La mejor manera de redactar una Constitución, es a través de una Asamblea Constituyente. En el mundo, los procesos participativos que se han hecho para acompañar, anteceder o derechamente elaborar una Constitución, son ejemplos muy escasos.
Las 200 mil personas que participaron en el Proceso Constituyente, lo hicieron con generosidad, seriedad y espíritu cívico.La gente desea una participación vinculante, una participación que pueda incidir realmente.
El proceso de participación tiene que ser muy masivo para que pueda dotar de legitimidad la demanda de cambios constitucionales. El Proceso Constituyente que ha vivido Chile con humildad, con un bajo perfil, ha sido muy relevante, ha sido algo que ha despertado nuevas opiniones sobre el Derecho Constitucional. El cambio se hace con las mayorías.
Hay muchas instituciones, muchos enclaves autoritario-institucionales que eliminar de la Constitución. El Estado en la economía pasa por un principio de compatibilidad, el Estado no puede estar confinado a la pura regulación.
Estas son, entre otros, los contenidos relevantes de las exposiciones presentadas en la Carpa ICAL, durante la pasada Fiesta de los Abrazos, en las que se actualizaron y debattieron posiciones respecto al proceso con miras a una nueva Constitución para Chile.
Participación inédita y derechos constitucionales
Salvador Millaleo (*)
Quiero agradecer al Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz, el ICAL, y agradecer al Partido Comunista, al cual me siento -si bien yo soy militante del Partido Socialista- muy afectuosamente vinculado. De parte de mi madre, toda la familia, ha sido siempre militante del Partido Comunista; así que no es la primera vez que yo estoy acá en la Fiesta de los Abrazos. Me siento muy complacido por estar con ustedes.
Primero que nada les quiero contar que estamos a punto de culminar la primera etapa del Proceso Constituyente a que convocó la Presidenta de la República. Este proceso culminará el 16 de enero, con la entrega del Informe de Bases Ciudadanas de la Nueva Constitución. Consiste en la síntesis, la explicación, la exposición de lo que los ciudadanos de este país -que aceptaron, que acogieron el llamado de la Presidenta a participar en una etapa participativa previa a la discusión de una Nueva Constitución- dijeron respecto a este tema. El Informe contiene las opiniones de estas personas, las opiniones de estos ciudadanos que invirtieron su tiempo, sus ganas, sus deseos, sus esfuerzos y sus recursos en participar de esto.
Después hubo un proceso, inesperadamente arduo, de sistematizar la cantidad de opiniones que se vertieron. Vamos a concluir este proceso con la entrega a la Presidenta de la República, en la mañana del 16 de enero, de las Bases Ciudadanas de una Nueva Constitución.
Digo esto para aclarar de inmediato que nunca nos tocó, ni nunca entendimos nosotros que éramos los llamados a hacer una Constitución, ni siquiera un ante proyecto de Constitución. El Informe no contiene eso, porque ése no era nuestro objetivo. A mi entender, y al entender de todos los que estamos acá, eso corresponde al pueblo soberano, a través de sus instancias, y en mi particular opinión, la mejor manera de redactar una Constitución, es a través de un mecanismo de una Asamblea Constituyente.
Nosotros nos limitamos solamente, como Consejo de Observadores, y en las primeras etapas -antes de que empezaran los encuentros locales, la consulta online, los cabildos, las distintas instancias de participación-, a cautelar de que fuera un proceso que no estuviera afectado por ningún sesgo, que fuera abierto, que fuera transparente; y luego, a que en la realización, no hubiera perturbaciones que obstaculizaran la participación. Y posteriormente, a que la sistematización de las opiniones cumpliera con estos principios. O sea, el Informe de contenidos de la Nueva Constitución lo único que contiene, es lo que la gente expuso en las instancias de participación y no nuestra opinión particular. Esto como una primera aclaración.
La participación ciudadana.
Hay que destacar en este proceso, que hubo una concurrencia mucho más grande de la esperada. Hay muchos que han criticado este proceso desde la perspectiva de que si uno lo compara con el padrón electoral, si uno lo compara con la cantidad de gente habilitada para votar, las 200 mil personas que alcanzó este proceso, es una cifra muy pequeña, muy magra.
La verdad es que, desde la perspectiva de los procesos participativos, es que éste es un proceso inédito, no sólo en Chile, donde la participación no ha sido la característica en la elaboración de las Constituciones. En el mundo, la verdad, los procesos participativos que se han hecho para acompañar, anteceder, o derechamente, elaborar una Constitución, son ejemplos muy escasos y con características mucho menos masivas que las que se dieron en el caso chileno.
Este caso es inédito y tiene, por lo tanto, el carácter de servir para un modelo que se puede profundizar y que se puede corregir porque también tuvo limitaciones, pero estuvo destinado a estar abierto a la gente.
Una de las cosas que nosotros observamos en el proceso, es que las personas que participaron, estas 200 mil personas, lo hicieron con mucha generosidad, con mucha seriedad, con mucho espíritu cívico. Uno de los rasgos característicos de los diálogos que se producían en los Encuentros Locales Autoconvocados, los cabildos regionales y provinciales, fue el respeto que tuvieron todos los ciudadanos que participaron por escuchar la opinión de los otros y el espíritu de, en lugar de proponer simplemente soluciones desde la óptica de cada uno, la actitud para discutir éstas colectivamente y deliberar públicamente sobre los problemas comunes. Entonces, eso es lo que van a tener las Bases Ciudadanas.
