En virtud de tesonera cruzada de la periodista Catalina Gaete, que por vía de la Ley de Trasparencia, logró que se levantara el secreto de las actas del Consejo Nacional de Seguridad, COSENA, en el periodo 1989-2012, hoy es posible conocer lo que sucedió el 27 de marzo de 1991, cuando el entonces comandante en Jefe del Ejército, Augusto Pinochet, ante un sorprendido y azorado Presidente Aylwin, desconoció el valor “histórico” y “jurídico” del informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación.
No sólo eso: rechazó además «la utilización político partidista del Informe y la amplia cobertura internacional que se está procurando darle, cuyos alcances pueden comprometer aspectos básicos de la seguridad interna y de la defensa externa de la República”.
El único ministro de Aylwin capaz de sacar la voz fue Carlos Ominami, a la sazón titular de la cartera de Economía; en todo caso un alegato muy débil, teniendo en cuenta la magnitud del desacato del ex dictador.
Y tras la paletada, nadie dijo nada.
Delicias de la transición.
Actas del Cosena: el día que Pinochet enfrentó a Aylwin por el informe Rettig
27 de marzo de 1991. El entonces Presidente de la República, Patricio Aylwin preside en la Sala de Audiencias del Palacio de La Moneda la octava reunión del Consejo de Seguridad Nacional, comúnmente conocido como Cosena.
Eran días complejos, imperaba un clima de tensión entre el gobierno y las Fuerzas Armadas alentado por las conclusiones del Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación, más conocido como Informe Rettig, que se habían dado a conocer unos meses antes.
La investigación concluyó que 2.279 personas perdieron la vida entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990, de las cuales 164 fueron clasificadas como víctimas de la violencia política y 2.115 como víctimas de violaciones a los derechos humanos. Además, la comisión proponía entonces una serie de medidas compensatorias para los familiares de las víctimas del régimen.
Ese día, Patricio Aylwin, propuso que el principal motivo del citado consejo sea escuchar la opinión de todas las instituciones presentes sobre el mencionado informe.
Estaba en juego el futuro de la frágil democracia y el entonces comandante en jefe de Ejército no facilitaba las cosas: ante los integrantes del Cosena, Pinochet hizo presente un enfurecido reclamo por los resultados del informe, negando la validez de sus conclusiones e incluso rechazando la posibilidad de pedir perdón.
T13 Semanal accedió al contenido del acta donde consta el registro de la tensa reunión del Cosena. El documento fue liberado tras una solicitud del Consejo de la Transparencia en 2015, luego de la petición de la periodista chilena, Catalina Gaete, que buscaba información para un proyecto de investigación. Después de una larga disputa con el Estado Mayor Conjunto, que incluso terminó en la Corte Suprema, fueron liberados 13 documentos del organismo.
«Este es uno de los casos más emblemáticos, donde cualquier ciudadano chileno puede solicitar información incluso del más alto nivel. Y reafirma la importancia de tener un órgano que resuelva qué es secreto y qué no”, cuenta Marcelo Drago, presidente del Consejo para la Transparencia sobre las actas cuyo contenido es revelado a continuación.
Ni validez histórica, ni jurídica
En la reunión convocada en La Moneda participaron además de Aylwin y Pinochet, el presidente del Senado, Gabriel Valdés; el entonces presidente de la Corte Suprema, Luis Maldonado; el Almirante Jorge Martínez Busch, comandante en Jefe de la Armada; el general Fernando Matthei, comandante en Jefe de la Fuerza Aérea; Rodolfo Stange, general director de Carabineros; el contralor Osvaldo Iturriaga Ruiz y los ministros Belisario Velasco (Interior), Enrique Silva Cimma (Relaciones Exteriores), Patricio Rojas (Defensa), Carlos Ominami (Economía) y el ministro de Hacienda, Alejandro Foxley.
La cita comienza con las palabras de Aylwin solicitando la opinión de los presentes respecto a las conclusiones del informe Rettig.
“Dentro del espíritu de lograr la mayor unidad nacional en torno a todas las materias que puedan controversias y división entre los chilenos, y teniendo presente que entre las funciones que la Constitución Política encomienda al Consejo de Seguridad Nacional, está la de asesorar al Presidente de la República en las materias a que se refiere la letra a) del artículo 90, he creído conveniente consultarlos sobre las consecuencias del informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, a fin de conocer las opiniones que los miembros de este Consejo crean oportuno exponer”, señaló Aylwin antes de otorgar la palabra.
