lunes, noviembre 25, 2024
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Tragedia Griega: Brasil Hacia un Desastre Anunciado

Las últimas encuestas disponibles dan cuenta de un significativo estrechamiento en la amplia ventaja que Jair Bolsonaro le sacó a Fernando Haddad en primera vuelta. Pero, desgraciadamente, todo indica que no va a alcanzar, salvo un milagro de última hora.

En efecto, la última encuesta de Datafolha divulgada durante la jornada revela que la distancia de Haddad con el abanderado del PSL, el ultraderechista Jair Bolsonaro, se volvió a estrechar.

Según el sondeo, la brecha entre ambos candidatos cayó de 18 a 12 puntos en una semana. Así, en la recta final de la campaña, Bolsonaro tiene el 56% de los votos válidos, frente al 44% de Haddad.

En la encuesta pasada, realizada entre el 17 y 18 de octubre, la diferencia a favor del excapitán de Ejército era de 59% a 41%.

Según el diario Folha de Sao Paulo, las nuevas cifras conocidas constituyen “el más expresivo cambio en la curva de las intenciones de voto en la segunda vuelta hasta aquí, y refleja un período de exposición negativa para el diputado del PSL”.

En ese sentido, el periódico recordó el escándalo generado tras la revelación que empresarios pagaron el envío masivo de mensajes por redes sociales con ataques contra el PT.

Las cifras de Datafolha confirman la tendencia mostrada por el sondeo de Ibope revelado el martes, en el cual Haddad acortó de 18 a 14 puntos su distancia de Bolsonaro, de 57% de las intenciones de votos válidos, frente al 43% de Haddad, quién redujo en seis puntos su índice de rechazo, frente a tres puntos de alza de Bolsonaro.

Sin duda, el de Haddad es un avance significativo, pero a tres días de la crucial elección, difícil que alcance.


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Prefacio para un desastre

por Atilio A. Boron.

Habrá que luchar hasta el final, pero la victoria de Jair Bolsonaro parece ya la crónica de una muerte anunciada. Y la palabra muerte está bien usada porque eso es lo que representa este personaje de la “lumpen-política” que durante casi 28 años pasó desapercibido en el corrupto Congreso brasileño.

Muerte cuando propuso entrar con un “lanzallamas” al ministerio de Educación para erradicar hasta el último vestigio de las enseñanzas del gran educador Paulo Freire. Muerte porque bajo su égida habrá un considerable refuerzo del autoritarismo en la escuela y en la sociedad, y se librará una guerra sin cuartel al pensamiento crítico en todas sus variantes.

Muerte porque ha prometido represión y cárcel para todos quienes representan el pasado petista, aunque no pertenezcan a ese partido. Declaró en varias oportunidades que va a ilegalizar al marxismo y al “gramscismo” (aunque no dijo cómo) y que recortará drásticamente el presupuesto de facultades e institutos de investigación en ciencias sociales.

Según este santo varón, su gobierno invertirá en ciencias “que produzcan cosas” (lavarropas, palas, tornillos, etcétera) y no palabras o ideologías.

Este verdadero troglodita, al que circunstancias fortuitas y un golpe de la Diosa Fortuna lo convirtieron en el casi seguro presidente de Brasil, fue favorecido con enormes sumas de dinero (por completo ilegales) una vez que la clase dominante brasileña cayó en la cuenta que los protegidos por Fernando H. Cardoso como candidatos del PSDB y la elite tradicional de Brasil agrupada en el PMDB eran repudiados o ignorados por el electorado.

Pragmática e inescrupulosa como siempre la derecha llegó a la conclusión que si no se podía derrotar al lulismo con sus candidatos “democráticos” propios – tal como antes ocurriera con José Serra (dos veces) Geraldo Alckmin, y Aecio Neves- debía hacerlo con cualquiera que pudiera, aún cuando fuese un patético emisario rescatado de las cloacas de la dictadura que asoló al país por más de veinte años.

Se ratifica por enésima vez que la derecha no tiene la más mínima lealtad hacia la democracia, como lo demuestra su apoyo a Bolsonaro. Además éste cuenta con el respaldo de Donald Trump para reorganizar a la derecha en todo el hemisferio y el asesoramiento del equipo que dirigió la campaña presidencial de Trump. Se dice además que Steve Bannon en persona está colaborando en la estrategia propagandística del “candidato del orden”.

Un dato muy significativo es que la campaña presidencial no se nota en las calles de Río. Ni un afiche, ni un pasacalles, una pintada en un murallón, nadie volanteando, ¡nada!

Es que en esta nueva era de la “antipolítica”, astutamente promovida por la derecha, la política fue convenientemente apartada de la vía pública, y si bien esto es una tendencia general y creciente, en el caso del Brasil esta despolitización de la calle fue potenciada por el más fatídico error de la gestión del PT: confiar ingenuamente en que el ejercicio del poder político por parte de un partido de izquierda, o progresista, podría descansar en el rodaje de las instituciones supuestamente democráticas (que no lo son).

La consecuencia fue la suicida desmovilización y desorganización de sus propias fuerzas políticas, comenzando por el PT, siguiendo con la CUT y ninguneando a los Sem Terra.

El resultado: una Dilma indefensa frente a los lobos del mercado que se movían a sus anchas en las estructuras institucionales del estado burgués, especialmente en el Congreso y el Poder Judicial. Por eso la política no está en las calles, y los pocos que salen son mayoritariamente partidarios de Bolsonaro.

