Los pueblos son vulnerables a las acciones de quienes en busca de intereses particulares, intervienen de manera artera sobre los mercados. Desde 2002, el pueblo venezolano ha estado padeciendo los efectos de la manipulación de la economía por parte de sectores que, con el objetivo de hacerse del poder político, han hecho uso de diversas estrategias.
Acciones que han sido posibles porque la propiedad de los factores de producción, la propia producción y la distribución están concentradas en pocas manos.
En noviembre de 2002, la directiva de Petróleos de Venezuela, la principal empresa del país y generadora del 99% de los ingresos en divisas, paró la industria mediante actos de sabotaje y huelgas (MINCI, 2012).
Enmarcado en planes de desestabilización social, económica y política como medidas de presión para solicitar la renuncia del presidente Hugo Chávez, consiguieron paralizar no sólo la empresa, sino la economía toda.
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Suspendieron el suministro de gasolina, insumo imprescindible, insustituible, fundamental para la movilización y la producción: el transporte de personas, alimentos, medicamentos y materia prima, se paró de hecho, y con éste los procesos de producción y comercialización de la mayoría de los bienes y servicios de la economía nacional.
El Producto Interno Bruto disminuyó 8,9% y 7,8% en 2002 y 2003 respectivamente (INE, 2013b).
Mediante el boicoteo en el suministro de un solo producto estratégico para la economía de cualquier país (la gasolina) afectaron a un pueblo entero.
Entre las implicaciones de esa acción atroz, podemos referir el aumento de la pobreza2, la cual pasó de 39% en 2001 a 48% en 2002 y 55,1% en 2003; la inflación aumentó de 12,1% en 2001 a 31,2% en 2002; el desempleo incrementó hasta alcanzar sus niveles más altos registrados desde 1999, en 2001 la tasa de desempleo era 11% y llegó a 14,6% en 2003; la tasa de mortalidad infantil pasó de 17,66 por mil nacidos vivos registrados en 2001 a 18,49 en 2003; la tasa de desnutrición infantil en niños menores de 5 años aumentó de 4,5 en 2001 a 5,3% en 2003; el consumo promedio de kilocalorías diarias por persona disminuyó 10%, pasando de 2470 kilocalorías en 2001 a 2236 kilocalorías en 2002. (INE, 2013b). Como se observa, las manipulaciones de la economía, con fines políticos, tienen visibles efectos sociales y humanos sobre los pueblos. El objetivo fue político, el medio fue económico y los efectos fueron sociales.
Desde ese momento no ha habido tregua para el pueblo venezolano.
(*) Profesora Titular del Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Simón Bolívar (USB), Venezuela. Economista de la Universidad Central de Venezuela. Dra. en Ciencia Política de la USB.
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