El resultado consolidado de Codelco, antes de impuestos y Ley Reservada del Cobre arrojó una pérdida líquida de US$97 millones el primer semestre, según un reporte difundido hoy por la compañía. Este desastre, anunciado por eminentes economistas, no sólo es producto de la caída en el precio, sino de años de imprevisión, despilfarro y calamitosa gestión corporativa.
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«Esta disminución en el resultado antes de impuestos: a la renta, específico a la minería y ley reservada; se ve reflejada principalmente por un menor margen bruto, efecto causado principalmente por la baja experimentada en los ingresos por ventas de cobre propio, causado por la variación negativa en el precio del cobre, por el resultado negativo por la variación de la diferencia de cambio, por un menor resultado en inversiones en filiales y coligadas y por mayores costos financieros, compensados en parte por el menor efecto en resultado en gastos de administración y en otros ingresos (gastos) por función», explicó la compañía.
Como hablar es gratis, y las cifras se puede torturar hasta que chillen, el reporte de la compañía se denomina Codelco reporta números azules en el segundo trimestre de este año, y señala en su primer párrafo:
«Excedentes por US$ 54 millones informó el presidente ejecutivo de Codelco para el trimestre abril a junio. Nelson Pizarro indicó que los números azules se explican por el plan de reducción de costos impulsado en todas las divisiones, además del alza de la producción y las ventas».
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Y luego, puso la dura:
«Si bien estos últimos tres meses se revirtió la tendencia negativa de los dos trimestres anteriores, el acumulado de los excedentes del primer semestre sigue estando en rojo, con US$ -97 millones».
El Presidente de Codelco, Nelson Pizarro, abrió el debate sobre el furuto de Codelco hace algunos días, con la poco afortunada frase «no hay un puto peso». Pero si del reporte dependiera, la empresa lo ha hecho estupendo:
«No obstante esta cifra, Pizarro destacó el aporte de la cuprífera al Estado por US$ 538 millones entre enero y junio, materializado a través de las Ley Reservada del Cobre (US$ 517 millones) y la Ley de Royalty (US$ 21 millones)».
Luego, viene un párrafo que retrata mejor que mil palabras la funesta estrategia de desarrollo basada en la exportación de recursos naturales:
«En términos de gestión, el primer semestre de este año Codelco logró la mayor producción propia de su historia, con 843 mil toneladas de cobre fino, las que se elevan a 906 mil toneladas, considerando su participación en El Abra y en Anglo American. Estos resultados superaron lo comprometido con el país en estos primeros seis meses, con un aumento de 1,4% de la producción de las divisiones en relación a igual período de 2015, y de un 2 % sobre la meta propuesta.Este récord productivo tiene el mérito de que se consiguió en momentos en que Codelco enfrenta las menores leyes mineras de sus 45 años».
En otras palabras, si a pesar del aumento de la producción, se registra una pérdida en el ejercicio, significa que el modelo no sirve, y hay que cambiarlo.
Lo propio cabe decir de la reducción de costos enunciada en el reporte:
«El costo directo (C1) llegó a 127,5 centavos de dólar la libra (c/lb), con una caída de 9% respecto de igual período de 2015, cuando alcanzó los 140,8 c/lb. En esta línea, el presidente ejecutivo reconoció el esfuerzo realizado por todos los trabajadores y trabajadoras de la empresa que llevó a que seis de las siete divisiones mineras de Codelco tengan margen operacional positivo este semestre. Entre ellas, destaca El Teniente, que con 98,6 c/lb tuvo los costos más bajos de la cuprífera y de la industria nacional».
En primer lugar, el reporte corporativo omite que el «esfuerzo» de los trabajadores consistió en miles de despidos.
Tampoco dice que pese a la reducción de costos, estos siguen en el techo de la banda de los precios, porque se trata de una rerlación dinámica y no lineal. La explicación de esto, viene en el siguiente párrafo del reporte:
«A pesar de la baja en el costo directo, la caída en el tipo de cambio provocó un alza de 24,1 c/lb en el costo neto a cátodo (C3), debido a que incluye los gastos operacionales más los financieros, las amortizaciones y las depreciaciones. Con este aumento, el promedio del C3 llegó a 210, 9 c/lb entre enero y junio, una cifra que se ubica ligeramente por debajo del actual precio del cobre y de su promedio semestral de 213,2 c/lb».
Imputar aumento del costo por la caída del tipo de cambio, aparte de silogismo, es una justificación muy burda, porque eso viene por defecto en el modelo de exportación primaria: a mayor precio del cobre, corresponde una equivalente apreciación del peso, o devaluación del dólar, y viciversa.
El reporte concluye con un asombroso ejemplo de auto alabanza en medio de la debacle:
«Ante la pregunta de qué se les puede decir a los chilenos y chilenas, Pizarro fue enfático: «Se les puede decir que nuestra administración está haciendo los máximos y exitosos esfuerzos; que hemos cumplido todos y cada uno de los compromisos que están bajo nuestra obligación; que nadie controla el mercado del cobre. Se les puede decir y se les debe decir que tengan confianza en que estamos dedicando nuestros mejores esfuerzos y recursos, y que vamos a afrontar con responsabilidad y austeridad este momento».
Sin embargo, en una parte de la respuesta de Pizarro radica la clave del futuro del cobre para la economía chilena: «nadie controla el precio del cobre».
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Esto es así porque, en virtud de la política suicida de la segunda desnacionalización del cobre perpetrada por la dictadura y las leyes de José Piñera, a medias con las políticas seguidas por los Gobiernos de la Concertación, Chile renunció a la posibilidad de controlar el precio y la producción del cobre, entregándoselos a título gracioso a sus competidores en el ámbito global, a cambio de casi nada, como no sea una muy limitada oferta de trabajo en el sector de la gran minería.
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Para decirlo sin ambages, a Codelco se le podrán inyectar miles de millones con cargo a inversiones que debieron ser efectuadas hace tiempo, y se lo podrá eximir de la brutal sangría del 10 por ciento de sus ventas con cargo a la Ley Reservada del Cobre, pero eso sólo significará una postergación de su previble colapso, en virtud de la inescapable reducción de la ley de los minerales que explota, actualmente en un promedio cercano al 0,5%, o para decirlo en los términos del reporte, «Codelco enfrenta las menores leyes mineras de sus 45 años», lo cual no tiene recuperación ni reversa.
Más claro todavía: si Chile pretende que el cobre siga siendo su principal riqueza, debe tener el coraje de emprender su segunda nacionalización, que le permitiría controlar el precio y regular la producción.
Todo lo demás es verso.