Por cierto que tampoco (las Bases Ciudadanas) tienen un antecedente que sirva inmediatamente para hacer una Constitución por cuanto las opiniones de las personas -por cierto- son diversas, y eso es lo que constató también el Informe, lo que va a constatar el informe sobre Bases Ciudadanas. La gente, por cierto, tiene opiniones, la gente que participó, que son marcadas en ciertos aspectos, pero hubo otra gente que argumentó en sentido contrario. Amabas posiciones o las diversas posiciones que expresó la gente que participó van a estar reflejadas en el Informe.
Importancia de la educación, la salud, como derecho constitucional.
Hay tendencias, sí, que son muy relevantes y que vamos a destacar. Por cierto, el eje de discusión de los derechos constitucionales, la importancia que se le da a la educación pública, a la salud pública; en fin, es uno de los elementos característicos de la mayoría de las personas que participaron. Hubo cuestiones que, la verdad, no eran tan esperables respecto de la participación ciudadana, pero que fueron gratas sorpresas, muy por encima de toda expectativa. La prioridad de los deberes de la ciudadanía, el deber que tenemos con la naturaleza, con la conservación del medio ambiente, como primer deber que fue priorizado como tendencia dentro no sólo de los Encuentros Locales Autoconvocados, sino también de los cabildos. Así, por ejemplo, fue una grata sorpresa la prioridad que tienen las instancias de participación; cuando discutimos el eje de participación en las instituciones, dentro de los diálogos constitucionales, la prioridad número uno que aparece es la idea de que necesitamos nuevas instituciones de participación. Aquí hay que destacar que la gente desea una participación vinculante, una participación que pueda incidir realmente y que sea capaz también de influir en las políticas públicas en todos los niveles o en todas las capas de formulación y evaluación de políticas públicas.
También la gente, esto no es sorpresa y hay que destacarlo, si bien tiene una desafección con las instituciones más clásicas, como el Congreso, dijo que una de las instituciones más importantes es el Congreso. La idea es que, curiosamente, se fortalezca el Congreso, que el Congreso tenga más poderes legislativos, porque la prevalencia del Ejecutivo como gran legislador, colegislador, debería ser disminuida para que haya un equilibrio con el Congreso. Y que, a la vez, el Congreso tenga un mayor control de la ciudadanía, que se pueda expresar, por ejemplo, en la posibilidad de revocar mandatos de los parlamentarios, que los parlamentarios tengan períodos de reelección, un número de reelección que esté limitado. Por cierto, un fortalecimiento en las capacidades de fiscalización del Congreso, que los mismos parlamentarios tengan que rendir cuenta para ser fiscalizados por la ciudadanía. Otro aspecto relevante que marcó tendencia, y que se va a notar en este Informe, es que hay un importante deseo de que el Congreso tenga una adecuada representación de mujeres y de miembros pertenecientes a pueblos indígenas.
Vimos esas tendencias, vimos que hay un país -con todas estas diferencias que van a aparecer- con diversidad, que desconfía de la autoridad, pero que no quiere alejarse de las instituciones, sino que quiere corregirlas fundamentalmente. La gente claramente quiere justicia, se destaca como un principio. Eso requiere un catálogo más equilibrado de derechos y requiere instituciones más participativas, más transparentes. La verdad es que mucha gente quiere un Estado que cumpla con su deber en relación con la naturaleza y el patrimonio cultural.
Esas son cosas que han aparecido y que nosotros vamos a tomar, como les dije, no vamos a establecer ni un Anteproyecto siquiera de lo que es una Nueva Constitución. Ésas son decisiones que ahora cabrán al Gobierno, a la Presidenta, con el Informe que le presentemos.
El proceso de participación tiene que ser muy masivo.
Una de las características del proceso que a nosotros nos preocupó, fue en el sentido de que el proceso de participación tiene que ser muy masivo para que pueda dotar de legitimidad a la demanda de cambios constitucionales. Este proceso quizás no fue tan masivo, pero fue mucho más allá de lo que se esperaba por la autoridad del Gobierno, que esperaba realmente un proceso de 60 mil personas y hubo 200 mil.
En fin, pero por eso mismo, no estaba este proceso preparado para una sistematización cabal y expedita de todas las opiniones que se vertieron. Estamos hablando de que se produjeron alrededor de 9 mil Encuentros Locales Autoconvocados (ELA), en que participaron unas 90 mil personas a través de una consulta online; que hubo 12 mil personas que participaron en los cabildos; y para eso, la verdad lo que constatamos es que el Gobierno no estaba preparado y hubo muchas dificultades para sistematizar esto.
Esto tiene una consecuencia, que es que la sistematización -que ahora va a acompañar nuestro Informe- que hizo el Comité de Sistematización, es una sistematización que se acotó a las siete preferencias más destacadas en cada uno de los ejes: los principios, los derechos, los deberes, las instituciones. Esto no quiere decir que lo anterior se deseche, los datos están ahí y van a ser un anexo. Pero la sistematización se abocó, por ejemplo, a entender los fundamentos de lo que la gente decía respecto de las siete preferencias más valoradas y respecto de las otras, los sistematizadores no hicieron la tarea por ahora, porque no alcanzaban a hacerla, porque no estaban preparados para hacerla.
