En Santiago, la Esperanza es Roja y Feminista

Entre las eminentes, las ilustres figuras que pueblan el panteón personal de la nueva alcaldesa comunista de Santiago, Iraci Hassler, mujeres.

Gladys Marín, primero. Educadora de niños discapacitados y presidenta del Partido Comunista de Chile que se escondió bajo la dictadura de Pinochet, fue una luchadora incansable por la justicia reconocida a través de las divisiones políticas.

La activista afroamericana Angela Davis, a continuación.

Karol Cariola y Camila Vallejo, finalmente.

Dos jóvenes parlamentarias comunistas chilenos, figuras de la revuelta estudiantil contra la mercantilización de la educación en 2011, que marcaron el primer paso de Iraci Hassler hacia la política.

Fue entonces cuando la economista se unió también al Partido Comunista.

«Invertir el orden de los privilegios»

A los 30 años, la jóven alcaldesa, elegida el domingo con el 38,93% de los votos, ya da la impresión de haber estado involucrada en todas las luchas. Candidata a la alcaldía al término de una primaria de izquierda sin precedentes que reunió a más de 50 organizaciones sociales, políticas y feministas, la concejala derroca así a Felipe Alessandri del partido Renovación Nacional (derecha, 35,23%), quien respaldó ampliamente la represión contra el movimiento social de 2019.

Hoy pide remangarse para «construir el ‘buen vivir’ en nuestros barrios».

¿Qué es ser comunista hoy?

Su respuesta es contundente:

«Actuar todos los días para revertir el orden del privilegio y la acumulación de riqueza a costa del tiempo y el trabajo de la mayoría, en un mundo que tiene los medios para que todos vivamos bien».

Es confiar en la humanidad, luchar por una sociedad en la que todos nos desarrollemos libre y plenamente, con todo nuestro potencial, con dignidad e igualdad de derechos.

La joven concejala aboga por la constante reflexión y transformación para conquistar nuevos derechos.

También pretende presentar un plan de recuperación económica que mitigue los efectos de la crisis sanitaria y apoye un nuevo modelo de desarrollo local, la reducción de las desigualdades de género y la protección del medio ambiente.

(*) Traducción no oficial del artículo À Santiago, l’espoir est rouge et féministe

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