El 6 de diciembre de 2015 las elecciones dieron lugar a una clara victoria de la oposición sobre la alianza bolivariana liderada por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). La oposición ganó 112 escaños con 58% de los cerca de 74% del electorado que votó. La coalición Bolivariana ganó 55 escaños y obtuvo 42% de los votos.
Esto proporciona a la oposición un escaño más que el mínimo necesario para ser declarado como una mayoría de dos tercios: 111. El bloque de 112 asientos tiene 20 escaños más que una mayoría simple. Este saldo propicia que la Asamblea Nacional esté controlada por la oposición.
Al conseguir los dos tercios de la Asamblea Nacional (AN), la oposición podrá aprobar leyes orgánicas, proponer reformas y enmiendas constitucionales, reemplazar a miembros del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el propio Consejo Nacional Electoral y demás poderes públicos; pero únicamente con la aprobación de otros órganos legales.
La AN, al instalarse en enero 2016, deberá atenerse a sus facultades y a lo refrendado en la Constitución. El sistema de Venezuela no es parlamentario, sino mixto, pues existe un contrapeso entre los cinco poderes del Estado. La Asamblea no puede remover a otros poderes si no existe un pronunciamiento previo del TSJ, el Poder Ciudadano o la instancia establecida para cada caso. Tampoco debe legislar en contra del principio conocido como progresividad de los derechos humanos, el cual establece que los derechos se mejoran o dejan igual, pero nunca se quitan o limitan.
Esta es la segunda vez desde la elección de Hugo Chávez en 1998 que las fuerzas chavistas pierden una elección. El 6 de diciembre fue el número 20 de las elecciones desde 1998. Hubo votación pacífica en las urnas el 6 de diciembre.
Esto fue seguido por los resultados y la aceptación inmediata de ellos por Nicolás Maduro. El respeto por los resultados nunca estuvo en duda. ¿Qué indica esto? Indica una vez más que el sistema electoral venezolano, como tal, es justo y uno de los mejores del mundo. Es una prueba para que el mundo vea que el sistema electoral es sólido y transparente. En este sentido es una supuesta “victoria.”
Sin embargo, es una victoria pírrica. Esto es así porque parece que no se puede declarar que ha sido una victoria para la democracia. El sistema electoral como tal es un proceso legal. Eso es una cosa, mientras que el concepto de democracia es algo más. La democracia no se puede evaluar en abstracto. La democracia en el contexto venezolano significa el poder político del pueblo en una Venezuela soberana e independiente frente a los intentos imperialistas de Estados Unidos por controlar el país de Bolívar, una vez más.
¿Quién y qué fuerzas representan el poder político de este pueblo?
Es la alianza política encabezada por el PSUV. Lo más importante, el poder popular surge del concepto de que el poder político reside en las manos del pueblo. De este emanan todos los demás poderes consagrados en la Constitución de Venezuela:
“La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público. Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos” (Artículo 5). Por tanto, la situación es muy complicada para la oposición y para la revolución.
La democracia hoy día se basa en aproximadamente 42% del electorado. Se votó, en general, a favor de continuar la Revolución Bolivariana. Por otra parte, la jornada electoral es, por esta fuerza Bolivariana, un solo día en su continua y diaria lucha por los derechos sociales, económicos, culturales y políticos de los humildes y otros.
El día de la votación es solo una parte de la democracia participativa que los líderes de Venezuela, Chávez y Maduro, se han esforzado por desarrollar. De hecho, es un éxito en la medida en que los nuevos experimentos en la democracia participativa en Venezuela constituyen una base para su desarrollo, incluso desde el 6 de diciembre. Esto es así a pesar de sus deficiencias, que la nueva situación tiene que enfrentar. Todavía ofrece lecciones para otros países también.
Sin embargo, esta fuerza en favor del poder popular o la democracia tiene en su contra a los que tratan de dar marcha atrás en la historia reciente de Venezuela desde diciembre de 1998. Por tanto, fue una gran derrota para la democracia. La oposición lo es ferozmente contra la Revolución Bolivariana y en favor de la oligarquía venezolana, y de mayor penetración y de control por parte de Estados Unidos. Esto es una violación flagrante de la democracia. No obstante, la oposición ganó fácilmente.
Sin embargo, la fuerza democrática de millones de revolucionarios venezolanos se ha convertido, incluso hoy día, en una fuerza material. En ciertas condiciones, la conciencia se puede convertir en una fuerza material. No son solo las ideas.