Datos abiertos.
Uno de los elementos que nosotros pedimos, como Consejo, fue que los datos del proceso fueran abiertos. Que cualquiera tuviera a disposición los datos, pudiera ver los datos, no sólo la síntesis sino los datos duros, que cualquiera podría ver y escudriñar, evaluar si lo que nosotros hicimos o la síntesis que nosotros hicimos corresponde o no a esos datos y si hay casos que falta a esa síntesis. Que los mismos ciudadanos, los partidos políticos, las organizaciones sociales, que cualquier experto, que cualquier ciudadano en general, pueda meterse en los datos y hacer su propia lectura.
Con esto quiero decir que ante la limitación del proceso de plantear una sistematización de los siete elementos más valorados, los otros elementos van a estar ahí, y yo quisiera invitarlos a ustedes, por ejemplo, al Partido Comunista en particular, a que se pudieran meterse en los datos, ver si lo que hicimos está correcto, ver lo que falta, qué no está en lo que nosotros hicimos, tener una valoración y así dar un valor como corresponde a las opiniones que vertió la gente en el proceso participativo. Otras instancias ya lo están haciendo, el Partido Socialista está escogiendo ciertos elementos que están fuera de los siete priorizados, que le interesan al Partido Socialista visibilizar, por ejemplo, el debate entre un Estado solidario y un Estado subsidiario; el mismo tema del mecanismo de cambio de Constitución, que si bien apareció priorizado en los cabildos, no así apareció dentro de los siete priorizados en el eje de instituciones en los encuentros locales, entonces no va a aparecer en la sistematización final, pero están los datos respecto de eso. Por ejemplo, dirán que el 14% de la gente que participó en los encuentros locales estuvo por el mecanismo de Asamblea Constituyente.
(*) Abogado y doctor en Sociología, profesor de la Facultad de Derecho en la Universidad de Chile, miembro de la Comisión Asesora para estudiar un nuevo Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental y miembro del Consejo Ciudadano de Observadores.
Una oportunidad en Chile para cambiar la Constitución
Pablo Ruíz Tagle (*)
Muchas gracias por la invitación. Es la primera vez que vengo a la Fiesta de los Abrazos y ya me he dado algunos abrazos con algunos por aquí.
La verdad es que los felicito por la iniciativa, felicito al Partido Comunista. Creo que es una gran idea. Es difícil competir a la una y media con la hora de almuerzo, con los otros paneles que tenemos a los lados, pero tratemos con paciencia, con su atención, de decir algunas cosas que pueden ser relevantes.
La exposición de Salvador ha sido muy esclarecedora porque el proceso constituyente que ha vivido Chile con humildad, con un bajo perfil, ha sido muy relevante, ha sido algo que ha despertado nuevas opiniones sobre el Derecho Constitucional.
Nuestro Derecho Constitucional ha sido construido por expertos y, a veces, por la imposición y había que darse tiempo para que la ciudadanía también tuviera una participación.
Yo destacaría un par de cosas, nada más, y que me parecen relevantes. Participaron más mujeres en los encuentros locales, y eso ya es una señal de que hay una nueva voz, un nuevo pensamiento, una nueva lógica ciudadana constitucional que hay que recoger.
Después, segundo dato -que también creo haber observado mirando la página Web, porque no tengo conocimiento secreto en esta materia, sino la información que está disponible- que me ha llamado la atención, es que en muchos lugares alejados de Chile, en muchas localidades, provincias, municipios, donde la población no era muy numerosa, hubo más intensidad en cuanto a los encuentros locales. Uno podría esperar, lógicamente, más encuentros en Santiago porque hay más población, pero en zonas extremas del país, en lugares donde no hay muchas oportunidades de hacer escuchar la voz, ahí se produjeron esos encuentros locales.
Ahora, el Instituto Alejandro Lipschutz me ha invitado a hablar sobre los contenidos de la Constitución. Yo, la verdad, he leído con mucho interés este libro (“Por una Asamblea Constituyente. Mecanismos, procesos y contenidos para una nueva Constitución”) del Instituto, donde escriben muchos autores -Francisco Quiero y Jaime Gajardo son los compiladores- y es un gran libro, que se los recomiendo para leer.
Reivindicar el papel del nuevo Parlamento
Quiero centrarme en uno de los trabajos, en una de las ideas para hacer un comentario, para crear cierta polémica, para que nos mantengamos despiertos a esta hora que estamos con calor, con ganas de irnos a almorzar, y que es el trabajo de Jaime Gajardo, quien no está entre nosotros, entiendo que está viajando. Él plantea los argumentos para tener una Asamblea Constituyente y dice en este libro, en su opinión, que el Parlamento chileno, el actual, tiene defectos que ameritan instalar una Asamblea Constituyente y leo lo que dice Jaime en la página 79:
“La composición actual del Congreso Nacional mantiene la deliberación política, en términos generales, entre hombres heterosexuales, mayores de 50 años, sin discapacidades, que no se auto identifican con una etnia indígena y profesionales. En el Senado, la deliberación política se realiza, principalmente, entre hombres cuyo promedio de edad es de 54 años, sin personas discapacitadas, sin representación de los pueblos indígenas”.
