lunes, noviembre 18, 2024
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Según Correos Hackeados: El Desconocido y Preponderante Papel de Andrés Velasco en la Guerra Civil de Ucrania

Una serie de correos electrónicos interceptados y difundidos por el colectivo de hackers CyberBerkut, revela el activo papel que en la guerra civil de Ucrania desempeñaron el multimillonario norteamericano George Soros, y el ex ministro de Hacienda del primer Gobierno de Michelle Bachelet, no se sabe si todavía candidato presidencial para 2017, Andrés Velasco Brañes; por supuesto en apoyo del ultraderechista, golpista, corrupto y pro occidental régimen de Petró Poroshenko; guerra civil que, dicho sea al pasar, ha recrudecido en las últimas 48 horas, hasta el punto de representar una de las principales amenazas actuales contra la paz mundial. ¿Y qué velas tiene en ese entierro el estirado y arrogante exponente del neoliberalismo más extremo, señor Velasco Brañes, don Andrés?  Entérese a continuación.  

 

Para los que se han preguntado más de una vez dónde ha estado Andrés Velasco, como líder de una fuerza política relevante, en medio del verdadero enjambre sísmico Caval-SQM-Corpesca que remueve a Chile, un grupo de hackers internacionales entregó este martes una respuesta más que sorprendente: tal vez en Ucrania.

Y, sabiéndolo o no, como parte de una estrategia tras bambalinas del millonario Georges Soros para sostener al gobierno del presidente Petro Poroshenko, en su lucha para derrotar a Vladimir Putin.

Los documentos revelan que el multimillonario estadounidense habría operado como un ‘maestro de marionetas’ durante la crisis ucraniana-rusa.

¿Quién habría sido su emisario económico?: el economista de Columbia y ex candidato presidencial en Chile. La información fue revelada por el colectivo de hackers CyberBerkut los que -se puede sospechar- son simpatizantes o aliados del gobierno ruso.

El grupo dio a conocer tres documentos, entre ellos una carta de Soros a Poroshenko, en el cual le comenta: «Como usted sabe, le pedí a Andrés Velasco, un destacado economista, quien fue un muy exitoso ministro de Hacienda de Chile de 2006-2010, que visitara Kiev, donde se reunió con el Primer Ministro (…). Velasco volvió con una visión calamitosa de la situación financiera».

El documento, fechado el 23 de diciembre del año pasado, resume a continuación, lo que, se infiere, ha informado Velasco.

A partir de lo cual Soros propone una estrategia para evitar el colapso de la economía, lo que incluye un swap de US$15.000 millones, con una duración de tres meses, que la Reserva Federal le prestaría al Banco Nacional de Ucrania. En busca de lograrlo, asevera, «estoy listo para llamar a (Jacob Joseph) Jack Lew, del Departamento del Tesoro (el secretario del Tesoro),  para sondearlo sobre el acuerdo para el swap”.

Al final no hubo tal. Sí, un préstamo garantizado de US$ 1.000 millones por parte de EE.UU. en marzo pasado. Y un swap con China, por 15.000 millones, pero de yuanes (US$ 2.419 millones).

Sin revelar su paso por Kiev, Velasco escribió en enero pasado una columna (ver más adelante) en la cual abogó por un paquete de ayuda para Ucrania, indicando que “como el déficit fiscal está siendo financiado a través de la emisión monetaria, la inflación es alta y la hryvnia, la moneda ucraniana, se ha devaluado (aunque no tanto como el rublo ruso).

Un paquete de ayuda externa lo suficientemente sustancial como para restaurar la confianza y apaciguar las dudas financieras es un prerrequisito para que las reformas estructurales tengan éxito”.

Lo más interesante es que, en sintonía con la carta de Soros, indicaba que “el Fondo Monetario Internacional estima que para 2015, Ucrania necesita US$15 mil millones en ayuda externa, por sobre el rescate de US$ 17 mil millones que recibió el año pasado. Esta brecha de financiamiento se extiende a 2016 y años posteriores”.

Que los economistas se conviertan en peones o alfiles de intrigas, a veces benéficas, otras no tanto, es una tradición de John Maynard Keynes a Jeffrey Sachs. La novedad es que un chileno o sudamericano participe de ellas.

Las preguntas que restan son: ¿Velasco fue esa única vez o sigue participando en estas maniobras para lograr la estabilización de la ex república soviética?

Y, de ser así ¿es señal esto de una “hibernación” o abandono de la escena política chilena?