La Revolución Bolivariana se ha convertido en una fuerza material detectable. A pesar de que sus números han caído drásticamente sigue siendo una fuerza sólida a pesar de ser la minoría. Muchos de los que están dentro y fuera de Venezuela que apoyan a la Revolución Bolivariana, no piensan muy bien de aquellos que entre los sectores más humildes de la sociedad votaron por la oposición. Este sentimiento es normal y justificado.
No obstante, existe la otra cara de la moneda. Mientras secciones importantes en la base fueron engañadas por la guerra mediática contra los chavistas, eso también pone de relieve otra cosa. Los que no fueron engañados, se pusieron de pie muy fuerte y resistieron al terrorismo mediático.
Significa que esos millones de venezolanos, ahora en minoría, deben considerarse más sólidos que nunca. Tienen que ser apreciados más ahora que antes del 6 de diciembre. Su opción de ese día representa una resistencia heroica a todas las fuerzas venezolanas e internacionales que tienen como blanco la Revolución Bolivariana en un intento de enterrarla. El 6 de diciembre no es ni siquiera un clavo en el ataúd de la revolución. La revolución no está muerta.
La Revolución Bolivariana como portador de la democracia en Venezuela es una democracia en movimiento. Tiene sus altibajos. El 6 de diciembre la recesión grave desafió las fuerzas revolucionarias para innovar y mejorar aún más la idea de que la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo.
Su primera tarea es resistir todos los intentos de hacer retroceder las conquistas de su revolución, como Maduro ha señalado. En cuanto a los que votaron por la oposición, pero no debían haberlo hecho, también pueden aprender con el ejemplo positivo de la democracia en el movimiento en las calles, barrios, centros de trabajo y educativos. Esto está destinado a contrastar con su experiencia frente a las fuerzas de la oposición, que ahora controlan la Asamblea Nacional.
En comparación con esta fuerza material compacta, basada en una ideología clara templada en la batalla desde el año 1998, ¿qué representa hoy día la oposición? Es una mezcla de diferentes perspectivas y clases. Coalición inestable, se basa ante todo en los decididos esfuerzos de la oligarquía y de su ideología basada en el capitalismo y la dependencia de los EE.UU. Ese frentre es relativamente sólido y no va a cambiar de manera significativa hasta que finalmente sea derrocado por un mayor desarrollo de la Revolución Bolivariana.
Por otro lado, las fuerzas de la base que se adhirieron de forma tan masiva por primera vez a la oligarquía el 6 de diciembre, lo hicieron por varias razones, que provienen principalmente de la guerra económica y la guerra mediática, lideradas por los EE.UU. y sus aliados.
Estas fuerzas probablemente no votaron todas a “castigar” al gobierno de Maduro. Muchos fueron bastante animados por una insatisfacción general resultante de la guerra económica, lo cual se materializó en una esperanza vaga, buscando alivio, por ejemplo, contra las siete y más horas de cola para satisfacer necesidades básicas y pagar precios cada vez más altos.
La oportunista alianza electoral no es rival a largo plazo para las fuerzas de la Revolución Bolivariana, que tiene una gran responsabilidad en este momento. Está, por supuesto, la situación interna. Sin embargo, el 6 de diciembre es también un desafío directo a mantener, o desarrollar aún más, la integración regional de América Latina y el Caribe, uno de los grandes legados de Hugo Chávez.
También es una amenaza para la cooperación internacional, como PetroCaribe, que se basa en el uso de la industria petrolera para el pueblo de Venezuela y los países vecinos. Ante esto, es también un desafío para el nuevo desarrollo del mundo multipolar en la resistencia al mundo unipolar liderado por los EE.UU.
¿Puede la Revolución Bolivariana enfrentar con éxito estos grandes retos nacionales e internacionales? A largo plazo sí. Diecisiete años es un período relativamente corto en una revolución que se está desarrollando de forma continua.
No se puede subestimar la base venezolana. Después de todo, aunque en condiciones complemente diferentes, esta incipiente democracia en movimiento fue en gran parte responsable de la derrota del golpe de Estado inspirado por Estados Unidos en 2002 contra Hugo Chávez. El Comandante fue llevado de vuelta al poder y la democracia reinstalada en su mayor parte por las masas en la calle.