Todo circula por la Internet y, en menor medida, por los diarios, la televisión y la radio. Un distraído turista procedente del “cinturón bíblico” de Estados Unidos, digamos Mississippi o Alabama, jamás se daría cuenta que en pocos días más este país se juega su futuro, en una opción dramática.

Pero si el visitante incursionara en la telaraña de la web, allí se percataría de lo que está ocurriendo y observaría a la lucha política librada sin cuartel, pero en el ciberespacio.

Esto plantea un enorme desafío para las fuerzas populares porque deberán aprender a moverse en un campo minado que sus enemigos inventaron y conocen a la perfección.

No obstante, si movido por su fe nuestro visitante asistiera a alguno de los miles de templos evangélicos dispersos por todo el Brasil también se daría cuenta de que hay una elección presidencial en ciernes.

Comprobaría, para su mayúscula sorpresa, que los pastores y sus ayudantes al terminar la ceremonia religiosa se dirigen a la salida y entregan a cada uno de los feligreses un volante en donde se dice a quién se debe votar para presidente, gobernador, etcétera, porque son esos candidatos, y sólo ellos, los que Dios dijo que hay que votar.

Deplorable trasmutación del modelo del partido bolchevique –con su ética militante, su organización, su conciencia revolucionaria- puesto ahora al servicio de la reacción y de la contrarrevolución ¡nada menos que por unas iglesias!

Las evangélicas en Brasil constituyen un aparato político formidable –presentes en grados diversos en varios países de Nuestra América, y de creciente gravitación en Argentina- pero su eficacia no sólo reposa en la militancia y la labor cotidiana de sus pastores y agitadores en el territorio sino también en la persistencia de un núcleo duro conservador –muy arraigado en los sectores más atrasados del campo popular- pero de inestables preferencias políticas.

Según algunos analistas este sector representa un treinta por ciento de la población y si a comienzos de siglo se inclinaron por el PT (y se mantuvieron en ese espacio político durante catorce años, retenidos por las políticas sociales del gobierno) ahora cortaron amarras y lo hacen por Bolsonaro.

Un factor decisivo de esta ruptura fue la creencia, abiertamente inculcada por la prensa canalla, de que el tsunami de la corrupción en Brasil –simbolizado en la operación Lava Jato- sólo puede ser atribuido a la maldad del PT y sus dirigentes.

Ese vendaval de dirigentes políticos, empresarios y funcionarios desfilando por les estrados judiciales y terminando en la cárcel tuvo un impacto tremendo sobre la conciencia popular y potenció la insatisfacción ante la crisis económica y el aumento de la criminalidad, o al menos la percepción de tales cosas fogoneada impúdicamente –como en la Argentina de la época de Cristina Fernández- por la prensa hegemónica.

Es impresionante constatar como hombres y mujeres del pueblo repiten esa letanía –el PT robó y corrompió- cada vez que se les pregunta la razón de su voto por Bolsonaro.

Si algo demuestra esta reiterada respuesta es la escasa capacidad que tuvo ese partido de explicar la muy larga historia de la corrupción en Brasil, quienes fueron sus principales agentes y beneficiarios, y los mecanismos legales y judiciales que posibilitaron su funcionamiento.

Tarea que, por cierto, no fue intentada por los gobiernos del PT. Pero, claro está que para poder hacerlo había que tener medios de comunicación y una política para los medios. Y el PT no tuvo ni lo uno ni lo otro.

Cuando culmine el proceso electoral y se constituya la Cámara de Diputados muy probablemente Bolsonaro y sus aliados lleguen a controlar los dos tercios de los votos. Con ellos podrán introducir una serie de reformas hiper-retrógradas a la Constitución de 1988.

Una de ellas, anticipada por el candidato presidencial, figura la criminalización del activismo social y de las organizaciones sociales cuyas acciones constituirían un crimen contra la seguridad del estado y el orden público y sus responsables deberían cumplir largas condenas en la cárcel.

Habrá que ver si esto finalmente logra ser aprobado en el Congreso.

El tema no es si el PSL, el partido de Bolsonaro tendrá los votos, sino la intensidad de la reacción anti-PT que podría sedimentarse en un enorme bloque parlamentario con número suficiente para aprobar esas reformas.

Si no lo tuviera, la tradicional corrupción de la política brasileña permitiría comprar los votos necesarios para satisfacer las retrógradas aspiraciones de Bolsonaro y la clase dominante de Brasil que, de este modo, constitucionalizaría los decretos y las leyes de Michel Temer.

Dicho todo esto, sólo un milagro podría revertir esta brutal deriva autoritaria de la democracia brasileña. Pero los milagros no existen en la vida política.

Fuente: Blog del autor

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Las guerras fratricidas en el campo electoral

por Luis Varese.

Bolsonaro utiliza el terror como parte fundamental de su campaña. Tiene como cómplices a la derecha fundamentalista del neoliberalismo; al Tribunal Supremo Electoral, algo que es terrible y muy triste; a los tibios demócratas como Fernando Henrique Cardoso, fundador de FLACSO, exiliado en Chile, ex Presidente Constitucional de Brasil.

