La derecha logró rechazar la propuesta de la Presidenta Michelle Bachelet de nombrar a Enrique Rajevic como Contralor General de la Republica. Y lo hizo con las mismas artimañas de siempre: con el ocultamiento y deformación de la realidad y de teorías que no le convengan.
En este caso, la estrategia discursiva relacionó la cuestión de la independencia, de la ecuanimidad e imparcialidad a lo que se conoce como la ‘Perspectiva libre de Valor’.
Esta perspectiva plantea entonces que aquel que aspire a desarrollar un trabajo con independencia política, debe como condición sine qua non, desprenderse de todas sus creencias, valores, tradición, adhesión política o ideológica para de ese modo lograr ecuanimidad en sus juicios, independencia y capacidad analítica para evitar parcialidad o posturas tendenciosas.
Esto fue lo que desplego la derecha en el senado, la independencia desde la pureza de la perspectiva libre de valor, como la acuñara Max Weber.
De esto hizo gala sagaz e histriónicamente el senador Hernán Larraín, quien se despojo de su respeto profesional y cariño personal para rechazar a un contaminado Rajevic que tiene una posición política distinta a la que Larraín defiende.
Sin embargo, si bien esta perspectiva existe y a ella se adhieren intelectuales y políticos liberales para desarrollar su ejercicio profesional, se le plantean fuertes críticas por su aparente carácter ideológico (en el sentido crítico como definiera Marx a este concepto de ideología, esto es, como encubrimiento y deformación de la realidad para ocultar las contradicciones que cruzan a la sociedad capitalista).
Es por ello que se hace necesario descorrer el velo sobre estas artimañas de la derecha que apela sólo a una forma de ver la independencia, que se aprecia como una forma autoritaria, absoluta, restringida y sesgada. Lo cierto es que hay al menos otra influyente perspectiva en el trabajo intelectual y político que plantea que la independencia se puede lograr desde una perspectiva conocida como ‘Partisana’.
Esta perspectiva sostiene que es posible el trabajo analítico, por lo tanto, no tendencioso, teniendo una posición en la vida y al hacerlo, ser capaz de describir y revelar las posiciones contrarias tan bien y en forma tan justa como la propia.
Se trata entonces de ser capaz de juzgar aquello parcial, tendencioso, ilegal e injusto sin desprenderse de la propia formación que la persona haya tenido, ya sea, por su historia religiosa, política o ideológica.
La independencia sería posible a través de esta perspectiva, la cual no existe para la derecha o la niega o esconde, pues la perspectiva partisana proviene de un pensamiento crítico, más bien de una perspectiva de clases contradictoria a esa del gran capital que defiende la derecha.
Cierto es que la perspectiva de la derecha hegemonizó la discusión en el senado, impuso el rechazo a Rajevic, pero la Nueva Mayoría no pudo develar las artimañas ideológicas y perdió en la votación final. De lo que no pudo hacer el conglomerado de gobierno, no tiene culpa la derecha.
La perspectiva partisana nunca apareció nítidamente en el debate. La perspectiva libre de valor permitió a los conservadores aparecer como los paladines de la independencia, mientras que su contraparte oficialista no desplegó a la Partisana para disputar las premisas de la derecha.
Esto está en el fondo de la derrota política de la Nueva Mayoría. Un contralor puede tener posición política y a la vez ser independiente. Si esto no fuera así, Felipe Bulnes no podría ser agente del estado chileno en la Haya pues no comparte el mismo pensamiento político de la Presidenta y del Canciller, no gozaría de su confianza, cono Rajevic respecto a la derecha.
Pero aquí la clase dominante defendería y usaría por cierto la perspectiva partisana, pues Bulnes sería independiente y un gran agente en la corte por su calidad profesional y su intachable conducta ética, sin importar su origen de clases y militancia derechista.
Como dijera Marx, la acción ideológica de la derecha encubre la realidad para preservar su poder y reproducir su hegemonía de clases, la tarea de quienes nos oponemos a esta política del simulacro es practicar la perspectiva partisana para develar los subterfugios de los dueños del capital.
(*) Doctor de Filosofía, en Sociología, por la University of Wollongong, New South Wales, Australia