La entrevista del programa de La Red “Mentiras Verdaderas” a la ex jefa de comunicaciones de la Unión Demócrata Independiente (UDI), Lily Zúñiga, -quien se alejó de la colectividad en la que trabajó durante aproximadamente 10 años luego de haber reconocido la emisión de boletas falsas a nombre de Jovino Novoa en el marco del caso Penta-, desnudó las partes más íntimas y menos conocidas de la UDI.
Aquel partido gremialista fundado en 1983 por Jaime Guzmán, su primer presidente, defensor acérrimo de la dictadura militar y sus crímenes, así como del modelo económico y de sociedad implantado desde entonces en Chile gracias a esos crímenes.
El mismo partido político que hoy aparece en el suelo en todas las encuestas de percepción pública que se han hecho respecto de la adhesión o rechazo ciudadano hacia las distintas colectividades. El mismo que, coincidencia o no, figura también con una participación protagónica en los distintos casos de corrupción que se han ido destapando.
Si hasta en la posibilidad de empate que significó para la oposición el estallido del caso CAVAL al interior del oficialismo, han sido implicadas personas pertenecientes a las filas del partido “de calle Suecia”, como se les suele señalar. Piérdete una.
La periodista, quien se ha hecho conocida como “la negra tatuada” a raíz del tono moreno de su piel y de un tatuaje de Lilith, símbolo de la rebeldía y el feminismo, ubicado en la parte superior de su pie derecho-, está escribiendo un libro que piensa lanzar en abril, llamado “Imputada”.
En él, revelará mucho más de lo que ya ha contado en diversas entrevistas (The Clinic, revista Caras, Canal 4, por citar algunas). Desde lo más doméstico y quizás trivial (detalles que, de todos modos, dan cuenta el por qué de una forma de ser y pensar), hasta situaciones de mayor complejidad, como por ejemplo, la llegada de sobres en blanco que no llegaban por correo sino eran entregados por mano, van dejando al descubierto aquellos secretos que el gremialismo siempre se ha esmerado en saber ocultar.
Porque lo cierto es que lo revelado por Zúñiga no está demasiado lejos de todo lo que la opinión pública, o al menos un sector no menor de ella, ha supuesto desde siempre acerca de este partido político tan conservador y moralista de nuestra sociedad.
Representa la confirmación de las sospechas respecto de los dobles estándares morales, la hipocresía, las prácticas personales que se tapan para después aparentar otra cosa, los tratos o comentarios internos de corte clasista, homofóbico, racista, etc.
Se ventila “la interna” y, con ello, salen los trapitos al sol en relación al verdadero aire que se vive y respira dentro del partido. Y vaya que dice eso. Mucho. Todo. Más aún cuando desde el partido no ha habido mayores reacciones acerca de lo señalado por la periodista. Reina un silencio de muerte.
Se podrá decir que todos tienen -tenemos- algún secreto que ocultar, algunos pequeños, otros de mayor consideración. Que, en base a esa premisa, nadie está libre de pecado y que, por ende, todos tienen -tenemos- tejado de vidrio. Respuesta por lo demás, muy en el estilo de la UDI, quien ha defendido varias de sus cuestionadas conductas arguyendo con la habitualidad y transversalidad de dichas prácticas dentro del ambiente político: “Todos lo hacen”.
Y sí, es un hecho que las cloacas de la corrupción han salpicado a casi todos; sin embargo, que eso sea usado como argumento por quien no sólo está manchado, sino que más que eso, hundido hasta el cuello en el mierdal, resulta no sólo un contrasentido, sino además una tremenda ostentación de desfachatez, especialmente viniendo de aquellos que siempre han predicado con eso de “la moral y las buenas costumbres”.
Pero bueno, hemos sido testigos de hasta donde puede llegar la falta de pudor y vergüenza si de defender lo indefendible se trata. “Estos gallos no cachan que esto es Chile, viven en otro mundo, por eso la UDI está muerta”, sentencia Lily, la negra tatuada.
La mujer de confianza que conoció desde adentro todo lo que desde afuera se podía oler, pero no ver, y que ahora lo cuenta, lo muestra a todos, como un cadáver desnudo depositado sobre la vereda. Y la UDI dice que piensa en un cambio de nombre; sin embargo, maquillar al muerto no tapará el hedor de su corrupción.
(*) Editor periodístico y libretista para programas de TV; Jefe de Prensa en el Diario de Aysén; autor de la novela «Bestias negras» (1997)
Fuente: El Quinto Poder