domingo, diciembre 22, 2024
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El Salvador: Comandancia del FMLN da un Paso al Costado

por Sergio Arauz.

Histórico. Tras sufrir el peor fracaso electoral de su vida democrática y perder un millón de votantes, el colectivo de excomandantes que lideró a la exguerrilla en los ochenta y tomó las principales decisiones del partido en la posguerra ha anunciado su retiro.

Los 14 veteranos y más influyentes miembros de la Comisión Política del FMLN, principal organismo de dirección del partido de gobierno, no podrán reelegirse en las próximas elecciones internas, previstas para el primer semestre de este año, según el comunicado emitido este día.

Tres días después de las elecciones presidenciales, un descompuesto Medardo González, secretario general, leyó el comunicado de siete párrafos con siete enunciados. El principal acuerdo es solicitarse a sí mismos que no se postulen a ningún cargo en las internas de este año.

Conocido como «comandante Milton Méndez», su seudónimo en las Fuerzas Populares de Liberación, González ha sido hasta ahora el segundo en la línea de sucesión de la otrora guerrilla, justo detrás de Salvador Sánchez Cerén, actual presidente de la República.

Tras 15 años como jefe partidario, ganó sus primeras elecciones internas en 2004 y se reeligió -sin competencia interna- en el cargo dos veces más. Su peso en el partido era tan fuerte que estuvo considerado como un presidenciable, por encima del exalcalde Nayib Bukele, antes de que el partido expulsara a su estrella díscola y que este lograra su candidatura con Gana.

Entre los méritos de González estuvo haber llevado al FMLN hasta la presidencia con un candidato foráneo en 2009 (Mauricio Funes); pero su fracaso es haber encajado las peores votaciones en la historia democrática del partido. En las recién culminadas presidenciales perdió casi un millón de votantes; en 2018 bajó su voto duro y retrocedió en número de diputados al obtener solo 23.

En síntesis, bajo su mando, el FMLN conquistó el Ejecutivo, pero también lo perdió de manera humillante tras la irrupción de Bukele, el exalcalde nacido en sus filas y que ha relegado al Frente a un tercer puesto, incluso por debajo de Arena, su eterno rival.

El domingo 3, luego de que se conocieran los resultados electorales, el candidato Hugo Martínez y su compañera de fórmula, Karina Sosa, comparecieron solos para asimilar el duro golpe de la derrota. Tres días más tarde, un escueto González, que no permitió preguntas a la prensa, leyó su nombre y el de 13 excomandantes que se han autoexpulsado de cualquier cargo de dirección.

González los nombró en el siguiente orden: Norma Guevara, dirigente histórica del Partido Comunista Salvadoreña y exjefa de la bancada legislativa; José Luis Merino, veterano jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL), brazo armado del Partido Comunista de El Salvador (PCS), comisionado para la inversión de la Presidencia y encargado del consorcio de empresas Alba; Zoila Quijada, exdiputada y encargada del registro de militantes; Lorena Peña, expresidenta de la Asamblea Legislativa y dirigente histórica de las FPL; Violeta Menjívar, ministra de Salud y exsecretaria adjunta del partido; Santiago Flores, exvicepresidente de la Asamblea y dirigente del extinto PCS; Sigfrido Reyes, cuestionado expresidente de la Asamblea legislativa asociado al grupo Alba; Manuel Melgar, excomandante del PRTC, exministro de Seguridad del gobierno de Funes y actual secretario privado de la Presidencia; Lourdes Palacios, subsecretaria de Transparencia de este gobierno; Nidia Díaz, excomandante del PRTC, firmante de la paz y actual jefa de bancada; Gerson Martínez, excomandante de las FPL, exministro de Obras Públicas y precandidato presidencial; Óscar Ortiz, vicepresidente del país y dirigente que disputó el control del partido en 2004; y Salvador Sánchez Cerén, presidente del país y dirigente histórico de las FPL.

El anuncio de la Comisión Política ocurre un día después de que emitieran un primer comunicado en el que aceptaban los resultados y decían aceptar la misión que les había otorgado la población para ser una «oposición consecuente».

