Fue un mensaje de dos países. Congreso adentro, Piñera le habló a los suyos y al Chile institucional.
Afuera, atronó un cacerolazo nacional poco veces visto y escuchado, que habló a las claras de lo que los chilenos piensan del mensaje de Piñera.
Del discurso de Piñera, poco o nada que destacar. la misma retahila de frases huecas y lugares comunes; la misma enumeración de medidas y cifras que no han servido para nada, los mismos anuncios de generalidades, como si el presidente todavía estuviera en campaña, los mismos anuncios políticos que buscan profundizar el modelo neoliberal, en medio de la pandemia.
Los mismos insultos y descalificaciones a la protesta contra su régimen, a la que reduce de populismo, violentismo y terrorismo. Ninguna autocrítica respecto a derechos humanos, y en rigor, a nada.
El mismo discurso que enhebra mentira tras otra.
En resumen, un discurso que solo existe en la imaginación de Piñera y los que le redactan los discursos.
No es que se esperara algo de Piñera, pero perdió una estupenda oportunidad de haber empatizado con el drama de los chilenos.
El otro país, el país real, se manifestó en las calles con una fuerza y extensión entre las grandes que se han visto.
Ese país muestra que el gobierno de Piñera está en la UTI, y que ya nada puede salvarlo.
A continuación, un somero recorrido:
Proyección Luminosa de la Anef, en el edificio Entel:
Diagonal Paraguay con Alameda:
Pudahuel Sur:
Plaza Ñuñoa:
Quilicura:
Santiago Centro:
Valdivia:
Valparaíso:
Villa Francia:
Tanquetas en Villa Francia:
Villa Olímpica:
