Entre la importante cantidad de datos surgidos luego de la denuncia de Paul Romer, economista Jefe del Banco Mundial, acerca de la manipulación de datos del ranking de competitividad Doing Business para perjudicar al Gobierno de Chile, mientras lo desempeñaba Michael Bachelet, destaca la actuación de tres personajes: Paul Romer, el bueno, Augusto López Clarons, el malo y Felipe Larraín, el fresco.
Luego de que se diera a conocer que el economista a cargo del informe Doing Business del Banco Mundial, Augusto Lopez-Claros, manipulara datos para perjudicar a la actual Gobierno, este lunes el economista jefe de la institución, Paul Romer, siguió atizando el fuego con el detalle de los datos que demuestran el escándalo.
Romer fundamentó sus dichos
Es así como publicó la siguiente información en su blog, bajo el título Doing Business (traducción de DRD).
A modo de seguimiento la historia en el Wall Street Journal (paywall), he estado analizando los detalles de los rankings de Doing Business del Banco Mundial para Chile. Pensé que sería útil ilustrar cuáles serían las clasificaciones bajo una medida invariable del clima de negocios.
Aquí hay un resumen rápido de los hechos:
– Data Year es el año en que se recopilaron los datos. El año DB es cuando se publica el informe. Por ejemplo, DB 2018 tiene datos para 2017.
– Distancia a la frontera (DTF) se define como un valor entre 0 y 1 donde 1 representa la frontera o el mejor rendimiento. Un mayor valor para DTF significa más cerca de la frontera. El país que está más cerca de la frontera en cualquier año tiene el rango 1. Un número mayor en el ranking significa más lejos de la frontera en relación con los demás.
– De acuerdo con las columnas que muestran el DTF y el rango sin cambios, entre 2016 y 2017, Chile mejoró de acuerdo con el DTF, pero terminó con una clasificación más baja. Esto se debe a que otros países también mejoraron su DTF.
– La primera línea discontinua muestra el corte de las administraciones de Piñera a Bachelet. La segunda línea punteada observa un cambio en el liderazgo de DB dentro del Banco y una decisión de no introducir nuevas medidas entre los datos de 2016 y 2017. Por lo tanto, las clasificaciones publicadas en 2016 y 2017 (o DB 2017 y DB 2018) también usan un método fijo, pero diferente del que podría mantener constante durante los cinco años a partir de 2013-2017. De modo que bajo una forma fija de medir el clima de negocios, el rango de Chiles cayó y bajo el otro aumentó. Esto ilustra el hecho de que existe una aleatoriedad subyacente, por lo que se debe tener cuidado de no leer demasiado sobre los cambios de un año a otro y, en cambio, buscar tendencias más largas.
– El cambio en el rango de Chile entre 2013 y 2017 en la columna Ranking sin cambios es menor que el cambio publicado durante el tiempo en que se agregaron las nuevas mediciones. En la columna Ranking sin cambios, el rango de Chile se reduce en 5 lugares; en el ranking publicado, baja 23-21 lugares desde el año calendario 2013 hasta 2016 o hasta 2017.
Después de verificar el código por última vez, lo publicaré como un cuaderno de Jupyter para que todos puedan ver cómo hice los cálculos y puedan intentar hacer sus propios cálculos. También explicaré por qué debo asumir la responsabilidad personal por el problema revelado por la caída de Chile en 9 lugares, de 48 a 57, entre los años 2015 a 2016 frente a su mejora en una posición, de 49 a 48, cuando la medición se mantiene igual.
Probablemente no sorprenda que la falla fundamental se remonta a la falta de claridad en nuestra comunicación.
Hasta ahí la información publicada en su blog.
Romer, anunció que se recalcularán y corregirán los ranking del informe «Doing Business» de los últimos cuatro años, puesto que en el periodo se aplicaron «repetidos cambios de metodología» que perjudicaron a nuestro país de manera «injusta y engañosa».
Felipe Larraín es miembro del comité asesor del ranking «Doing Business»
El economista Augusto López-Claros es apuntando en el reportaje de The Wall Street Journal como el presunto responsable de la manipulación del ranking de competitividad «Doing Business» y, el ministro de Hacienda del primer Gobierno de Sebastián Piñera, Felipe Larraín, es integrante del comité asesor de este ranking.
Por tanto, para los efectos de este reporte, el primero es, obviamente, el malo, y el segundo es el fresco, porque estaba pasando piola.