En público, dirigentes como Nidia Díaz llegaron a decir que el resultado electoral ocurrió porque los beneficiarios de los programas sociales de los dos gobiernos del FMLN no salieron a votar. Norma Guevara, segunda al mando, había renegado de la autocrítica en sus declaraciones en una entrevista a Canal Doce. “Nosotros somos más que votos”, respondió en referencia a los casi 400 mil votos recibidos horas antes del comunicado.

Ahora los principales dirigentes y responsables del partido asumieron su responsabilidad por la derrota.

“La comisión Política del FMLN asume la responsabilidad de los resultados electorales y es consciente de la realizar un examen detallado de las nuevas realidades políticas sociales”, dice el segundo punto.

En este mismo párrafo, la Comisión Política reconoce la “necesidad de realizar cambios en los organismos de dirección” del partido.

El vicepresidente Óscar Ortiz, que asumió la conducción del Ejecutivo tras la derrota electoral de 2018 (en una maniobra que coincidió con la postulación de Hugo Martínez a la carrera por la candidatura presidencial, y abrió el debate para una disputa en la coordinación del Frente en las internas de 2020), había dicho en Twitter que el FMLN «necesita» una profunda reingeniería. «Desde la firma de la paz y su nacimiento como partido, nunca antes como hoy es necesaria la renovación a fondo y a todo nivel. Debemos fortalecer valores, principios y visión para responder al futuro».

Ortiz se perfilaba como un sucesor en la conducción del partido, pero los resultados de las presidenciales lo han dejado también a él fuera de la contienda.

Según el vicepresidente, que no estuvo en la declaración a la prensa, el proceso de elegir nuevas internas pasa por abrir el padrón para garantizar elecciones transparentes.

«En lo personal no tengo interés en ningún cargo, más allá de lo que se ha dicho ahora. Y no tiene que ver con la declaración que hicieron ahora los miembros de la dirección del partido,” comentó. “No he tenido ninguna comunicación con los miembros de la CP y menos con el secretario general”, dijo a El Faro en la tarde del miércoles 6.

En Twitter escribió:

«Mi mayor interés es enderezar el barco y en esto pondré mi experiencia, liderazgo y capacidad, para que un nuevo contingente asuma con una visión renovada».

Los comandantes se… van

El comunicado que anuncia la eventual dimisión de la comandancia del FMLN fue leído minutos después de que el excandidato presidencial Hugo Martínez pidiera a través de su cuenta de Twitter un cambio en el rumbo del partido y adelantar las elecciones internas. También ocurre tras dos días de intensos debates internos de los dirigentes.

En diciembre, Martínez ya había declarado a El Faro Radio que se miraba a sí mismo para relevar a los liderazgos del partido. «Sí me estoy viendo como una persona que quiere liderar ese proceso ahora mismo, desde ahora mismo, pero tampoco tengo complejo de mesías como el que pudieran tener otros candidatos.

El proceso en el FMLN siempre fue y siempre debe ser una construcción colectiva. Yo soy una persona que puede contribuir, pero no soy la única. Hay más personas ahí que pueden contribuir y espero que lo hagan en el momento que sea necesario», dijo.

El anuncio de la actual dirigencia abre la posibilidad para un nuevo FMLN o, por el contrario, para una batalla por la lucha del control partidario bajo la mirada de un solo pensamiento político. El partido atravesó desde 1997 hasta 2004 un período de enfrentamientos internos en el que se debatía si debían ser un cuerpo plural o no.

Hasta 2004, todavía existían dos corrientes de pensamiento: los «reformistas» liderados por Óscar Ortiz, y otra liderada por Medardo González, José Luis Merino y otro grupo de comandantes que se hacían llamar la “Corriente Revolucionaria Socialista (CRS)” y que se convirtieron en el pensamiento hegemónico.

Finalmente, en 2004, el sector más conservador logró expulsar a los reformistas en un intento de uniformar el pensamiento y eliminar la disidencia. El pluralismo, se entiende, es una enfermedad del pasado en el FMLN. Desde entonces, el FMLN mantuvo como principio evitar la pluralidad. Así lo reconoció José Luis Merino, uno de sus principales ideólogos, tras la muerte de Schafik Hándal.

