayor crisis de la historia para los sectores del turismo y la aviación civil”.
Alvo sucedió a Enrique Cueto en la Presidencia Ejecutiva de Latam -que a su vez sucedió a Piñera- quién, venteando lo que se venía, optó por abandonar posiciones, e irse para la casa a disfrutar de su considerable fortuna.
El líder de la CPC, Juan Sutil, había deslizado la necesidad de que este sector, uno de los más golpeados por el impacto del Covid-19, pueda recibir asistencia para superar la coyuntura:
“Hay que entender que las empresas aéreas son de utilidad pública y nos dan servicios a todos y por lo tanto, esas compañías también requieren del apoyo en una crisis como en la que estamos”.
No vaya a pensarse que estos caballeros cometen el sacrilegio prosternarse ante el abominable Estado, en nombre propio; no.
Lo hacen para preservar fuentes de trabajo, lo cual no les impide el despido como primera barrera de contensión a la crisis.
La presuntuosa pasada de platito podría parecer ridícula, de no representar tan limpiamente la naturaleza depredadora del capital, ávida de beneficio aun en tiempos de la pandemia, en este caso, en forma de subsidios.
El problema es que llegó a destiempo.
El cartel de la aviación, asaz autorreferente, no se percató de las dimensiones, agresividad y velocidad de la pandemia, de modo que, en efecto, su exigencia sonó más bien patética.
Tapa se oyó de aquí a Penco
Más aún en Chile, en estado de revuelta desde hace seis meses, y con una economía paralizada y atónita.
Sabedor de que no hay espacio, el ministro de Economía, Lucas Palacios, no sólo les pegó un portazo en las distinguidas narices, sino los resprendió por el lobby comunicacional:
“Me enteré de que Latam está pidiendo ayuda económica del Estado. Yo me pregunto ¿cuántas pymes tienen acceso a ir un canal de televisión a pedir esta ayuda? Yo quiero ser súper claro en esto: nosotros estamos priorizando a las personas y me parece bastante apresurado, me parece voluntarista pedir algo de esa naturaleza de una sola empresa”.
“Estamos generando medidas generales para poder ayudar a la mayor cantidad de gente posible sobre todo a la gente que tiene menores espaldas para poder superar esta situación”, agregó.
“¿Qué vamos a hacer? ¿A quién vamos a priorizar? Vamos siempre a priorizar a las personas que más lo necesitan y no me parece conveniente que grandes empresas salgan por la televisión a pedir estas ayudas de parte del Estado. Eso se realiza desde otro punto de vista”.
La ministra de Transportes y Telecomunicaciones, Gloria Hutt, dijo a su turno:
«El impacto de esta situación en distintos sectores económicos es muy fuerte. Tenemos que ver el cuadro completo y dónde están las principales necesidades. Dado que ya veníamos con una situación en que hay que hacer ajustes presupuestarios y aparecen necesidades muy básicas que resolver, no es un tema que esté en este momento como prioridad».
Poruñazo al trabajo
Simultáneo con su pedida al gobierno, los principales ejecutivos de Latam Airlines, liderados por Alvo, se reunieron con representantes de todos los sindicatos (tripulantes, administrativos, auxiliares y pilotos), donde plantearon una reducción de 50% al sueldo base y 50% al piso de hora de vuelo durante los próximos tres meses, extensibles en caso necesario.
Describieron el siguiente panorama:
«La operación internacional de Latam disminuyó un 90% y la ruta nacional en un 40%, pudiendo detenerse en un 100% todo durante la próxima semana».
En ese contexto, hay dos posibilidades. O la empresa es un ídolo con pies de barro, que cede al primer envión, sus ejecutivos jugaron con astucia la vieja carta de traspasar las pérdidas a los trabajadores.
En la reunión, la empresa comunicó a sus trabajadores que la «única alternativa» para la sustentabilidad de la compañía, y hacer caja necesaria para enfrentar el incierto periodo que se avecina y mantener la fuente laboral de los 43 mil trabajadores, es la fuerte baja de los sueldos, propuesta que no contempla la devolución de los emolumentos no pagados durante el periodo.
Dejaron en claro las medidas no generan ningún tipo de garantía y estarán en constante análisis de la evolución de la emergencia sanitaria mundial.
El descaro de la pasada de cuenta al Estado, representa la cotidianidad del pensamiento neoliberal.
La escueta negativa del ministro de Economía muestra su fracaso.
A la fecha, los trabajadores no se habían pronunciado.
En rigor, no tienen mucho espacio de maniobra. Están entre el abismo y las llamas, toda vez que la empresa, en nombre de mantener la fuente laboral de los 43 mil trabajadores, los amenazó con la quiebra y despidos masivos, sin indemninación.
En manos de estos incompetentes estamos.