Por Pablo Álvarez Y.
La ex candidata presidencial reconoce que está cansada, pero tranquila con la definición que tomó el Frente Amplio. La acompañamos en su casa, justo después de comunicar la decisión del bloque de cara a la segunda vuelta, la que dejó con sabor a poco a muchos que esperaban un llamado explícito a votar por Alejandro Guillier.
Fueron siete puntos. Un agradecimiento, reafirmar independencia, no sentirse dueños de los votos, un llamado a votar, la idea de que Sebastián Piñera sería un retroceso para el país, la exigencia de que debe haber más claridad -hacia la gente, no hacia el Frente Amplio- respecto a demandas como no más AFP, Asamblea Constituyente y educación de calidad sin deuda y sin lucro, y una bancada a disposición para las transformaciones.
Con esa declaración de un par de minutos, pronunciada por la ex candidata presidencial Beatriz Sánchez, el Frente Amplio se definía de cara al partido de la segunda vuelta, pasándole la pelota a Alejandro Guillier y diciéndole que no se la devuelva a ellos, sino a la ciudadanía.
Cada uno interpretó el mensaje como quiso.
Chile Vamos lo hizo primero a través del senador Andrés Allamand y del diputado reelecto Jaime Bellolio, quien expresó derechamente que el Frente Amplio “no está ni ahí” con Alejandro Guillier.
Desde el comando del candidato de Fuerza de la Mayoría, por otro lado, la vocera Ximena Órdenes también sacó cuentas positivas:
“Quiero enfatizar y destacar que Beatriz Sánchez ha declarado que Sebastián Piñera constituye un retroceso para el país y, por tanto, entendemos que gran parte del electorado de centroizquierda que encarna el progresismo en Chile va acudir a las urnas a votar por Alejandro Guillier”.
Exhausta tras madrugar discutiendo la definición hasta las dos de la mañana; marchar en la protesta nacional de No + AFP y tras dar a conocer la postura del Frente Amplio, Beatriz Sánchez llegó -desde el punto de prensa al living su casa en Ñuñoa-, y se encontró con su familia.
La televisión estaba prendida en el fútbol, pero sus tres hijos habían seguido con atención las reacciones que generó el comunicado.
—¿Qué les pareció?— les preguntó Sánchez.
—Estuvo bien aunque pudiste ser un poco más enfática respecto a la “libertad de acción”— le respondió el mayor.
Su madre entiende el punto y le explica dos cosas: que no le correspondía a ella dar esa libertad y que no le gusta hablar en esos términos en los que se busca encasillar una postura.
Es en la tranquilidad del patio de la casa, que -a pesar de estar a pocas cuadras de la bulliciosa Avenida Grecia-, cuenta con un silencio solo interrumpido por el sonido del agua de la piscina, donde Sánchez recibe a El Desconcierto para conversar sobre la definición.
—Más allá de los énfasis, hubo dos palabras que estuvieron ausentes en el comunicado: Alejandro Guillier.
—Sí. Chuta, no fue algo como que dejaríamos a Alejandro Guillier fuera. Nosotros tenemos una apreciación de la política de manera mucho más colectiva, entonces, si bien él es el candidato, las cosas no son solo él. Es parte de la Nueva Mayoría y donde tenemos diferencias es con ese conglomerado.
—Sin embargo, la referencia a Piñera fue explícita.
—Lo que pasa es que Chile Vamos es mucho de Piñera, a diferencia de la Nueva Mayoría, que tiene incluso procesos de discusión interna. La derecha, en cambio, se cuadra con quien le conviene en un momento y puede generar una protección al sector. En este caso, Sebastián Piñera. Ambos se necesitan mutuamente y no muestran diferencias.
—¿Cuáles crees que son en específico esos retrocesos que traería un eventual gobierno de Sebastián Piñera según el comunicado?