Según la página web del organismo, los actuales miembros actuales del consejo asesor del ranking, son Thimoty Besley (Professor of Economics and Political Science, London School of Economics); Robert D. Cooter (The Herman F. Selvin Professor, UC Berkeley School of Law); Eleni Gabre-Madhin (Founder and Chief Executive Officer, Ethiopia Commodity Exchange); Aart Kraay (Economist, Development Research Group, World Bank Group); Ann-Marie Leroy (Senior Vice President and General Counsel, World Bank Group); Anand Mahindra (Chairman and Managing Director, Mahindra Group); Dani Rodrik (Albert O. Hirschman Professor of Economics, Institute for Advanced Study of Social Science) y Felipe Larraín Bascuñán, el ex ministro de Hacienda del Gobierno de Sebastián Piñera.
Sin embargo, con el mayor de los descaros, señaló durante el fin de semana:
«De existir cualquier alteración o anormalidad en las cifras referentes a Chile, sería una situación muy grave y repudiable».
Un caradura
López Claros un neoliberal confeso, enamorado de la economía chilena
Augusto López Claros, el economista jefe a cargo del Doing Business, el informe del que se manipularon una serie de variables para afectar el desempeño de Chile durante el gobierno de Michelle Bachelet y beneficiarlo durante el de Piñera, tiene una larga relación con el país, del que declara ser admirador de su política económica, y donde, tal como publicamos ayer, tiene emprendimientos empresariales, específicamente una socidad por acciones, Apex Minnerals, dedicada al sector minero. .
De López-Claros se sabe que es boliviano, que trabajó en Lehman Brothers y fue director of Global Indicators Group del Banco Mundial en 2011, antes de lo cual ofició como director de The Global Competitiveness Program, en el Foro Económico Mundial en Ginebra, donde editó el Reporte Global de Competitividad, el documento insigne de la organización. También fue representante residente del Fondo Monetario Internacional en la Federación de Rusia durante 1992-95. Antes de Lehman, trabajó como economista en el Fondo Monetario Internacional en Washington, al que entró a mediados de la década de 1980. Su paso por el fondo incluyó cargos de economista nacional para España, desempeñándose en el departamento principal de formulación de políticas del organismo, donde comenzó a trabajar en Europa del Este y realizó algunos de los primeros trabajos sobre buen gobierno.
«De 1992 a 1995 fue Representante Residente del FMI en la Federación Rusa, donde fue responsable de las cuestiones de implementación en el contexto del programa multimillonario de asistencia del FMI a la Federación de Rusia. Su estancia en Rusia fue seguida por un año sabático en Moscú, una oportunidad que utilizó para investigar y viajar extensamente por toda Rusia para obtener una perspectiva más amplia de la transición», relata en su biografía personal.
Entre 2011 y 2017 fue Director de Indicadores Globales en DEC, la unidad del Banco Mundial de estudios y trabajo analítico.
Es un comentarista frecuente en cuestiones económicas y financieras, después de haber dado más de 150 entrevistas de televisión durante la última década.
López Claron tiene una larga relación con Chile que lo trajo numerosas veces a Santiago, expuso ponencias o tuvo actividades con universidades, organizaciones estatales, círculos empresariales e instituciones públicas.
Desde su cargo en el Banco Mundial ha peregrinado comentando la robustez del informe. En su opinión, una de las razones por las que estos indicadores han tenido éxito y propiciado reformas es que presentan la información “de forma muy accesible y granular”;
“La granularidad, especificidad de los datos y la habilidad para hacer comparaciones internacionales son las principales características del informe en las que radica su éxito”.
“El informe se ha convertido en un catalizador de reformas”, aseguró López-Claros.
En su biografía aparecen datos curiosos. Entre otros, su pertenencia a la religión Baha’i.
«El señor López-Claros, que es Bahá’i, expondrá su punto de vista sobre los nuevos desafíos en el mundo moderno sobre la creciente globalización de los negocios y el radical cambio en la industria causada por la alianza entre diferentes razones», aparece en el sitio Bahá’í World News Service, anunciando su visita en el año 2004.
«Para el año académico 2017-2018 Augusto López-Claros está en una licencia del Banco Mundial como miembro senior en la Escuela de Servicio Exterior Edmund Walsh en la Universidad de Georgetown», indica su web personal.
El académico añade un dato hasta ahora desconocido y que aclara el rol que cumplió en la Universidad de Chile. Desde ese cargo en los 80 vienen sus primeros acercamientos con Chile, cuando la Facultad de Economía y Negocios la dirigían Sergio Melnick y Álvaro Saieh.
