Corría el año 1974. Habían pasado tan sólo 11 meses desde el golpe de Estado y la fractura político-social de Chile con su secuela represiva de alta intensidad, la derogación de derechos políticos y sociales, y la imposición del modelo económico neoliberal. En ese tiempo fue cuando se promulgó el Decreto de Ley 701.
Una historia que podría caber dentro de las tantas narraciones negras de la dictadura y la trama de la destrucción del Estado para engrosar las arcas de las grandes familias-empresas. Sin embargo, ésta no sólo suma en el argumento a militares y empresarios, sino también añade a actores secundarios que gracias a una vinculación precisa, lograron convertirse en personajes principales.
Así sucedió con Julio Ponce Lerou, empresario, el conocido ex presidente de las sociedades cascadas de Soquimich (SQM) y que figura en la lista de cuanta investigación se ha realizado sobre boletas ideológicamente falsas. También es el mentor del subsidio a las grandes empresas forestales.
Ponce Lerou, quien incluso apareciera en el ranking de Forbes como uno de los hombres con una fortuna superior a los mil millones de dólares (US$ 2.300 millones en 2014, para ser más
precisos), estudió ingeniería forestal en la Universidad de Chile en la década de los 60. En plena “revolución de las flores” y “el amor libre”, el joven profesional conoció en esos veranos de Maitencillo a María Verónica Pinochet, hija del entonces subdirector y profesor de geopolítica en la Academia de Guerra, de nombre Augusto.
Aquellas jornadas de amor y playa provocaron dos importantes cosas para Ponce Lerou. Primero, su matrimonio con María Verónica en 1969 y, como consecuencia de ello, su transformación
en uno de los hombres más ricos de Chile.
De las flores a los árboles
Como joven recién casado, ingeniero y emprendedor por antonomasia, Ponce Lerou comenzó a trabajar en el rubro forestal. Primero en Industrias Forestales (Inforsa) y posteriormente en la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), también conocida como La Papelera.
Todo esto a comienzos de los años 70, cuando la empresa se presentaba abiertamente como opositora al gobierno de la Unidad Popular. Ya conocedor del trabajo en terreno y del funcionamiento de una empresa forestal, se radicó en Panamá para hacerse cargo de la logística de los aserraderos.
Pero su vida como asalariado y padre de familia, cambió aquel 11 de septiembre de 1973. Ya no era un personaje cualquiera, sino que se convertía en el yerno del dictador y un personaje fundamental en los primeros años tras el golpe.
Desde ese espacio y ante el beneplácito de su suegro, comenzó a generar las redes y lazos que promovieron su camino a la fortuna. De la misma forma, comenzó a posicionar la industria forestal como un suculento botín.
Según señalara la periodista María Oliva Monckeberg en su libro “El saqueo de los grupos económicos al Estado Chileno”, hasta 1973 Julio Ponce Lerou “no tenía ni un peso más que el de un profesional cualquiera, cuando se decidió el golpe militar. Pero a mediados de los 70 empezaron dos tipos de situaciones que los favorecieron: por un lado, él empezó a quedarse con grandes territorios en el sur y también a ocupar cargos en que lo pusieron desde el gobierno de su entonces suegro”.
Cuando el dictador comenzó a ubicar en los puestos administrativos del Estado a sus cercanos, de inmediato pensó en ese joven ingeniero para que se hiciera cargo de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), para diseñar políticas de explotación de bosques.
Y así nació otra importante relación para Ponce Lerou: la familia Matte, con quienes ya había compartido en sus primeros años de vida profesional.
Conocedor de la importancia de los recursos forestales, Ponce Lerou presentó el proyecto que tenía por finalidad “fomentar la forestación en Chile”. La idea estipulaba el establecimiento de una bonificación para la plantación de árboles en suelos calificados como “de aptitud preferentemente forestal” junto a algunas exenciones tributarias para quienes se acogieran a este beneficio. Esto, sumado a la inexpropiabilidad de los terrenos reforestados.
