por Marcela Espinoza Silva (*)
A propósito del episodio del prepotente Matías Pérez Cruz, presidente de Empresas Gasco S.A., me resulta necesario, a modo introductorio, recordar las prácticas antisindicales y los despidos arbitrarios que son parte del historial de la compañía.
El mismo día en que se votó la huelga, en diciembre de 2017, despidieron a 30 trabajadores y mantuvieron sin salario por tres meses. Tanto llegaron sus malas praxis, que la Dirección del Trabajo los demandó por prácticas antisindicales en febrero del 2018.
Todas acciones normales para quien suscribe la línea del plan laboral de la dictadura, que buscó destruir la organización sindical.
Ahora, la gran acción revolucionaria de twitter y de esta clase trabajadora postmoderna, será no comprar más en Gasco (hasta qué lancen una oferta) ¿Quién va a perder? ¿El prepotente o los trabajadores y trabajadoras? Con este sistema económico imperante la respuesta es clara. ¿No será entonces necesario qué la reflexión y la acción deba ir por otro camino?
Son estos momentos cuando no comprendo que no se tomasen acciones al emitirse los informes de la comisión investigadora de la Cámara de Diputados sobre la pérdida patrimonial del Estado en dictadura; no porque Empresas Gasco S.A. constase en esos documentos, sino por las privatizaciones, el cambio distributivo y la nueva estructura económica y social qué nos impusieron, basada principalmente en la apropiación indebida del patrimonio de todas y todos y que es defendido por el señor Pérez Cruz, este gobierno y muchos otros, que forman parte de la oligarquía empresarial chilena.
¿Saben por qué?
Porque minimizar el rol del Estado desde lo productivo hasta lo regulatorio sólo benefició a personas y grupos vinculados a la dictadura militar, tal cómo se ejemplifica en la publicación en El Mercurio:
“Con motivo de cumplirse cien años del nacimiento del ex presidente de la República, Capitán General, don Augusto Pinochet Ugarte (Q.E.P.D.). Lo recordamos con gratitud y acompañamos a su distinguida viuda y familiares con nuestras oraciones. Matías Pérez Cruz y familia”.
¿Y cómo no agradecerle?
Gracias al dictador, a los asesinos, torturadores y cómplices civiles, pudo chantajear al gobierno el año 2003, para que le entregase el 50% del financiamiento de los $1.248 millones, que se necesitaban para construir una nueva planta de gas licuado en Puerto Williams, para así no “afectar las tarifas”; cuando el Estado le había entregado, años atrás, una planta de propiedad de Enap, sin costo, para facilitar el funcionamiento a Empresas Gasco S.A., y así no perturbar a las personas de esa localidad (1).
También le alcanzó el agradecimiento, y su condición de clase, para maltratar a tres mujeres, que de seguro – cómo casi el 69,7% de los trabajadores y trabajadoras, que ganan menos de $500.000- solo buscaban disfrutar a lo que se les permite acceder en sus vacaciones: un poco de pasto a la orilla de un lago, llegando a pie.
Nuevamente surgen las diferencias ideológicas profundas, y qué están más vigentes que nunca. ¿De qué lado estaremos? ¿Seguiremos con las discusiones absurdas qué nos desvían de lo fundamental?
Tal cómo lo acordó el Partido Socialista de Chile en el XXXI Congreso Nacional “Aniceto Rodríguez Arenas”, necesitamos una Nueva Constitución, un Nuevo Pacto Social, Político, Cultural y Democrático de Derechos, junto a un Nuevo Código del Trabajo.
Acá pueblo de Chile, es donde hay que utilizar la energía qué tenemos, y acumular la fuerza suficiente para recuperar la esencia colectiva de nuestra patria.
(*). Vicepresidenta de la Mujer y Equidad de Género. Región de Valparaíso. Partido Socialista de Chile
Fuente: Primera Piedra
(1) Fuente: Presidente del Sindicato de Trabajadores de ENAP Magallanes, Alejandro Avendaño