En 2015, el FMLN todavía pujaba por esta línea de pensamiento. En un documento aprobado por el Congreso del FMLN de 2015, el partido establece que “un elemento esencial del fortalecimiento ideológico y político del FMLN es erradicar de sus filas cualquier vestigio de la ideas reformistas, derrotistas y claudicantes”. Ideas, dice el documento, que plantean “la renuncia explícita a las identidades, objetivos, valores y principios históricos de la izquierda”.

El anuncio de la cúpula también plantea una duda sobre un grupo de dirigentes que han controlado al partido, y al gobierno, al margen de la Comisió Política. Desde antes del triunfo en 2009, la mayoría de decisiones del gobierno y del partido las asumió un colectivo de dirigentes que se reunían semanalmente en la Residencia Presidencial.

Este colectivo está conformado principalmente por Salvador Sánchez Cerén, Medardo González, José Luis Merino, Norma Guevara, Lorena Peña y Roberto Lorenzana, actual secretario de comunicaciones de la Presidencia de la República. Lorenzana es el único de los dirigentes que no está en la lista de comandantes que se autoexcluiran de participar en las próximas internas.

Estas seis personas que se constituyeron como «el colectivo» se encargaron de elegir a los candidatos presidenciales de 2009 y 2014, definir una cuestionada alianza con Gana, declarar como adversario a la Sala de lo Constitucional, cuestionar los señalamientos de corrupción contra Mauricio Funes y amagar con buscar la relección del exfiscal Luis Martínez, condenado y enviado a prisión por revelar escuchas telefónicas.

Estre grupo se consolidó al final de su primera gestión en el gobierno, 2009-2014, que ganaron de la mano de Mauricio Funes y una promesa de cambio.

El partido prometió corregir el rumbo en que el partido Arena llevaba al país; sanear las finanzas estatales; transparentar la administración pública, lograr un país seguro y aumentar significativamente la inversión en educación.

Tras casi diez años, sus detractores le reclamana haber gobernado como Arena e incluso hay dirigentes que aceptan que usaron el «pragmatismo» para encontrar gobernabilidad.

Por ejemplo, una de las decisiones que marcaron a esta dirección fue su alianza con Gana, el partido que sirvió de vehículo para el presidente electo, Nayib Bukele. Desde 2009, y hasta la fecha, la agenda legislativa fue marcada por el binomio de partidos FMLN-Gana, pero en el que también participan dos diputados del PCN, Reynaldo Cardoza y Francisco Merino.

El primero, se libró del primer juicio de enriquecimiento ilícito de la historia reciente del país, pero enfrenta un juicio de extinción de dominio. El segundo es el hombre más rico del pleno, un diputado que inició su carrera en la constituyente de 1982.

Luego de las elecciones de 2015, el partido de gobierno dio sus votos para un acuerdo legislativo que llevó a Guillermo Gallegos, diputado de Gana, a ocupar la presidencia de Asamblea Legislativa.

El FMLN lideró una alianza legislativa que dio sus votos para aprobar una cuestionada ley de probidad -declarada inconstitucional-; unas reformas que debilitaban la ley de extinción de dominio y que fueron frenadas por la Sala; presupuestos de los primeros dos años de gobierno -que según la Sala estaban desfinanciados y con excesos como el costeo de seguros médicos privados para funcionarios y jefaturas del aparato estatal- y el nombramiento de los magistrados de la Corte de Cuentas.

En este mismo tiempo, el partido fichó a Bukele y lo convirtió en su alcalde estrella. Lo expulsó en 2017 acusándolo de expresiones de violencia contra la mujer y por fomentar la división interna, luego de que Bukele hiciera públicas sus intenciones de buscar la presidencia.

En el gobierno, una de sus principales pecados fue el uso discrecional de millones de dólares de la partida secreta, luego llamada partida de gastos reservados, y el pago de sobresueldos a sus funcionarios. Prácticas heredadas de los gobiernos de Arena que, lejos de extinguirse, continuaron en sus dos administraciones.

