No hay caso con Piñera: no le sale ni una. Cuando esperaba loas y alabanzas por la llegada de la primera partida de vacunas, todos terminaron hablando del «bielsazo! que le propinó la técnica paramédica Zulema Riquelme, la primera chilena en recibir la vacuna de Pfizer-BioNTech, contra el Covid-19.
Por Francisco Herreros.
Naturalmente, la llegada de la vacuna es una noticia importante, que merece la primera plana. Pero de ahí a justificar dos apariciones en cadena nacional «voluntaria» de televisión el mismo día, en el aeropuerto y en el hospital Sótero del Río, hay una enorme diferencia. Más aún cuando se suman a las cadenas televisivas del 16 de diciembre, donde anunció el plan de vacunación; del 17 de diciembre, cuando desarrolló detalles del mismo; del 21 de diciembre, ocasión en que inspeccionó el lugar donde serán almacenadas las vacunas y del 23 de diciembre, para anunciar que las primeras vacunas llegaban al día siguiente.
O sea, seis apariciones en televisión en una semana, sobre la vacuna contra el COVID 19.
Si eso no es un un impropio y oportunista show mediático para robar cámara con Piñera en el primer plano, con una tragedia de proporciones como telón de fondo, entonces qué será. Peor aún, todavía sin que se sepa si la vacunación es la solución adecuada.
El problema no consiste solo en la sobreexposición de Piñera, dato no menor, si se toma en cuenta el rechazo que suscita el personaje, sino la generación de expectativas en torno a la vacuna, y por extensión, la inducción al relajo en las medidas de autocuidado, aspecto duramente criticada por especialistas, entre ellos, la presidenta del Colegio Médico, Iskia Siches:
«Hemos visto una gran puesta en escena, hemos pedido que sea sobrio y transmitir a la ciudadanía que partimos una etapa muy incipiente”.
“Son 10 mil dosis, para alcanzar a 5 mil personas y las metas son mucho más importantes que esas, entonces vamos a acompañar un proceso largo de meses y en ningún motivo estas vacunas pueden significar un relajo o vamos a vivir un aumento de casos importantes en enero o en otoño”, agregó.
Finalmente, recomendó:
“Ojalá el gobierno vaya encauzando la estrategia comunicacional a algo que ojalá se tome con la seriedad que se requiere y también no farandulizar este proceso en torno, como ha sido esbozado en algunos medios de comunicación, de vacunar a personas muy famosas o con gran adherencia de la ciudadanía, sino más bien posesionarse en el personal de salud y de a poco ir recuperando la confianza de las personas”.
Aún cuando abusa del dudoso recurso de la fuente anónima, del reportaje de La Tercera, Piñera y el peak de su protagonismo al frente de la vacunación: Qué busca La Moneda y qué implica sobreexponerse, se infiere que esta comedia repulsiva obedece a una cuidada planificación:
«Hoy en La Moneda sacaban cuentas en azul de la puesta en escena con que arrancó la ronda inicial de inoculaciones que termina mañana, la que además de apagar los bolsones de desconfianza en la ciudadanía persigue -precisan allá- el objetivo político de que Piñera recupere terreno y comience a revertir su magro respaldo, comenzando por atributos como liderazgo, capacidad de resolver problemas y anticiparse a estos. También, hacen ver sus más leales, destacar su “fortaleza, que se preocupa y que tiene un espíritu patriota enorme”.
Textual. Sucede que ese es el pensamiento de los equipos técnicos que asesoran al gobierno, como revela el siguiente párrafo:
«La regla de oro, insiste la gente de Piñera, es “repetir, repetir y repetir” y que lo que está haciendo es lo que calza con su perfil. En los equipos del Presidente explican que sus fortalezas no están en su simpatía, sino en su capacidad de gestión y resolver problemas, y eso es lo que tratan de destacar ahora. Vuelven a subrayar que se jugó desde antes por asegurar dosis con proveedores en medio de la incertidumbre mundial, al igual que con los ventiladores. Y con un ojo clavado en su preocupación de que el proceso no sufra contratiempos ni fallas».
O sea, igual que con los ventiladores, eligió la opción más cara, financiada con gasto público que se mezquina en otras necesidades, sin que sea de extrañar que al poco andar, aparezcan conflicto de intereses.
Sobriedad Desmesurada
De acuerdo con la misma crónica, «en la Casa de Gobierno recalcan que pese a todos los cuestionamientos, la escena de esta mañana fue “sobria”, con una “puesta de escena a la inglesa” -similar a la que encabezó el primer ministro Boris Johnson el 8 de diciembre en Londres- y que buscaba que fueran las vacunadas las protagonistas y no las autoridades».
Agrega que el ministro portavoz de gobierno, Jaime Bellolio encaró las críticas por el ‘excesivo protagonismo’ de Piñera:
«¿El presidente ha sido protagonista en la búsqueda de las vacunas? Sí, por supuesto que sí. Pero hoy día lo que se vio en la mañana en el aeropuerto fue una puesta en escena absolutamente sobria”.
Una sobriedad cargada de desmesura, por decir lo menos.