Algunos presidentes del Continente, Duque y Piñera que ya le llamaron prefelicitándolo, y por supuesto, en este caso, no tuvimos ningún comentario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en defensa de las mujeres marcadas con una esvástica nazi u opinión alguna del alguno del servil Secretario General de la OEA, el inaudito Almagro. Solamente la ONU se ha pronunciado firmemente sobre el tema del arresto de Lula y de la violencia electoral en Brasil, a ello Bolsonaro respondió diciendo que Brasil saldrá de la ONU (si gana las elecciones) porque es un “…lugar de reunión de comunistas…” (Ver entrevista 18 de agosto 2108).

Que recuerde nunca se había utilizado el terror de esta forma salvo en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, cuando el nazismo y el fascismo, gracias a las camisas pardas y las camisas negras (luego la Falange Franquista) impusieron sus condiciones en los parlamentos de la época. Probablemente lo mismo ocurrió con Trujillo, Somoza u otros émulos similares.

Hoy 90 años después con la misma argumentación hablando de nacionalismo, de lucha contra la corrupción, de recuperar la dignidad, con la misma violencia, esta estrategia de la mentira y el terror ocupa espacios nunca pensados en Brasil. Claro, cuenta con la simpatía de los militares, marinos y aviadores (supongo que no todos); con el apoyo de los halcones estadounidenses y de aquellos tibios demócratas que se rasgan las vestiduras clamando contra Bolivia, Cuba, Venezuela o Nicaragua, pero que nada dicen del evidente proceso antidemocrático y fraudulento que están cocinando en Brasil o que si lo dicen, aprovechan para hablar contra los países arriba mencionados.

Si ganase este personaje salido de los bajos fondos de las escuelas de tortura, el impacto será tremendo para América del Sur e incluso para el Mundo. Entre todos los anuncios racistas (Brasil es el país con el mayor número de población negra luego de Nigeria, las encuestas, si son ciertas, indican que hay negros que votan por él), digo entre los anuncios misóginos, homófobos y económicos que ha hecho, uno de los más graves es aquel que se refiere a la Amazonía donde se ha pronunciado por su apertura a la explotación del gran capital agroindustrial, maderero y petrolero.

El contagio no se deja esperar, hay aprendices de brujo que quieren perseguir y persiguen a todos aquellos que no piensen como ellos. En nombre de la lucha contra la corrupción convierten en culpables a inocentes exculpando a sus socios los banqueros y colegas de gobierno. He sabido del caso, en Ecuador, que una contadora, que gana 900 dólares al mes, se ha visto obligada a gastar 9 mil dólares en abogados por haber firmado cheques de pagos que le ordenaba su función administrativa y recién comienza su Vía Crucis. Como éste hay decenas.

Las guerras fratricidas son las peores. Al final son guerras de clase, ricos contra pobres, usando a los pobres para perseguir a otros pobres (hay tontitos que piensan que se acabó la lucha de clases y lo dicen con tono doctoral). Hoy la defensa de la democracia no puede tener paños tibios autoculpándonos de errores y fallas y excluyéndonos de las batallas. Claro que los hay y las hubo. Eso no nos excusa de no salir en defensa de los espacios conquistados. Los pequeños bolsonaros locales no ven la hora de poder enseñar sus uñas (no tienen garras) y sus dientecillos afilados para quedar bien con el patrón.

Desde fuera es poco lo que podemos hacer para influenciar en el electorado brasileño. Lo único que se me ocurre es pedirle a San Romero de las Américas, que debute en su nueva condición, con gran milagro electoral en Brasil y por supuesto que sepa desde ya que no lo culparemos si no se produce el triunfo de Haddad. En cada país debemos trabajar mucho para mantener o conquistar los espacios democráticos y las políticas públicas que ganamos a costa de tantos sacrificios y mártires de las luchas políticas y sociales.

Que los grandes dirigentes guarden sus vanidades y vayan a las bases a encabezar las luchas, los intelectuales simplifiquen el lenguaje y retomen las enseñanzas de Paulo Freire, los cristianos católicos retomemos la Teología de la Liberación y guardemos nuestras discrepancias para tiempos mejores.

Cada rendija democrática debe ser preservada. Los procesos que dieron estructuras fuertes a los Estados deben ser cuidados. Leamos lo que está ocurriendo y asustémonos con qué facilidad se destruye lo construido. Estudiemos el caso ecuatoriano donde en pocos meses y en base a una consulta popular se instala un proceso acelerado de devolución de los poderes a los grandes grupos empresariales y los medios de comunicación se han convertido nuevamente en monocordes aduladores del gobierno y donde cualquier discrepancia es tratada como “enemigos del diálogo o de la institucionalidad”. Debemos construir ciudadanía consciente y militante. Es fundamental volver a la batalla de las ideas y a la lucha democrática con fuerza y militancia. Nada está perdido definitivamente, todo está por ganarse nuevamente.

Fuente: Alainet

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¿De donde salió Bolsonaro?

por Ricardo Mascaro.

Simplifiquemos: de la crisis. De la peor crisis capitalista desde 1929. Del mismo lugar que salió Trump, Le Pen, y la ola ultra fascista en toda Europa. Todos ya existían, pero eran personajes o discursos casi pintorescos, por lo burdo, por lo nazi, por lo retrógrados. Pero la crisis les dio voz.

Cuando se agotan todas las recetas sistémicas y la recesión no cesa; cuando toda la podredumbre humana que provocan las crisis sale a flote y los canales tradicionales no logran drenarla, aparecen estos figurones y movimientos mesiánicos y extremistas, que proponen soluciones mágicas y drásticas.

De la crisis, la muerte y la miseria brota el fascismo.