Su intervención fue seguida por una consulta del almirante Martínez Busch sobre si las actas de la sesión serán públicas o reservadas.
“De acuerdo con el reglamento, las consultas que el Presidente de la República formule al Consejo, así como los debates e informes que ella genere, tendrán el carácter de reservado, a menos que el Presidente proponga lo contrario y así lo acuerde el Consejo”, dice Alywin.
A lo que Pinochet replica con una breve frase: “Hacerlo público”.
“Hablando muy francamente”, responde el Presidente Aylwin “algunas instituciones no han hecho públicos sus puntos de vista sobre el informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación, y han preferido esperar esta reunión para hacerlo ante este organismo, a fin de que quede en sus actas una constancia histórica de su planteamiento”.
Finalmente, se define que cada institución haría pública su posición y las actas se mantendrían en reserva. Antes de Pinochet, expusieron sus posiciones e informes el general director de Carabineros y el comandante en Jefe de la Armada.
Cuando recibe la palabra de Aylwin, Pinochet descarga su reclamo desde las primeras líneas de su exposición: “El Ejército de Chile, en aras del prestigio y dignidad elemental de la institución, manifiesta su fundamentada discrepancia con el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación y le niega tanto validez histórica como jurídica”, comienza Pinochet antes de defender el accionar de 1973.
“El Ejército junto a las demás instituciones de las Fuerzas Armadas y Carabineros fue llamado a intervenir en la más grave crisis institucional sufrida por el país en el presente siglo, como la última instancia frente a una seria amenaza a las bases mismas de la convivencia y la soberanía nacional, ellas cumplieron cabalmente su misión, derrotando la asonada totalitaria, reconstruyeron y modernizaron la economía del país, restablecieron la paz social y la democracia”, dice Pinochet en su intervención según el acta N° 8 del Cosena.
A renglón seguido, el entonces comandante en Jefe del Ejército dice que su institución “no ve razón alguna para pedir perdón por haber tomado parte en esta patriótica labor (…) una comisión formada por ciudadanos entre los cuales hay quienes ostentan por años una conocida animadversión hacia las Fuerzas Armadas y Carabineros y hacia su Gobierno, carece de la imparcialidad necesaria para erigirse en instancia capaz de determinar la verdad de hechos sometidos a su conocimiento y que envuelven un juzgamiento de la actuación de los hombres de armas”.
Además, critica el hecho de que el documento “haya basado su veredicto en testimonios unilaterales y en un análisis incompleto de circunstancias ponderadas fuera del contexto en que se presentaron, confirma el fundamento de las aprensiones que en su oportunidad presentó el Ejército a la opinión pública”.
Citas a Aylwin y Frei Montalva
En su discurso, el ex comandante en Jefe del Ejército fustiga, además, la relevancia a nivel internacional que generó el informe, que fue aplaudido por varios gobiernos de la época. Plantea que su difusión puede significar un riesgo para la seguridad del país.
“El Ejército rechaza la utilización político partidista del Informe y la amplia cobertura internacional que se está procurando darle, cuyos alcances pueden comprometer aspectos básicos de la seguridad interna y de la defensa externa de la República”.
Además, pone en tela de juicio parte de las conclusiones del informe, donde se rechaza que hubiese existido un estado de guerra en el país.
“El Ejército rechaza la conclusión de la referida comisión, en el sentido de que no hubo en el país un estado de guerra. Esa afirmación, señores, constituye una ofensa para los caídos en sus filas en esa guerra”.
Para defender su postura, Pinochet citó frases esgrimidas por el propio Aylwin y por el ex Presidente Eduardo Frei Montalva, quienes en 1973 apoyaron el golpe militar, pero al poco tiempo se convirtieron en opositores al régimen.
Pinochet afirmó que el 19 de octubre de ese año, Aylwin declaró en el extinguido diario ‘La Prensa’, que “la acción de las Fuerzas Armadas y del cuerpo de Carabineros no vino a ser sino una medida preventiva que se anticipó a un autogolpe de estado que, con la ayuda de las milicias armadas con enorme poder militar de que disponía el Gobierno y con la colaboración de no menos de 10 mil extranjeros que había en este país, pretendían o habrían consumado una dictadura comunista».
