por Hermes Benitez.
Es un hecho curioso que el argumento justificatorio de la derecha y del golpismo en Chile no ha variado en lo esencial desde el mismo día del golpe, es decir, en 45 años.
Este argumento consiste en una especie de razonamiento sofístico según el cual para evitar la destrucción de la democracia chilena, había que destruir la democracia chilena. En otras palabras, el gobierno legítimo y constitucional del presidente Allende debía ser derrocado porque, de lo contrario, se instalaría en Chile una «dictadura totalitaria» como la de Fidel Castro en Cuba.
En su tiempo, y antes de ser asesinado por sus propios aliados, los «defensores de la democracia chilena», el propio Eduardo Frei creyó este cuento a piés juntillas, a pesar de que él, sin duda, era un hombre educado e inteligente.
La historia demostraría que la única dictadura totalitaria que se instaló en Chile, luego de que fuera destruida a sangre y fuego la vieja democracia chilena por sus propios «guardianes uniformados», fue la creada por ellos mismos y sus aliados civiles, que duraría 17 largos años de represión, crímenes y desaparecimientos.
Por cierto que bajo Allende los grandes defensores de la democracia y la legalidad, supuestamente amenazadas por la Unidad Popular, entre los que se destacaban Agustín Edwards, Jaime Guzmán, Eduardo Frei, Juan de Dios Carmona, Andrés Zaldivar, Patricio Aylwin, Sergio Onofre Jarpa, Pablo Rodríguez, Orlando Sáenz, y muchos otros, conspiraban en la sombra junto con los supuestos defensores uniformados de la Patria, y con la ayuda y el beneplácito de EE.UU., la principal potencia extranjera de este lado del globo, lo que en cualquier país serio constituiría causal de Alta Traición a la patria, que se paga con años de cárcel, o con la ejecución del traidor.
Pero en este mundo invertido nuestro los traidores son considerados héroes, y los verdaderos héroes, es decir, aquellos que dieron su vida por la democracia chilena, fueron sumariamente fusilados, o debieron pagar su moralidad y consecuencia con largas penas de cárcel, o de exilio.
En este mundo invertido los golpistas o progolpistas, le dan, regularmente, lecciones de democracia a los verdaderos demócratas, como lo hizo hace unos días ante las cámaras de televisión Sebastián Piñera, el actual presidente de Chile, quien, de puro demócrata que era salvó una vez de ir a parar a la cárcel por «problemas bancarios» gracias a la mediación de Pinochet.
Este gran demócrata afirmó allí, sin pestañar, que el Presidente Salvador Allende: «Validaba la violencia y los mecanismos no democráticos».
Afirmación que solo puede ser entendida correctamente, si antes se la traduce al lenguaje dominante en el país invertido, de acuerdo con el cual se denomina violentas a las acciones de un presidente legítimo y constitucional que se opuso por todos los medios legales a que la democracia chilena fuera destruida y reemplazada por una dictadura cívico militar.
Tan antidemócrata era este Allende que hubo que darle un golpe de estado militar el 11 de septiembre de 1973, porque ese mismo día, en la Universidad Técnica del Estado, él iba a llamar a un plebiscito (un mecanismo sumamente democrático), con el fin de terminar con el impasse político provocado por las maniobras parlamentarias y acciones progolpistas de la alianza opositora derechista y demócrata cristiana, repaldada y financiada por los dirigentes máximos del Imperio de entonces. Richard Nixon y Henry Kissinger.
Como todo el mundo sabe, Piñera fue y sigue siendo partidario de aquellas formas de hacer política utilizadas por los enemigos de Allende, apoyó el Golpe y celebró el retorno del tirano desde Inglaterra, luego de su larga estadía forzosa allí (como lo muestra un conocido video), entonces: ¿quién es el que valida hoy, señor Piñera, la violencia y los mecanismos no democráticos?
https://youtu.be/y_W-xz0bnvQ
«… los chilenos estamos orgullosos de haber logrado imponernos por la vía política, triunfando sobre la violencia.
Rechazamos , nosotros los chilenos, en lo más profundo de nuestras conciencias, las luchas fratricidas. Pero sin renunciar jamás a reivindicar los derechos del pueblo. Nuestro escudo lo dice: «Por la razón o la fuerza.» Pero dice primero por la razón.»
Presidente Salvador Allende, discurso en el Estadio Nacional al día siguiente de asumir la presidencia de la República, 5 de noviembre de 1970.
Fuente: Piensa Chile