Es cierto. El precio del cobre lleva un ciclo a la baja. Eso reduce los ingresos del Codelco y, en consecuencia, del Fisco. Sin embargo, ciertas miradas indican que no se trata de que no haya un “puto peso”, sino que falta es sensibilidad.
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Pero ¿qué tanto bajan las multimillonarias ganancias de las trasnacionales del cobre? ¿Se ha reducido o terminado el “aporte” del 10% de los dineros de ventas del cobre a las Fuerzas Armadas? ¿Se han reducido los millonarios sueldos de los directivos de Codelco?
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¿Cuál es la baja de las grandes empresas privadas que tercerizan y ganan en el mercado de la explotación del cobre? ¿Ha dejado de ganar suculentas sumas Soquimich en el negocio minero y del litio?
Si se mueven los ojos a otros ámbitos de las finanzas en el país, empresas coludidas que engañaron/estafaron a millones de ciudadanos -clientes/usuarios/consumidores, en otras jergas- ¿se están quedando sin un puto peso? ¿Penta o Soquimich andan sin un puto peso en los bolsillos?
A propósito de las multitudinarias manifestaciones ciudadanas, ¿no hay un puto peso en las arcas financieras de los grupos monopólicos que controlan las AFP y “administran” las platas de trabajadores y empleados?
¿Y cómo anda la industria de la salud privada; sin un mísero peso?
¿No tienen un puto peso las familias Luksic, Piñera, Matte, Paulmann, Saieh, Ponce Lerou, Solari, Angelini, que juntas, más otras, tienen una riqueza de más de 40 mil millones de dólares?
Esos oficiales y suboficiales del Ejército que fueron a jugar millones a un casino con platas que provinieron de Codelco, ¿andaban sin un puto peso?
Al final del día, ¿no hay un puto peso para quién o para qué?
Todo indica que no lo hay para el reajuste de los empleados fiscales, para financiar la educación, para construir hospitales, para tener profesionales y funcionarios bien pagados en el Sename, para elevar el salario mínimo, para tener pensiones dignas y viviendas adecuadas.
Para eso no hay un puto peso.
Entonces surge la exclamación -parafraseando el lenguaje del presidente de Codelco-:
¡Puta la weá!
Mayor es la reacción cuando se sabe, por lo que se dice, que no quieren gastar los pesos de los “fondos soberanos” del país, moderadamente incluso, no más de 2 mil millones de dólares (menos del 10% de la olla de las familias más ricas del país), para solventar gastos sociales, para que haya al menos algunos pesos para atender necesidades prioritarias para la gente, para financiar parte de unas reformas.
¿No será que ese dinero más que para ahorrar se destinó simplemente para guardarlo y presentar cifras azules en la estadística nacional de cara a los organismos financieros internacionales?
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Porque cuando se ahorra, es para tener cuando falta. Y si no hay un puto peso, ¿por qué no sacar algo, solo algo, de esos fondos que por lo demás son del país, es decir, del pueblo?
Que el ministro de Hacienda ironice criticando a quienes demandan soluciones con que no es “una cuestión de pedir y lograr”, ratifica que se reduce, se desprecia, se minimiza el argumento para que la gente tenga mejores ingresos, en un país donde el 50% de los asalariados ganan no más de 340 mil pesos al mes.
Ciertas miradas indican que no solo no hay un puto peso; parece que falta algo de puta sensibilidad.
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Además que análisis de destacados y prolijos economistas como Andrés Solimano, Hugo Fazio, Ricardo French-Davis, Manuel Riesco, sostienen la viabilidad de paliativos financieros y de mecanismos para encarar la indesmentible desaceleración económica y la baja de precios del cobre (que pone, de nueva cuenta, sobre la mesa la crisis de un modelo extractivista y dependiente de materias primas), de generar niveles de impuestos a las utilidades y aumentar presupuestos públicos que permitan tener dinero para solventar necesidades de la población, elevar las jubilaciones, subir el salario mínimo, invertir en educación y salud.
Lo dramático de esto es que para un enorme porcentaje de la población la expresión “no hay un puto peso”, es parte de su realidad hace muchísimos años.
Puta la weá.
Fuente: El Siglo