El fatídico y noble Decreto
El 15 de octubre de 1974, la Junta Militar emitió el Decreto Ley 701, rescatando todas las ideas de Ponce Lerou. Augusto Pinochet fue un entusiasta promotor de dicha normativa porque mataba tres pájaros de un tiro: devolvía favores y fortalecía su relación con grupos económico-financieros como los Matte, favorecía financieramente a su yerno, y metía el rubro forestal en el proceso privatizador que llevaba adelante la dictadura cívico-militar.
Entre 1974 y 1979 se produjo la consolidación de la CMPC, años en que cambió la dirección en el consorcio. Se fue el director y principal accionista, Eliodoro Matte Ossa, y asumió su hijo Eliodoro Matte Larraín, que sigue a cargo de la compañía y juega un rol determinante en el holding forestal y del papel.
Como consecuencia de ese Decreto, CMPC-La Papelera- comenzó a partir del mismo 1974, un enorme programa de plantación de pino radiata, una especie arbórea de crecimiento rápido, que alcanza un diámetro de tronco de más de 40 pulgadas en 25 o 30 años. Un árbol ideal para generar recursos en poco tiempo.
Si a esto se sumaba el beneficio estatal para la reforestación, el negocio del pino era, en términos prácticos, grito y plata.
El DL 701 funcionó sin modificación alguna hasta 1997, año en que se incorporaron al subsidio estatal a los “pequeños empresarios”.
En sus primeros 23 años de aplicación, el Estado de Chile entregó 369 millones de dólares en bonificaciones, de los cuales 95% fueron directamente a grandes empresas -entre ellas a las de la familia Matte-. Los empresarios catalogados como “medianos propietarios forestales”, recibieron el 5% restante, según consignan los catastros oficiales realizados por Conaf a comienzos
de este 2015.
De acuerdo con datos de la Dirección de Presupuestos (Dipres) entre 1974 y 1997, se plantaron más de un millón 700 mil hectáreas, casi todas con pinos radiata y eucaliptos, de las cuales más de 830 mil hectáreas fueron bonificadas.
En total, desde 1974 a 2013, el subsidio estatal para la reforestación superó los 875 millones de dólares. El 70% de esos dineros terminaron en las grandes empresas forestales, entre ellas la CMPC, a estas alturas, el alma mater de Julio Ponce Lerou.
Un pulpo de gran poder
Así las cosas, Pinochet y Ponce Lerou fueron decisivos en la consolidación financiera de la familia Matte, que hoy tiene tres pilares: Eliodoro, Bernardo y Patricia Matte Larraín, con una fortuna común de alrededor de 7 mil 500 millones de dólares, la cual radica fundamentalmente en el rubro del papel (y papel tissue) y forestal.
Un grupo económico-financiero que oscila cada año, según mediciones de la revista Forbes y otras investigaciones, entre el segundo y tercer lugar de familias multimillonarias de Chile. Si bien el negocio de la celulosa les reporta el 35% de su riqueza, tienen ramificaciones en otros ámbitos y otros consorcios: telecomunicaciones, con Entel; construcción, con Volcán; hidroeléctrico, con Colbún; bancario, con Bice; portuario, Puertos y Logística; forestal, Mininco.
La mayoría de esas compañías construidas al amparo de decretos y normativas generadas durante la dictadura, privilegiadas por procesos de privatización y garantías y apoyos desde el Estado, como el caso del DL 701.
Incluso ahora, cuando la empresa CMPC cometió la irregularidad de la colusión en el papel tissue, se benefició de la norma que elimina la multa a pagar porque la compañía se acogió a la “delación compensada” y ninguno de los altos ejecutivos que operativizaron la irregularidad, serán llevados a algún Tribunal de Justicia y menos a la cárcel.
