Los actuales ministros del Interior, Justicia y de Relaciones Exteriores, Víctor Pérez (UDI), Hernán Larraín (UDI) y Andrés Allamand (RN), respectivamente, fueron acérrimos enemigos del gobierno del Presidente Salvador Allende y respaldaron, desde diversas posiciones, el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.
Luego participaron, colaboraron e incluso, fueron funcionarios del régimen dictatorial.
Discípulos de Jaime Guzmán y de Sergio Onofre Jarpa, representativos ideólogos de la ultraderecha. A ellos, entre otros, se suman personajes de la actual derecha como Joaquín Lavín e Iván Moreira y una larga lista de reivindicadores de la dictadura cívico-militar y de Augusto Pinochet.
Los tres ex ministros suelen evadir, a estas alturas, sus actividades desestabilizadoras en contra del Presidente Allende, su apoyo al derrocamiento del gobierno y su respaldo al régimen castrense.
Son decenas los personeros de gobierno, parlamentarios y dirigentes de la Unión Demócrata Independiente (UDI), de Renovación Nacional (RN) y del Partido Republicano (PR) que aplaudieron y apoyaron la asonada golpista que derrocó al gobierno constitucional de Salvador Allende.
Luego asumieron labores como funcionarios del régimen o como dirigentes de los organismos gremiales que creó la dictadura. Varios fueron alcaldes designados. Muchos, en 1973, eran militantes y dirigentes del Partido Nacional (PN) y de la Juventud Nacional (JN) y pertenecieron o estuvieron cerca del ultradrechista y paramilitar Comando Rolando Matus, que efectuó ataques violentos, agresiones a dirigentes y militantes de la Unidad Popular y actividades terroristas y de sabotaje para buscar la salida violenta del gobierno allendista.
Varios, como Larraín, adscribían a la corriente del Gremialismo incubada en la Universidad Católica, donde se perfiló el liderazgo del abogado Jaime Guzmán, quien sería justificador intelectual de la acción golpista y luego gestor del ideario dictatorial que terminó consagrado en la Constitución de 1980, vía plebiscito fraudulento, donde ni siquiera existía un padrón electoral.
Todos eran aliados del grupo paramilitar de ultraderecha Patria y Libertad, que tenía como cabecilla al abogado Pablo Rodríguez, promotor de actos terroristas, alentador del derrocamiento del gobierno y aliado conspirativo de mandos de las Fuerzas Armadas, llegando a planificar y ser parte de la intentona golpista de junio de 1973 junto a oficiales del Ejército.
Rodríguez sigue como catedrático, es columnista del diario El Mercurio y mantiene amistad política con algunos integrantes del gobierno piñerista y dirigentes de la UDI.
Dirigentes y militantes de Patria y Libertad desarrollaron labores represivas y conspirativas con los encargados del recinto nazi y ultraderechista de Colonia Dignidad, del cual Pérez y Larraín fueron muy cercanos.
El actual Canciller, Andrés Allamand, fue un ferviente opositor al gobierno popular, ingresó a militar a la Juventud Nacional (JN) cuando era estudiante secundario, teniendo como guía político al entonces presidente del Partido Nacional, Sergio Onofre Jarpa, quien sería embajador y ministro del Interior de la dictadura.
Allamand fue jefe del frente estudiantil del PN, cargo que ostentaba al momento del golpe de Estado, y desde el cual celebró el derrocamiento de la administración de la Unidad Popular.
Fue postulado por la JN, y apoyado por la derecha, incluido Patria y Libertad, a la presidencia de la Federación de Estudiantes Secundarios (FESES). Participó en marchas en contra de Allende y fue parte de las fuerzas que buscaban la salida del mandatario y que luego aplaudieron y respaldaron el golpe militar. También, de acuerdo a información de la época y que figura en documentación pública, integró el grupo paramilitar Comando Rolando Matus que desarrollaba acciones violentas contra el gobierno.
También militó en la JN el actual titular de Interior, Víctor Pérez, y desde esas filas fue un activo opositor al gobierno de la Unidad Popular, participando en marchas, organización de actos en contra de Allende y actividades de desestabilización política.
En recientes declaraciones reconoció que al ver manifestaciones de partidarios de la UP, tomó la decisión de entrar a militar en el partido de ultraderecha y combatir a la izquierda. Respaldó con entusiasmo la asonada militar y desde 1974, según informaciones biográficas, se vinculó política e ideológicamente a Jaime Guzmán, a personeros nazis y ultraderechistas de Colonia Dignidad y aceptó ser alcalde designado por el dictador Augusto Pinochet.
En esas actividades estableció lazos con altos mandos del Ejército, la Armada y Carabineros, que permanecen hasta hoy.
Hernán Larraín, ministro de Justicia y Derechos Humanos, era una de las figuras destacadas de las fuerzas gremialistas de la Universidad Católica, presidió la federación de estudiantes de esa casa de estudios defendiendo las posturas de los sectores conservadores en la década de los sesentas e inicios de los setenta, fue un acérrimo enemigo de la Unidad Popular y crítico del triunfo de Allende.
Considerado discípulo de Jaime Guzmán, desde inicios de los setenta se vinculó a la ultraderecha y terminó, por ejemplo, siendo miembro de la Corporación de Amigos de Colonia Dignidad.
Los tres, en su momento, defendieron “la obra del gobierno militar” y formaron parte de la reorganización de la derecha para asumir roles políticos en el tiempo pos dictadura, militante en los partidos conservadores hasta la fecha. Según algunos analistas, en estándares institucionales europeos, por ejemplo, ninguno podría ocupar hoy los cargos que ostentan al estar vinculados tan estrechamente al origen y desarrollo de un régimen dictatorial genocida.
En esa larga lista de enemigos del gobierno de la UP y que respaldaron su derrocamiento, está el actual alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, destacado militante de la UDI. Desde sus tiempos de universitario, mantuvo vínculos políticos y personales con la ultraderecha y fue opositor decidido al proyecto de la Unidad Popular, respaldando a los militares y al régimen dictatorial. Durante el gobierno de Allende trabajó como opositor levantando desde ya las tesis neoliberales en el plano económico y fue parte del grupo de economistas que comenzó a instalar las tesis de los Chicago Boys en Chile.
Su suegro, Alberto León, fue un destacado jefe del grupo paramilitar Patria y Libertad. Además, fue discípulo cercano de Jaime Guzmán y parte fundamental del Frente Juvenil de Unidad Nacional creado por la dictadura.
Iván Moreira fue otro de los destacados militantes del Partido Nacional, partícipe de actividades desestabilizadoras y entre 1971 y 1973 presidió la Juventud Nacional en Punta Arenas. Desde esa posición respaldó sin reparos el golpe de Estado y celebró el derrocamiento de Salvador Allende, para convertirse tempranamente en colaborador del régimen militar, al que reivindica hasta el día de hoy manteniendo un lazo cercano con la familia Pinochet Hiriart.
En el Parlamento, la actividad política e incluso con aspiraciones presidenciales, siguen actuando defensores de la dictadura y reivindicadores de Pinochet, como Ignacio Urrutia, Evelyn Matthei, Camila Flores, José Antonio Kast, Juan Antonio Coloma, Jacqueline Van Rysselberghe, entre otras y otros.
Fuente: El Siglo