—Lo que pasa es que él ha sido bien explícito. No cree en los derechos sociales, lo ha dicho en reiteradas oportunidades. Cuando habló de la educación como un bien de consumo lo dejó bastante claro y, si bien después se retractó, hace muy poquito dijo que si la persona no ponía plata no había interés. No puede ser que en sectores que son tan vitales para la dignidad de nuestra vida, como la salud, la educación, la vivienda o las pensiones haya un negocio de por medio. Eso a Sebastián Piñera no le complica, sino que él cree en ese tipo de Estado y en un crecimiento que hoy día se concentra en muy pocas manos. No podemos estar en veredas más distintas.
—¿Qué le dirías también a esas personas que consideraron ambiguo el comunicado del Frente Amplio y que esperaban algo más tajante?
—Yo no creo en la política paternalista. No espero que el líder me diga qué hacer, qué pensar, o que interprete lo que yo quiero. Me interesa que me escuche y me deje actuar. Nosotros venimos a hacer propuestas, sí, pero propuestas que escuchamos y que están en la calle. Esperar a que nosotros digamos “tienen que hacer esto” es justamente lo contrario a una de nuestra bases programáticas, que es que son las personas las protagonistas, no nosotros.
—Pero se espera la definición de un conglomerado que obtuvo un 20%.
—Mi invitación es a mirar fuera de lo que siempre hemos escuchado. El comunicado plasmó lo que nosotros realmente creemos. Por mí votó un millón trescientas treinta mil personas, pero no siento que esos votos estén en mi bolsillo, no me siento dueña de ellos ni le voy a decir a la gente cómo tiene que votar. Lo que sí voy a decir es que no me da lo mismo quién gane. Fui muy clara en decir qué significa Sebastián Piñera de Chile Vamos: un retroceso, pérdida de derechos para todos y todas, alguien que además no cree en nosotras las mujeres como sujetas de Derecho y toma de decisiones en todo lo que somos. Alejandro Guillier es totalmente distinto a Sebastián Piñera, pero nosotros creemos que es él quien tiene que salir a buscar los votos.
—¿De qué forma?
—Nuestra sugerencia es no ser tan ambiguo, que sea mucho más directo. No decir “terminar con el monopolio de las AFP”, sino No más AFP directamente. No decir “podríamos mirar el código de agua”, sino que recuperemos el agua para Chile. Él dice “un seguro más amplio de salud”, pero ¿eso significa las isapres fuera o no? Acláremelo. Creemos que él ha ido avanzando y ha empezado a recoger algunos de estos temas, pero de manera bastante ambigua. Si quiere buscar muchos de los votantes que nos apoyaron a nosotros en algún minuto, tiene que ser mucho más claro en algunos de los mensajes que está entregando.
—En la Revista Sábado dijiste que tu hermana había votado por ti siendo que no compartía tus ideas. ¿Votarías por tu amigo Alejandro Guillier a pesar de tener algunos matices con él?
—No tengo una respuesta a esa pregunta, porque yo entré en un periodo de reflexión. Estoy en esto porque creo profundamente en No más AFP, en que podemos ir cambiando Chile en varios aspectos, en hacer un país más feliz. Voy a estar pendiente de lo que pase con un proyecto transformador. Esperaré, reflexionaré y, tal como invité a todos a participar, también iré a votar el 17 de diciembre. Siempre lo he hecho, independientemente de si voto nulo o blanco o por alguien. Pero estoy en un proceso de reflexión.
—¿Cómo afectó el tema de la candidatura presidencial tu relación personal con Alejandro Guillier?