En definitiva, lo que está alegando Jaime es que no hay representatividad en el Senado, en el Congreso y por eso tendríamos, entre otros argumentos, que justificar instalar una Asamblea Constituyente.
Sin ser contrario a la idea de la Asamblea Constituyente, quiero argumentar aquí derechamente, que creo que tenemos que darle una oportunidad al Congreso Nacional, que tiene estos defectos el Congreso actual, para que lidere un Proceso Constituyente, también en cuanto a los contenidos. Yo sé que ése no es un argumento muy popular, no es un argumento con el cual muchos de ustedes van a estar acuerdo, pero déjenme darles algunos elementos para que entiendan mi posición, y ustedes puedan, en fin, hacer preguntas, discutir o lo que sea.
Primero que nada, el Congreso del que estamos hablando no es el Congreso actual, y en ese sentido, yo criticaría en parte la propuesta de Jaime Gajardo, porque el Congreso de que estamos hablando es el que vamos a elegir en 2017, con un nuevo sistema electoral, con nuevos grupos políticos, con una lógica proporcional.
Creo que tenemos que darnos una oportunidad en Chile para que de manera institucional, democrática, podamos cambiar la Constitución y no usar -este sería mi segundo argumento- la poca energía política que podemos tener para cambiar la Constitución, en abogar por la idea de la Asamblea Constituyente -que en una de ésas, terminamos haciendo una Constitución con una Asamblea Constituyente donde quede sobre representadas las fuerzas de la derecha-.
Entonces, yo diría que el Congreso que vamos a elegir es un Congreso que no sabemos la composición que va a tener, no sabemos cómo va ser la decisión que se va tomar. Ese mismo Congreso podría -y a mí me gustaría que así fuera- en la Nueva Constitución introducir como mecanismo de cambio la Asamblea Constituyente, pero pedir ahora que instalemos una Asamblea Constituyente y distraer las pocas energías políticas que tenemos en la campaña para lograr una buena representación electoral en ese Congreso y que ese Congreso sea, en definitiva, un Congreso que, si es un Congreso que se elige con esta nueva lógica de la que estoy hablando, consideramos legítimamente representativo, sea el que realmente nos puede servir para cambiar la Constitución. A mí me parece una buena solución, y no me parece una solución que debamos descartar de plano, como algunos piensan que no hay otra solución que instalar una Asamblea Constituyente y que el Congreso tenemos que descartarlo.
Las mayorías y el uso del Derecho.
Y aquí quiero hacer una mención -que también sería un tercer argumento- a la historia institucional del Partido Comunista. Yo no soy integrante del Partido Comunista, pero tengo gran simpatía, toda mi vida he tenido, en fin, una cercanía, mi padre fue amigo personal de Francisco Coloane, su señora, -ellos vivían muy cerca de nuestra casa- y siempre he tenido un gran respeto por el carácter institucional del Partido Comunista. Y es cierto que cuando un partido asume una lógica institucional, cuando asume, por ejemplo, integrar un Gobierno, como lo ha hecho ahora, cuando asume representación en el Parlamento, que se pierden ciertas oportunidades. Yo no podría negar eso, no soy un líder político, pero hay un costo que pagar por eso.
Pero el punto es que la gran diferencia -y esto sería el argumento final que anuncio- entre la lógica de la dictadura, la lógica de la imposición por la fuerza y la de las fuerzas democráticas, cualquiera que éstas sean, es precisamente que el cambio se hace con las mayorías, con el Derecho, y se hace pensando en las normas que hay que cambiar de manera racional y aunque Pinochet está muy presente todavía en nuestro país, yo digo y reitero aquí, a mi juicio, la Constitución que tenemos que cambiar no es una Constitución dictada por Pinochet.
Es más complicado lo que tenemos que hacer. Es una Constitución que, en verdad, la Concertación se acostumbró a vivir con ella, se acomodó con ella, es la obra de la Concertación. Por eso me alegra; yo soy gran partidario de la lógica política de la Nueva Mayoría, que significa introducir de manera abierta y transparente el componente del Partido Comunista como integrante de esta coalición de transformación y esa coalición de transformación creo que tiene que ser una coalición que se hace -lo repito- con las mayorías, con la lógica del Derecho y aceptando que lo que tenemos que cambiar, aceptando cambiar lo que nos ha resultado cómodo a nosotros mismos.
Ahora les hablo -eso tenía que ver con la última parte de la exposición- brevemente sobre el tema de los contenidos.
Los cambios en contenidos
Los contenidos son muchos. En este libro que he publicado tengo un capítulo dedicado al tema de los contenidos. Los partidos políticos, prácticamente todos los partidos, aceptan distintos contenidos. En la parte dogmática de la Constitución hay que eliminar toda referencia a la doctrina de la Seguridad Nacional. Hay que terminar con la exclusión o la barrera que existe entre dirigentes políticos y los dirigentes gremiales, que está en el Artículo 23 de la Constitución. Hay que hacer cambios en términos de los derechos económicos y sociales. Hay que introducir el Ombusman, el Defensor del Ciudadano. Hay que descentralizar. Hay que terminar con el Consejo de Seguridad Nacional. Hay que terminar con el capítulo de las Fuerzas Armadas en la Constitución.