CEP: el cetro de poder político
En los pasos para incursionar en la política e incidir en la realidad nacional con el pensamiento conservador y neoliberal, los Matte crearon en 1980 el Centro de Estudios Públicos (CEP) que hoy, junto con realizar investigaciones y presentar el pensamiento de la derecha ideológica, realiza una de las encuestas políticas más comentadas en el país.
En la actualidad es dirigido por Harald Beyer, ex ministro del gobierno de Sebastián Piñera, ambos con relaciones cercanas con Eliodoro Matte.
Pese a estar al frente de una de las compañías coludidas en el Cartel del Papel, Matte no renunció a la presidencia del CEP y recibió el respaldo de los asociados a esa entidad de estudios.
Para el Grupo Matte, el CEP es el espacio de influencia y poder político desde el poder económico, logrando que esa instancia se vea como un eje de pensamiento del sector empresarial-financiero, de sectores conservadores y de poderes fácticos, al punto que las y los presidentes del país, así como ministros y parlamentarios, le dan mucha importancia como lugar de convocatoria y apariciones públicas.
La encuesta del CEP gravita mucho en el mundo político y comunicacional. Ahora surgen dudas respecto a si Matte o algunos de los ejecutivos de esa institución se coluden o realizan prácticas irregulares en torno de los sondeos que efectúan.
La Papelera y la matanza de 19 trabajadores
La familia Matte fue decidida opositora al gobierno del Presidente Salvador Allende. La beligerancia aumentó cuando los trabajadores de La Papelera reivindicaron el paso de la empresa a manos sociales o del Estado. En esos años, los Matte afianzaron las relaciones con Augustín Edwards, el magnate de El Mercurio que en los setenta conspiró junto al gobierno de Estados Unidos para derrocar a Allende, y hubo contactos con dirigentes y parlamentarios del derechista Partido Nacional, el grupo terrorista Patria y Libertad y sectores conservadores de la
Democracia Cristiana.
Producido el golpe de Estado, Eliodoro Matte Ossa se convirtió en aliado de Augusto Pinochet y del equipo de empresarios y economistas que iniciarían el proceso de desmantelamiento
de empresas estatales para pasarlas a sus manos, imposición del modelo de “libre mercado” y derogación de derechos laborales de los trabajadores.
Los hijos de Matte Ossa, Eliodoro, Bernardo y Patricia Matte Larraín, terminaban carreras universitarias y se acercaban al manejo de las florecientes empresas familiares.
Junto con eso, Bernardo y Patricia trabajaron en dependencias públicas para colaborar profesionalmente con la dictadura.
Pero el episodio más oscuro y siniestro en que aparecen vinculados los Matte, es la matanza de 19 trabajadores en Laja (Región del Biobio), varios de ellos empleados y dirigentes sindicales de La Papelera (Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones), algunos de los cuales incluso se presentaron voluntariamente a fuerzas policiales después del golpe de Estado.
Un piquete de 17 carabineros asesinó a esas personas, contando con la ayuda de funcionarios de La Papelera.
De acuerdo a las investigaciones judiciales y periodísticas, desde la compañía de los Matte se entregó información a Carabineros, se les facilitó un bus para el traslado de las víctimas y se les obsequió pisco a los uniformados para celebrar la concreción del hecho represivo y criminal.
Varios de los ex carabineros confesaron el crimen y la forma en que se organizó. En ese tiempo, dos connotados ejecutivos de la CMPC eran el ex presidente y líder de la derecha, Jorge
Alessandri Rodríguez, y el mayor accionista, Eliodoro Matte Ossa.
El hecho ocurrió el 18 de septiembre de 1973.
Durante toda la dictadura se afianzaron los lazos de los Matte con Pinochet, y también fortalecieron vínculos con los Legionarios de Cristo, personeros de la derecha que más tarde se convertirían en representantes de la Unión Demócrata Independiente y Renovación Nacional y grupos como la Cofradía Náutica, liderada durante años por Agustín Edwards y el miembro
de la Junta Militar, José Toribio Merino.
Fuente: Semanario El Siglo, edición N° 1793