por Luvis Pareja (*).
La delegación uruguaya abandonó la 49º Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), que se realiza en la ciudad colombiana de Medellín, por la presencia en la misma del ‘embajador’ del autoproclamado «presidente encargado» de Venezuela, Juan Guaidó.
México, Nicaragua, Granada, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Dominica, Trinidad y Tobago y Bolivia impugnaron también la presencia de la oposición venezolana en la Asamblea.
Ante la acreditación de tal delegación, México solicitó se incluya un pie de página en las actas y documentos, en la que se señale lo siguiente:
“En virtud de las inconsistencias y las irregularidades identificadas en el informe de credenciales del Secretario General a la Asamblea General, los cuales carecen de fundamento jurídico y van en contra de los documentos fundacionales de la OEA, México se reserva el derecho a cuestionar la validez de todos los actos y decisiones que emanen de la Asamblea General de la OEA, su Consejo Permanente o cualquier otro órgano subsidiario de la organización o que afecten a otros organismos”.
La iniciativa ya había causado profundas divisiones el pasado 9 de abril, cuando el secretario general de la OEA, Luis Almagro, promovió una resolución igual. Entonces, solo 18 países votaron a favor. Las delegaciones de México, Uruguay, Bolivia, Nicaragua, Guyana, Antigua y Barbuda y El Salvador ante el organismo finalmente la rechazaron alegando que iba en contra de las reglas de la OEA.
Este jueves, el mismo debate (el reconocimiento de Tarre) calentó la primera plenaria de la Asamblea en Medellín. Los cancilleres presentes estaban preocupados por la amenaza de Estados Unidos de cortar el financiamiento a la OEA de no prosperar la agenda propuesta por Washington e instrumentalizada por Almagro.
La situación política y social de Venezuela, el papel de la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia, la crisis migratoria y los desafíos en derechos humanos que vive la región eran los temas en la agenda de los cancilleres, aunque la realidad mostró que el cerco diplomático que durante los primeros meses del año rodeó al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, hoy parece haber perdido fuerza.
Aprovechando la reunión de la OEA, Iván Duque, el presidente de Colombia que sufre una estrepitosa caída en su credibilidad ante la grave crisis humanitaria, económica y social, reclamó más fondos para satisfacer la exigencia del presidente de EEUU, Donald Trump, para intensificar la lucha contra el narcotráfico.
Gustave Tarre fue designado el pasado mes de abril por Guaidó para encargarse de la representación venezolana en la OEA, organización panamericana que el Gobierno constitucional de Nicolás Maduro ha abandonado por considerar que sigue los dictados de Estados Unidos.
Hoy, además, está en medio de un escándalo de corrupción con los fondos donados para “ayuda humanitaria” a Venezuela de los que se apropiaron delegados de Guaidó.
La 49 Asamblea General empezó con una batalla por las credenciales: un grupo de países, liderados por México, Uruguay, Bolivia y Nicaragua, pero también respaldada por algunos países del Caribe, exigieron que no se reconozca a la delegación venezolana compuesta por los representantes del gobierno “paralelo” (sin sede ni gabinete) de Juan Guaidó.
«Quiero llamar la atención sobre el hecho que sobrevuela el episodio de la validez de las credenciales. Si se convalidan las credenciales (del enviado de Guaidó) se reconoce un nuevo gobierno de Venezuela y Uruguay eso no lo puede aceptar», dijo el embajador uruguayo, Ariel Bergamino, quien además anunció que su país decidió retirarse de la Asamblea «sin pretender condicionar, ni ser modelo ni vanguardia de nada» porque, afirmó, se está violando la «institucionalizad de la OEA».
«Uruguay considera que la mejor forma de practicar los principios es ser leales con la institucionalidad de la OEA, retirarnos de esta sesión porque esos principios están siendo vulnerados», explicó.
Y agregó:
«Uno no siempre hace lo que quiere, pero no tiene que hacer lo que no quiere. Nos retiramos de esta reunión pero no de la OEA».
Más tarde, Bergamino aclaró -en comunicación con la prensa uruguaya- la decisión del gobierno uruguayo. Consideró que la situación trasciende al caso venezolano y refirió al vaciamiento del institucionalidad de la organización que en ocasiones actúa en base a hechos consumados y «a golpes de impulso de la secretaría general» que ocupa Luis Almagro.
«Había que decir basta y este fue el momento. No nos vamos por Venezuela o Nicaragua, sino por el deterioro de la institucionalidad en la organización», dijo Bergamino.
«Es una asamblea complicada. No nos retiramos de la OEA, ni rompemos vínculos. Es una decisión madurada en las últimas semanas a nivel del Poder Ejecutivo. Anoche mantuvimos una reunión con el canciller colombiano, por lealtad con los anfitriones, y anunciamos que esta iba a ser nuestra posición. Hay otros países que han marcado protestas. México, Nicaragua, Bolivia no se fueron. Nosotros no pretendemos molestar a nadie ni que nadie nos siga», dijo el subsecretario.
«Haber abandonado la asamblea no quiere decir que nuestro compromiso con la situación de los países que la integran haya alicaído», agregó.
«Lo hicimos en defensa del multilateralismo hemisférico».
Ante la pregunta de una periodista, Bergamino dijo que Almagro «tiene casi una obsesión temática. Nos preocupa la situación en Venezuela, pero también nos preocupa la de otros países».
«¿Qué rol tuvo la OEA en el proceso de paz en Colombia? Ninguno. Parece que hay preocupación selectiva. Tenemos que ser más equilibrados en nuestras angustias», dijo Bergamino.
“Uruguay está trabajando para ayudar a construir un clima de serenidad y confianza que permita a los venezolanos resolver sus problemas en clave de acuerdo político, soberanía, no violencia y democracia. La comunidad internacional debe ayudar a crear ese clima de confianza, que no es fácil. Eso lleva tiempo y cuidado. Y eso es lo que no le sobra a Venezuela”, explicó Bergamino en Medellín.
Mientras la oposición derechista criticó la decisión del gobierno –Uruguay vive un período preelectoral- el diputado frenteamplista Roberto Chiazzaro la defendió y afirmó que fue una decisión “digna, correcta y sujeta al derecho internacional. Se trató de una reacción que apuntó a cuidar la “institucionalidad de la OEA de actitudes intempestivas, intolerantes y totalmente fuera de un contexto internacional”.
La decisión de Uruguay, añadió, puede hacer “reflexionar a los países integrantes de la OEA para que un personaje como Almagro no sea reelecto”. México, Bolivia y Nicaragua mantuvieron su rechazo a la presencia de la delegación de Guaidó pero no siguieron el camino uruguayo y sólo se limitaron a pedir “una nota al pie» en la resolución para «reservarse el derecho de desconocer lo que se resuelva».
Bergamino denunció, asimismo, que “la Secretaría General se ha extralimitado en sus funciones y ha tenido también una concepción bastante laxa de lo que es la normativa institucional en la OEA. Uruguay no respalda la reelección de Almagro”.
Venezuela necesita construir el mejor futuro posible, dijo:
“Acuerdos perfectos no existen, pero hay que buscar el mejor”.
(*) Periodista uruguayo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico www.estrategia.la
Fuente: Alainet