por Francisco Gómez Ávalos (*)
Con los resultados ya en mano de la elección presidencial y con reflexiones más frías, no cabe duda que una de las aristas clave en el triunfo de Sebastián Piñera, fue la capacidad que tuvo la derecha, usando todos sus medios posibles, de figurar e instaurar dos ideas.
A) que sólo ellos serían capaces de volver hacer crecer al país, debido a la mayor confianza que entrega Piñera al mercado (externo e interno), y b) que los últimos cuatro años la desaceleración económica del país fue causada casi exclusivamente por la incertidumbre y bajas expectativas futuras provocada por las reformas que se llevaron a cabo en materia de justicia social.
Esto último a pesar de que instituciones como FMI y economistas como Ricardo Hausmann han planteado argumentos sólidos y no mera especulación política, que las reformas no han sido el principal problema de la desaceleración en Chile, sino que también y con mayor ponderación, factores externos como la caída del precio del cobre[1].
Esta ganada que tuvo la derecha en la batallas de las ideas, ha tenido como consecuencia que la izquierda no es una opción válida cuando lo que importa es el crecimiento económico, sino que todo lo contrario es sinónimo de inestabilidad y descrecimiento.
Mientras que la derecha, ha sido capaz de transmitir el mensaje de que un mayor auge económico, que sólo ellos pueden impulsar, se traducirá en más y “mejores” empleos.
La Variable Empleo
La variable empleo es sin duda una de las más relevantes en las economías modernas, puesto que el trabajo decente es el cimiento para alcanzar mayores niveles socio-económicos, reducir la desigualdad y pobreza, aumentar el crecimiento económico, mejorar la inclusión y cohesión social.
El anhelo por parte de la sociedad en ser capaz de crear empleo y en tener salarios reales cada vez más altos, es sin duda un objetivo de desarrollo con el cual todo el mundo está de acuerdo. Bienestar y Desarrollo vienen con Empleo.
Es clave entonces, entender los mecanismos y la capacidad que tienen las economías para crear empleo, ya que sólo así es posible diseñar políticas públicas que tengan como objetivo potenciar las posibles vías para aumentar la creación de empleo, y con esto el bienestar social.
En Chile existe una vasta literatura con referencia al mercado del trabajo, la cual tiene muchos tópicos, y entre ellos la demanda por trabajo y sus principales determinantes.
Desde los años ochenta se han publicado una serie de estudios sobre la demanda de trabajo en Chile, creando un core[2] de trabajos, donde la mayoría proviene desde una óptica neoclásica o del paradigma dominante y algunos pocos son más inclinados por le economía heterodoxa[3], que se han centrado en especial en un tipo de elasticidad[4]: Empleo-Producto.
Esta elasticidad busca el efecto que el crecimiento económico tiene en la capacidad de crear empleos, este es un principio central de la economía neoclásica, donde la demanda laboral está directamente relacionada con el nivel de producto, es decir, si la economía o el país crece el empleo tiene espacio para aumentar.
Sin embargo, la experiencia ha demostrado que el crecimiento económico por sí solo no es suficiente para la creación de empleos decentes y solidos ni ha tenido efectos en la inclusión social. Por lo tanto, es importante entender otras variables más referentes al contexto actual de Chile que puedan tener un impacto relevante en los niveles de empleo. Un tema clave para el país es la mala distribución de ingresos que existe y cómo esta puede afectar el nivel de trabajadores.
Desde la economía heterodoxa y sobre todo para los Kaleckianos[5] y Post-keynesianos, se han planteado tres cuestiones sobre el mercado del trabajo:
1) no es igual a un mercado de algún otro commodity y por lo tanto no puede ser explicado por las leyes de oferta y demanda, sino que hay normas que lo gobiernan;
2) no se sustenta tampoco la teoría neoclásica de que los salarios están acorde con la productividad del trabajador, sino que por el contrario éstos están sub-pagados y
3) no es muy probable que los mercados laborales se limpien o vacíen vía menores salarios, ya que salarios más bajos no son capaces de reducir el desempleo en forma agregada, sino que por el contrario llevan a una reducción de la demanda agregada y por tanto a una disminución del empleo.
Este último principio es clave para entender la importancia de la distribución de ingresos en la demanda por trabajo. Para los post-keynesianos y Kaleckianos la variable empleo es en esencia determinada por la demanda efectiva en el mercado de bienes.
Esta interacción entre el mercado de bienes y el mercado laboral difiere completamente de la visión neoclásica, donde se plantea, al menos en su versión típica de libro de texto, que el desempleo es un fenómeno exclusivo del mercado laboral, mirado desde el lado de la oferta.
Para los post-keynesianos la ausencia de empleo nada tiene que ver con salarios reales muy altos o poca flexibilidad en éstos, sino que es un fenómeno demand-led, es decir, es liberado por la demanda.
Esto no implica que nunca existan restricciones por el lado de la oferta, como por ejemplo la falta de capacidad productiva o precios altos de los insumos, sin embargo, estos tienen menos ponderación.
Entonces, el problema es la no utilización de recursos laborales acompañado de una capacidad de producción subutilizada, debido a la falta de demanda agregada, que se ve afectada por bajos niveles salariales.
