El descaro de Piñera parece no conocer límites, no ya éticos e intelectuales, sino también geográficos. Invitado por el cadidato derechista Guillermo Lasso, tan reclacitrante como él, se permitió darle lecciones de neoliberalismo al Presidente de Ecuador, Rafael Correa, sin parar mientes de que los indicadores económicos y sociales de ese país son muy superiores a los de Chile; es decir, el Chile de los ciudadanos de a pié, y no la caricatura que se vende al extranjero, correspondiente al Chile del uno por ciento. En consecuencia, a Piñera no podía irle distinto: Correa lo puso de vuelta y vuelta.
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Piñera llegó a Guayaquil el 13 de septiembre pasado, para exponer en el foro «Generación de empleo, un motor para el desarrollo. Desafíos de América Latina», organizado por la Fundación Ecuador Libre, centro de operaciones de Guillermo Lasso, empresario ecuatoriano, opositor al gobierno de Rafael Correa, que en febrero próximo competirá en la elección presidencial, quien invitó a Piñera a intervenir en el panel sobre empleo.
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La visita de Piñera a Ecuador terminó generando un fuerte atolladero diplomático, toda vez que Correa cuestionó con dureza sus dichos. Por de pronto, es un atentado a la diplomacia que un ex presidente critique a un presidente en ejercicio, de visita en su propio país. Es como si Hugo Chávez hubiera venido a Chile durante el Gobierno de Piñera, y lo hubiera criticado por neoliberal.
Es de imaginar la zafacoca que hubiera armado del dócil sistema mediático chileno, a propósito de semejante intervencionismo.
«Ecuador, para reencontrarse con su destino, con su futuro, de libertades, de solidaridad, de oportunidades, tiene que hacer un cambio muy profundo. Ese socialismo del siglo XXI parte de una idea equivocada: pensar que el Estado es el gran protagonista, el gran creador de riquezas», dijo Piñera como si estuviera descubriendo la piedra filosofal, sin reparar que es el discurso neoliberal el que ha perdido consenso, validez y legitimidad.
«Llegó el tiempo de que Ecuador se ponga de pie y se encuentre con su destino», agregó Piñera, con su característica retórica hueca, repetida como un mantra.
No contento con ello, agregó:
«Yo creo que la doctrina del socialismo del siglo XXI, la doctrina de los países del ALBA no permite avanzar en la dirección correcta. Las políticas del socialismo del siglo XXI no conducen sino al estancamiento».
Como si la economía del Chile neoliberal no estuviera en un prolongado estancamiento
En otro ejemplo de impudicia e infundado matonaje intelectual, sostuvo:
«El hecho de que en Ecuador el 60% de los trabajos sea informal en el fondo es un fracaso del Estado. Es el Estado el que no ha sido capaz de crear las condiciones para que ese 60% de los trabajadores se incorpore a la economía formal».
¿Cómo puede un ex presidente ser tan hipócrita, cuando el Chile neoliberal es por antonomasia el ejemplo de la precarización laboral?
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La respuesta de Correa no tardaría en llegar. El sábado 17, durante su tradicional intervención pública sabatina, dedicó 14 minutos a poner en su lugar a Piñera, acusándolo de «desconsideración» y «grosería»:
«Esto es otra cosa que me entristece a mí (…) Guillermo Lasso está llamando a la gallada, porque trajo al (ex) Presidente Sebastián Piñera. Yo ejercí la presidencia con Sebastián, éramos muy cercanos, sobre todo en el conflicto (de Chile) con el Perú en La Haya.
Me invitó a su casa en Santiago, me invitó a su casa en un lago en una casa lindísima, me invitó a visitar la Antártica (…) Entonces, uno en estas cosas debe tener mucho respeto.
Si a mí me llamara Michelle Bachelet para comentar sobre el gobierno de Sebastián Piñera, por más que ideológicamente no coincido con él, jamás voy a aceptar y jamás me voy a referir a su gobierno porque estuvimos en el ejercicio de la Presidencia juntos. Lastimosamente, aparentemente, de acuerdo a lo que dicen los medios, no ha tenido la misma consideración Sebastián Piñera».
En ese contexto agregó que había una «desconsideración» por parte de Piñera y que él «no haría algo así».
«Lo estimo mucho pero ha creo que ha cometido un error grave, una grosería hacia el gobierno nacional». «Por hacerle el favor a un amigo de derecha… Esas cosas no se hacen», indicó el gobernante quiteño.
Durante su intervención Correa también mostró gráficos comparativos con cifras de empleo en su gobierno y en el de la administración del ex Presidente chileno, asegurando:
«nuestros indicadores son mejores que los de Chile durante la presidencia de Sebastián Piñera. Él no quiere llamarse neoliberal pero fue el neobileralismo…¿Cuál es el modelo fracasado según las cifras? Si le hemos hecho un paseo como socialismo del buen vivir a los indicadores que tuvo durante su período».
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Perspectiva diplomática
La visita de Piñera a Ecuador fue comunicada con antelación por el ex Presidente a la embajada de Chile en dicho país, a cargo del ex diputado Gabriel Ascencio, así como un detalle de actividades, horarios y escoltas que lo acompañaron.
La embajada, con sede en Quito, designó al cónsul de Chile en Guayaquil, Rodrigo Hume, para atender la visita, quién en todo caso, no asistió a la conferencia de Piñera en la fundación de Lasso, por tratarse de una actividad política.
La Cancillería chilena recibió mensajes del gobierno de Correa, transmitiendo la «fuerte molestia» del Mandatario ecuatoriano con Piñera, quién se abstuvo de responsabilizar a la administración de Bachelet por el impasse.
Mientras ambos coincidieron como Mandatarios, la relación entre Piñera y Correa estuvo marcada por el fuerte lobby que realizó Santiago para obtener un respaldo de Quito ante la demanda peruana por el límite marítimo en La Haya. Y también por el acuerdo de último minuto que el mandatario ecuatoriano realizó con su par peruano, Alan García, a espaldas de Piñera.
En principio, Piñera buscó estrechar sus nexos con Correa: uno de los hitos en la relación fue una visita a la Antártica a la que aludió Correa, y que realizaron en febrero de 2011.
Previo al viaje al continente blanco, Piñera invitó a Correa a su residencia de veraneo en Bahía Coique (Región de Los Ríos).
Durante la estadía del Mandatario ecuatoriano ambos navegaron por el Lago Ranco, realizaron cabalgatas e incluso sellaron una velada improvisando algunas tonadas en guitarra.
El objetivo: que Correa interviniera directamente en el juicio en La Haya, respaldando la postura chilena.
Piñera había realizado gestos a Correa apenas había llegado al poder. En septiembre de 2010, pese a las diferencias ideológicas entre ambos, el mandatario chileno fue el primer Presidente en trasladarse a Quito tras un intento de golpe de Estado.
Sin embargo, en la recta final de la relación -y del juicio ante la corte internacional- Correa y el peruano Alan García sellaron un acuerdo en que Lima reconocía el límite marítimo con Ecuador, anulando la posibilidad de que Quito respaldara a Chile en La Haya.
En las semanas previas, la Cancillería chilena había realizado intensas consultas a Quito para conocer el tenor de la negociación -en esos momentos reservada- que llevaba Correa con Lima. Sin embargo, Ecuador no dio explicaciones.