por Macarena Segovia
Reconocido como uno de los principales políticos del 2017, el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, militante de Movimiento Autonomista (MA), donde comparte filas con el diputado Gabriel Boric, es uno de los liderazgos con mayor proyección del Frente Amplio (FA), tanto así que muchos dicen que podría ser la próxima carta presidencial de la nueva fuerza emergente, aunque desde su círculo cercano aseguran que apostará a un próximo periodo en la Alcaldía Ciudadana, por lo que las campanas presidenciales podrían sonar para el 2026.
Un político correcto, cordial, responsable y en extremo obsesivo con el trabajo. Según ex compañeros de universidad, siempre actuando en el rol de un dirigente social, a quien no le tiembla la mano a la hora de enfrentar a los poderosos, pero que conoce perfectamente el arte de la diplomacia en la política. Reconocido por el dicho “otra cosa es con guitarra”, despierta sentimientos encontrados en el frenteamplismo, mucho respeto “por su labor al mando del municipio de Valparaíso”, pero también críticas por su supuesta falta de “dureza” o por los que han sido denominados como “constantes guiños al mundo de la Nueva Mayoría”. Hace oídos sordos a estas críticas y afirma que el Frente Amplio debe pasar de “la impugnación a la construcción”.
Hoy, se encuentra “más que contento” tras el fallo de la Corte Suprema que declaró, el pasado jueves, ilegal el permiso de construcción del Mall Plaza Barón de Valparaíso. Una victoria que, según el jefe comunal, no es solo del municipio sino también de una serie de organizaciones sociales y políticas que llevan más de 15 años luchando para echar abajo el polémico proyecto del referido mall.
En opinión de Sharp, “este es un fallo sumamente importante, de aquellos que en la jerga de los abogados es llamado ‘supremazo’”. Ya que determina que “ningún proyecto de inversión va a contar con derechos adquiridos, derivados de un permiso administrativo declarado ilegal”, además establece que “el reclamo de ilegalidad por parte del alcalde, es una vía para poder dejar sin efecto actos administrativos como el de la Dirección de Obras Municipales, que sea ilegal”.
Un fallo que le permitiría a Valparaíso repensar ese sector de ciudad en vista de las próximas décadas, sobre la base de un proyecto “mucho mejor del que había, el ex Mall Barón. Que va a generar más y mejores empleos, más dinamismo económico, que va a incorporar inversión público-privada, que va a abrir el borde costero al público, a toda la ciudadanía, y que va a contar con equipamiento e infraestructura que le va a permitir al porteño volver al mar”, según Sharp.
Un proyecto de cambio que estaría en manos de la Presidenta Michelle Bachelet, ya que es el Estado el que debe poner fin al contrato celebrado entre la Empresa Portuaria de Valparaíso y el Mall Plaza Barón, acción que –a juicio del jefe comunal– no generaría “un costo económico mayor al Estado del que ya ha tenido. Es por esto que espera que la Mandataria tenga la voluntad de ponerle fin al contrato, dentro del mes de enero, plazo máximo para ello.
-En su última cuenta pública habló de lo difícil que es enfrentarse al poder económico, empresarial, han obtenido un triunfo en el caso del Mall Barón, pero también hay un sinfín de intereses empresariales que se entrecruzan en Valparaíso.
-Efectivamente, en Valparaíso estamos enfrentando desafíos que a ninguna otra fuerza, ningún otro actor en el Frente Amplio le ha tocado trabajar. Diría que, salvo excepciones, pocos actores de la política chilena se han atrevido a plantear las cuestiones que hemos planteado de manera seria y responsable, ante los poderes económicos, en el siguiente sentido: nosotros no estamos en contra del sistema económico ni de la inversión privada, creemos que el actor privado en los territorios juega un rol muy importante, el problema se produce cuando dicho actor no cumple con la ley –que es fundamental–, como sucede con buena parte de proyectos inmobiliarios y otros, como el Mall Barón, Mirador Barón, Jardín Pumpin. Pero, además, creemos que el sector privado tiene que ser capaz de poner en diálogos sus intereses con los intereses de la comunidad en general, el interés económico tiene que ser respetuoso con el medio ambiente, del patrón de asentamiento, del patrimonio y la cultura de Valparaíso. Entonces, nosotros enfrentamos a los actores o intereses que no cumplen con aquello.