«Antes de su servicio en el FMI, fue profesor de Economía en la Universidad de Chile en Santiago, donde, además de sus funciones docentes, también dirigió un equipo de investigación financiado por el Ministerio de Salud que examina los aspectos económicos del abuso del alcohol en Chile», precisan sus datos personales.
A Chile ha venido más de una decena de veces en su periplo como vocero de diferentes informes, paseándose desde la Universidad Bolivariana hasta por La Moneda. Según sus archivos personales, una de las primeras visitas fue en el año 2000, al Banco Central, para presentar la conferencia «Fortalezas del sistema financiero internacional».
El año 2004, en tanto, llegó a La Moneda, donde estrechó la mano con el entonces Presidente Ricardo Lagos, para presentar su investigación «Chile, la próxima etapa de desarrollo».
Al año siguiente, compartió testera con Cristián Nicolai, a la sazón subsecretario de Telecomunicaciones; Hernán Sommerville, presidente a esa fecha de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC); Alfredo Piquer, presidente de ACTI; y José Joaquín Brunner, académico e investigador de la Escuela de Gobierno y director del Máster en Gerencia y Políticas Públicas de la Universidad Adolfo Ibáñez.
El objetivo de su visita fue «explicar las razones que llevaron a Chile a descender desde el lugar 32 al 35 en el ranking mundial de Tecnologías de Información y Comunicaciones».
Le seguirían seminarios y ponencias en la Universidad Federico Santa María, la universidad del Desarrollo, la PUC y hasta al Centro cultural de la Condes, para exponer acerca de diferentes temas relacionados con el desarrollo económico.
En 2011, aterrizó en Icare para presentar la ponencia «Reforma de la regulación empresarial: una perspectiva internacional y el caso de Chile». Allí compartió de cerca con el entonces ministro de Economía, Pablo Longueira.
Con él alargó la conversación. De acuerdo a archivos de revista Qué Pasa, López-Claros y el entonces ministro fueron a comer juntos al restaurante de Raúl Correa y Familia, instancia en la que también estaba quien ejercía como subsecretario del ramo, Tomás Flores.
En el diario El Mercurio, Flores fue uno de los pocos mencionados como cercano que le «prestó ropa» al economista extranjero. «Es mi amigo. Trabajé mucho con él, viajé a Washington para ver cómo podíamos avanzar en reformas como ‘Empresa en un día’ y el efecto que eso tenía en el ranking», contó Flores.
En la UDD, en tanto, se repitió el plato en 2014, cuando regresó a la casa de estudios precisamente para hablar del hoy cuestionado ranking. En la ocasión se reunió con el director de investigación de la Facultad de Economía y Negocios de la UDD, Cristián Larroulet (ex ministro de Sebastián Piñera); el vicerrector de posgrado e investigación, Sergio Hernández; y el decano de la Facultad de Gobierno, Eugenio Guzmán.
Al menos dos economistas con extensos vínculos en la derecha y que conocen al personaje, afirman que con Larroulet «hubo química más allá de lo meramente académico». Una de las fuentes también afirma que el ex ministro de Hacienda de Piñera, Felipe Larraín, «hablaba muy bien de él».
De la época solo quedan como testimonio las fotos de sus visitas a la UDD, donde López-Claros posa con hombres como Federico Valdés y el propio Larroulet, aunque este último salió a desestimar cualquier cercanía con el economista boliviano. El ex ministro secretario general de la Presidencia dijo que su encuentro en la UDD en 2014 solo estuvo circunscrito a esa ocasión, dentro del marco de un seminario al que López-Claro fue invitado.
En el 2005, y enmarcado en una tesis sobre cómo eliminar la corrupción como un factor negativo para el crecimiento económico, realizó una serie de recomendaciones prácticas para lograrlo:
“Chile ha empleado las últimas tecnologías para crear uno de los sistemas de adquisiciones públicas más transparentes del mundo. En 2003 se creó ChileCompra, un sistema electrónico público de compras y contrataciones a través de una plataforma de Internet, que se ha granjeado en todo el mundo una gran reputación por su calidad, su transparencia y su eficacia. Está al servicio de empresas, instituciones públicas y ciudadanos y es la página web de relaciones empresariales más grande del país, con 850 organizaciones de compra involucradas. En 2012, los usuarios hicieron 2,1 millones de compras y emitieron facturas por valor de 9.100 millones de dólares. Además, ha servido de catalizador para el uso de Internet en todo el país».