Para defender la existencia de un “estado de guerra”, Pinochet agrega que el 8 de noviembre de 1973, Frei Montalva menciona que “instaurado el Gobierno de la Unidad Popular convergieron hacia Chile varios miles de representantes de la extrema izquierda, de la guerrilla y de los movimientos de extrema izquierda revolucionarios de América (…) se había establecido así un Ejército paralelo”.
Defensa a los uniformados caídos
“El Ejército no puede arrogarse el derecho de perdonar a los agresores de las víctimas de sus filas”, dice en sus párrafos siguientes el acta sobre la alocución de Pinochet, defendiendo el rol de su institución y de los que llama sus “caídos”.
“Cada miembro o amigo de la familia afectada tiene en su corazón el recuerdo del peligro constante y del ataque artero de los victimarios y el de la forma como cayó su camarada, su padre, su esposo o su hijo. Pero si se puede la superioridad pedir a las familias de los caídos en el cumplimiento del deber, que por sí mismas pronuncien sus particulares actos de perdón, como una manera de contribuir a la genuina reconciliación”, señala antes de desconocer por completo que hayan existido apremios ilegítimos cometidos por el Ejército.
“El Ejército repudia la campaña para presentarlo haciendo objeto de castigos o apremios inhumanos a personas inocentes”, dijo Pinochet ante el Cosena, reconociendo es sí que “en la sucia guerra desatada por el extremismo pudieron darse situaciones indeseables e imprevisibles”.
Como conclusión, Pinochet culmina: “El Ejército de Chile declara solemnemente que no aceptará ser situado ante la ciudadanía en el banquillo de los acusados, por haber salvado la libertad y la soberanía de la Patria”.
“Menos aún, tolerará lo anterior cuando, entre quienes pretenden levantarse en jueces morales de sus hombres, están los principales responsables de la tragedia vivida, en su condición de máximos conductores de la Unidad Popular”, cierra el entonces comandante en Jefe del Ejército.
Tras su presentación, Pinochet entrega el texto al secretario del Cosena y acompaña, según las actas, un paquete con documentos de respaldo de su presentación.
La respuesta de Ominami
Las actas no reflejan, por razones obvias, el ambiente en que se desarrolló la sesión. Tras la intervención de Pinochet, hablaron brevemente el presidente de la Corte Suprema –quien se excusó pues el máximo tribunal aún no evacuaba su informe sobre la comisión Rettig- y Fernando Matthei, quien señaló que ya había hecho pública la opinión de su institución y que no volvería a hablar de aquello.
Tras las palabras de Matthei, el acta consigna que fue el ministro de Economía, Carlos Ominami, quien toma la palabra para contrarrestar la exposición de Pinochet.
“Constato la gran dificultad que tenemos todavía para ponernos de acuerdo en una visión compartida, acerca de un periodo tan complejo y tan convulsionado como el que nuestro país vivió desde finales de los años 60”, dice Ominami después de haber escuchado en silencio las posiciones de las diferentes ramas castrenses.
“En esta materia, como muchas veces se ha dicho, será finalmente la historia la que definitivamente resuelva”, dice antes de pedir que se hagan esfuerzos para una “reconciliación efectiva entre todos los chilenos”.
“Quiero decir Presidente, que no obstante de ser hijo de alguien que sufrió los rigores de las situaciones que estamos discutiendo aquí, y que fue Oficial de las Fuerzas Armadas, soy parte también de un sector del país que no entiende haber participado en guerra alguna, que entiende haber asumido su cuota de responsabilidad en la crisis institucional que el país conoció durante los años 70, que también hace suyo el dolor que muchos tienen por los miembros de las Fuerzas Armadas que cayeron durante estos años, y que espera que este mismo sentimiento, pueda anidarse en el corazón de los miembros de las Fuerzas Armadas”.
Antes de terminar la sesión, el presidente del Senado, Gabriel Valdés, quien había garantizado a disponibilidad del Congreso para avanzar en las materias legales necesarias para contribuir a la reconciliación nacional, lanza una última pregunta.
“¿Qué versión se va a dar de la sesión, ya que los periodistas están afuera?”.
“Yo creo que el secretario dará una versión breve de lo que pasó, es decir, que se dio a conocer la posición de las distintas instituciones”, dice Aylwin antes de levantar la sesión a las 17:35 horas.
Fuente: T13