Este argumento se basa en el rechazo a la ley de Say, que asegura que todo bien producido será vendido, o dicho de otra forma, que cada oferta crea su propia demanda.
El rechazo de esta ley implica que hay que tomar en consideración cuál es la restricción que afecta que la demanda agregada no sea capaz de satisfacer la oferta agregada de bienes y servicios. Tal restricción desde el punto de vista heterodoxo es una mala distribución del ingreso.
Los salarios
Bajos salarios reales en una economía implican de forma directa una baja participación de la masa salarial[6] con respecto al PIB, y por tanto de una mayor participación de las rentas del capital, lo cual se traduce en una peor distribución del ingreso (PIB) generado en la economía[7].
Esto trae como consecuencia un deterioro de la demanda agregada y por tanto un desacople con la oferta agregada (superávit de bienes y servicios), lo que involucra un uso menor de la capacidad instalada y un menor nivel de empleo, ya que los salarios no son capaces de absorber la oferta producida.
En otras palabras, una peor distribución del ingreso, a través de menores salarios reales, implica una disminución en el empleo y no un aumento de éste como lo predice la economía neoclásica.
En economías donde las firmas están operando bajo su máxima capacidad debido a una desaceleración, donde el salario no está indexado a la productividad y donde la desigualdad es alta, una mejora en la distribución de los ingresos entre los trabajadores y capitalista puede tener efectos positivos en los niveles de empleo, ya que se robustece la demanda agregada, aumentando los niveles de producción y así de trabajo.
Es importante para el diseño de la política pública entonces, que no es sólo el crecimiento un factor determinante en los niveles de empleos, sino que también una mejora en la distribución de ingresos puede tener un rol decisivo en un país como Chile.
(*) Economista ICAL; Observatorio ODS
Fuente: ICAL
Bibliografía
1.- Eyzaguirre, N. (1981). El empleo en una economía deprimida. Análisis econométrico de sus determinantes en la industria chilena, 1974-1978. Estudios de economía, 8(1 Year 1981), 41-80.
2.- Garcia, P. (1995). ercado laboral y crecimiento: Chile 1980-1994 y proyecciones de mediano plazo.
3.- Marcel, M. (1987). Empleo agregado en Chile 1974-85. Una aproximación econométrica. Colección estudios CIEPLAN, 77-115.
4.- Martínez, C. M. (2001). Cambios estructurales en la demanda por trabajo en Chile. Economía Chilena, 4(2), 5-25.
5.- Miranda, J. (2013). Labor demand stability and the minimum wage effect on employment: the Chilean evidence. MPRA Paper.
6.- Solimano, A. (1981). La rebaja en cotizaciones previsionales y su impacto sobre el empleo industrial: una estimación para el período 1974-1978. Corporación de Investigaciones Económicas para Latinoamérica.
Notas
[1] https://www.df.cl/noticias/economia-y-politica/macro/fmi-dos-tercios-de-la-desaceleracion-de-la-economia-chilena-se-explica/2015-08-06/115958.html
http://www.elmercurio.com/Inversiones/Noticias/Fondos-Mutuos/2017/09/05/Hausmann-Desaceleracion-de-Chile-no-fue-por-reformas-de-Bachelet.aspx
[2] (Eyzaguirre, 1981), (Solimano, 1981), (Garcia, 1995), (Marcel, 1987), (Martínez, 2001) y (Miranda, 2013)
[3] El paradigma dominante o mainstream economics es el cuerpo de modelos teóricos y evidencia que es enseñado en la mayoría de las escuelas económicas del mundo y que por tanto tienen mayor nivel de influencia y aceptabilidad, pero no por ello en lo correcto. En contraste la economía heterodoxa es el conjunto de distintas corrientes de pensamiento económico, menos enseñado y con menos influencia, pero no por ello menos importante y riguroso. El paradigma dominante se asocia con la escuela neoclásica, mientras que la economía heterodoxa con escuelas como: Post-keynesianas, Marxistas, Feministas, Institucionalistas, Ecologistas entra otras.
[4] Concepto procedente de la física que sirve para calcular la variación porcentual de una variable cuando otra cambia.
[5] Michal Kalecki fue un economista polaco marxista que se especializó en macroeconomía y desarrolló simultáneamente gran parte de los principios que sostendría John M. Keynes, pero al estar escritos en polaco estos no fueron muy conocidos en esos años
[6] Suma de todos los salarios en un periodo dado.
[7] La medición del PIB por el lado de los ingresos plantea que, los componente del gasto del PIB como el Consumo, Inversión, Exportaciones neta y Gasto de Gobierno tienen que tener un contrapartida que son los ingresos que hay en la economía es decir: Salarios más Rentas del Capital igual a PIB.
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[1] Suma de todos los salarios en un periodo dado.
[1] La medición del PIB por el lado de los ingresos plantea que, los componente del gasto del PIB como el Consumo, Inversión, Exportaciones neta y Gasto de Gobierno tienen que tener un contrapartida que son los ingresos que hay en la economía es decir: Salarios más Rentas del Capital igual a PIB.