El cohecho era una práctica común en las elecciones que tuvieron lugar en Chile hasta 1958, año en que se aprobó la existencia de la Cédula Única, fórmula concebida justamente para eliminar esa práctica escandalosa. El caso PENTA demuestra que el cohecho sigue siendo una práctica común, que en el caso de la UDI alcanza dimensiones descomunales. El voto se compra ahora mediante el despliegue de las más sofisticadas fórmulas de persuasión a través de los medios de comunicación y de la propaganda en las calles, lo cual exige cuantiosos recursos económicos.
Antes, cada candidato debía imprimir sus propios votos en papeletas de tamaño 10 x 20 centímetros, conteniendo el nombre del candidato antecedido por el guión que debía cruzarse para confirmar la voluntad del elector. En consecuencia, había un voto por cada uno de los candidatos postulantes en cada distrito o circunscripción. Los candidatos debían preocuparse de mantener votos al interior de cada cámara, a fin de asegurar que al presentarse el elector, pudiera coger el voto de su candidato, marcarle la preferencia y salir a depositarlo en la urna.
La derecha política hacía uso sin asco del cohecho, práctica que tenía lugar en las secretarías de los candidatos, ubicadas a cierta distancia de los recintos electorales. Aprovechándose del alto índice de analfabetismo, o de la miseria reinante, las mencionadas secretarías eran verdaderas encerronas donde se compraban votos ofreciendo un trago de vino y una empanada, o un billete partido en dos, cuya mitad restante sería entregada después de sufragar.
El carnero, como llamábamos al elector sobornado, era advertido que los apoderados o vocales adeptos en la mesa receptora, serían capaces de verificar si se había marcado correctamente la preferencia.
El caso PENTA demuestra que el cohecho sigue siendo una práctica común, que en el caso de la UDI alcanza dimensiones descomunales. El voto se compra ahora mediante el despliegue de las más sofisticadas fórmulas de persuasión a través de los medios de comunicación y de la propaganda en las calles, lo cual exige cuantiosos recursos económicos.
PENTA invierte en los candidatos que le garantizan la continuidad sin cambios, de su gestión como holding empresarial. Las leyes dictadas con el propósito de regular los procesos electorales son burladas sistemáticamente ya que el Servicio Electoral carece de la capacidad para fiscalizar su cumplimiento.
La empresa PENTA, encabezada por Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín tiene intereses en las áreas de previsión, seguros, finanzas, salud, inmobiliaria y educación. De acuerdo a sus propias estimaciones, el grupo maneja activos por un monto aproximado de 30 000 millones de dólares.
En materia de Salud, PENTA es dueña de las Isapres Banmédica y Vida 3, además de las Clínicas Santa María y Dávila. También es mayoritaria en la empresa Help S.A.
En cuanto a Fondos de Inversión, Penta gestiona la AFI Las Américas, Penta Estrategia & Inversiones, Penta Vida, Factoring Penta y Penta AMH.
En el campo educacional, recordemos que Délano y Lavín formaron parte desde 1990 del directorio de la Universidad del Desarrollo, feudo de la UDI en la educación superior. Años después, los edificios de dicha Universidad fueron arrendados al grupo PENTA, es decir, una sociedad espejo de los fundadores de la mencionada Universidad, práctica que, como es sabido, ha sido extremadamente difícil de erradicar en el proyecto de Reforma Educacional actualmente en trámite del Parlamento.
En el rubro Inmobiliario, PENTA cuenta con cuatro divisiones: Departamentos, Casas, USA y Hoteles, con importantes inversiones a lo largo de todo Chile y también en el extranjero.
Menciones como ejemplo una de sus obras actualmente en ejecución. Se trata del proyecto Brisas de Chicureo, con una inversión de 181 millones de dólares, consistente en la urbanización de 683 hectáreas subdivididas en 1.167 sitios de 5.000 m2 cada uno, complementadas con un Club de Golf de 36 hoyos( no podía faltar), un Club House (qué distinguido) y áreas comerciales.
El maridaje de la UDI y PENTA es total. Varios de sus ejecutivos van y vienen. Algunos como el ex Subsecretario de Minería ejercieron funciones en el gobierno de Piñera y después regresaron a su nido materno. Otros como Cristián Larroulet y Joaquín Lavín suspendieron sus actividades académicas en la Universidad del Desarrollo al ser designados Ministros de Estado y las reasumieron al término de su gobierno. Resulta impactante leer los correos intercambiados con motivo de la última elección parlamentaria a fines del año pasado, donde varios de los candidatos de la UDI imploran a PENTA hasta un raspado de la olla para financiar sus campañas.
Andrés Velasco
Ayer quedé estupefacto escuchando las respuestas de Andrés Velasco ante el acoso de los periodistas, tras haber declarado como imputado durante 4 horas ante el fiscal Carlos Gajardo que investiga el caso PENTA.
Insistió majaderamente que él es un profesional y académico, que vive de la venta de sus servicios profesionales y que por lo tanto, el almuerzo compartido con Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, por el cual cobró 20 millones de pesos, fue un servicio profesional acordado con dichos ejecutivos, a fin de examinar materias nacionales e internacionales en las áreas de Inversiones, AFP, etc.
No es posible, que alguien pretenda tomarnos el pelo con tanta desfachatez. ¿Quién mínimamente informado de lo que ocurre en Chile puede aceptar semejante explicación?
En el último año, yo debo haber participado en unos 6 seminarios, coloquios o conferencias, patrocinadas por diferentes Universidades, por el Consejo de Monumentos Nacionales, por el Museo de la Memoria o por el Museo de Bellas Artes.
A ninguna de estas entidades se le ha ocurrido ofrecerme un solo peso de remuneración. A lo más, cuando han tenido lugar fuera de Santiago, me han cancelado el pasaje aéreo y una noche de hotel.
