Las torpezas, mentiras y chambonadas de este gobierno fundamentalistamente neoliberal se trasladaron a la 73° Asamblea General de la ONU, donde Piñera planteó la «necesidad de generar un desarrollo integral, inclusivo y sustentable», el mismo día en que se abstuvo de firmar el Tratado de Escazú, el cual viene impulsando Chile desde hace cuatro años.
El Presidente Sebastián Piñera, hizo uso de la palabra en la 73° Asamblea General de la ONU este jueves. En su discurso, resaltó la importancia de reducir la emisión de gases de efecto invernadero, y la necesidad de dar respuesta a los cambios climáticos que experimenta el planeta:
“Debemos definitivamente enfrentar estos problemas con una nueva actitud y superar la concepción de que el crecimiento económico y la protección del medio ambiente son dos objetivos incompatibles. De hecho, el crecimiento es y debe ser sostenible y sustentable, o simplemente no va a ser. Y debemos también abandonar esa cultura de lo desechable y volver a abrazar la cultura de lo reciclable”.
También expresó su preocupación por tomar medidas concretas que involucren a los gobernantes mundiales, además de comunicar las medidas que Chile está tomando al respecto:
“Este desafío involucra a todos los actores de la sociedad, porque para encauzar el esfuerzo colectivo y multisectorial, tenemos que comprometernos todos. Y a eso apunta la Ley Marco de Cambio Climático que estamos promoviendo a nuestro país, que nos va a permitir disminuir en un 30%, con respecto al año base, nuestras emisiones de gases de efecto invernadero hacia el año 2030”.
El problema es que lo dijo el mismo día en que, con ausencia de Chile, se firmó el Tratado de Escazú.
Adoptado el 4 de marzo en San José, Costa Rica, por representantes de 24 países, el tratado implementa el principio 10 de la Declaración de Río, adoptada en la Cumbre para la Tierra de 1992, al establecer salvaguardias para los derechos de acceso a la información, de participación pública y de acceso a la justicia en cuestiones medioambientales.
Según El Mercurio, la decisión se explica por el inminente fallo que el lunes la Corte Internacional de Justicia de La Haya emitirá sobre la demanda marítima presentada por Bolivia.
«El documento busca garantizar el acceso a la información, la participación pública y el acceso a la justicia en asuntos ambientales en la región. Así, toca, entre otros, aspectos como el derecho de las personas para conocer los antecedentes sobre estas materias que obren en poder de los Estados, y la protección de las personas que trabajen por la defensa de los derechos humanos en asuntos ambientales. Es, sin embargo, el artículo 19 del acuerdo el que despertó las alarmas en el Gobierno y llevó a la decisión de abstenerse de firmar. Dicho artículo plantea las fórmulas para la solución de eventuales controversias entre los Estados parte, y menciona dos posibles alternativas: el sometimiento de la controversia a la Corte de La Haya, o el arbitraje».
Agrega:
«En el Ejecutivo indican que se estimó inconveniente que Chile apareciera suscribiendo un texto que da nuevas opciones de jurisdicción a La Haya justo días antes de que se conozca la sentencia sobre la demanda boliviana y cuando en Chile ya se debate la adscripción al Pacto de Bogotá. Desde Cancillería señalaron que se están revisando una serie de puntos como los aspectos jurídicos, incluido lo relacionado con la solución de controversias.
En el caso del Acuerdo de Escazú, el texto abre la posibilidad de excluirse de la jurisdicción de ese tribunal y descartar que solo se aceptará como obligatorio el mecanismo de arbitraje. El Gobierno, sin embargo, descartó también esta opción al estimar que tampoco sería una buena señal hacia la Corte, ad portas del fallo».
El Mercurio admite que la medida no puede estar exenta de costos, considerando el papel jugado por Chile en todo el proceso que llevó al acuerdo.
«Aparecer «bajándose» a días de su firma puede repercutir negativamente en la imagen del país, plantean. Los mismos que se preguntan por qué, si no se considera prudente la suscripción del texto, ello solo se advirtió a último momento, y luego que Chile llamara a toda la región a adherir al documento».
En efecto, el aluvión de críticas no tardó en sobrevenir.
“Chile, pese a haber liderado las negociaciones, inexplicablemente no firmó el Acuerdo. Es de esperar que las autoridades del país reconsideren su determinación y accedan prontamente a firmar este tratado, pues su relevancia es indiscutible en estos tiempos marcados por conflictos ambientales”, señaló Ana Piquer, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Chile.
Un comunicado firmado por una serie de organizaciones planteó:
«Esta es una pésima señal para la región y para el mundo. Jamás Chile ha liderado un proceso internacional para luego restarse del mismo. Por el contrario, Chile declara que su política internacional y ambiental es una política de Estado. Precisamente la participación y liderazgo de Chile en la creación, negociación y aprobación del Acuerdo de Escazú ha sido entendida como una política de Estado, que se ha mantenido por las dos grandes coaliciones que han gobernado el país. Por ello, un cambio tan radical e infundado como no firmar este Tratado, va en contra de esta conocida posición oficial que ha sido sostenida por las máximas autoridades del país».