Es muy extenso el trabajo que hay que hacer y yo llamaría a una sola diferencia más -y con esto termino porque me interesa mucho más los comentarios, las preguntas que ustedes puedan tener y el intercambio que tengo con los otros panelistas- y es que hay que saber distinguir los problemas que son ideológicos o doctrinarios, de los que son estrictamente legales y jurídicos.
Voy a poner un ejemplo. Salvador se refirió hace un minuto a la doctrina de la subsidiariedad; pues resulta que la subsidiariedad no está mencionada en la Constitución, sólo aparece en el Artículo 25 transitorio de la Constitución, en relación con el Tribunal Penal Internacional. Se trata de una doctrina construida ideológicamente para que miremos la Constitución. Entonces, el trabajo que hay que hacer es un desafío mucho más intenso, que consiste en pensar la Constitución que tenemos y sus disposiciones desde una óptica distinta. Además de transformar las disposiciones constitucionales que tengamos que transformar, tenemos que instalar cierta forma de mirar la Constitución y es un trabajo que tiene que ver con la educación y con la tarea que le corresponde a centros de pensamiento, como, por ejemplo, el Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz.
(*) Abogado, Máster en Derecho en la Universidad de Yale y Doctor en Derecho en la misma Universidad, académico Universidad de Chile y docente de Academia Judicial.
El asunto de la Asamblea Constituyente
Francisco Zúñiga (*) .
(*) Abogado, post-grado en Derecho Público y Comparado en la Universidad Autónoma de Madrid y en la Universidad Complutense de Madrid y en Derecho Constitucional en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, académico Universidad de Chile y docente en Academia Judicial.
Primero agradecer la invitación de los amigos del Partido Comunista en esta actividad del ICAL y compartir con los panelistas y amigos, en particular con Julia Urquieta. Segundo, creo que es muy valioso este tipo de actividades porque permite debatir sobre algunas cuestiones en las que hay creciente acuerdo.
Siempre lamenté que en dictadura, socialistas y comunistas hubiésemos tomado caminos distintos para enfrentar la lucha contra la dictadura, porque eso dividió a las fuerzas populares irremediablemente y generó un tipo de transición muy cargada hacia la lógica de los compromisos, la denominada democracia de los acuerdos. En la perspectiva de hoy, creo que es necesario, con la mirada de futuro próximo, mantener esta unidad de acción, esta unidad de propósitos, y creo que el desafío de tener una Nueva Constitución nos permite acercarnos a esa unidad de acción, de propósitos.
Hay muchas instituciones, muchos enclaves autoritario-institucionales que eliminar de la Constitución. Pablo Ruiz-Tagle hacía referencia a los resabios militares, la existencia de un Consejo de Seguridad Nacional, la regulación de las Fuerzas Armadas y de Orden en la Constitución, el rol del Tribunal Constitucional, el rol de algunas instituciones contra mayoritarias. Creo que tenemos que asumir un desafío muy profundo en ese campo.
En materia de forma de Estado, redimensionar el Estado regional. Hoy día se ha publicado la reforma constitucional sobre Estado regional que permite la elección directa de gobernadores regionales. Es un tremendo avance incompleto, es un avance que estuvo a punto de caerse. Y es una reforma importante porque resitúa la cuestión del Estado regional en el campo de la pax política de la ciudadanía. Está pendiente la reforma a dos legislaciones orgánicas que permiten hacer un traspaso de recursos y de servicios a los nuevos gobiernos regionales, pero espero que eso se aquilate en realidad, y podamos tener un salto importante en materia de Estado regional.
En materia de régimen político, hay una discusión que tenemos que tener sobre si mantenemos el régimen presidencial con modificaciones o avanzamos a formas de gobierno semipresidencial. Ésta es una cuestión que está abierta, pero, naturalmente, el presidencialismo heredado de la dictadura no lo podemos mantener.
En cuanto al régimen jurisdiccional, creo crucial reforzar el rol del Poder Judicial, la creación de tribunales de lo contencioso-administrativo. La reciente confederación planteada por el Contralor respecto de la Corte Suprema en el Senado es una demostración de que hay que fortalecer el rol del Poder Judicial en el Estado de Derecho.
En cuanto al rol del Estado en la economía, si bien el principio de subsidiariedad -lo recordaba Pablo Ruiz-Tagle- no está explícito en ninguna disposición de la Constitución, está presente en buena parte de la Constitución económica que heredamos de Pinochet, y que no ha sido modificada. Ese rol del Estado en la economía pasa por un principio de compatibilidad, el Estado no puede estar confinado a la pura regulación. El Estado tiene que estar presente en todas las áreas de la economía con roles distintos y con matices distintos en su intervención. Eso es lo que conocemos como un Estado social moderno.
El asunto del poder constituyente.
Finalmente, en cuanto al poder constituyente, probablemente éste es el punto donde mayor diferencia tenemos. Yo sitúo este campo en dos áreas distintas: el objetivo es Nueva Constitución, cómo tenemos Nueva Constitución desde el desafío de reinstalar el principio democrático al poder constituyente. Creo que ahí están las cuestiones que han dividido en los últimos cuatro años el qué hacer.