Veamos.

Números que hablan

Después de 2010 el PBI de Brasil no ha parado de caer. En 2014 el crecimiento era de apenas un 0,5%, mientras que en 2015 y 2016 el PBI cayó más del 3%, por dos años consecutivos. Recién en 2017 salió del pozo recesivo, pero alcanzó apenas un 0,3%.

Esos números fríos se traducen en situaciones de miseria, desempleo, pobreza, etc. Que a su vez se traducen en miedo, desazón y violencia.

Por ejemplo, el desempleo no ha parado de crecer. Según datos de la CEPAL, las tasas crecen abruptamente desde 2015. Y en 2017 ha alcanzado la cifra del 14,5%[1]. Mientras se implementa la reforma laboral más desreguladora y anti derechos laborales del último siglo.

Por otro lado, la tasa de homicidios, que ya era alarmante, alcanzó un nuevo record en 2017. La brutalidad de los datos es de tal magnitud que supera a los de un país en guerra. “Durante todo el 2017, se produjeron un total de 63.880 homicidios, un promedio de 175 por día y 7,2 por hora”[2]. Mientras que en la última década el número de muertes asciende a 553.000 personas ¡El equivalente a toda la ciudad de Santa Fe! Como usted podrá imaginar, los porcentajes aumentan en las regiones más pobres del país, entre los jóvenes y tiene como víctimas preferenciales a los afrodescendientes. En síntesis: jóvenes pobres y negros.

A la par, se han incrementado de manera notable todas las formas de violencia hacia la mujer. Los femicidios se incrementaron en 6% entre 2016 y 2017. Mientras que las violaciones en un 8,4%, con el agravante que el 50% se verifica históricamente entre niñas menores de 13 años[3].

También durante el 2017 aumentó un 20% la violencia policial. 14 muertes por día en intervenciones policiales[4]. Una de las fuerzas policiales más letales del mundo. Pero además, las cifras podrían ser mayores, ya que los organismos que verifican estos números admiten que las fuentes oficiales suelen estar severamente distorsionadas.

Está claro que hablamos de problemáticas estructurales de Brasil. Ninguna nació en los últimos años, pero el azote de la crisis las ha intensificado de manera rápida y letal. Hay más.

Los barones brasileños

Todos los estudiosos, incluso los neoliberales, concuerdan que después de 2008 se ha profundizado la desigualdad en el mundo. Tan sólo 8 personas (8 varones en realidad) poseen ya la misma riqueza que 3.600 millones de personas, la mitad más pobre de la humanidad.

Brasil se distingue particularmente por ser uno de los más desiguales de Latinoamérica. Según OXFAM, seis brasileños (todos varones) concentran la misma riqueza que toda la mitad más pobre de la población, más de 100 millones de personas. Y el 5% más rico tiene los mismos ingresos que el restante 95% junto [5].

Bolsonaro no salió de un repollo. La miseria, la desigualdad, la violencia, la cultura de la violación y la muerte han sido los potentes fertilizantes para que crezca el fascismo, el racismo y el terrorismo estatal.

Días antes de las elecciones, la encuestadora Datafolha dió a conocer los resultados de una pesquisa que expone radicalmente los sentimientos de la mayoría de la población: “rabia”, “desánimo”, “miedo al futuro”, “tristeza”, “inseguridad”, “más miedo que esperanza”[6].

A todo esto hay que agregarle determinados condimentos del mapa político, que permitieron que los brotes verdes del “fascismo carioca” tiraran tallo y tronco.

Dilma, Dios, las fake-news y el capataz bueno de la Casa Grande

Es imprescindible insertar el ascenso de Bolsonaro en el los marcos del golpe de estado parlamentario/judicial que destituyó a la presidente constitucional Dilma Rousseff, en 2016.

Ese golpe abrió las puertas para la consecución de diversas medidas de carácter antidemocrático. Desde la militarización de las favelas, el asesinato terrorista de la concejala y activista de izquierda Marielle Franco, la intromisión pública y abierta de las Fuerzas Armadas -que han salido a amenazar con un golpe de Estado- hasta la prisión y luego proscripción del ex presidente Lula Da Silva.

Frente a esta serie de hechos el PT apeló más a la “legalidad”, ya rota por la burguesía, que a la movilización de masas. En este escenario fue creciendo la “única alternativa de cambio”, en un Brasil zanjado por los miedos y la desesperanza. Como dice Fabio Luis Barbosa dos Santos, en una nota muy interesante: “Quien está sin trabajo tiene miedo del hambre, y quien trabaja tiene miedo del desempleo. Todos tienen miedo de la violencia y también tienen miedo de la policía. En un contexto de desprestigio de las formas colectivas de lucha, Bolsonaro prometió el orden mediante la crueldad”[7].

Resulta interesante además el hecho que Bolsonaro haya crecido al margen e incluso en contra del poder mediático hegemónico (no son omnipotentes). Aparentemente el discurso del facho carioca se ha amplificado a través de “la producción sistemática y profesional de noticias falsas (fake-news) que perforan las barreras de lo verosímil. También la utilización de aquellas herramientas que escapan a los controles de verificación y permiten ampliar infinitamente el radio de acción: mucho whatsapp y YouTube, poco Facebook, Twitter e Instagram”[8].

Además, su discurso homofóbico, patriarcal y conservador ha encontrado un aliado muy potente: las iglesias evangélicas. Que ya dominan medio parlamento, tiene varios canales de TV y una presencia avasalladora entre el pueblo pobre que, como hace milenios, busca la salvación en el más allá.