Agregó:
«Chile ha ganado un gran prestigio internacional dado el liderazgo desarrollado durante este proceso y se ha posicionado como un vecino interesado en cooperar en su región y avanzar de manera colaborativa hacia una mejor democracia ambiental. Indudablemente que al no firmar el Acuerdo perderá todo este prestigio ganado».
Ocho senadores opositores emitieron una declaración, en la que manifiestan:
«Chile está llamado a firmar y liderar el Acuerdo de Escazú, garantizando que los futuros conflictos ambientales sean abordados desde un nuevo modelo de desarrollo, donde se plasme el compromiso de incluir a aquellos que tradicionalmente han sido excluidos o marginados, y dar voz a aquellos que no la tienen, sin dejar atrás a nadie. Hoy más que nunca, enfrentados a una serie de emergencias ambientales, como por ejemplo en la comuna de Quintero».
La bancada del Partido Comunista y Progresistas ingresaron un Proyecto de Acuerdo para revertir dicha decisión, que en lo sustancial solicita:
“Que revierta la decisión del Gobierno en orden a postergar la firma de Chile del acuerdo regional sobre Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe (Acuerdo de Escazú)”.
La Ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt, dejó entender que la medida es transitoria:
«Es fundamental para nosotros la participación ciudadana en todos los procesos ambientales. No se ha decidido no firmar el tratado de Escazú, sino postergar su firma a solicitud especial de Cancillería, mientras se estudian los mecanismos de reclamación internacionales».
¿Qué mosca le habrá picado a Ampuerito?.
El tema es que si Piñera no firma, quedará confirmado como un mentiroso de alcance Global, cuestión que en Chile sabemos hace rato.
Pero si en el caso de la firma del tratado es Escazú, puede dársele el beneficio de la duda -siempre, claro, que lo firme- mintió descaradamente, en su mejor estilo, al referirse a la crisis ambiental de Quintero, particularmente, al día en que concurrió a la zona de sacrificio:
“Ese día ratificamos un compromiso con nuestros compatriotas: cambiar la historia de esas dos localidades y de muchas otras, de forma tal de poner en marcha un plan para superar la situación de emergencia y proteger la salud de sus habitantes, pero también hacernos cargo de una solución definitiva, que nos permita proteger mejor la calidad y la sanidad del agua, del aire y del suelo, a través de un monitoreo permanente y con los mejores estándares tecnológicos disponibles”.
De creerle a Piñera, y los asistentes a la Asamblea General no necesariamente que es un mentiroso consuetudinario, el problema ya está solucionado, la institucionalidad ambiental ha funcionado, y los que siguen protestando, no son sino activistas de izquierda, interesados en atacar su gobierno.
Luego, perpetró la típica serie de lugares comunes, contra los que nadie puede estar en desacuerdo, pero que al mismo tiempo, no dicen nada, al apelar a la «importancia de construir un desarrollo integral que incorpore a todos los integrantes de la sociedad», y aseverar que «transformar a Chile en un país desarrollado, sin pobreza, con mayor igualdad de oportunidades y también con mayor solidaridad», es la prioridad de su Gobierno.
Frente a la Asamblea General de la ONU, Piñera volvió a mentir de modo escandaloso, al poner el ejemplo de su gobierno, para enfrentar las crisis migratorias mundiales «con responsabilidad, valorando la integración de quienes buscan nuevas oportunidades»: .
“Queremos recibir y acoger a todos aquellos que vienen a Chile a iniciar una nueva y mejor vida, que lo hacen respetando nuestras leyes, que se comprometen con el desarrollo de nuestro país y que se integran a nuestra sociedad. Pero también, con la misma fuerza y convicción, queremos ordenar nuestra casa y detener el ingreso de aquellos que lo hacen en forma ilegal”.
O sea, hay pero no queda.
¿Pensará Piñera que alguien, en la semi-vacía sala de sesiones de la ONU, puede creer semejante sandez?
Es cierto que Piñera cerró el ingreso al país de todo inmigrante ilegal. Pero simula ignorar que en un estampida migratoria, como las que cruzan por el mundo hoy, los que huyen de su país, sea por motivos económicos, violencia política o guerra, no tienen tiempo ni siquiera de preguntarse sobre su condición legal.
En rigor, lo que hizo Piñera fue, simplemente, cerrarle la puerta al inmigrante económico, especialmente a los centro y sudamericanos de raza negra, y en particular a los de Haití.
Como avezado político de la era de la post-verdad, las fake news y la plus-mentira, Piñera no tuvo vergüenza de mentirle al mundo, por poca gente que hubiera en la sala.
Pero la mentira sistemática es un arma de patas cortas.
Antes se atrapa al mentiroso que al cojo. El castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad. Nadie tiene la memoria suficiente para mentir siempre con éxito.
Tres proverbios que le vienen a Piñera como anillo al dedo. Por si no lo sabe, existe una categoría de la filosofía denominada epistemología, que se ocupa de los parámetros de lo que se tiene por verdad, objetividad y realidad.
Como decía Anaxágoras, si me engañas una vez, la culpa es tuya; si me engañas dos, la culpa es mía.
Piñera ya está en el punto en que ya solo le creen sus incondicionales, y aún ellos, con serias dudas.