Participo en el Centro de Estudios CENDA, donde todos sus directivos son prestigiosos profesionales constantemente solicitados a eventos similares que tienen lugar en Universidades, Organizaciones Sociales o Estudiantiles. Jamás hemos recibido remuneración alguna por este concepto, y tengo la certeza que nuestro currículum académico y profesional es por lo menos análogo al que exhibe el señor Velasco.
No estoy hablando de investigaciones que por cierto son remuneradas. Me refiero a la participación en un Seminario o Conferencia, donde entregamos durante algunos minutos, nuestro punto de vista en los temas programados.
Quienes nos invitan conocen nuestra historia profesional y confían en la posibilidad de poder iluminar sus pasos en los asuntos que les preocupan.
Por cierto que Délano y Lavín, sabían perfectamente que las dos horas de diálogo con Velasco, no cambiarían nada el curso de sus negocios.
Alberto Undurraga
El caso del actual Ministro de Obras Públicas no es análogo al anterior, en primer lugar porque no se trata de una conversación, sino que hay un documento entregado a solicitud de Penta y también por el monto involucrado. Sin embargo, no nos engañemos. La explicación del Ministro en el sentido de que él hizo entrega del documento solicitado y que no es responsabilidad suya que el solicitante haga o no uso de él, es de una extrema debilidad.
¿A título de qué, Penta, autora de muchos de los peores estragos inmobiliarios ocurridos en nuestro país, le solicita asesoría a Ciudad Justa, la entidad dirigida por el Ministro Undurraga?
¿Supondrá el Ministro que somos tan ingenuos como para aceptar semejante explicación?
Días atrás, una profesional brillante en su campo, la doctora Helia Molina, especialista en Salud Pública, debió presentar la renuncia a su cargo como Ministra de Salud, por haber dicho una verdad que nadie en Chile desconoce: la práctica habitual del aborto en las clínicas cuicas, como tan certeramente las calificó. En mi opinión, el Ministro Alberto Undurraga debía seguir sus pasos.
El yate controvertido.
La Udi se ha aferrado desesperadamente como tabla de salvación a la noticia que a fines del año 2013, un chileno radicado en Nueva York, organizó un viaje en yate como fórmula de recaudar fondos a la campaña electoral de Michelle Bachelet, una vez que ella aceptó concurrir a las elecciones presidenciales. Los señores UDI ponen de manifiesto que la Ley electoral prohíbe el aporte de extranjeros en las elecciones y por lo tanto, la actual Presidente habría transgredido la Ley.
Francamente estamos en las antípodas del caso PENTA.
Tradicionalmente, las campañas electorales, sobre todo de los partidos de Izquierda, se financiaban sobre la base de múltiples iniciativas de este tipo: comidas, bailes, bingos, festivales artísticos o culturales, con la asistencia de millares de ciudadanos comunes, chilenos o extranjeros, que concurrían cancelando una suma de dinero a sabiendas del objetivo de dichas actividades.
A partir del restablecimiento de la democracia, los chilenos en el extranjero se han organizado para apoyar a los candidatos de su preferencia, en las elecciones presidenciales ocurridas desde entonces. Asisten a estos eventos y entregan su aporte monetario, tanto chilenos como ciudadanos de esos países. ¿Es acaso objetable semejante iniciativa?
Por lo demás, también chilenos en el extranjero apoyan a candidatos derechistas. El parlamento sueco cuenta con un compatriota elegido por el Partido Conservador de ese país, que por lo demás ha viajado frecuentemente a nuestro país, siendo bastante publicitado como cabía esperarlo por El Mercurio.
¿Alguien pensará lanzar una caza de bruja indagando si los contribuyentes a dichos eventos son chilenos o extranjeros?
Actividades de este tipo son, a juicio mío la fórmula más transparente y democrática de financiar una campaña electoral. No tienen nada de reprochable.
Resulta inconcebible que la UDI pretenda armar un escándalo al respecto, después de que sus principales líderes recibieron en el pasado, financiamiento nada menos que de la CIA para las campañas electorales de 1964 y1970. Los datos pormenorizados al respecto, figuran en las investigaciones del Senado Norteamericano y en los documentos desclasificados de la propia CIA.
Esa si que es una práctica condenable.
Ahora bien, francamente me resulta de muy mal gusto, diría casi siútico, ([1]) haber efectuado dicha iniciativa a bordo de un yate. Es una fórmula propia de la farándula, digna del jet set, antagónica con la personalidad y el estilo de Michelle, persona sobria y austera. A mi no se me habría ocurrido jamás embarcarla en un yate pero, en fin, eso no es un hecho condenable sino que más bien una tontería, que se prestó al escándalo levantado por los frescos de la UDI.
Aprovecho de recordarles que nuestro querido Salvador Allende era poseedor de un modestísimo yate que permanecía anclado en el Club de Yates de Algarrobo junto a su casa de veraneo y que el Chicho raramente utilizó, pero que se prestó para virulentas campañas de sus opositores, enrostrándoles al abanderado del pueblo, sus aficiones de pije.
La historia, lo dejó en el lugar que se merece a pesar de tantos esfuerzos por denigrarlo.
En fin, no he querido pasar por alto situaciones tan graves que afectan hoy la práctica de ese noble oficio que debiera ser la política.
(*) Arquitecto; director ejecutivo de la Corporación de Mejoramiento Urbano, CORMU, durante el Gobierno de la Unidad Popular .
Fuente: Clarín
http://www.elclarin.cl/web/opinion/politica/14483-las-formas-postmodernas-del-cohecho.html
[1] Les recomiendo al respecto la lectura de un excelente libro recientemente publicado en Chile por Óscar Contador, titulado Siútico.