Tres días fue lo que duró el júbilo en el fútbol chileno con el triunfo de la Roja en el Copa América Centenario antes de chocar nuevamente con la realidad, por lo menos con la que existe en el ámbito local.
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Ese fue el tiempo que transcurrió entre el bicampeonato conseguido por Chile contra Argentina en Estados Unidos, el 26 de junio, y el llamado del sindicato de futbolistas profesionales, SIFUP, a no iniciar el torneo de apertura correspondiente a la temporada 2016-2017.
La amenaza del SIFUP tomó cuerpo el 11 de julio cuando el presidente del sindicato, Carlos Soto, y los jugadores representantes de los clubes votaron de forma unánime por la huelga que impedirá el inicio del campeonato previsto para este fin de semana.
El origen del conflicto surgió por la decisión del Consejo de Presidentes de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional, ANFP, de aprobar que en la próxima temporada sólo exista un ascenso y un descenso entre las dos máximas categorías y ninguno entre la primera B y la segunda división, el tercer nivel en la pirámide del fútbol profesional.
Según el SIFUP,el modelo establecido por la ANFP «condena la actividad a la mediocridad institucional y deportiva», ya que «la industria del fútbol profesional exige competencias deportivas efectivas, condición que requiere necesariamente los ascensos y descensos de clubes en las respectivas categorías».
El gremio arguye que al limitar el número de equipos que suben y bajan, o eliminarlo completamente, se reducen los «estímulos de premio y castigo», que son «determinantes en el fútbol profesional y condición necesaria para que éste brinde un espectáculo de mejor calidad y por lo tanto atractivo para el fútbol».
El fondo de su posición es que los clubes pueden argumentar una reducción en el salario de los jugadores y no ofrecer bonificaciones.
La medida adoptada por la ANFP fue en anticipo al cambio de formato propuesto para la liga profesional a partir del año 2018, en el que se volverá a adoptar un campeonato largo de todos contra todos, con partidos de ida y vuelta, en lugar de los dos torneos cortos que ha prevalecido desde 1997, con contadas excepciones.
El organismo rector considera que la modificación, en el que se incluye un campeonato de transición entre julio y diciembre de 2017, es necesaria ya que permitirá preparar el camino que facilite el cambio dentro de dos años.
La ANFP buscó un acercamiento esta semana tras analizar la propuesta del Sifup de mantener dos ascensos y descensos entre la primera A y la B, y uno entre la B y la segunda división.
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La alternativa que baraja es sumar un nuevo ascenso y descenso al finalizar el torneo de transición, que se determinará en base a una tabla con la puntuación acumulada en los tres torneos que se disputarán entre julio de 2016 y diciembre de 2017.
Esta medida deberá ser aprobada por el Consejo de Presidentes y luego recibir el beneplácito del gremio de futbolistas, por lo que habrá que esperar pare ver rodar el fútbol en el país que es actualmente el campeón de América.
Fuente: BBC Mundo
