Presentó su libro en el Congreso Nacional; participó en el IV Congreso del Futuro; se entrevistó con la Presidenta de la República; almorzó en La Moneda con parte del Gabinete, fue distinguido con la Medalla Rectoral en la Universidad de Chile, y ahora sigue viaje a Argentina. El economista francés Thomas Piketty, Director de la École des Hautes Études en Sciences Sociale, y autor del libro “El Capital del Siglo XXI” visitó Chile suscitando un gran debate con sus planteamientos.
Para leer a Thomas Pikety hay que despojarse de las ideologías. Si bien es cierto que el académico y economista francés habla de desigualdad y de poner impuestos al capital, lo hace a la luz de cifras, informaciones y teorías de desarrollo muy bien respaldadas y demostrando gran erudición y no a la luz del ataque a los ricos como algunos aplauden, ni tampoco a la destrucción de las grandes empresas, como temen otros. Son esas distintas lecturas las que explican el gran interés que la presencia de este intelectual ha despertado en Chile. El Congreso Nacional, el Palacio de La Moneda y la Universidad de Chile han sido algunos de los escenarios en que se ha presentado y en donde el público ha repletado todos los espacios disponibles.
Las principales ideas de Piketty están desarrolladas en su libro “El capital del siglo XXI” y sobre ellas opinan políticos y economistas chilenos.
El decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, Manuel Agosin, reconoce que se trata de una importante obra dentro de la historia de la economía.»Es destacable la enorme erudición que muestra este libro, es una obra importante, nadie podría negarlo, tiene datos e información que van a ser muy útiles a economistas y personas interesadas en el tema”. Agrega que “la gente se ha agarrado un poco del libro como para decir que la conclusión política de la publicación es imponerle impuesto a la renta del capital, lo que es atractivo para ciertos sectores de la población y de la intelectualidad que piensa que castigando a los ricos se logran resultados importantes». Agosin difiere de esta idea, porque «yo creo en impuestos redistributivos y la mayoría de los países ya los tiene en la forma de impuestos progresivos a la rentas, pero él dice que hay que ser mucho más progresivo y poner un impuesto al capital»,
Por su parte el ex presidente Ricardo Lagos – uno de los presentadores del libro de Piketty en el Congreso Nacional – aplaudió la claridad con que el economista francés explica la situación a la luz de las cifras. “Las cifras no están en discusión; puede haber diferencia en la explicación de las causas”, dijo Lagos, pero insistió en que las cifras que demuestran como los que tienen más han incrementado su fortuna a la sombra de un sistema que los favorece y fomenta la desigualdad, son indesmentibles.
Para el economista Rafael Urriola, de la Fundación Chile XXI el libro “El capital del siglo XXI” tiene valor por la mirada innovadora que presenta, mas allá de que sus conclusiones puedan debatirse.»La desigualdad retrasa el crecimiento” pero eso lo dice Piketty a la luz del análisis de las cifras que entrega la propia OCDE “y esta mirada convierte a la Economía en una ciencia mas del campo social que del puramente económico” afirma Urriola. «Hemos dejado de aprender en las escuelas de economía que las cosas no se definen solamente por las curvas que uno pueda inventar o por toda la visión economisista. La necesidad de poner a la economía en un plano más social y no creer que haya reglas inmutables que se le atribuyen y que no han sido comprobadas», dice el economista de Chile XXI
Francisco Klapp , investigador del Programa Económico del instituto Libertad y Desarrollo, esta en la vereda contraria a los planteamientos de Piketty. Señala que el problema de fondo en la visión del economista francés “es preocuparse solo de la distribución y se olvida por completo todo lo que ha pasado durante estos últimos dos siglos en cuanto al estándar de vida de las personas más pobre en todo el mundo», Añade que «sólo le interesa cómo están distribuidas las cosas y no le importa cómo está la peor de las personas en el país más pobre. Sólo se preocupa de los países más desarrollados “ lo que no puede resultar en una conclusión global, dice Klapp.