A veces deseo llamar a Alejandra
Pero no puedo. Pero no puedo.
Y no es que no tenga dedos para marcar su número.
Y no es que no me queden minutos en el teléfono.
Y no es que no esté su número en mi memoria
o en la nube de mi memoria
Es que Alejandra se fue.
Partió para esa ciudad
de la que nunca se vuelve
su sonrisa amable
su grácil pisada.
Se fue
su anécdota con Sábato
frugal de Héroes y pletórica de Tumbas.
Su risa por Yoko, la novia de Lennon,
a quien conoció en el Londres del siglo pasado.
Sus viajes con Manns
Su amor tan de ella por su Búfalo Bill.
Su libro en la mesita de luz o en la mesita de sombras.
Su ropa y apañe valiente pa las chiquillas y los compadres del Frente
claridad tan pura de postulantes a madres de nuestra patria
y a padres de esta matria.
Su generosidad con Felipe y Patti en Londres del 75.
Su agradecido recuerdo por el compañero Volodia
y el tan querido Zorrilla, el don Américo.
Se fue Alejandra
y su particular manera de pedir un favor tuteando
a San Sebastián de Yumbel
que le devolviera su billetera
con plata y todos sus documentos
y San Sebastián le escuchaba
Su bella risa y su sonrisa bella
su grácil pisada
ella tan ella
tan argentina y chilena
tan nuestra.
Hay veces, y perdonen
gentiles oyentes de esta canción,
pero yo con mi compañera
quisiéramos
tener un teléfono
con un número imposible
para llamar a Dios
y pedirle
Oiga Don Dios
no sea tacaño
y que
por una vez
por solamente una vez
se ponga Alejandra al teléfono
y nos atienda
y podamos oír la voz
de nuestra Alejandra
nuestra querida e indivisible
y por ahora invisible
Alejandra Lastra.
(*) Texto compuesto al cumplirse el primer aniversario de la partida física de Alejandra Lastra, compañera de Patricio Manns.