—Yo le reconozco, y es algo que yo también traté de hacer conscientemente, que nunca hicimos una crítica personal del otro. Al contrario, Alejandro siempre habló muy bien de mí y viceversa. En algún momento un medio dijo “cuándo termina el guante blanco entre Beatriz Sánchez y Alejandro Guillier”. Y yo decía que nosotros tenemos diferencias políticas, por algo él es el líder de una coalición y yo estoy liderando otra, pero la amistad y el cariño siguen exactamente igual. Yo lo valoro mucho y creo que es una gran persona. De hecho, durante un periodo de campaña nos encontramos bien seguido y quedaron un montón de fotos circulando de grandes abrazos. Yo le deseaba suerte y que le fuera bien. Eso sí, nunca hablamos por teléfono en privado, porque entendemos que no corresponde no más.
—Esas diferencias políticas que hoy día se ven más claras porque pertenecen a conglomerados distintos, ¿se daban tan claramente cuando ustedes no pertenecían a esos conglomerados y ejercían el periodismo?
—Coincidíamos mucho en algunas cosas y en otras no. Yo era mucho más rabiosa que el Alejandro, más dura con las cosas que no me gustan de cómo funcionaba Chile o de lo que estaba pasando. Y él, si bien era muy crítico en muchas cosas, las incorporaba de manera distinta. Yo marcaba mucho más esas diferencias al aire, él siempre fue una persona que buscaba conciliar posturas. También siempre recordaba pasajes de la historia en la lectura, algo que a lo mejor yo no hacía porque considero que traerlos a colación hace que todo se tempere de una manera. A mí me gusta que haya una reacción un poco más fuerte o tratar de mirar desde otro lado.
—Según comentaban tus colegas en un perfil de El Desconcierto, discutías más con Matías del Río.
—Ah no, claro. Si tú me hablas de coincidencias, con gente como Alejandro y con Fernando Paulsen, mi otro partner, teníamos muchas. Quizás de repente yo cobraba más cuentas, por ejemplo, a la Concertación. En cambio con Matías, y lo decíamos al aire porque somos muy amigos y nos queremos mucho, mirábamos la vida en un 98% distinta.
—¿Qué te parece todo este discurso que se ha dado en Chile Vamos respecto de la comparación que se ha hecho con Venezuela? En las redes lo han llamado irónicamente “Chilezuela”.
—Es la desesperación de Sebastián Piñera. Va para abajo en ánimo, se le nota en el rictus, en el contenido. Quedó super golpeado después de las elecciones, porque él y su comando esperaban poder ganar en primera vuelta. No olvidemos que Sebastián Piñera lleva cuatro años haciendo campaña, todo el gobierno de Bachelet, y desde el día uno consideró que las reformas no eran necesarias, que la gente no quiere cambios y quiere más libertades, siendo que la mitad de la gente que gana trescientas cincuenta lucas claramente no tiene libertad para tomar decisiones. En las elecciones del domingo no fue solamente que las cifras no se dieron como él quería, sino que se dio cuenta de que la gente sí quiere cambios e incluso en algunos casos radicales. Eso le provoca un bajón de ánimo que se nota.
—¿En qué otras cosas aprecias ese cambio?
—En cosas como lo que pasó en Valparaíso anteayer, donde se subió a un bus como ‘hola, ¿cómo están todos?’ y la gente no lo pescó, no le dio ni la hora. Algo está pasando ahí. Yo veo mucha desesperación. También se ve con esto de Chilezuela o cuando Sebastián Piñera compara a Guillier con Maduro. De verdad yo creo que hasta la persona con más fantasía en la cabeza, como que se ríe un poco de la comparación tan extrema. La gente no es tonta. Piñera ha caído en declaraciones que no tienen mucha relación con la realidad y ha empezado a hacer cosas que no son propias de él. Nadie se imaginaba a Piñera volanteando en una esquina, ni subiéndose a la micro a saludar a los vecinos, como haciendo turismo en la locomoción pública.
—Hablabas de que mucha gente quiere cambios más radicales, pero ¿tú piensas que la gente que votó por ti está totalmente convencida con consignas como No más AFP?
