por Rodrigo Fuentes.
La extracción del litio, elemento clave para el desarrollo de China, Estados Unidos, Europa y Japón, a través de la fabricación y uso de baterías eléctricas, significa también graves daños ambientales y sociales para los países productores del mineral.
Chile, Bolivia y Argentina conforman el “triángulo del litio”, donde se concentran las mayores reservas a nivel mundial, sin embargo, también son las comunidades que viven en los territorios los principales afectados por la irrupción de las compañías que bregan para tener una parte de la extracción del llamado oro blanco.
También , el método utilizado y más económico para la obtención del mineral, la evaporación de agua y la decantación de salmueras, es uno de los principales causantes de que se estén secando acuíferos subterráneos, devastando territorios y formas de vida de comunidades originarias que han vivido por miles de años en torno al pastoreo, agricultura y comercio.
“No hay que solo hablar de litio, hay que hablar de salares. No basta con discutir quien se queda con el litio, sino que hay que evidenciar los impactos sociambientales que genera un mineral que se aprecia como elemento fundamental para la reconversión tecnológica verde. Pero esta modificación tiene un lado oscuro, colonial, que significa repetir el mismo extractivismo de siempre, que actúa contra los habitantes locales con el fin de satisfacer una matriz energética carbono cero de las sociedades industriales que no ven lo que está sucediendo acá”, afirmó.
En todos los salares altoandinos de Chile, Bolivia y Argentina se utiliza agua dulce para la extracción del mineral, a través de un método arcaico como es la evaporación, que va secando los mantos acuíferos, eliminado flora y desplazado a la fauna, lo cual excluye también a la ganadería, la agricultura y el turismo local, debido a la afectación de reservas nacionales.
“El factor común en todas estas naciones es que se extrae indiscriminadamente agua, sin fiscalización alguna y sin tener conocimiento de la dinámica hidrológica de los salares, no existen estudios veraces, sin embargo, se siguen autorizando faenas sin tener cereza de los daños que esto produce. Otro de los problemas que se oculta es el que va contra las comunidades, que han sufrido una fuerte erosión de sus tejidos sociales, divisiones, conflictos, engaños y resistencia que de manera conjunta han afectado gravemente la convivencia comunitaria. Las empresas irrumpen con convenios y entregando ayudas asistenciales a cambio de controlar la voluntad de las comunidades que finalmente aceptan a las compañías y soportan las graves consecuencias socioambientales de la extracción minera en sus territorios”, argumentó.
La autora de la publicación “Impacto socioambiental de la extracción de litio en las cuencas de los salares altoandinos del Cono Sur”, Bárbara Jerez , recalcó que el caso más grave se da en norte de Argentina. Precisó que ahí existen territorios explotados que se ubican en las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca y que no tienen control alguno sobre las actividades empresariales.
No existe fiscalización, información pública y menos transparencia en los procesos. Además, agregó, la legislación vigente del país trasandino no considera medidas de control que rijan al litio e hidrocarburos. A diferencia de Chile, precisó, donde se asoma un tenue control, a través de la Corfo.
Para el coordinador del Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina (OCMAL), César Padilla, la ganancia a corto plazo para los países productores y el mayor beneficio exclusivo para las naciones desarrolladas, esconde la trasgresión de derechos, la única defensa legal que tienen las comunidades afectadas por los impactos de la minería del litio.
Precisó que esto se da principalmente porque son territorios extremos, donde muchos piensan que no vive nadie, pero que existen los llamados pueblos de sacrificio, que mueren por compensaciones económicas.
El coordinador de OCMAL. Cesar Padilla, precisó que en Chile las empresas trasnacionales operan a través de la compra de autorizaciones de faenas a sus habitantes, que sufren del abandono Estatal. En Argentina, comentó, es aún desconocido, por la falta de información y la irrupción sin control de las empresas a la zona desértica del norte del país trasandino. En tanto, en Bolivia, se explota a cambio de más renta para el Estado, sin tener conocimiento de lo que se realizará en el futuro con los dineros.
“Hay varias distorsiones aquí, cosas que no están a la luz y que lo tiene que saber la gente, las mismas personas que hoy ven al litio como la salvación económica. La salvación en realidad yo no sé para qué. Va a pasar lo mismo que históricamente ha sucedido con nuestros recursos naturales, vamos a perder doblemente, porque se regala el litio sin proceso alguno a naciones desarrolladas, produciendo solo la destrucción de ecosistemas desconocidos, que pueden tener mucho potencial y que no están vinculados con la explotación del mineral”, subrayó.
Cesar Padilla aseveró que para contrarrestar los daños que produce la explotación indiscriminada por parte de, principalmente, compañías trasnacionales, es imperiosa una discusión regional en base a estudios sólidos y evaluaciones serias sobre los reales límites y posibilidades que tiene el territorio para el desarrollo de estas actividades económicas.
Además, sentenció, se requiere un debate en torno a la instalación de proyectos no solamente en base al aumento de la demanda internacional de litio o de otro recurso natural de turno. Es decir, “repensar la sustentabilidad energética abarcando los procesos territorialmente desiguales de apropiación-producción-comercialización-utilización del litio, y no sólo su uso final como materia prima para la generación de tecnología de reemplazo de las energías fósiles de unas sociedades y territorios a costa de otras”, finalizó.
Fuente: Radio Universidad de Chile