Otra vez más la codicia de la raza humana aparece como la principal causante de un daño en el mundo animal. El rinoceronte blanco está en el límite de su extinción tras la muerte de Suni, uno de los siete ejemplares que quedaban en el mundo pues las posibilidades de supervivencia de esta especie, azotada por la caza furtiva, son casi inexistentes. Más aún, sus posibilidades de reproducción son escasas si se considera que sólo uno de los seis animales que quedan en todo el planeta es macho.
Suni tenía 34 años y era el primer rinoceronte blanco del norte nacido en cautiverio en el zoológico Dvur Kralove, en la República Checa, pero desde 2009 vivía en el parque de conservación Ol Pejeta, en Kenia, junto a otro macho y dos hembras.
Los encargados del parque lo encontraron muerto y aunque los veterinarios no han aclarado las causas descartaron que fuera víctima de la caza furtiva, una práctica que está acabando con la población de rinocerontes y elefantes en el continente africano.
A pesar de que Suni no fue asesinado para conseguir sus valiosos cuernos, el hombre ha tenido un triste protagonismo en la actual situación de la especie: miles de rinocerontes han muerto en los últimos años debido a las cualidades curativas y sexuales que se atribuyen a las pócimas hechas con este material.
El director del parque de conservación, Richard Vigne, es pesimista con relación al tema. «Ahora hay pocas esperanzas de salvar al rinoceronte blanco del norte como especie, a pesar de las nuevas técnicas genéticas que pueden ayudar a rescatarlo en un futuro», declaró.
Y advirtió que siendo realistas la especie se sitúa en el borde de la extinción completa.
«Un lamentable testimonio de la codicia de la raza humana», concluyó.