Donde predomina el pensamiento religioso, desaparece el pensamiento crítico y por ende las posibilidades de una política emancipadora. Resulta muy ilustrativa esta anécdota contada por Pablo Gentili en Página/12: Pocos días antes de su destitución, Dilma Rousseff le pidió a la ministra de Desarrollo Social que hiciera una encuesta entre las mujeres que participaban del programa Bolsa Familia (una especie de AUH brasileña).

“Cuando les preguntaron si su vida había cambiado gracias a esta iniciativa, más del 90 por ciento de las mujeres consultadas dijo que sí, que había cambiado para mejor, mucho o muchísimo. Cuando les preguntaron por qué, más del 80 por ciento dijo: “Gracias a Dios” ”[9]. Amén.

Por otro lado, la anécdota expresa las limitaciones de las políticas asistenciales “progresistas”. En ese sentido, resulta muy interesante otro testimonio recogido por Mario Santucho para la Revista Crisis, durante una recorrida de campaña por la favela “Ciudad de Dios”:

“Cuando le pregunto cómo ve la batalla presidencial, dice que los gobiernos del PT fueron los mejores que vivió pero las mejorías fueron migajas y no cambió nada realmente. Recuerda cuando en 2006 trajeron a Lula miles de personas aquí adentro, desbordaba, tuvimos que cortar la avenida, había mucha esperanza”. El balance que transmite es durísimo: “A mí me parece que Lula terminó siendo como el capataz bueno de la Casa Grande, que le tiraba migajas a la senzala”[10].

La analogía es brutal, pero la realidad actual de Brasil y América Latina nos obliga a profundizar los balances sobre el denominado “ciclo progresista”. Sobre todo, en momentos como el actual, donde la ofensiva del capital vuelve a lucir el rostro del fascismo más descarnado cabe hacerse la pregunta sobre el carácter de proyectos políticos que quisieron construir capitalismos “serios”, “humanizados” o “distributivos”.

Preguntas: ¿Cuánto habrán contribuido al estado actual de cosas? ¿Es posible reeditar el escenario de acumulación brutal extractivista con cierta distribución de sus excedentes? ¿Será posible otra agenda?…

El futuro está abierto

Brasil importa. A casi 30 años de la finalización de la última dictadura genocida de Sud América (Chile 1990), el tufo pestilente del fascismo está inundando la región.

Nada ni nadie podrá ser indiferente a las grandes olas de violencia desatadas por el capital en la búsqueda por recuperar sus tasas de ganancia.

A modo de cierre elijo estas ideas de un escrito:

“…Cada crisis es una oportunidad

Sentencia la burguesía

Y devora más trabajo, más planeta, más vida y diversidad.

Mientras,

la propaganda habla de capitalismos buenos

Organismos internacionales que cambiaron

Y derechas modernas, que aprendieron

¡El fascismo camina a paso redoblado!

Cada crisis, una oportunidad…

Pero las crisis también parieron revoluciones.

Esa es la única pelota que pica en nuestra cancha.

Y la única oportunidad para la especie.

¿Hay equipo?

Fuente: Krítica

[1] http://estadisticas.cepal.org/cepalstat/Perfil_Nacional_Economico.html?pais=BRA&idioma=spanish

[2] https://www.lavanguardia.com/internacional/20180810/451276831743/brasil-record-historico-violencia.html/

[3] http://www.forumseguranca.org.br/wp-content/uploads/2018/08/FBSP_Anuario_Brasileiro_Seguranca_Publica_Infogr%C3%A1fico_2018.pdf

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Brasil, el Laboratorio de Experiencias Antidemocráticas

por Emir Sader.

Con el golpe de 1964, Brasil inauguró el ciclo de dictaduras militares en América Latina. Ahora inauguró un nuevo ciclo de gobiernos antidemocráticos.

La primera vez la ruptura democrática fué posible porque las fuerzas populares eran débiles como para resistir a un proyecto golpista que venía articulándose desde el final de los anos cuarenta, con la fundación de la Escuela Superior de Guerra y la difusión de la doctrina de seguridad nacional.

La izquierda apenas comenzaba a ganar fuerza de masas, con la extensión de la sindicalización urbana y el inicio de la sindicalización rural. Era una izquierda no preparada para enfrentar el golpe por su creencia total en los espacios legales. El golpe tomó el gobierno rápidamente, cerró todos los espacios democráticos, intervino todos los sindicatos.

Las fuerzas de izquierda, duramente golpeadas, fueron neutralizadas.

Brasil era un blanco importante para el proyecto norteamericano por el potencial económico del país y por los riesgos, a ojos de EE.UU., de producir focos guerrilleros en el campo, como en Cuba, por la miseria que caracterizaba las relaciones rurales en el país.

La dictadura, después de reprimir al Congreso y al poder judicial, pudo convivir con esos organismos, con los medios subordinados al nuevo poder.

Hubo un numero sensiblemente menor de víctimas que en Uruguay, Chile o Argentina como reflejo de una izquierda mas débil.

Brasil fué el modelo mas perfecto del proyecto norteamericano de la guerra fría en América Latina. Fué donde la doctrina de seguridad nacional fue la más elaborada, por los mismos personajes que, casi dos décadas después, liderarían el golpe militar: Golbery do Couto e Silva y Humberto Castelo Branco.