Descargue los documentos

– El primer documento que pone la » estrategia a corto y medio plazo amplio para la nueva Ucrania» y firmada por George Soros:

Soros Ukraine Strategy

– La siguiente carta, directamente enviada por Soros al presidente de Ucrania Poroshenko:

Priority To Fix Financial Markets

– Una carta firmada por Soros, pero que habría sido escrita por Yasin Yaqubie, tercera esposa de Soros:

Ukraine Letter to Potus – Lethal Aid

Fuente: América Economía

Apostando por Ucrania

Andrés Velasco

KIEV – Hace un año, jóvenes ucranianos arriesgaban su vida en la Plaza de la Independencia de Kiev defendiendo un acuerdo que iba a acercar a su país a la Unión Europea. Ese levantamiento puso fin a un régimen corrupto y – después de elecciones libres y justas – llevó al poder al gobierno más reformista que haya tenido Ucrania en su historia.

Cabría suponer que el heroico compromiso de los ucranianos con los ideales democráticos de Europa iba a desatar una ola de apoyo por parte de Occidente a un país que lucha contra la agresión rusa y la inestabilidad económica. Pero no ha sido así. De hecho, a pesar de que durante la cumbre de 2014 los líderes europeos tomaron la valiente decisión de “mantener el rumbo” con las sanciones a Rusia, no se pronunciaron mayormente sobre la ayuda a Ucrania.

Donald Tusk, el ex primer ministro de Polonia que lideró su primera cumbre como Presidente del Consejo Europeo, está a favor de un mayor financiamiento para Ucrania. Pero, según lo informa el Financial Times, la voluntad de varios países europeos de reunir los fondos permanece “tibia en el mejor de los casos”.

Al enfrentar las crisis de la deuda en la zona euro, los líderes europeos una y otra vez han esquivado el problema, lo que ha provocado una recesión innecesariamente profunda y prolongada. Ahora están a punto de cometer el mismo error con Ucrania, con consecuencias que potencialmente serían aún más devastadoras.

Ucrania está enfrentando un retiro sostenido de depósitos bancarios, un importante déficit fiscal y de cuenta corriente, y pagos cuantiosos de la deuda externa en los próximos años. Dada la reducción de sus reservas internacionales, el país es incapaz de cubrir estas brechas con sus propios recursos en dólares. El Fondo Monetario Internacional estima que para 2015, Ucrania necesita US$15 mil millones en ayuda externa, por sobre el rescate de US$ 17 mil millones que recibió el año pasado. Esta brecha de financiamiento se extiende a 2016 y años posteriores.

Es evidente que la estabilización de la economía ucraniana requiere de profundas reformas internas. El gobierno tendrá que recortar los subsidios a la energía para reducir el enorme déficit de Naftogaz, la compañía de gas y petróleo perteneciente al estado. Al mismo tiempo, el banco central debe continuar saneando y cerrando los bancos insolventes y asegurando la recapitalización de las instituciones financieras viables. Y puesto que el índice de percepción de la corrupción de Transparencia Internacional coloca a Ucrania en el puesto 142 de 175, es imperativo que el país adopte medidas drásticas para mejorar y profesionalizar su gobernanza.

Pero estas reformas sólo pueden tener éxito dentro de un ambiente de estabilidad financiera. Como el déficit fiscal está siendo financiado a través de la emisión monetaria, la inflación es alta y la hryvnia, la moneda ucraniana, se ha devaluado (aunque no tanto como el rublo ruso). Un paquete de ayuda externa lo suficientemente sustancial como para restaurar la confianza y apaciguar las dudas financieras es un prerrequisito para que las reformas estructurales tengan éxito.

El otro prerrequisito es la legitimidad política. Al fin y al cabo, las reformas exigen tremendos sacrificios de parte de los ciudadanos. En otros países de Europa Central y Oriental, la ciudadanía ha estado ampliamente dispuesta a aceptar dichos sacrificios porque la generosa ayuda financiera proveniente de occidente y la perspectiva de pasar a formar parte de la Unión Europea, le dieron credibilidad a la promesa de democracia y prosperidad en el futuro.

Los ucranianos deben percibir que los costos del ajuste están siendo compartidos de manera equitativa, lo que significa que los oligarcas del país, al fin, tendrán que sujetarse al estado derecho. Sin embargo, dado que una Ucrania libre, estable y próspera es clave para los intereses estratégicos de Europa, los gobiernos miembros de la Unión Europea también deberían contribuir a aliviar la carga del financiamiento de las reformas. Los fondos que requiere Ucrania durante los próximos cuatro años para estabilizar su economía parecen insignificantes cuando se los compara con los más de US$300 mil millones, provenientes de distintas fuentes, que se han invertido en el rescate de Grecia – un país que presenta mucho menos riesgo desde un punto de vista estratégico.

