por Enrique Ceppi.
No se trata de una crisis entre el Ministerio Público y Carabineros de Chile. Lo que estamos presenciando es la crisis de la mayor institución policial del país. La policía uniformada no ha salido del escándalo “Pacogate” y es descubierta falsificando pruebas en la llamada Operación Huracán. Ni el gobierno saliente, ni el gobierno entrante, han querido ponerle el cascabel al gato y, por ahora, dejan seguir el curso de los acontecimiento.
Nadie asume una responsabilidad política como si el país, el Estado y las instituciones se gobernaran por autocontrol. El lema “dejar que las instituciones funcionen” es lo mismo que “dejar que los poderes fácticos operen”.
La principal fuerza policial de nuestro país ha entrado en una crisis preocupante para la ciudadanía. De ser una institución respetada y confiable en su labor de prevención del delito ha derivado a ser una fuente de escándalos y fraudes que, incluso, avergüenzan a la gran mayoría de sus integrantes. Para los chilenos era un orgullo contar con una policía uniformada que se destacaba en la región por honestidad y confiabilidad.
Aunque Carabineros estuvo involucrado en la represión y las sistemáticas violaciones a los derechos humanos durante la dictadura de Pinochet, con el retorno a la democracia y el cambio de su dependencia jerárquica al Ministerio del Interior, se esperaba que la institución se concentrara en su labor policial dentro del marco de la ley.
Pero la realidad ha sido otra. Los gobiernos democráticos, además de utilizar los efectivos de Carabineros como una fuerza de combate en la represión a los movimientos mapuches, no hicieron nada para reformar la doctrina militarista y los resabios del pinochetismo en sus filas.
La cultura del secreto y el corporativismo, la autonomía y aislamiento con respecto a las instituciones republicanas, han permitido que en su seno se aniden y desarrollen, por ejemplo, mafias corruptas como los altos mandos del escalafón de Intendencia (Pacogate) o los privilegios de los oficiales Consejeros de la Mutualidad de Carabineros o las acciones ilegales de la Dirección Nacional de Inteligencia encabezadas por el General Gonzalo Blu.
Si se puede hablar de una gota que rebalsó el vaso ese es el Pacogate, cuando en marzo del año pasado se destapó el robo sistemático y prolongado de dinero para sueldos por parte de
los altos oficiales de Intendencia. La campaña para la elección presidencial ya estaba en marcha y se suponía que el tema tendría que ser abordado por los diferentes candidatos y las fuerzas políticas que los respaldaban.
Ni a la derecha, ni a la centro-izquierda, le venía bien el escándalo al interior de la policía uniformada. Para los primeros significaba que su discurso de combatir la delincuencia con más carabineros perdía credibilidad.
Para la Nueva Mayoría (exConcertación) y el gobierno Bachelet significaba hacerse responsable de su incapacidad para dirigir y controlar el cuerpo de carabineros. A medida que pasan los meses y se abren nuevos frentes, como el caso falso-espionaje-de-celulares, la centro-izquierda se ve en toda su desnudez. Nadie asume ninguna responsabilidad política y confirma en el mando de la institución al general Bruno Villalobos, bajo cuyas narices se robaron más de 26 mil millones de pesos.
¿Qué dijeron los candidatos presidenciales?
El candidato Alejandro Guillier, además de no mencionar a Carabineros de Chile en su programa de gobierno, con ocasión del debate televisivo previo al balotaje, reiteró la idea predominante en la exConcertación. Al referirse al Pacogate expresó su confianza en el mando de Carabineros para realizar la investigación de lo sucedido. Sus palabras fueron:
“Hay que ser extremadamente prudente en qué se está investigando. El propio mando lo está haciendo y yo confío en que se está haciendo bien”. En esa misma oportunidad reiteró la frase hecha con la cual la élite política da respuesta al escándalo: proponer reformas al sistema de fiscalización de Carabineros para que, además de los controles internos, existan controles externos.
Para ver un enfoque diferente y la búsqueda de ir a las raíces de los problemas de seguridad pública y del papel que debe jugar Carabineros de Chile hay que ir a los programas de gobierno propuestos por candidatos de izquierda.
El programa de la candidata del Frente Amplio, Beatriz Sánchez Muñoz, es el que hace un mayor número de menciones de Carabineros. Empieza destacando el rol clave que cumple esta fuerza policial en la prevención del delito y las violencias, pero destaca de entrada tres grandes problemas: la diversidad de tareas que hoy asume, la falta de especialización para las más importantes de ellas, y la inequitativa distribución de recursos que dejan a los barrios que más lo necesitan sin una presencia policial mínima.