Fué donde mejor funcionó el modelo económico de la dictadura porque pudo valerse todavía del ciclo expansivo largo del capitalismo internacional, por haberse dado el golpe militar antes del ingreso del capitalismo a su ciclo largo recesivo.

Este afectaría negativamente a las otras dictaduras militares, instaladas casi una década después.

Brasil fué el país que tuvo régimen militar por mas tiempo, 21 años, mucho mas que los otros tres países. Fué donde la militarización del Estado ganó contornos más definidos, con las FFAA funcionando realmente como partido militar de las clases dominantes y del imperialismo norteamericano.

La nueva experiencia antidemocrática se inicia también en Brasil, ahora por razones distintas.

No por la debilidad de la izquierda y del campo popular sino, al contrario, por su fuerza. Por haber derrotado cuatro veces consecutivas a la derecha, por haber puesto en práctica el modelo más exitoso de democratización social, por hacerlo en el marco de un proceso democrático. Y por contar con el más importante liderazgo político de la izquierda contemporánea, Lula.

En esta nueva fase histórica, el golpe ganó contornos institucionales con la “guerra híbrida” como estrategia de la derecha a escala regional e internacional. La combinación de la judicialización de la política , los medios monopolistas y un Congreso elegido por los grandes conglomerados económicos, aliados a iglesias evangélicas, ha permitido la realización en Brasil de la nueva operación antidemocrática de la derecha.

Fuente: Página 12

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Las democracias también mueren democráticamente

por Boaventura Sousa Santos.

Nos hemos habituado a pensar que los regímenes políticos se dividen en dos grandes tipos: democracia y dictadura. Después de la caída del Muro de Berlín en 1989, la democracia (liberal) pasó a ser casi consensualmente considerada como el único régimen político legítimo. A pesar de la diversidad interna de cada uno, son dos tipos antagónicos, no pueden coexistir en la misma sociedad y la opción por uno u otro implica siempre lucha política que implica la ruptura con la legalidad existente.

A lo largo del siglo pasado se fue consolidando la idea de que las democracias sólo colapsaban por la interrupción brusca y casi siempre violenta de la legalidad constitucional, a través de golpes de Estado dirigidos por militares o civiles con el objetivo de imponer la dictadura. Esta narración, era en gran medida, verdadera. Ya no lo es. Siguen siendo posibles rupturas violentas y golpes de Estado, pero es cada vez más evidente que los peligros que la democracia hoy corre son otros, y se desprenden paradójicamente del normal funcionamiento de las instituciones democráticas.

Las fuerzas políticas antidemocráticas se van infiltrando dentro del régimen democrático, lo van capturando, descaracterizando, de manera más o menos disfrazada y gradual, dentro de la legalidad y sin alteraciones constitucionales, hasta que en un momento dado el régimen político vigente, sin haber formalmente dejado de ser una democracia, surge como totalmente vaciado de contenido democrático, tanto en lo que se refiere a la vida de las personas como de las organizaciones políticas. Unas y otras pasan a comportarse como si estuvieran en dictadura. Menciono a continuación los cuatro componentes principales de este proceso.

La elección de autócratas

De los Estados Unidos a Filipinas, de Turquía a Rusia, de Hungría a Polonia se han elegido democráticamente políticos autoritarios que, aunque son producto del establecimiento político y económico, se presentan como anti-sistema y anti-política, insultan a los adversarios que consideran corruptos y ven como enemigos a eliminar, rechazan las reglas de juego democrático, hacen llamamientos intimidatorios a la resolución de los problemas sociales por la violencia, muestran desprecio por la libertad de prensa y se proponen revocar las leyes que garantizan los derechos sociales de los trabajadores y de las poblaciones discriminadas por vía etno-racial, sexual, o religión. En suma, se presentan a elecciones con una ideología anti-democrática y, aún así, consiguen obtener la mayoría de los votos. Los políticos autocráticos siempre existieron.

El virus plutócrata

La forma en que el dinero ha venido a descartar los procesos electorales y las deliberaciones democráticas es alarmante. Al punto de preguntarse si, en muchas situaciones, las elecciones son libres y limpias y si los responsables políticos son movidos por convicciones o por el dinero que reciben. La democracia liberal se basa en la idea de que los ciudadanos tienen acceso a una opinión pública informada y, sobre la base de ella, elegir libremente a los gobernantes y evaluar su rendimiento.

Para que esto sea mínimamente posible, es necesario que el mercado de las ideas políticas (es decir, de los valores que no tienen precio, porque son convicciones) esté totalmente separado del mercado de los bienes económicos (es decir, de los valores que tienen precio y sobre esta base se compran y venden). En tiempos recientes, estos dos mercados se han fundido bajo la égida del mercado económico, a tal punto que hoy, en política, todo se compra y todo se vende.

La corrupción se volvió endémica. La financiación de las campañas electorales de partidos o de candidatos, los grupos de presión (o lobbies) ante los parlamentos y los gobiernos tienen hoy en muchos países un poder decisivo en la vida política. En 2010, el Tribunal Supremo de Estados Unidos, en la decisión Citizens United v. Federal Election Commission, dio un golpe faltal en la democracia norteamericana al permitir el financiamiento irrestricto y privado de las elecciones y decisiones políticas por parte de grandes empresas y de super ricos. Se desarrolló así el llamado “Dark Money”, que no es otra cosa que corrupción legalizada.

