El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif viajó a Peshawar y el gobierno provincial decretó tres días de luto por la muerte de141 personas, 132 de ellas niños y adolescentes, víctimas del secuestro en una escuela de esta ciudad. El drama comenzó al iniciarse el día en esa región asiática, cuando seis terroristas del TTP, principal grupo de talibanes pakistaníes, ingresaron a la escuela y tomaron como rehenes a todos quienes se encontraban allí: estudiantes y maestros. De inmediato, el ejército y la policía rodearon el lugar y conminaron a los secuestradores a rendirse sin condiciones.
Dentro dela Esuela habíamas demil personas, 900 de ellas escolares. El ataque fue reivindicado desde un comienzo por el principal grupo talibán paquistaní, el TTP, ante los medios de comunicación que llegaron al lugar.
Declararon actuar así porque para el “Ejército nuestras familias son objetivos en las operaciones militares lanzadas contra los insurgentes en las zonas tribales de Waziristán del Norte y Khyber. «Queremos que sientan nuestro dolor», dijeron.
En efecto, el Ejército pakistaní desarrolla una campaña desde junio contra enclaves en las regiones de Waziristán y Kyhber con continuos bombardeos y operaciones terrestres que, de acuerdo con fuentes oficiales, han causado más de mil muertos.
En esta lucha, los colegios suelen ser objetivo de los talibanes, en especial las escuelas para niñas, al igual que las instalaciones militares. Efectivos del ejército y la policía pakistaní atacaron sin tregua a los seis talibanes que se parapetaron en las instalaciones escolares.El combate duró cinco horas¸ cinco horas de caos, terror y angustia no sólo para los actores de la tragedia, sino para la población entre la que estaban los padres y familiares de los rehenes, en su mayoría escolares que habían ido a estudiar.
Un comunicado del ejército confirmó que los atacantes eran seis y que están todos muertos. Cinco de ellos abatidos por los militares y la policía y un sexto que, cuando se vio rodeado por las tropas, hizo detonar un cinturón de explosivos que llevaba en su cuerpo.
“El edificio ya es seguro”, afirmaron los comandos luego de revisar las instalaciones para constatar de que no hubiera bombas y mientras las cámaras de televisión mostraban unas instalaciones prácticamente demolidas.