-¿El mundo empresarial no entiende el cambio de subjetividad que se ha dado en Chile, principalmente en Valparaíso?
-Yo pienso que el empresario en Chile tiene que entender que el país cambió. No porque sean poseedores de riquezas gigantescas van a poder llegar a Valparaíso a hacer lo que quieran. Hoy es Valparaíso, ayer fue Freirina, Aysén, Huasco, Antofagasta, Coronel, no pueden llegar y creer que pueden destruir un territorio. Entonces, en Valparaíso lo que estamos demostrando es que sí se puede gobernar, sí se pueden hacer las cosas, respetando la ley, sin un actuar sobreideologizado, pero sí se puede gobernar poniendo por delante los intereses de la ciudadanía, la calidad de vida. Lo que nosotros hacemos es intentar democratizar la forma en la que la riqueza está distribuida, porque hoy día la riqueza está concentrada.
Un nuevo instrumento en el Frente Amplio
-El mapa político de la centroizquierda quedó desarmado tras las elecciones. Frente a la caída de la Nueva Mayoría y estos llamados a la unidad que han salido las últimas semanas, ¿qué rol juega el Frente Amplio?
-La política chilena hoy vive un momento estratégico. Incluida la derecha, a todas las fuerzas políticas del país las cruza un debate que tiene una trascendencia, no solo en lo inmediato, sino que en 20 años más. Esto está dado por la profunda crisis que vive la centroizquierda, hoy en día carece de unidad estratégica, política y programática (…) es un momento de definiciones. El Partido Socialista tiene que definirse, va a seguir en lo que algunos autores determinan como la línea del progresismo limitado, o bien va a volver a sus orígenes y se va a declarar como un partido antineoliberal. El PPD, ¿qué curso va a tomar? El Partido Comunista, ¿va a seguir insistiendo en esta alianza amplia desde la DC hasta el Frente Amplio, cuando la DC dijo que no estaba disponible, y en el Frente Amplio hemos dicho que no nos parece que ese sea el camino’ (…). Entonces, es un momento donde el Frente Amplio tiene que observar, seguir los debates que se van a dar, tiene que haberlos, fue calamitoso lo que sucedió y no ha habido ninguna autocrítica, y es brutal, no han dicho nada, salvo tres o cuatro personas. Le han echado la culpa a Guillier, que era un mal candidato, y al Gobierno, que no ha ejercido una buena conducción, cuando el Gobierno logró avanzar en materia de reforma al sistema político, sin prejuicio de que el Gobierno pueda tener alguna responsabilidad. ¿Pero cuál es la autocrítica qué hacen?
-¿Ni siquiera ha habido críticas desde los sectores más de izquierda, como el de Fernando Atria?
-Pero el sector de Atria, Izquierda Socialista, que es súper interesante, que se declara antineoliberal, pareciera ser que son minoría. Lamentablemente a Fernando le fue mal en la elección, a mí me habría gustado que hubiese ganado, como fue positivo que aquí en la Quinta Costa saliera electo Marcelo Díaz, pero tengo dudas sobre si ellos son mayoría dentro del Partido Socialista, y tengo dudas sobre si se van a enfrentar abiertamente a Elizalde, Insulza y los actores más tradicionales del partido. Entonces, ese tipo de definiciones, esos debates son súper importantes para cualquier tipo de diálogo con el Frente Amplio. Va a haber encuentros en el Congreso para votar ciertas leyes, es lógico, eso va a pasar, pero el problema es que si el campo de la centroizquierda no realiza una crítica profunda, no revisa lo que ha sucedido en el país, va a terminar por seguir el camino de la Democracia Cristiana: el de la irrelevancia política. El Frente Amplio tiene que ser capaz de observar ese debate, pero no apurarse con los cantos de sirena, en este momento del país requerimos un debate profundo entre el campo de la centroizquierda y la izquierda, y no alianzas entre gallos y medianoche, que al final van a terminar cayéndose al día siguiente.
-En ese contexto, al interior del Frente Amplio, que nace como un proyecto en función de un programa y principios, pero también en el marco de una alianza para elecciones, a la hora de afianzarse como un proyecto a largo plazo, de cambios profundos, ¿cómo ve la distribución de fuerzas, la lectura interna? Porque se concluyó que los sectores de izquierda tradicional fueron derrotados, y aquellos leídos como posmarxistas y socialdemócratas salieron fortalecidos.