Durante crisis financieras anteriores, desde la de 1994 en México hasta la reciente en el sur de Europa, la comunidad internacional ha demostrado que puede ser muy creativa a la hora de encontrar mecanismos para canalizar fondos de emergencia. Esto sugiere que el problema hoy día no reside en restricciones institucionales ni en escasez de recursos, sino en falta de voluntad política.

Los escépticos de la Unión Europea y del gobierno de Alemania reconocen la urgencia de la precaria situación de Ucrania, pero temen que la ayuda financiera no cumpla su propósito a menos de que se lleven a cabo reformas de peso. Los más cínicos añaden privadamente que es posible que, después de todo, la hiperinflación no sea tan nociva porque obligaría a los políticos locales a emprender reformas. Pero esto es ignorar la historia: Ucrania sufrió una hiperinflación en los años ’90, pero sólo para terminar eligiendo primero al Presidente Leonid Kuchma, cuyo mal gobierno incitó la Revolución Naranja en 2004, y luego al Presidente Viktor Yanukovych, quien fue derrocado en febrero de 2014.

Es evidente que estos despreocupados puntos de vista son a la vez insensatos y terriblemente peligrosos. El éxito de una reforma jamás se puede predecir, pero hay un factor que garantiza el fracaso y que puede conducir al descalabro político y económico: la inestabilidad financiera.

El gobierno actual de Ucrania ha recibido un mandato electoral sin precedentes para proceder con el cambio. También ha recurrido al servicio de algunos de los mayores talentos del país (entre ellas figuras de la diáspora ucraniana) para poder sostener una guerra y prevenir el colapso económico de manera simultánea.

Quizás sea mejor abstenerse de considerar lo que podría suceder en caso de un fracaso. El Plan B de Ucrania ciertamente no consiste en más reformas, sino en menos – y es probable que hasta en un tipo de populismo temerario similar a lo que se ha visto en América Latina en los últimos años, desde la Venezuela de Hugo Chávez a la Argentina neo-peronista de Néstor y Cristina Kirchner.

Esta última posibilidad de por sí debería ser suficiente para incitar a la acción al Fondo Monetario Internacional, a Estados Unidos y, por sobre todo, a la Unión Europea. Durante los grises y deprimentes días de la era soviética, parecía imposible imaginar una Ucrania independiente y democrática. Sin embargo, ha sucedido. Hoy día, las reformas económicas y políticas parecen igualmente abrumadoras; pero también siguen siendo igualmente alcanzables. No hay duda de que acudir en ayuda de Ucrania es una apuesta para los gobiernos occidentales, pero ciertamente es algo por lo que vale la pena apostar.

Traducido del inglés por Ana María Velasco

Fuente: Blog del autor

Andrés Velasco: el agitador político de George Soros y la oligarquía financiera

Cuando el candidato presidencial de Venezuela, Henrique Capriles, habló enérgicamente en marzo equiparando el plebiscito de 1989 con la presente elección venezolana, no hacía una comparación azarosa. Las mismas palabras habían salido de la boca de Andrés Velasco en agosto de 2012, tras viajar a Caracas para reunirse con el partido opositor Primero Justicia.

“El cuartel general de la campaña del candidato presidencial de la oposición, Henrique Capriles, se parece mucho al de la campaña del «no» contra el dictador de Chile hace un cuarto de siglo, Augusto Pinochet”, escribió Velasco en su página web, definiendo al difunto Hugo Chávez como un “mal ejemplo para las democracias de América Latina”.

Andrés Velasco Brañes, actual pre-candidato independiente de la “izquierda chilena”, no puede desconocer el amplio financiamiento con que cuenta Capriles por parte de Estados Unidos y sus estratégicas ONGs. Según expone la periodista Eva Golinger, el partido del candidato opositor fue financiado desde sus comienzos por el National Endowment for Democracy (NED), un fondo vinculado estrechamente con la CIA.

El ex ministro de Hacienda de Michelle Bachelet presenció desde la cuna el arte del intervencionismo extranjero. Su padre Enrique Velasco Letelier, antiguo decano de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile durante los sesenta, aceptó en su facultad la penetración norteamericana a través de la Fundación Ford con un contundente aporte cercano a los 153 mil dólares. Era la década en que Estados Unidos pretendía reformar el sistema universitario chileno y moldearlo a favor de las exigencias empresariales extranjeras.

El polémico reportaje Chile invadido de Eduardo Labarca, publicado en 1968, señala que el padre de Andrés Velasco se destacó como “abogado de las empresas norteamericanas que han controlado gran parte de la producción y exportación de hierro” en Chile.