—Es que el voto se genera por varias cosas. Por ejemplo, una parte se generó por una sensación de que había honestidad en la campaña. En algún momento yo dije, pucha, somos de repente pavos para hacer campaña. Yo la primera, siempre digo que soy de las hueonas, no soy de las vivas. Odio esa gente que se cree la ganadora, yo no soy así y creo que la mayoría de las chilenas tampoco, somos mucho más confiados de lo que creemos. Entonces gente que necesita esa inocencia en política hoy día conectó con nosotros. Ahora, otro grupo de gente conectó porque recogimos directamente demandas muy sentidas en la calle, por ejemplo, la de cambiar el sistema de pensiones, que es brutal. En el plebiscito “No más AFP” votó más de un millón de personas. Yo no sé si todos ellos votaron por mí, lo más probable es que no, pero al menos se ve que hay sintonía en esas cosas.
—¿Y qué te pareció la votación de un 20% para una candidata mujer que se declarara más proclive a un aborto libre que limitarlo a tres causales?
—Preguntas algo que ha sido más tema para afuera que para adentro de Chile, y que yo creo que es un gran tema. Muchos medios extranjeros estaban impactados de que, en un país tan conservador como Chile, una mujer candidata dijera despenalización de aborto y que fuera competitiva. ‘Pero cómo dice eso, es como pegarse un balazo en los pies’, decían. Yo estoy súper orgullosa de nunca haberme traicionado a mí misma en esta candidatura, no entrar a un molde que yo no soy. La primera vez que me preguntaron ‘¿tú crees en el aborto libre?’, yo dije que sí, sin ambigüedades. Internamente dije que siempre he defendido esto y que no iba a cambiar solo por ser candidata.
—En tu labor periodística te emocionabas con algunas historias. ¿Tampoco traicionaste esa característica?
—Soy del club de las lloronas, tengo que admitirlo.
—¿La política es con llorar?
—¡Todo el rato! Yo me acuerdo que lo decía como periodista. Los sentimientos no están fuera de todo esto, las emociones no pueden quedar fuera de una campaña o de la actividad política. ¿Por qué? Porque la política es profundamente humana. No hace falta solamente la cabeza, hay que hacerla con el corazón también. Las cosas hay que hacerlas como a uno le gustaría que hicieran con uno. Todo el mundo me decía cuando volanteaba que me demoraba mucho, pero yo decía que así se entendía mejor. A mí me parecía muy chistosa esta evaluación del ‘tiene carácter o no’, que siempre está sobre la mesa cuando el liderazgo lo ejercemos las mujeres. Ahí hubo todo un círculo de columnas al respecto.
—Estuvo el tema de la “Cenicienta de media noche” de Patricio Fernández, los “paternalismos” de los que hablaba Carlos Peña, la insistencia por las cifras por parte de Fernando Villegas. Tú has dicho que hubo un ninguneo.
—Sí. Por ejemplo, sobre el “cifrismo”, hoy día parece que un candidato presidencial es una especie de Wikipedia, que sabe una serie de datos compilados y recita cifras. ¿Es eso un candidato presidencial? Yo creo que no. Evidentemente tiene que tener la capacidad de explicar las políticas que quiere aplicar, pero lo que se necesita es alguien que tenga capacidad de liderazgo, que tenga seguridad, que logre liderar equipos eficientes. Y si algo quedó demostrado en la campaña es que el nuestro fue el mejor. Es cosa de mirar el costo por voto y lo que logramos con todo en contra.
—¿Terminaste sentida con algunas de esas personas?
—Sí, es que me dolieron a mí las columnas, me parecieron injustas. En varias oportunidades me dije “qué raro que digan esto, porque no me conocen”. De repente cuando decían “le falta intelectualidad”, yo decía “¡pero si nunca hemos conversado!”. Hubo una construcción muy ligera, sin ninguna base de quién era yo o qué pretendía, incluso de qué éramos como Frente Amplio.
—¿Y dentro del Frente Amplio sentiste eso? Por ejemplo cuando para la primaria había gente que decía que Mayol era quien mostraba más contenido político.