-Este momento también es estratégico para el Frente Amplio, que se encuentra en proceso de construcción de su identidad, es una fuerza política en forma, independientemente de los resultados de la elección, y eso es un ejercicio de sana honestidad que tenemos que hacer en el Frente Amplio. Con nosotros no partió la política, con nosotros las ideas de cambio social no partieron, sino que nosotros hoy día estamos jugando un rol muy importante en el país, porque hemos sido capaces de articular una propuesta política que ha logrado convocar a amplios sectores sociales, pero nosotros no inventamos la rueda. El Frente Amplio, a mi juicio, debe ser capaz de construir una agenda política común, que permita su fortalecimiento como una fuerza política en los territorios, en todos los pueblos y ciudades, más allá de la cuestión parlamentaria. El Frente Amplio tiene que tener como prioridad no presidir la Cámara de Diputados, ¿quién dijo que eso era una prioridad, dónde se discutió?
-Entonces, ¿el llamado es a evitar la parlamentarización, teniendo en cuenta la relevante bancada que obtuvieron en las elecciones?
-El Frente Amplio debe construir en la base de la sociedad chilena, porque nuestra propuesta es de cambios en la sociedad. Como hemos llamado en Valparaíso, de transformación democrática, dentro del pluralismo político social. Debemos hacer cambios hacia una sociedad posneoliberal y, para poder articular este proyecto, necesitamos una alianza social que lo sustente y eso se hace desde la base, no en el Congreso, construyendo en los pueblos de Chile, en los concejos municipales, en los sindicatos, juntas de vecinos, federaciones de estudiantes, organizaciones comunitarias, asociaciones de emprendedores, de comerciantes locales. Allí se va a jugar el proyecto del Frente Amplio.
Debemos evitar la parlamentarización de la fuerza, nuestra acción central no puede ser esa, no puede estar en presidir uno de los poderes del Estado con mayores grados de deslegitimidad. En segundo lugar, tenemos que construir una agenda política común de aquí a cuatro años, que a lo que apunte sea a disputar el proyecto frenteamplista, que es de superación del neoliberalismo, desde abajo; y en tercer lugar, tener claro que en lo estratégico nosotros no vinimos a reemplazar a una elite concertacionista o de iluminados sino que nuestra apuesta es la refundación de la política. El Frente Amplio no está llamado a reemplazar a la élite concertacionista, está llamado a refundar, junto a otros actores, la política en Chile.
-A pesar de esta concepción, en el mismo Frente Amplio se critica la falta de poder político de las organizaciones más sociales, y de los independientes en particular.
-Creo que debemos instalar el siguiente debate: el FA, ¿va a ser una confederación de partidos legalmente constituidos en una dinámica muy institucional?, que es un poco lo que uno podría tender a ver en Revolución Democrática, en donde hay un esfuerzo por institucionalizar su herramienta, para eso fueron muy eficaces durante todo este año, sumando a un montón de gente que no era de Revolución Democrática a esa tarea; o, más bien, ¿vamos a apuntar a un modelo que reconozca a ese aspecto como un valor, pero que no sea el hegemónico, sino que conviva con una diversidad de expresiones más diversas? El Frente Amplio hoy día está constituido por movimientos que no son partidos e independientes, entonces el Frente Amplio que pensamos en Valparaíso tiene que ser más cercano a una cuestión mucho más movimental, un instrumento que permita convivir a movimientos sociales y políticos con partidos constituidos.
-¿En el Movimiento Autonomista existe una concordancia con esta lectura, que usted reconoce desde Valparaíso?
-Yo pienso que hay muchos compañeros y compañeras que comparten esta idea, tenemos en enero una asamblea en donde este va a ser un tema de discusión, y también seguramente vamos a tener un Congreso estratégico e ideológico donde vamos a discutir aquello. Eso no quiere decir que en el Movimiento Autonomista descartemos, junto a otras fuerzas del FA o no, articular también una dinámica de constitución formal de un instrumento, pero una cosa es constituir un partido en lo formal y, otra, es el sentido que tú le das a ese partido. Independientemente del sentido que tú le des a esa forma, en Movimiento Autonomista, y en particular en Valparaíso, creemos que más allá de si es legal o no el instrumento, debe mantener una lógica movimental.