No debe sorprender entonces que el economista, según expresara en 2000 cuando era asesor del entonces candidato Ricardo Lagos, mantenga su postura de privatizar Codelco y otras empresas del Estado. Después de todo, la nacionalización de los recursos naturales no cabe en los designios neoliberales de Velasco.

El académico de la Universidad de Harvard cuenta hoy con el apoyo de los mismos poderes internacionales que han instrumentalizado a la Concertación para perpetuar las políticas del Consenso de Washington, utilizando sabiamente la engañosa etiqueta de la democracia.

Criatura del neoliberalismo

La efectividad de Velasco como agente de la oligarquía financiera comenzó cuando ocupó el puesto de coordinador de finanzas internacionales del Ministerio de Hacienda, a comienzos del gobierno de Patricio Aylwin, manteniendo así las políticas neoliberales de la dictadura de Augusto Pinochet. En 1995, además de trabajar como consultor para el Banco Mundial, el FMI y el Chase Manhattan Bank de Rockefeller, actuó estratégicamente en la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés).

El 18 de julio de 1983, el criminal de guerra Henry Kissinger declaró a Los Angeles Times que el NAFTA, como motor de la globalización, representaría “el paso más creativo hacia un nuevo orden mundial tomado por cualquier grupo de países desde el fin de la Guerra Fría”. Velasco había hecho un útil aporte a la misión.

Por esta y otras razones, el ex asesor económico de Bachelet ha llegado a recibir el espaldarazo de George Soros, multimillonario especulador de origen húngaro.

Soros, gestor de la Open Society Foundation y otras ONGs conocidas por financiar partidos políticos y crear las llamadas “revoluciones de color” para el Departamento de Estado, mantiene una cercana relación con Velasco. Tanto así que en 2011 invitó al economista a una reedición de la cumbre de Bretton Woods que buscaba “revisar el orden económico mundial”. A la reunión asistieron el ex presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker; el ex asesor de Obama, Larry Summers, y el influyente economista de Harvard, Kenneth Rogoff. Todos ellos han concurrido a las reservadas reuniones del Grupo Bilderberg.

Curiosa fue la gira que Velasco realizó por Europa en abril de 2012, sólo un mes antes de anunciar su candidatura presidencial en Chile. Allí volvió a compartir en Alemania junto a George Soros, y luego en Londres con Tony Blair y Gordon Brown. Según publicó El Mercurio en su edición impresa, el pre-candidato culminó su viaje en Italia participando en el simposio “Nuevos paradigmas del crecimiento”, organizado por la Fundación Rockefeller.

Un equipo de tecnócratas

Entre los miembros del comando de Andrés Velasco se encuentran interesantes personajes como Gonzalo Cubillos, abogado de Hidroaysén; Claudio Portales, representante de Chile en la OEA, y Rafael Guilisati, empresario de Concha y Toro que posee desde 1997 una joint venture con el Barón Philippe de Rothschild.

El dinero de fundaciones pro-norteamericanas tampoco deja de ingresar a los bolsillos de Velasco. Presidiendo la Fundación Expansiva, que reúne a la facción tecnocrático-neoliberal más dura de la Concertación, Velasco ha recibido generosos aportes de organizaciones “filantrópicas” como la Ford y la Tinker. Así lo admite él mismo en el informe de 2003-2004 de Expansiva. Tanto la Fundación Ford como la Fundación Tinker son utilizadas por la CIA como canales clandestinos de dinero, según reveló parcialmente el Comité Church del Congreso de Estados Unidos.

Participante de la Fundación Expansiva es la periodista Karen Poniachik, ex ministra de Minería de Bachelet. Junto al Council of the Americas de David Rockefeller, Poniachik ejerció una descarada influencia desde el gobierno a favor del polémico proyecto Pascua Lama de Barrick Gold. Velasco es definido en la prensa como un “amigo” de Susan Segal, directora ejecutiva del Council of the Americas.

El medio concertacionista Cambio 21 dice que el valor neto de los avisos publicitarios de la campaña de Velasco alcanzan los 86 millones de pesos, una cifra financiada “personalmente” por el candidato y una serie de colaboradores de campaña como Portales y Guilisati. Un artículo digital del periódico sostiene que el comando hace hincapié en asegurar que “no cuentan con apoyo financiero de ningún partido ni de empresa alguna”.

Pese al retórico discurso de la transparencia y la renovación política levantada por Velasco, el candidato aún debe especificar sus vínculos con la red de ONGs y fundaciones internacionales que aquí se mencionan. El financiamiento de la candidatura de Capriles en Venezuela es sólo uno de los ejemplos más recientes en la larga historia del intervencionismo extranjero.

Fuente: Verdad Ahora

 

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