El Partido Socialista se definió por la Asamblea Constituyente en sus dos últimos Congresos y, naturalmente, la Asamblea Constituyente -y digo esto con mucha franqueza- creo que es el procedimiento óptimo de generación de una Constitución.
Pero uno en política, no debe cerrarse -y debe recordar a Pablo Ruiz-Tagle- a la realidad, y la realidad es que puede encauzarse a través del Congreso Nacional y el poder constituyente instituido. Y tenemos que ser capaces de separar los contenidos, lo que queremos, nuestra unidad de propósitos y de objetivos más allá de los procedimientos, porque además, la sola Asamblea Constituyente no nos asegura participación de la ciudadanía en procesos democráticos impecables. Tenemos que introducir referéndum constituyente, referéndum constituyente que sea capaz incluso de resolver las cuestiones dilemáticas en las que no haya acuerdo porque no podemos ser, en ese Proceso Constituyente, herederos de la lógica de los consensos en todas las definiciones.
La sociedad resiste un determinado número de disensos y resiste también la posibilidad de que esos disensos sean resueltos por el principio de mayoría. Dicha esta cuestión, yo creo que en el futuro cercano -y nos recordaba Salvador Millaleo el itinerario del Proceso Constituyente- vamos a tener que enfrentar una definición acerca de la reforma constitucional, la denominada reforma larga y la corta -me temo que el Gobierno no tiene mucha claridad en este punto ahora-. Creo que habrá que tratar de hacer un constante esfuerzo de clarificación de qué hacer para no instalar discusiones inútiles en el Congreso Nacional, ni en la Nueva Mayoría, sobre cómo seguir adelante, sino definir qué queremos para nuestro futuro desde el punto de vista de las instituciones democráticas nacidas de un proceso constituyente democrático.
(*) Abogado, post-grado en Derecho Público y Comparado en la Universidad Autónoma de Madrid y en la Universidad Complutense de Madrid y en Derecho Constitucional en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, académico Universidad de Chile y docente en Academia Judicial.
Principios orientadores de nueva Carta Magna
Julia Urquieta (*)
Saludar a mis acompañantes en el panel, especialmente también a Francisco, con el cual fui invitada a participar de un libro que se editó cuando estaba el inicio del Gobierno y a él le tocó dirigir, donde expusimos parte de las ideas que hemos seguido desarrollando.
Creo que lo primero que hay que hacer es una tremenda valoración del momento político en que estamos y que estamos en una situación distinta a la de hace dos o tres años, porque hoy día -Salvador nos expuso lo que está pasando en el tema del proceso constituyente- ya tenemos Proceso Constituyente, ya tenemos gente participando, ya tenemos la posibilidad de tener Bases Ciudadanas y poder avanzar hacia una propuesta de Nueva Constitución.
Eso significa que hoy la posibilidad de una Nueva Constitución para Chile es una realidad y es un proceso que avanza. Eso es lo principal que nosotros tenemos que partir valorando porque nosotros decíamos -esa fue nuestra gran divergencia con la Concertación cuando se hizo la modificación y la reforma constitucional del 2005, la del Presidente Lagos- que “la mona aunque se vista de seda, mona queda”. Obviamente, creo que la expresión más clara de la actual Constitución es eso, que sigue siendo una mona por más que traten de adornarla y creo que la expresión más clara de esto y las dificultades que tenemos con este marco constitucional, es lo que ha pasado en el desarrollo del proceso de reforma que ha impulsado la Presidenta Michelle Bachelet.
Creo que en este proceso de reforma ha quedado claro por qué necesitamos una Nueva Constitución y por qué esta Constitución tiene que ser modificada. Porque en la práctica ya se ha transformado en el gran instrumento de traba para avanzar en las transformaciones sociales que Chile requiere.
El ejemplo más claro es lo que ocurrió con la Reforma Laboral, que terminó finalmente en el Tribunal Constitucional donde la titularidad sindical, que era uno de los aspectos principales, se cae producto de la votación y la composición del Tribunal Constitucional y, por tanto, hoy día tenemos una verdadera espada de Damocles sobre nuestras cabezas que, además, es utilizada por la derecha cada vez que quiere. Ya lo vimos respecto del tema de la gratuidad, y cada vez que ellos no comparten un aspecto fundamental o que tiene que ser transformador, entonces dicen “vamos a recurrir al Tribunal Constitucional”, lo que se ha transformado en un verdadero supra poder porque nadie puede entender que después de que todo un Parlamento votó, ese Tribunal decida si pasa o no una ley, una reforma.
El Parlamento queda totalmente reducido porque el Tribunal Constitucional dice que no está de acuerdo y da lo mismo que todos los senadores, que todos los diputados, hayan votado, hayan discutido. Dos años se discutió la Reforma Laboral, y después de una plumada, en una votación, el Tribunal Constitucional dice que no. Así también ocurrió con el tema de la gratuidad, que la última oportunidad era llegar a un acuerdo con la derecha porque si no, la gratuidad no iba a avanzar. Por eso hemos denominado que esta Constitución es una verdadera ingeniería jurídica.
