por Manuel Luis Rodríguez U.
El reciente episodio de emisiones industriales que ha afectado a los habitantes de Quintero y Puchuncaví, desnuda el Chile profundo, el Chile verdadero que los noticieros de televisión no alcanzan a mostrar ni dimensionar.
Un grupo de chilenos, residentes en dos localidades de la zona central denominadas “zonas de sacrificio”, recibe desde el aire, un bombardeo constante de gases tóxicos que obliga a las autoridades locales a suspender las clases de los colegios, mientras los medios de comunicación descubren que Quintero es una localidad que recibe desde la atmósfera emisiones de veneno químico desde hace más de 50 años.
El gobierno -atravesado por los conflictos de intereses y dotado de su rancia y superficial ideología neoliberal antiestatista- apunta a la ENAP como autores eventuales del daño, dejando en el silencio a las empresas privadas aledañas, que emiten tantos o más químicos, al tiempo que el movimiento Alerta Isla Riesco y el Frente Ecológico Austral denuncian que el carbón que se explota a cielo abierto en Magallanes y que se pretende sacar mediante tronaduras, es el componente principal de las plantas termoeléctricas cercanas a Quintero y Puchuncavi.
Quintero bien vale una metáfora
Un territorio de 148 km2 y 31.923 habitantes, que ha sido depredado y devastado por la explotación más o menos indiscriminada de recursos naturales, permitida por una legislación deliberadamente laxa, con un Estado al cual se le han “quitado los dientes” ex profeso para que las sanciones por contaminar puedan sumarse tranquilamente en el pasivo de las contabilidades empresariales.
Es lo que sucede con el ciclo del carbón y la producción de energía eléctrica, tal como ocurre con el ciclo del salmón, alimentado en jaulas con antibióticos que quedan depositados en el fondo marino, dejando en la superficie solo las formidables ganancias y rentabilidades en dólares.
Chile es como Quintero
Un territorio devastado donde la más gigantesca maquinaria de fabricar viejos pobres, llamada Administradoras de Fondos de Pensiones, capturan de toda la fuerza laboral del país, diariamente, mensualmente, anualmente miles de millones de pesos, producto del trabajo, para engordar el sistema financiero y permitirle a los grandes conglomerados generar las plusvalías más gigantescas, como para embellecer las estadísticas de la sección Economía y Negocios de los periódicos financieros.
El naturalista Charles Darwin visitó Quintero en 1834.
Pero si Darwin volviera a esa localidad, cabe preguntarse ¿qué descripción haría de la flora, de la fauna, de los conchales, de las condiciones ambientales en la cual viven “los naturales” de esa localidad?
Que impresionante metáfora del Chile de hoy es Quintero, con el profundo respeto que le debemos a sus habitantes.
Los gobernantes de turno cierran las escuelas y suspenden las clases en Quintero, pero son incapaces de suspender las actividades de las empresas que producen las emisiones y la contaminación que ocasionó ese cierre de clases.
Quintero zona de guerra
Frente al daño físico y psicológico de las emisiones de gases tóxicos de Quintero, los ciudadanos quinteranos salieron a la calle, dejaron de ser sujetos pasivos, reclamaron, se indignaron, protestaron y aparecieron por breves y mezquinos minutos en los noticieros del mediodía, pero el interés mediático es breve y corto, porque seguramente algún ministro del gobierno lanzó alguna frase provocativa, insultante o llamativa y las cámaras de TV partieron tras suyo.
A la televisión farandulera le interesa el morbo del sufrimiento.
El gobierno juega y trata de apostar a ganador, sabiendo el variable juego mediático de la popularidad y la impopularidad, y gira a cuenta de la indiferencia y la desesperanza de la mayoría, de los vaivenes de varias oposiciones que continúan separadas y divididas y sobre todo, sabe bien que la cambiante indignación de la ciudadanía -es parcial, focalizada y desorganizada- y no alcanza todavía los límites del hartazgo.
Todavía.
Fuente: Coyuntura Política