El proyecto del FA se propone fortalecer y modernizar Carabineros de Chile, en el sentido de fortalecer las políticas de seguridad, definir el traslado de la dependencia de Carabineros a un nuevo órgano intersectorial que gestione las políticas de seguridad, con rendición de cuentas y supervisión democrática.
Muy en concreto, el FA plantea que un buen desempeño preventivo del delito requiere profesionalizar la gestión en las comisarías y descentralizar la toma de decisiones. Para ello, dice, se debe contar con un comisario cuya labor sea especializada en atención y servicio a la comunidad, planificación y gestión del trabajo preventivo.
Además, plantea la necesidad de establecer delimitaciones claras para las policías sobre tipos de delitos a ser investigados por cada una (PDI destinada a delitos complejos y Carabineros a delitos habituales).
Por otra parte, para alcanzar una mayor profesionalización, señala el programa, es necesario avanzar hacia unificar la formación inicial y los escalafones de Carabineros, promoviendo así que los ascensos respondan al mérito y las capacidades de cada uno. El FA propone dar un nuevo significado al trabajo del carabinero como servidor público, que se debe a su comunidad, la valora y la respeta.
Por último, también menciona el programa del FA la necesidad de mejorar drásticamente las condiciones laborales de los carabineros de calle, reduciendo sus jornadas y estableciendo sistemas de rotaciones para disminuir el estrés laboral y hacer más improbables redes de corrupción.
Por su parte, la derecha abiertamente pinochetista, representada en esa oportunidad por el candidato José Antonio Kast Rist, expresaba con claridad la satisfacción de esos sectores con
la actual institucionalidad de Carabineros de Chile. En su programa de gobierno decía que entregaba “un respaldo incondicional” a dicha institución. El resto de sus menciones estaban referidas a aumentar su presupuesto y mejorar las remuneraciones de las policías.
En particular propuso un Plan 7+7, es decir, aumentar su presupuesto en un 7%, adicional a los incrementos en curso y un aumento suplementario de 7% en la remuneración de los funcionarios de dichos servicios.
En cambio, el candidato de la derecha empresarial, Sebastián Piñera Echeñique, se ve obligado a abordar en su programa la necesidad de un cambio en las fuerzas de policía, dice en forma textual “fortalecer nuestras policías y modernizar la institucionalidad de la seguridad pública”.
Ahora bien, ¿qué entiende Piñera por fortalecer y modernizar? Su programa de gobierno enumera una serie de medidas entre las cuales podemos destacar las siguientes:
– Modernizar los sistemas de auditoría,
– Establecer una auditoría financiera contable externa e implementar un nuevo sistema para denuncias de conductas indebidas,
– Radicar las funciones administrativas en personal civil,
– Redefinir facultades y atribuciones y rediseñar estructuras de formación,
– Introducir indicadores de gestión que estén directamente relacionados con prevenir delitos y resolver crímenes,
– Incorporar a los gobiernos locales en un trabajo conjunto de prevención del delito,
– Introducir cambios legales para que las municipalidades puedan asumir funciones en el área de tránsito, emergencias y faltas relacionadas con las incivilidades,
– Asignar a las municipalidades un rol fundamental en materia de seguridad pública,
Como títulos, frases e intenciones parecen apuntar en una dirección adecuada aunque habrá que ver su materialización en detalle.
Ahora que Piñera Echeñique asumirá la Presidencia del país tendrá la oportunidad para hacer la reforma y modernización de Carabineros de Chile. Es de esperar que se desarrolle un debate parlamentario serio sobre el problema. Como decía Santiago Escobar en estas páginas (PP 764), el nuevo gobierno debe asumir los tres aspectos de la crisis de la policía uniformada:
– la presencia de crimen organizado interna (Pacogate);
– un funcionamiento operativo contaminado en la legalidad de sus procedimientos; y
– un grado de autonomía y corporativización respecto del poder civil, inexplicable en una República.
No cabe duda que los ejes de la reforma de Carabineros deben ir en el sentido de incrementar sus vínculos con la comunidad y la civilidad, restándole militarismo y fortaleciendo una doctrina de servicio público. No basta con mejorar la gestión, es urgente modernizar la estructura de control interno, donde deben jugar un papel importante las autoridades comunales y regionales, representativas de la comunidad.
No es posible abordar los problemas de seguridad y combate a la delincuencia aumentando los efectivos de las policías. El gigantismo alcanzado por Carabineros de Chile hace
inmanejable la institución y presa fácil para la corrupción o las violaciones a los derechos ciudadanos.
Fuente: Primera Piedra