En 1992, cuando Eugenio Berríos escapaba de la residencia en el sector de Parque del Plata en Montevideo, Uruguay, el aparato de seguridad que lo custodiaba, conformado por militares chilenos y Uruguayos, logró capturarlo y el químico de la DINA –responsable de los experimentos y asesinatos con gas sarín durante la dictadura– fue finalmente ajusticiado a balazos.
Según el fallo ratificado por la Corte Suprema el martes, uno de los 14 militares condenados en el caso es Arturo Silva Valdés. El mayor en retiro del Ejército fue condenado a 15 años por homicidio, como autor de los disparos y a otros cinco años por asociación ilícita.
Efectivamente –según un reportaje publicado por Ciper–, Arturo Silva Valdés fue un excelente tirador. Característica que completaba su cinematográfico perfil de agente de inteligencia junto con su afición por jugar polo, sus más de 500 viajes por el mundo en distintas misiones, como la que encabezó a principios de los 90 para sacar del país a algunos agentes de los organismos represivos que serían encarcelados por crímenes de lesa humanidad, como Carlos Herrera Jiménez, Luis Arturo Sanhueza Ross y el propio Eugenio Berríos, a quien ayudó a salir por un paso fronterizo en el sur del país en 1992.
Silva Valdés formó parte de los escuadrones de la CNI y al final de la dictadura, a partir de 1988, fue el hombre clave en el aparato de seguridad de Pinochet y, luego, cuando el ex gobernante de facto dejó el poder.Posteriormente, y al menos a partir de 1994, fue asignado –aún no se sabe si por el propio Ejército– como escolta personal de Agustín Edwards, dueño de la empresa El Mercurio. Después de su retiro de la institución, siguió trabajando con Edwards, pero como empleado de la empresa de seguridad Serprotec S.A. que es propiedad de Agustín Edwards, quien participa a través de otra firma Canelo Seis junto a su hijo Agustín Edwards Del Río.
Edwards estaba particularmente preocupado de su seguridad desde que su hijo Cristián fuera secuestrado en noviembre de 1991 y, hacia mediados de esa década, contaba con un nutrido equipo de escoltas que estaba formado, además de Silva, por otros cinco ex agentes de la CNI. Por otra parte, a partir de 1999 la gerencia de Serprotec fue asumida por Eugenio Covarrubias, hijo del general del mismo nombre que fue jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE).
Arturo Silva Valdés debió dejar el aparato de seguridad que rodeaba a Edwards en 1999 cuando fue procesado como encubridor –por el ministro Sergio Muñoz– en el asesinato de Tucapel Jiménez ocurrido en 1983.
Fuente: El Mostrador