Las fake news y los algoritmos

La Internet y las redes sociales que ella ha hecho posible han sido durante algún tiempo vistas como posibilitando una expansión sin precedentes de la participación ciudadana en la democracia. Hoy, a la luz de lo que pasa en los Estados Unidos y en Brasil, podemos decir que ellas serán las coveiras de la democracia, si no se regulan. Me refiero en particular a dos instrumentos. Las noticias falsas siempre existieron en sociedades atravesadas por fuertes clivajes y, sobre todo, en períodos de rivalidad política.

Hoy, sin embargo, es alarmante su potencial destructivo a través de la desinformación y la mentira que se esparcen. Esto es especialmente grave en países como la India y Brasil, en que las redes sociales, sobre todo el Whatsapp (el contenido menos controlable por ser encriptado), son ampliamente usadas, a punto de ser la grande, o incluso la única, fuente de información de los ciudadanos (en Brasil, 120 millones usan el Whatsapp).

Los grupos de investigación brasileños denunciaron en el New York Times (17 de octubre) que de las 50 imágenes más difundidas (virales) de los 347 grupos públicos del Whatsapp en apoyo de Bolsonaro sólo 4 eran verdaderas. Una de ellas era una foto de Dilma Rousseff, candidata al Senado, con el Fidel Castro en la Revolución Cubana. Se trata, de hecho, de un montaje hecho a partir del registro de John Duprey para el diario NY Daily News en 1959.

En ese año Dilma Rousseff era un niño de 11 años. Apoyado por grandes empresas internacionales y por servicios de contra-inteligencia militar nacionales y extranjeros, la campaña de Bolsonaro constituye un monstruoso montaje de mentiras a las que difícilmente sobrevivirá la democracia brasileña.

Los grupos de investigación brasileños denunciaron en el New York Times (17 de octubre) que de las 50 imágenes más difundidas (virales) de los 347 grupos públicos del Whatsapp en apoyo de Bolsonaro sólo 4 eran verdaderas. Una de ellas era una foto de Dilma Rousseff, candidata al Senado, con el Fidel Castro en la Revolución Cubana.

Se trata, de hecho, de un montaje hecho a partir del registro de John Duprey para el diario NY Daily News en 1959. En ese año Dilma Rousseff era un niño de 11 años. Apoyado por grandes empresas internacionales y por servicios de contra-inteligencia militar nacionales y extranjeros, la campaña de Bolsonaro constituye un monstruoso montaje de mentiras a las que difícilmente sobrevivirá la democracia brasileña.

Los grupos de investigación brasileños denunciaron en el New York Times (17 de octubre) que de las 50 imágenes más difundidas (virales) de los 347 grupos públicos del Whatsapp en apoyo de Bolsonaro sólo 4 eran verdaderas. Una de ellas era una foto de Dilma Rousseff, candidata al Senado, con el Fidel Castro en la Revolución Cubana.

Se trata, de hecho, de un montaje hecho a partir del registro de John Duprey para el diario NY Daily News en 1959. En ese año Dilma Rousseff era un niño de 11 años. Apoyado por grandes empresas internacionales y por servicios de contra-inteligencia militar nacionales y extranjeros, la campaña de Bolsonaro constituye un monstruoso montaje de mentiras a las que difícilmente sobrevivirá la democracia brasileña.

Este efecto destructivo es potenciado por otro instrumento: el algoritmo. Este término, de origen árabe, designa el cálculo matemático que permite definir prioridades y tomar decisiones rápidas a partir de grandes series de datos (big data) y de variables teniendo en cuenta ciertos resultados (el éxito en una empresa o en una elección).

A pesar de su apariencia neutra y objetiva, el algoritmo contiene opiniones subjetivas (¿qué es tener éxito? ¿Cómo se define el mejor candidato?) Que permanecen ocultas en los cálculos. Cuando las empresas se ven obligadas a revelar los criterios, se defienden con el secreto empresarial. En el campo político, el algoritmo permite retroalimentar y ampliar la divulgación de un tema que está en alza en las redes y que, por eso, el algoritmo considera ser relevante porque popular.

Acontece que lo que está en alza puede ser producto de una gigantesca manipulación informacional llevada a cabo por redes de robots y de perfiles automatizados que difunden a millones de personas noticias falsas y comentarios a favor o contra un candidato, haciendo el tema artificialmente popular y así en el caso de que se produzca un error. Este no tiene condiciones para distinguir lo verdadero de lo falso y el efecto es tanto más destructivo cuanto más vulnerable es la población a la mentira.

Fue así que en 17 países se manipular recientemente las preferencias electorales, entre ellos Estados Unidos (a favor de Trump) y ahora, en Brasil (a favor de Bolsonaro) en una proporción que puede ser fatal para la democracia.

¿Sobrevivirá la opinión pública a este tóxico informacional? ¿Tendrá la información verdadera alguna oportunidad de resistir a esta avalancha de falsedades?

He defendido que en situaciones de inundación lo que hace más falta es el agua potable. Con la preocupación paralela acerca de la extensión de la manipulación informática de nuestras opiniones, gustos y decisiones, la científica de computación Cathy O’Neil designa los big data y los algoritmos como armas de destrucción matemática (Weapons of Math Destruction, 2016).