En 2008, una propuesta que consta en los archivos de un blog personal del investigador, añade una idea visionaria que también vuelve a mirar a Chile. En la entrada, bautizada como «Replanteando el Significado de Europa”, señala que la Unión Europea no solo debería integrar países de la región, sino naciones que compartan principios:
«Chile podría ser un candidato ideal. Chile es un país que ya ha sobrepasado a la mayoría de los miembros de la UE en la calidad de su manejo macroeconómico. Sus instituciones –derechos de propiedad, el sistema judicial, el esquema regulatorio, el régimen comercial y el sistema de seguridad social– ya operan a un nivel de eficiencia por encima de la media de la UE. En lo que respecta a niveles de corrupción, la claridad de las reglas del juego y el clima para las inversiones, Chile está ya por encima de países como Italia, Grecia y la gran mayoría de los nuevos estados miembros de Europa Central y Oriental. Asumiendo a priori el hecho evidente que no comparte una frontera física con la UE, Chile –el único país Latinoamericano que tiene un tratado de libre comercio con la UE– es ya un miembro de la UE en espíritu».
La propuesta del economista continúa:
«Dicho esto, la incorporación de Chile a la UE tendría implicaciones que irían mucho más allá de la simple adhesión de un estado pequeño a su creciente lista de economías pequeñas. Le daría a la UE una notable presencia institucional en Latinoamérica, una región con la que tiene relaciones comerciales cada vez más importantes. La UE se beneficiaría de incluir entre sus miembros una economía con tasas de crecimiento muy por encima de la media europea y una posición privilegiada entre todos los rankings mundiales de competitividad. Más importante aún, la entrada de Chile a la UE activaría una fuerte cadena de incentivos en Latinoamérica, como ocurriera en Europa Central y Oriental durante los últimos quince años. Con el ingreso de Chile, uno puede fácilmente vislumbrar un cambio en la naturaleza del debate político en la región».
En 2011 además, entrevistado por Diario Financiero, se dio vueltas varias veces en declaraciones un poco contradictorias, donde dijo que no le parecía descabellado subir impuestos en Chile, pues no reduciría la competitividad empresarial:
«No estoy diciendo que debería subir, quiero ser bien claro. Lo que digo es que, a través del proceso democrático, los gobiernos de tiempo en tiempo pueden considerar conveniente aumentar los impuestos si es que piensan que al hacer eso van a mejorar el nivel de competitividad del país, y eso es posible», sostuvo.
Pero sin duda el análisis más profundo está plasmado en el informe que presentó en el país de la mano del World Economic Forum, el capítulo 23 de un informe donde, en 14 páginas firmadas por él, se analiza en profundidad la marcha de la economía: «Chile, the Next Stage of Development».
En dicho informe responde a preguntas como ¿Por qué Chile es excepcional?:
«Por ejemplo, las reformas que han sido gradualmente implementadas en la banca, pensiones y seguros, complementado por la introducción de un duro marco regulatorio y de supervisión para las instituciones financieras, ha jugado un papel clave en la profundización de mercado de capital de Chile , ampliando la base de inversionistas y creando un entorno predecible para la intermediación financiera, caracterizado por un buen gobierno corporativo y transparencia, y por un mejor acceso a recursos financieros para pequeñas empresas. Un Banco Central totalmente independiente ha jugado un papel esencial para reforzar la credibilidad de la política monetaria de Chile, y merece crédito por su manejo cuidadoso del régimen de metas de inflación y resulta excelente en el rendimiento de la inflación».
Pero, sin duda, hay un párrafo que explica la admiración de López-Claros al modelo neoliberal de Chile.
«¿Cuáles son los desafíos clave por delante? La pregunta central es si es posible volver a las altas tasas de crecimiento del período 1984-1997 y, de ser así, ¿cuáles son las políticas que deben implementarse para asegurar esto?», se pregunta.
La respuesta abarca tres áreas de énfasis: eliminar barreras de la burocracia, mejorar el sistema educativo y replantear el rol del Estado. Agrega:
«Teniendo en cuenta los abusos y los errores en otros lugares en la región durante las últimas dos décadas, no es sorprendente que los chilenos prefieran abrumadoramente la política y el sistema económico que ha surgido en su tierra en relación con las alternativas probadas en los países vecinos (…). El principal desafío que enfrentan los legisladores en Chile es cómo llevar al país a la próxima etapa de desarrollo, cómo desencadenar un proceso de crecimiento rápido, como el visto en Irlanda en los últimos quince años, o la transformación tecnológica vista en Finlandia a raíz del colapso de la Unión Soviética (…)».
López-Claros concluye: «Chile podría verse beneficiado de una interpretación un poco menos rígida de las maravillas del libre mercado».
Con semejantes amigos, quién necesita enemigos.