La bendición papal Urbi et orbi tiene como destinatarios la ciudad de Roma y el mundo, los mensajes de Francisco en nuestro país no fueron México et orbi. A unos días del final de la visita del Papa, que a ratos fue de Estado y a ratos pastoral según la conveniencia, arroja pobres resultados en lo que a la realidad mexicana se refiere.
El mensaje papal fue genérico, salvo muy pequeños momentos como en el de la Catedral, sus denuncias son aplicables a México y a buena parte del planeta. Habló de las personas descartadas por la forma de vida contemporánea, de las condiciones de reclusión y la no reinserción, de la tragedia migrante, de la pobreza, de los indígenas olvidados, de los empresarios voraces, de la corrupción de gobiernos, de la violencia del narcotráfico, de los bajos salarios, de la explotación laboral, del uso irracional de los recursos naturales, de la falta de oportunidades, de educación. Todo esto es una radiografía internacional y ha sido parte de la agenda de Francisco desde su llegada al papado. Mandó un mensaje al mundo desde México. Pero la crisis humanitaria que vivimos, y que en alguna medida está generada por la lista anterior, no fue mencionada, la urgencia nacional quedó fuera de la agenda.
Ni que decir del laicismo que fue golpeado reiteradamente. El gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, besó el anillo papal, mandó un mensaje preocupante a un estado donde la violencia religiosa está presente. El Presidente comulgó en misa y afirmó que somos un pueblo guadalupano, sugiero que consulte los datos del Inegi. Lo más vergonzoso fue que varias páginas de secretarías del gobierno federal removieron los símbolos nacionales para colocar al Papa.
Ni los casi treinta mil desaparecidos ni los cerca de doscientos mil asesinados, ni la tortura generalizada, ni las ejecuciones extrajudiciales, ni la impunidad casi total, ni la cínica corrupción, nada de esto parece haber sido relevante para Bergoglio. Sus discursos parecen responsabilizar al narcotráfico de todo ello, el Estado en cualquiera de sus poderes o niveles no aparecen como responsables de nada.En su visita a Michoacán, tierra de Marcial Maciel, ni una palabra sobre pederastia o los Legionarios de Cristo, oportunidad perdida, silencio cómplice. Incluir o mencionar temas en un discurso no es lo mismo que señalar o indignarse.
No hubo oportunidad, dicen, de reunirse con víctimas, pero sí en repetidas ocasiones con miembros de la clase política. No es que no pudo, no quiso o no lo dejaron o así lo pactaron.
Mientras que en gran parte fue genérico, con los obispos mexicanos fue directo.
Es decir, cuando lo consideró oportuno, puso el dedo en la llaga y no solo reprimió a una clase eclesiástica mexicana cercana al poder sino que en Chiapas llevó flores a la tumba de Samuel Ruiz. El que entendió, entendió.
Algunos argumentan que no pudo ser directo, que lo políticamente correcto lo obligaba a generalidades. Pregunto si con esa lógica actuó cuando directamente, a horas de haber dejado nuestro país, criticó fuertemente las declaraciones de Donald Trump. Por fin, ¿se puede o no se puede ser directo? En el papado de Francisco hay otros ejemplos de posiciones claras y firmes ante la violencia y muy lejos de lo políticamente correcto. Hace cerca de un año Bergoglio afirmó que el genocidio armenio fue el primero del siglo XX, aquí se colocó del lado de las víctimas, del lado de la historia, aunque al gobierno turco le haya causado molestias.
No es que las cosas se hubieran resuelto si Francisco las hubiese señalado, la clase política mexicana no reaccionaría y apuesto que hasta le hubieran aplaudido en Palacio Nacional si hubiera hecho mención a la corrupción nacional, de ese tamaño es el cinismo actual. Era necesario un señalamiento puntual de una personalidad con la autoridad moral de Francisco, un mensaje de esperanza y empatía ante el horror que se vive, una denuncia concreta que se sumara a las ya emitidas por relatorías, comités y personalidades de Naciones Unidas, a ellos el gobierno pudo ignorarlos, al Papa sería más complejo.
Guardando muchas proporciones (temporales, espaciales y criminales), me parece que se puede criticar la visita del Papa a nuestro país de la misma manera en que hasta la fecha se cuestiona a Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial. No es que Pío XII no hubiera hablado de nada, es que habló de generalidades, no señaló puntualmente los crímenes del nazismo que eran ya conocidos por muchos. Sobre este momento histórico, recomiendo la película Amén de Costa-Gavras. Repito, guardando todo tipo de proporciones, reproduzco algunos fragmentos del mensaje radiofónico que realizó Pío XII en la navidad de 1942.
“…promete misericordia, amor y paz a la infinita muchedumbre de los que sufren y de los atribulados, que ven desaparecida su felicidad y rotas sus energías por el huracán de la lucha y de odios en estos nuestros días borrascosos… Pueblos cuyas dotes de valor y de sacrificio conocemos, así como también sus angustias y dolores, y a todos los cuales, sin excepción alguna, en esta hora de indecibles pruebas y luchas, nos sentimos unidos por un amor profundo, imparcial e imperturbable y por el ansia inmensa de hacerles llegar todo el alivio y el socorro que de alguna manera esté a nuestro alcance…inspirados en el pensamiento cristiano, para establecer un orden de convivencia y colaboración internacional conforme a las normas divinas…Una clara inteligencia de los fundamentos genuinos de toda vida social tiene una importancia capital hoy más que nunca, cuando la humanidad, intoxicada por la virulencia de errores y extravíos sociales, atormentada por la fiebre de la discordia de ambiciones, doctrinas e ideales, se debate angustiosamente en el desorden por ella misma creado y se resiente de los efectos de la fuerza destructora de ideas sociales erróneas, que olvidan las normas de Dios o son contrarias a éstas…
Este voto la humanidad lo debe a los innumerables desterrados que el huracán de la guerra ha arrancado de su patria y ha dispersado por tierras extrañas…cientos de millares de personas que, sin culpa propia alguna, a veces sólo por razones de nacionalidad o de raza, se ven destinados a la muerte o a un progresivo aniquilamiento…mujeres, niños, enfermos y ancianos, a quienes la guerra aérea —cuyos horrores Nos ya desde el principio repetidas veces denunciamos—, sin discriminación o con insuficiente examen, ha quitado vida, bienes, salud, casa, asilos de caridad y de oración…”.
Generalidades, nada concreto, ninguna denuncia puntual.
Oportunidad perdida por el Papa Francisco. Bergoglio tuvo que sopesar si quedar bien con el poder o con la historia (de menos la mexicana).
Mención aparte merece la cobertura televisiva y radiofónica. Patética es la palabra correcta. Destaco las transmisiones de Canal 11, mi reconocimiento al excelente trabajo y línea editorial.
Fuente: Aristeguy Noticias