-¿Esa idea de construir un partido o un instrumento desde MA con otras fuerzas del Frente Amplio, y hasta externas, está asentándose en el FA?
-Está avanzando… hay conversaciones.
-Entonces, bajo su línea, ¿la preponderancia de RD, con este poder dado por el tamaño de su bancada, pondría en peligro esta tesis más movimental y más hacia la lógica de un acuerdo entre partidos, como la Concertación?
-Pero quién dijo que RD tiene la hegemonía, o sea, el Movimiento Autonomista es una de las principales fuerzas a nivel nacional presentes en el Movimiento Estudiantil, en la presidencia de la Fech, de la Usach, UDP, ha jugado un importante rol en la alcaldía ciudadana.
-Pero hasta el momento en el Frente Amplio ha quedado en evidencia que las decisiones políticas las toman las fuerzas en la mesa nacional y allí pesa la fuerza parlamentaria. Las mismas dirigencias del FA lo han reconocido.
-La pregunta es qué tipo de Frente Amplio vamos a construir y yo lo que propongo es un debate sobre eso.
-¿Y están las voluntades para abrirse a ese debate?
-No lo sé, me parece que sí, lo lógico sería aquello. Nosotros somos más de una lógica movimental, que convoca de manera mucho más clara a la militancia frenteamplista de Arica a Magallanes.
De amor y odio en el Frente Amplio
-Usted despierta pasiones dentro del mundo político, muchos en la Nueva Mayoría lo reconocen como uno de los liderazgos más sensatos del FA, dicen que trae la cordura a la nueva fuerza. Pero, también, dentro del Frente Amplio algunos dicen que usted es quizás muy blando con la NM, al menos durante la segunda vuelta se le criticó bastante. En ese contexto, ¿qué rol cree que juega usted en el FA?
-¿Qué significa ser duro? ¿Qué significa ser crítico con la Nueva Mayoría? ¿Significa estar todos los días por los medios de comunicación recalcando lo mal que lo hicieron durante 25 años o, más bien, supone una práctica localizada en un territorio, ser capaz de convocar a aquellos que se sientan llamados, aquellos que se sientan interpelados, a una nueva forma de hacer política, donde el programa no es el mismo de la Concertación, tampoco es la Nueva Mayoría, el programa es superar al neoliberalismo, con todas sus letras, a través de una propuesta de transformación democrática? Y eso es lo que estamos haciendo en Valparaíso y a eso queremos convocar al Frente Amplio, pero también a muchos que hoy no están en el FA y, para que eso se dé, el cambio en la centroizquierda tiene que hacer una autocrítica genuina y tomar una decisión.
-¿Esa convocatoria significaría abandonar una autodefinición como de izquierda a secas?
-Creemos que en el Frente Amplio tiene que articularse una orientación de izquierda, pero no una izquierda del siglo XX sino de siglo XXI, que construye, que se actualiza, que es convocante y capaz de construir propuesta, nos solamente para el ámbito reivindicativo, sino demostrar que podemos gobernar una ciudad mejor de lo que sus antecesores lo hacían, y que es capaz de articular, construir mayoría. Nosotros vamos a reivindicar siempre que nuestro proyecto es de izquierda, ni blanda ni dura, de izquierda, y para nosotros eso es creer en la transformación social y punto. El resto es –como alguien dijo por ahí– música.
-Entonces es bajar las banderas negras y banderas rojas…
-La izquierda que nosotros estamos construyendo no es una izquierda de banderas, es una izquierda que se emociona con Allende, pero entiende que Chile es otro. Es una izquierda que tiene una crítica a la transición, pero que entiende que tiene que articularse con otros actores, es una izquierda que tiene que no solamente hacerle la cruz a los poderes económicos del país, que existen, son reales y pucha que inciden, sino una izquierda que tiene que ser capaz de subordinar a esos poderes económicos, con inteligencia, con astucia, identificando cuáles son sus contradicciones –porque en Chile el poder económico no es solamente– y para hacer prevalecer el interés de la comunidad.
Fuente: El Mostrador
(Título de DRD)