La raíz del conflicto armado en Siria en gran parte se debió a la negativa del presidente sirio, Bashar al-Asad, a permitir que por su país pasase un gasoducto desde Catar hacia Europa, afirmó el abogado Robert Kennedy júnior, sobrino del expresidente norteamericano John F. Kennedy en un artículo para la revista Politico.
«La decisión de EE.UU. de organizar una campaña contra Bashar al-Asad no comenzó con las protestas civiles pacíficas en 2011, sino en 2009, cuando Catar ofreció construir un gasoducto por valor de 10.000 millones de dólares que atravesara Arabia Saudí, Jordania, Siria y Turquía», anunció el martes el abogado Robert Kennedy júnior, sobrino del expresidente norteamericano John F. Kennedy en un artículo para la revista Politico.
Este proyecto habría garantizado que los países árabes del Golfo Pérsico tuvieran una ventaja decisiva en los mercados mundiales de gas y habrían fortalecido a Catar; estrecho aliado de Washington en la región, explicó Kennedy júnior.
El presidente sirio, Bashar al-Asad, rechazó el proyecto al entender que perjudicaba los intereses gasíferos de su aliado ruso, el mayor proveedor de gas natural al viejo continente.
Apenas un año después, Al-Asad comenzó a negociar con Irán la construcción de un gasoducto alternativo que llevaría el gas desde Irán a El Líbano y hubiese convertido al país persa en uno de los mayores proveedores de gas a Europa, detalló el abogado.
Inmediatamente después de la negativa al proyecto inicial, las agencias de Inteligencia de EE.UU., Catar, Arabia Saudí y el régimen de Israel comenzaron a financiar a la llamada oposición siria y a preparar una revuelta para derrocar al Gobierno sirio, subrayó Kennedy, que citó datos de diversos informes secretos a los que ha tenido acceso.
En este sentido, la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA, por sus siglas en inglés) transfirió seis millones de dólares a la cadena de televisión británica Barada para que elaborara reportajes en favor del derrocamiento del mandatario sirio, añadió.
La CIA ha utilizado a los integrantes extremistas como los del grupo takfirí EIIL (Daesh, en árabe) para proteger los intereses de EE.UU. en materia de hidrocarburos e instrumentalizar a las fuerzas radicales para disminuir la influencia de la (antigua) Unión Soviética en la zona, concluyó el abogado Robert Kennedy júnior.
Mientras tanto, EE.UU. sigue sus apoyos financieros, logísticos y armamentísticos a los grupos de la oposición armada, que no han conseguido derrocar al Gobierno de Siria pese a cinco años de guerra.
Estados Unidos, incluso trata de conseguir el levantamiento de sanciones que impiden el envío de armas antiaéreas al territorio sirio en un intento por fortalecer el frente de los grupos armados que luchan contra el Ejército sirio.
Carter, Brennan y Dunford presionan a Obama para que apoye a los terroristas en Siria
La CIA, el Departamento de Defensa y el Estado Mayor Conjunto de EE.UU. empujan a la Casa Blanca a aumentar la presión sobre Rusia y a apoyar a los llamados “rebeldes” que luchan contra el Gobierno de Siria.
El diario estadounidense The Wall Street Journal, en un artículo, presentó el martes al secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, al jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, el general Joseph Dunford, y al director de la la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA, en inglés), John Brennan, como los “halcones” que no escatiman ningún esfuerzo que lleve al presidente Barack Obama a tomar nuevas medidas para “infligir mucho dolor a los rusos”.
El artículo añade que la operación antiterrorista de Rusia en Siria ha desatado la ira de la CIA dado que, agrega, los bombardeos rusos apuntan a terroristas que cuentan con el apoyo directo de la misma agencia.
El periódico considera que Carter y Dunford deben presentar al mandatario estadounidense sus recomendaciones para un ‘plan B’ que se ejecutaría en el caso de que no se materialice el alto el fuego en Siria, que entrará en vigor el próximo día 27.
Los jefes de la Diplomacia de Rusia y Estados Unidos, Serguei Lavrov y John Kerry, respectivamente, llegaron el lunes a un «acuerdo provisional» sobre las condiciones para que este 27 de febrero empiece el alto el fuego en Siria, como una medida que busca crear el terreno para poner fin a la crisis que, desde 2011, ha causado hasta el momento más de 270.000 muertes, según las cifras del opositor Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH).
El presidente sirio, Bashar al-Asad, aceptó el martes el cese el fuego, pero dejó claro que continuará la lucha contra Al-Qaeda, los takfiríes del EIIL (Daesh, en árabe) y sus afiliados, en suelo sirio.
Mientras tanto, varios grupos que integran el llamado Ejército Sirio Libre (ESL), conjunto al que EE.UU. y sus aliados consideran «oposición moderada”, han amenazado con rechazar el cese el fuego.
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