—Sí, también. Lo que pasa es que yo me propuse en esta campaña ocupar un lenguaje sensible. No me las vengo a dar de intelectual, soy mucho más operativa y práctica. No quiero hablar en político, quiero hablarle a la gente. Todas las coaliciones políticas siempre tienen que estar mirando que no nos hablemos a nosotros mismos. Entonces no le iba a decir a la gente común que queremos superar el mercantilismo y el sistema neoliberal. Prefiero decir que saquemos el negocio de la salud, de la educación, de las pensiones. Para muchos se entendió mal, porque esperaban al político más tradicional, al que se para y habla fuerte, el que está sentado en un podio y todos miran para arriba, que habla con palabras de político, al que jamás ocuparía la palabra “cariño” para hablar de políticas públicas. Lo que más aprendí es que la gente es mucho más sabia de lo que élites creen. La gente, los ciudadanos, los chilenos y las chilenas, saben mucho más que lo que las élites creen y en esas élites no hablo solamente de nuestros gobernantes o la gente que está en el parlamento, también hablo de los columnistas y de los directores de medios. Ahora miro con más distancia las columnas de opinión. Me dolieron y me parecieron injustas, pero entiendo que hay una desconexión con la realidad.
—Con respecto a las encuestas, ahora salió un reportaje de CIPER que muestra muy claramente los intereses empresariales que existen.
—Sí, yo no los conocía. Hoy tengo una crítica feroz a las encuestas, pero también los medios de comunicación se pusieron ellos mismos como caja de resonancia. Crearon una realidad que los medios se la compraron completa y nos dejaron fuera de segunda vuelta. Me gustaron mucho que reaccionaran eso sí, porque ese domingo yo fui super dura con que quería una explicación de estos gallos y al otro día las dieron. Pero yo no les creo nunca más. Nunca más. Hay una “encuestitis” muy terrible. Cadem saca una encuesta a la semana y que marque como si alguien estuviera arriba o abajo es bien de locos, con un margen de error enorme además. Las encuestas tienen que ser más transparentes ¿Quiénes las hacen? ¿Cuál es su historia de vida y para quién más trabajan? Creo que Ciper develó mucho de eso.
—¿Qué pasa si en estos 16 días Guillier empieza a tomar determinaciones concretas respecto a temas que ustedes han planteado como el fin a las AFP o la condonación del CAE?
—Eso podría lograr que hiciera mayoría y que le fuera súper bien en la elección. Insisto esta no es una cuestión que nos tiene que decir a nosotros, tiene que decirle a Chile. No somos los protagonistas, yo no pasé a la segunda vuelta y ahí yo no me pierdo. Tampoco somos indiferentes, nos juntamos y dijimos esto es lo que pensamos. Pero nos quieren decir que somos los responsables de lo que pase en segunda vuelta y no po’, la responsabilidad está en ellos. La Nueva Mayoría, teniendo toda la institución que tiene, siendo de gobierno, llevó dos candidatos porque no se pudo poner de acuerdo. Hoy día tiene peleas internas cada vez que Alejandro Guillier dice algo, adentro mismo lo salen a bombardear. Ni siquiera nosotros, ellos. No digo que a nosotros nunca nos pasó nada, obviamente hay crisis y discusiones, pero hoy día estamos más fuertes que nunca.
—Si logran conquistar los votos de esa gente, ¿también conquistarán el tuyo?
—Bueno jaja, estamos en un proceso de reflexión. Pero para mí lo que planteamos es importante. Yo me distancio tanto de Piñera, porque quiero que Chile sea mejor y que las personas tengan las mismas oportunidades que tuve yo o que tiene tanta gente, que se reparta mejor la plata, que seamos capaces de tomar nuestras decisiones. Este proceso de reflexión es porque quiero empujar hacia allá.ontenido”
Fuente: Latinoamérica Exhuberante
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