Piñera apareció en la madrugada en el aeropuerto. Las imágenes muestran como su afán de protagonismo obstruyó el trabajo del personal que cargaba los contenedores con las vacunas al helicóptero que las trasladó al Estadio Nacional, y luego por tierra, bajo un fuerte contingente de seguridad, hasta dependencias de PeriLogistics, tras escala mediática en el Estadio Nacional, periplo que, desde luego, siguió de cerca Piñera; seguido a su vez por una corte de ministros y autoridades enmascaradas, seguidos a su turno por un tropel de periodistas y camarógrafos.
Aparte de ello, hay un tema de escala. Mientras Piñera montaba un megaevento mediático por 10 mil vacunas, el mismo día llegó a Argentina el avión que trasportaba 300 mil dosis de la vacuna Sputnik V.
En el tema sobriedad, la única actividad mediática en torno al evento, fue una conferencia de prensa en la sala Malvinas Argentinas del Aeropuerto de Ezeiza, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, para brindar detalles del operativo.
La épica de que Piñera se adelantó otros países, tampoco es verdad. Reino Unido, Estados Unidos, Israel, Rusia, Puerto Rico, México y Costa Rica iniciaron el proceso de inoculación antes que Chile.
Bielsazo
En el hospital Sótero del Río, el show de la primera vacuna en Chile, le deparó a Piñera un desenlace inesperado, que de alguna manera impartió justicia al innoble propósito de extraer lucro político a expensas de la pandemia.
A unos pasos de Piñera y el ministro de Salud, Enrique Paris, la técnica en enfermería de nivel superior, Zulema Riquelme, de 46 años, con 26 años de servicio en el hospital, se transformó, por ensalmo mediático, en la primera chilena en recibir la primera dosis de la primera vacuna que llegó al país.
En una suerte de ‘deja vu’, que evocó el inolvidable «bielsazo», cuando el carismático entrenador dejó a Piñera con la mano extendida, la trabajadora de la salud dejó con un palmo de narices al ministro y al presidente, que la observaron atónitos, pasar a su lado no una sino tres veces, sin darles, como se dice, ni la menor pelota.
Cuentas nada claras
Detrás del show de la vacuna asoma un tema de transparencia en el uso de recursos públicos.
Como de costumbre, los grandes números invocados en los anuncios de Piñera, o dan pábulo a la sospecha de que se trata de promesas demagógicas, o bien encubren cuentas que no cuadran.
El comunicado de la presidencia, Presidente Piñera recibe primer cargamento de vacunas contra el Covid-19: “Son una luz de esperanza”, del 24 de diciembre, señala:
«Actualmente Chile tiene acuerdos y contratos que garantizan 10 millones de dosis con el Pfizer-BioNTech y otras 10 millones con el grupo Sinovac, lo que sumado a los acuerdos con AstraZeneca-Oxford, Jensen–Johnsson & Johnsson y la Alianza Covax, permite llegar a más de 30 millones de dosis».
En números reales, los 10 millones de dósis de la vacuna de Pfizer-BioNTech, a razón deUS$20 la dosis, implican US$200 millones; o sea, $143,2 mil millones, a la paridad del día.
La vacuna de la farmacéutica Sinovac Biotech, CoronaVac, tiene un costo unitario de US$60, lo cual supone multiplicar esas cifras por tres.
Por lo pronto, llama la atención que las dos terceras partes de las vacunas anunciadas por Piñera, corresponden a contratos con firmas cuyo producto se ubica en segundo y tercer lugar en el ranking de precios, solo superadas por la de Moderna, a US$37,8.
En cualquier escenario, US$800 millones en vacunas es excesivo, más aún cuando se financia con gasto público, con cargo a tributación al consumo o endeudamiento.
Los restantes 10 millones de dosis se reparten en el grupo de las vacunas económicas.
La de Oxford-AstraZeneca cuesta US$4, o sea $2,8 mil; la de Jensen–Johnsson & Johnsson sale US$9,7, unos $725,7 y la del Mecanismo de Acceso Mundial a las Vacunas contra la COVID-19, conocido como Alianza COVAX, cuesta US$3,2 , es decir, $2.290.
La falta del dato del número de dosis contratado o acordado con cada unas de estas firmas, no permite una debida cuantificación, repitiéndose la sospecha de que se trata de anuncios sin otro propósito que abultar las cifras del discurso.
En todo caso, carece de importancia, toda vez que el show mediático de la vacuna será reemplazado, como en su momento lo fue el show del rescate de los 32 mineros, por un nuevo show mediático a propósito de lo que sea, porque eso es lo único que sabe hacer este gobierno.
Si se considera su orientación a las encuestas, el hecho de que Piñera permanezca anclado el el piso del 6% evidencia sin lugar a dudas el fracaso de la estrategia. Tampoco tiene importancia: su megalomanía le impedirá abandonarla.
Si se considera que Piñera se mantuvo en pie, y en cámara, hasta que salió el último minero, las perspectivas que ofrecen 30 millones de vacunas parecen francamente inquietantes.