Al igual que su adversario histórico, Arena, el primer gobierno del FMLN pactó en secreto con las pandillas para reducir los homicidios. Luego, en 2014 no solo discutió un pacto electoral secreto durante la campaña de las presidenciales, sino que sostuvo más reuniones con la cúpula nacional en libertad de la Mara Salvatrucha y el Barrio 18, en las que llegó a prometer ayudas millonarias a los pandilleros.

Hoy, el FMLN abre un proceso de debate interno del que surgirán las bases para una competencia todavía incierta. La generación que hizo la guerra y firmó la paz, hereda a su militancia joven un partido al borde de la irrelevancia.

¿Volverá el reformismo?

Entre 1994 y 2001, los efemelenistas reconocían como institucionales a la Corriente Revolucionaria Socialista, que fundó Schafik Hándal y que agrupaba principalmente a los dirigentes del Partido Comunista, aunque a ella se adhirieron dirigentes de las FPL como Salvador Sánchez Cerén y Medardo González; la Corriente Renovadora, dirigida por Facundo Guardado, también dirigente de las FPL; la Corriente Tercerista, liderada por Gerson Martínez, en la que también puede incluirse a la que ahora es secretaria adjunta del FMLN, Violeta Menjívar, ambos de las FPL, y existía la Tendencia Revolucionaria, liderada por Dagoberto Gutiérrez, del Partido Comunista.

Tras la derrota de su segunda contienda presidencial, en 1999, el partido empezó las pugnas internas. El 19 de noviembre de 2001, el FMLN comenzó debatir sobre su identidad y los conflictos provocados por las tendencias. En ese momento, Gerson Martínez aparecía presentado en los periódicos como el candidato “tercerista” al cargo de coordinador general efemelenista y su discurso estaba centrado en erradicar las tendencias.

“La onda grupera ha entrado en crisis”, declaraba Martínez, al ironizar sobre la propuesta de la Corriente Revolucionaria Socialista, cuyo candidato era Salvador Sánchez Cerén, que consistía en la eliminación gradual de las tendencias y resolver los debates a partir de la postura votada por mayoría.

En esos días, el partido de izquierdas comenzó una ola de expulsiones. Una de las más memorables es la de Facundo Guardado, el último efemelenista no perteneciente a la CRS que ocupó el cargo de coordinador general. Guardado fue expulsado en octubre de 2001 por una denuncia de militantes de la CRS, que reclamaba que este se había quedado en el cargo de coordinador general del FMLN más del tiempo establecido.

Guardado fue conocido como el máximo representante del movimiento Renovador y sus detractores pujaron porque dejará el cargo. En junio de 2001, un tribunal de honor no institucional lo expulsó. El movimiento Renovador desapareció, pese a ser una de las cuatro tendencias que el FMLN reconoció en sus primeros estatutos.

Como una especie de árbitro de confianza, llegó al cargo de coordinador general interino Fabio Castillo, quien sustiyó a Guardado y ocupó el puesto casi dos meses. Las primeras elecciones internas estaban previstas para el 25 de noviembre de 2001, cuando fue nombrado Sánchez Cerén.

Después vino una serie de reformas con las que nació la votación secreta y directa para elegir candidatos a cargos internos y a cargos públicos. En 2003, el entonces alcalde de Santa Tecla encabezó el llamado movimiento reformista del FMLN y se convirtió en el único obstáculo del líder más promiente del partido, Schafik Hándal, quien tuvo que competir por la postulación presidencial del partido de cara a las presidenciales de 2004.

Tras unas reñidas elecciones internas, Hándal se alzó con la victoria en julio de ese año y un año después perdió las elecciones presidenciales con 400 mil votos menos que el ganador, Tony Saca. Para esa campaña interna, la última registrada en el partido de cara a una competencia por la candidatura presidencia, Ortiz logró el apoyo de Hugo Martínez, el hoy derrotado candidato presidencial.

En 2004, Medardo González se hizo con el control del partido, y desde entonces los cargos dirigenciales y las candidaturas a cargos de elección popular se resolvían casi siempre por la Comisión Política, quien proponía los nombres, que luego votaba la Convención Nacional.

Fuente: El Faro

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