El quórum y/o el plebiscito para avanzar.
A propósito del tema del poder constituyente, resulta que todos hablamos de una Nueva Constitución, de la posibilidad de modificar la Constitución y todos sabemos que no tenemos los quórum para modificarla y que, por otro lado, ni siquiera esta Constitución considera la posibilidad de dar paso a una nueva Constitución y que, por tanto, estamos atados de manos.
Se sabe que la Presidenta tiene que enviar un proyecto de reforma constitucional al Artículo 15 de la Constitución para permitir la posibilidad de que el pueblo democráticamente, mediante plebiscito, pueda resolver cuál va a ser el camino, porque no está claro cuál va a ser el camino, porque no tenemos el quórum para reformar la Constitución. Entonces, frente al tema que mi contradictor plantea respecto a la Asamblea Constituyente, efectivamente, nosotros somos partidarios de la Asamblea Constituyente, pero tampoco como una cosa a troche y moche, como se dice en buen chileno, sino que creemos que es el mejor camino para resolver lo que a nosotros nos parece una cuestión esencial.
La Constitución del ochenta contiene un pecado original y es que no tiene resuelto el tema de la soberanía popular respecto a que es una Constitución ilegítima en su origen porque fue creada bajo una dictadura. Nosotros creemos que la mejor manera de resolver este pecado original es devolver a la soberanía popular la posibilidad de crear una Nueva Constitución, no descartando otros caminos, y debiera ser con una Asamblea Constituyente.
Ahora, el camino nos dirá si ese próximo Parlamento realmente va a contar con todos los elementos que pueden resolver ese problema de ilegitimidad de origen, pero eso es algo que no sabemos y, por tanto, creemos que la Asamblea Constituyente sigue siendo, con todo, el mejor camino.
Y no solamente por el hecho de que el actual Parlamento no cuente con todos los elementos de legitimidad, sino porque es necesario consultar al soberano para resolver lo que nos va a regir a todos los chilenos. Esperamos que el próximo Parlamento que se elija, de acuerdo a ya no al sistema binominal, sino de acuerdo al nuevo sistema proporcional, cuente efectivamente con la legitimidad necesaria. Pero eso es algo que hoy no está garantizado y todos sabemos que nuestro Parlamento tiene una legitimidad muy baja y falta el reconocimiento de la ciudadanía.
Desde ese punto de vista, en cuanto a los contenidos básicos de la Constitución, si bien es cierto el tema de la subsidiariedad no está concretado en la Constitución, en alguna norma específica, sí orienta todo lo que se llama el orden económico de la Constitución y eso impide incluso que el Estado pueda desarrollar emprendimientos si no es vía una ley de quórum calificado. Es lo que ha pasado, por ejemplo, respecto del tema previsional, cuando se ha planteado hoy día frente a la gravedad del tema de las pensiones para crear una AFP estatal, previamente hay que desarrollar una norma para que se permita posteriormente que el Estado pueda desarrollar esta institucionalidad, si no, tampoco se puede.
Entonces, nosotros creemos que el principio de la subsidiariedad, desde ese punto de vista, es básico terminar con él como elemento orientador de la Constitución para dar paso a una economía solidaria y a una economía mixta donde pongan al centro los principios fundamentales y los derechos fundamentales a la ciudadanía.
Hay derechos fundamentales que no están garantizados en la actual Constitución. Lo que está garantizado es la libertad y el acceso, pero no los derechos, como ocurre, por ejemplo, frente al derecho a la educación, que hay que recurrir al derecho de propiedad para poder alegarlo. Entonces, el tema de la seguridad social -lo que es un tema tan importante para la ciudadanía, el tema de pensiones, es un tema que estremece a toda la ciudadanía- sin embargo, no está garantizado, desde ese punto de vista la seguridad social que permita garantizar que el actual sistema -que es un sistema monopólico, privado-, pueda ser modificado. El Estado entra a jugar un rol fundamental en la economía que permite resolver lo que instauró la dictadura.
El problema principal de este país sigue siendo la desigualdad social.
No nos olvidemos que el problema principal de este país sigue siendo la desigualdad social porque está basado en un modelo económico que no va a permitir que en Chile haya igualdad social, porque la política de la acumulación tiene que ver con la tesis del chorreo, ese que todavía estamos esperando que nos llegue; el chorreo no llega para ninguna parte y no va haber chorreo si el Estado no entra a jugar un papel rector también dentro de la economía y, desde ese punto de vista, nosotros creemos que esos derechos no están garantizados hoy día en la Constitución.
La derecha, en toda oportunidad, defiende la libertad, y he dicho en más de una oportunidad: “libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre” porque en aras de la libertad aquí se mató y se hizo desaparecer chilenos y ahora, “en honor a la libertad” se defiende la libertad económica, se defiende la libertad de los grupos económicos, se defiende, en definitiva, la posibilidad de seguir engañando a la ciudadanía como ha ocurrido con la colusión. Entonces, de qué libertad me hablan; libertad para unos y los otros tienen que sufrir las consecuencias.
