Julian Assange, editor de WikiLeaks y refugiado político encerrado en la embajada de Ecuador en Londres desde hace seis años, corre grave peligro de ser entregado a las autoridades británicas, según ha denunciado Glenn Greenwald.
El periodista y co-fundador del sitio web The Intercept dice contar con información de fuentes cercanas al presidente ecuatoriano.
Entre otros numerosos e importantes trabajos periodísticos, Greenwald ha colaborado estrechamente con el denunciante de conciencia Edward Snowden -y WikiLeaks- en la difusión de documentos secretos sobre el espionaje ilegal masivo en EE.UU.
Teniendo en cuenta su probado compromiso con un periodismo al servicio del interés público, es muy preocupante su denuncia de que, durante su próxima estadía en Londres, el presidente de Ecuador entregará a Assange.
Julian Assange ha sido el editor y periodista más influyente de los últimos doce años. WikiLeaks, la organización que fundó y dirige, ha publicado más información secreta que todos los demás medios de prensa combinados. Las revelaciones informaron al público sobre las cláusulas de tratados comerciales, vigilancia ilegal masiva, ataques contra civiles, torturas y asesinatos cometidos por los gobiernos de EE.UU. y otros países.
Entre los diez millones de documentos revelados por Wikileaks, se destacan los «Registros de las guerras de Irak y Afganistán» -dos series conformadas por cientos de miles de informes militares de EE.UU. detallando la muerte indiscriminada de civiles durante la invasión y ocupación de dichos países-.
Estos documentos fueron proporcionados por la denunciante de conciencia Chelsea Manning (encarcelada y torturada por ello).
El más impactante de dichos documentos es posiblemente el vídeo “Asesinato colateral”, que muestra el ataque aéreo, desde dos helicópteros Apache estadounidenses, en el que mueren 12 civiles iraquíes, incluyendo dos empleados de la agencia informativa Reuters, en Bagdad el 12 de julio de 2007.
A nivel interno, WikiLeaks difundió las pruebas aportadas por Snowden del espionaje ilegal y masivo de ciudadanos estadounidenses realizada por la Agencia de Seguridad Nacional, así como el funcionamiento fraudulento del Partido Demócrata, cuyo Comité Nacional perjudicó a Bernie Sanders en beneficio de Hillary Clinton en las primarias (elecciones para elegir el candidato presidencial), entre otros temas.
WikiLeaks ha reportado las noticias que han sido deliberadamente suprimidas por los medios de prensa de EE.UU. y de otras partes del mundo. Y el establishment no perdona a sus detractores. La vendetta de Republicanos y Demócratas contra Assange es una red cuyo foco está en EE.UU., y desde allí se bifurca al resto del mundo.
Recordemos que hace tan solo pocas semanas, en vísperas del viaje del vicepresidente Pence a Ecuador, diez senadores del Partido Demócrata, liderados por Robert Menéndez del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, le solicitaron públicamente que presione a Moreno para que Ecuador le retire el asilo a Julian Assange.
Julian Assange perdió a una férrea defensora cuando, en junio pasado, dejó la Cancillería ecuatoriana María Fernanda Espinosa -para ocupar el cargo de presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas-.
Espinosa tenía una postura clara en defensa de los derechos humanos y del derecho internacional, y una relación política fuerte con el presidente Moreno. Otro factor negativo es que, en esta coyuntura de negociación de un tratado de comercial con EE.UU., el gobierno ecuatoriano podría ser más vulnerable frente a las presiones de su principal socio comercial desde hace más de un siglo.
Si Ecuador entregara a Assange -parodiando el vergonzoso programa de “rendición” estadounidense mediante el cual se entrega a perseguidos políticos a regímenes abusivos- posiblemente la mayor resistencia provenga de organizaciones de derechos humanos, de jóvenes y de libre acceso a internet, al igual que de algunos sectores de lo que se llamaba Alianza País antes de la fractura.
La oposición de derecha y la prensa privada, liderada por el periódico El Comercio, están alineados con la demanda estadounidense de «entregar a Assange”, compartida a nivel internacional por los grandes medios y agencias de prensa, los mismos que denuncian indignados «atentado contra la libertad de prensa» cuando Trump los llama «creadores de fake news, periodismo basura y cazadores de brujas «, callan -y algunos hasta celebran- cuando un periodista anti-establishment es perseguido.
Sin embargo, al menos por ahora, no podrán celebrar: en contradicción con lo que denunció Greenwald, el gobierno ecuatoriano niega que figure en sus planes la entrega de Assange. En un comunicado oficial emitido hoy 22 de julio, la Cancillería afirma que: «Ni el Jefe del Estado ecuatoriano ni su comitiva abordarán en su viaje al Reino Unido y España lo relativo al asilo del señor Assange”.
Añade:
“Los propósitos del viaje conciernen únicamente a la participación del presidente Lenín Moreno en la Cumbre Mundial de Discapacidades de Londres, el avance de la amplia agenda bilateral con España, y la promoción económica y comercial del Ecuador en Madrid y Edimburgo”.
Concluye diciendo:
“El Estado ecuatoriano solo conversará y propiciará entendimientos sobre el asilo del señor Assange, en el marco del derecho internacional, con los abogados del interesado y con el Gobierno británico. De momento, por la complejidad del tema, no se tiene a la vista una solución a corto o largo plazo”.
Resta esperar que el gobierno ecuatoriano cumpla con su palabra y con las leyes internacionales de protección al refugiado político. Pues entregar a un refugiado político al aliado más cercano de su enemigo -como es el Reino Unido de Estados Unidos- sería una acción equiparable a “las mayores bajezas jamás confesadas por la bestia humana”, como denunció Émile Zola sobre el Caso Dreyfus (Francia, 1894-1906).
Por exponer las redes de mentiras y conspiraciones del Ejército francés y del gobierno de ese país, Zola fue condenado a la cárcel y amenazado de muerte. Para ponerse a salvo, huyó a Inglaterra.
Julian Assange, como el escritor Émile Zola, podría decir que es solamente un instrumento para “activar la explosión de la verdad y de la justicia. Movido por un solo sentimiento, el deseo que la luz se haga, y lo imploro en nombre de la humanidad…” (Émile Zola, J’accuse, 13 de enero de 1898, París).
“He sentido exasperación, odio hacia la necedad y la mala fe, y he tenido tanta sed de verdad y de justicia que he comprendido hasta qué punto los más generosos impulsos pueden llevar a un pacífico ciudadano al martirio. Porque, en verdad, el espectáculo ha sido inaudito, ha superado en brutalidad, en desfachatez, en declaraciones indignas, los peores instintos, las mayores bajezas jamás confesadas por la bestia humana.”
-Émile Zola (fragmento de “El juicio”, artículo sobre el Caso Dreyfus publicado en Le Figaro, el 5 de diciembre de 1897).
Fuente: Alainet