La captura de las instituciones

El impacto de las prácticas autoritarias y anti-democráticas en las instituciones ocurre paulatinamente. Presidentes y parlamentos elegidos por los nuevos tipos de fraude (fraude 2.0) a que acabo de aludir tienen el camino abierto para instrumentalizar las instituciones democráticas, y pueden hacerlo supuestamente dentro de la legalidad, por más evidentes que sean los atropellos e interpretaciones sesgadas de la ley o de la Constitución.

En tiempos recientes, Brasil se ha convertido en un laboratorio inmenso de manipulación autoritaria de la legalidad. Fue esta captura que hizo posible la llegada a la segunda vuelta del neo-fascista Bolsonaro y su eventual elección.

Como ha ocurrido en otros países, la primera institución que se va a capturar es el sistema judicial. Por dos razones: por ser la institución con poder político más distante de la política electoral y por constitucionalmente ser el órgano de soberanía concebido como “árbitro neutro”.

En otra ocasión analizaré este proceso de captura. ¿Qué será la democracia brasileña si esta captura se concreta, seguida de las otras que ella haga posible? ¿Será todavía una democracia?

Fuente: Atrio

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Bolsonaro se asume como dictador y amenaza a los opositores con la cárcel o el exilio

En un discurso transmitido en directo en la Avenida Paulista, Jair Bolsonaro se asumió como candidato a dictador de Brasil. En el discurso, él, que es rechazado por más de la mitad de los brasileños, ofreció dos alternativas a los opositores: la cárcel o el exilio.

El discurso de Bolsonaro

Somos la mayoría. Nosotros somos el Brasil de verdad. Juntos con este pueblo brasileño construiremos una nueva nación. No tienen precio las imágenes que veo ahora, de Paulistas y de todo mi querido Brasil. Perdieron ayer, perdieron en 2016 y van a perder el 28. Esta clase, si quiere quedarse aquí, va a tener que ponerse bajo la ley de todos nosotros. O van hacia la calle. Serán desterrados de nuestra patria. Creemos en el futuro de nuestro Brasil. Y juntos, en equipo, construiremos el futuro que merecemos.

Tenemos el mejor pueblo del mundo, la mejor tierra del planeta, y vamos con esta nueva clase política a construir realmente lo que nos merecemos. Estoy aquí porque creo en ustedes, ustedes están ahí porque creen en Brasil. Nadie va a salir de esa patria, porque esa patria es nuestra.

No es de esa banda, que tiene la bandera roja y tiene la cabeza lavada. Sin indicaciones políticas, haremos un equipo de ministros que realmente atienda las necesidades de nuestro pueblo. Pueden estar seguros. Usted puede confiar en nosotros, porque confiamos en ustedes. Brasil será respetado allá afuera. Brasil no será más motivo de chacota junto al mundo.

Aquí no habrá más lugar para la corrupción.

Y, tu Lula da Silva, si usted estaba esperando que Haddad sea presidente para firmar el decreto de indulto, yo te voy a decir una cosa: vas a pudrirte en la cárcel. En breve tendrás a Lindbergh Faria para jugar ajedrez. Espera. Haddad llegará allí también. Pero no será para visitarte, no. Será para quedarse unos años a tu lado. Ya que ustedes se aman tanto, ustedes se pudrirán en la cárcel. Porque el lugar de los bandidos que roban al pueblo está detrás de las rejas.

¿Crees que todo estaba dominado? No estaba. Este pueblo siempre se levantó, en los momentos más difíciles de la nación, para, precisamente, salvarla. Ustedes que hacen manifestación en todo Brasil, ustedes están salvando a nuestra patria. No tengo palabras para agradecerles en este momento.

Usted está salvando el mío, el suyo, nuestro Brasil. Será una limpieza nunca vista en la historia de Brasil. Vagabundo va a tener que trabajar. Ustedes verán unas Fuerzas Armadas activas, que estarán colaborando con el futuro de Brasil. Ustedes, verán una policía civil y militar, con respaldo jurídico para hacer valer la ley en el lomo de los enemigos.

Bandidos del MST, bandidos del MTST, las acciones de ustedes serán tipificadas como terrorismo. Usted no llevará más el terror al campo o la ciudad. O ustedes se encuadran y se someten a las leyes o van a hacer compañía al cacharro allá en Curitiba.

Amigos de todo Brasil, este momento no tiene precio. Juntos, dije juntos, haremos un Brasil diferente. Mi agradecimiento a todos en Brasil que confiaron su voto en mí en la primera vuelta. Todavía no ganamos las elecciones, pero este grito en nuestra garganta será puesto fuera el próximo día 28.

Les invitamos a todos ustedes que continúen movilizados y participen activamente en las elecciones del próximo domingo, de forma democrática. Sin mentiras, sin fake news, sin Folha de São Paulo. Nosotros ganamos esta guerra. Queremos la prensa libre, pero con responsabilidad.

La Folha de São Paulo es el mayor fake news de Brasil. Usted no tendrá más dinero publicitario del gobierno. Prensa libre, felicitaciones; prensa vendida, mis condolencias.

Somos amantes de la libertad, queremos la democracia y queremos vivir en paz. Nosotros amamos a nuestras familias, respetamos a los niños, respetamos todas las religiones, no queremos socialismo, queremos distancia de dictaduras de todo el mundo.

Amigos Paulistas y de Brasil. Mi agradecimiento a todos ustedes, y vamos juntos a trabajar para que el próximo domingo ese grito que está en nuestra garganta, que simboliza todo lo que somos, sea puesto fuera.

Fuente: Resumen Latinoamericano

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