La derecha cada vez que quiere ampararse más en la Constitución, y dicen defender la libertad, por ejemplo, la libertad de educación. Según ellos, la reforma está afectando la libertad a la educación porque se iba a terminar con la posibilidad de seleccionar en los colegios y defendía el derecho de llevar a sus niños a cualquier colegio para seguir manteniendo la exclusión.
Se defiende un mal concepto de la libertad, porque la libertad no puede ser libertad para unos y discriminación para otros. Cuando les conviene, hablan de libertad. Lo mismo, por ejemplo, ha pasado con respecto a la gratuidad, respecto a la posibilidad de que se entreguen recursos a las universidades privadas, reclamando discriminación respecto de las universidades estatales.
Nosotros hacemos una tremenda valoración de lo que ha sido el Proceso Constituyente porque ha permitido que esta ciudadanía, que hoy no se interesa en la política, que parece que todo no la motivara, se ha sentido tremendamente motivada en participar de este debate.
A mí me tocó participar, y participé en todas las instancias del Proceso Constituyente, y pude ver cómo la gente iba evolucionando en sus concepciones porque si tenemos estos grados de abstención, es principalmente porque falta educación ciudadana, educación cívica, para que la gente participe activamente en los debates.
Principios orientadores.
Nosotros creemos que, en definitiva, lo que tenemos que debatir es cuáles son los principios orientadores de esta Constitución. Por ejemplo, creemos que debe haber una composición de un Parlamento unicameral, porque también la experiencia nos ha demostrado que hoy la demora en el proceso de las leyes tiene que ver con este proceso de doble cámara, que en definitiva, dilata el proceso legislativo, que obviamente, hoy día, tenemos que pensar que hay problemas con la reelección permanente de los parlamentarios. Creemos que eso hay que limitarlo, que no sea más allá de dos períodos. El período presidencial debe ser de cuatro o cinco años, con posibilidad de reelección, pero también eso tiene que verse.
Nosotros creemos que, hoy día, lo principal es que necesitamos una democracia participativa y eso implica que necesitamos una mayor participación ciudadana. Creemos que hay que incorporar la iniciativa de ley de parte de los ciudadanos, como existe en varias Constituciones, sobre todo latinoamericanas. Tiene que haber la posibilidad de revocar el mandato a las autoridades; qué ocurre en Chile cuando un parlamentario está involucrado en un proceso judicial y es juzgado y castigado, no puede renunciar, no está considerada la renuncia.
En definitiva, hay un conjunto de aspectos que debemos asumir en la reforma a la Constitución, que son fundamentales y que tiene que hacerse un proceso participativo y amplio.
Yo quiero, finalmente, señalar que el tema -y coincido con los anteriores expositores- respecto a las Fuerzas Armadas, a su supeditación a la autoridad política, pero también creo que hay un tema fundamental y es cómo nuestro país pone al centro el tema de los derechos humanos, porque si bien en el Artículo 5° de la Constitución está señalado el hecho de que nuestro país debe respetar los tratados internacionales en materia de derechos humanos, hemos visto cómo a partir de la discusión que se ha dado respecto de la libertad a los condenados por crímenes de lesa humanidad, nuestro país se pone al margen de la institucionalidad internacional, dándole la libertad a los violadores de derechos humanos, cuando en los tratados internacionales dice claramente -en este caso hay normas específicas- que no pueden ser aplicadas las mismas normas por ser crímenes de lesa humanidad. Desde este punto de vista, tenemos que lograr que en nuestra Constitución esté presente el tema de los derechos humanos en todos sus aspectos.
Por tanto, yo creo que hay cuestiones fundamentales en las cuales tenemos que ponernos de acuerdo porque de la Constitución actual tienen que eliminarse todos los rasgos autoritarios que ella tiene y obviamente, el excesivo presidencialismo y las facultades del Ejecutivo por sobre el Legislativo, son expresión de autoritarismo y se expresan principalmente en que, si bien es cierto que un régimen presidencialista es importante, tiene que adecuarse a las facultades que tiene que tener el propio parlamento para poder ser realmente colegisladores, si no indudablemente se da una supeditación del Legislativo respecto del Ejecutivo. Por otro lado, tenemos que ser un país descentralizado.
Y lo último a lo que quería referirme, que me parece muy importante, que es parte del debate actual en nuestro país, es el tema del reconocimiento constitucional de los pueblos originarios. Tenemos que tener una Constitución que reconozca que Chile debe ser un Estado plurinacional y multicultural. Son dos aspectos esenciales para nuestro país, para alcanzar una Constitución realmente moderna y que recoja el tema de la plurinacionalidad. Todo lo que está ocurriendo con la nación mapuche, los conflictos tienen que ser resueltos desde el punto de vista constitucional. Se les debe dar participación en el Parlamento.
Hoy día es una realidad que nuestro país, Chile, es un país multicultural y todo este debate que se ha dado respecto a los inmigrantes, que reflejan también rasgos de racismo que tenemos en nuestro país, tiene que ser recogido en nuestra Constitución para poder avanzar hacia un Chile realmente del siglo XXI, y no con la herencia de la dictadura que todavía nos queda.
(*) Abogada, ex Subsecretaria de Previsión Social y parte del equipo jurídico de la Secretaría General de la Presidencia, miembro de grupo de Constitución del Partido Comunista de Chile.
Fuente: ICAL