Durante los últimos años en nuestro país las movilizaciones sociales se han incrementado. Todas ellas con distintas demandas. Las más notables son: las demandas por una educación pública, gratuita y de calidad; por derechos laborales y mejoras salariales; por la defensa del medioambiente, oponiéndose a las centrales a carbón; las socio culturales, por la despenalización del consumo de marihuana y por los derechos de la diversidad sexual; las regionales, por la desigualdad territorial en Calama, Punta Arenas, Quellón y Aysén.
Todas masivas y convocantes de amplios sectores sociales del país. Todas y cada una de ellas tienen como común denominador demandar del gobierno de turno mayor responsabilidad política, como también apertura a corregir las injusticias que la sociedad demanda en las calles.
Si partimos del supuesto que la democracia es el gobierno del pueblo, para pueblo y por el pueblo, ¿por qué las movilizaciones sociales son necesarias en democracia? En el caso chileno, la democracia liberal garantiza la igualdad política del voto para elegir representantes, se restringe solo al acto político de las elecciones.
Cuando los movimientos sociales actúan en esta democracia emergen tres elementos importantes.
Primero, el sujeto activo en una movilización social es el pueblo empoderado de sus derechos de expresión política – democrática.
Segundo, la movilización social es la única herramienta que tiene el pueblo para expresar sus demandas, y denunciar las injusticias que se producen en una sociedad en la que el modelo económico y social restringe la participación en sus resultados económicos, como es actualmente el caso chileno.
Tercero, la movilización social produce conciencia y fortalece los lazos del pueblo en la búsqueda de nuevos espacios democráticos. De hecho, la movilización social permitió en Chile terminar con la dictadura más cruenta de nuestra historia política.
Hoy en día, el pueblo movilizado exige cambios profundos en el Estado y en el sistema político democrático. La movilización social permite avanzar y superar los bajos niveles de participación que proveen los espacios institucionales actuales, que están expuestos en la Constitución de 1980.
La movilización social ha generado conciencia en el pueblo chileno respecto de la necesidad de cambios profundos a la democracia actual. Se ha planteado clara e innegablemente la necesidad de una Nueva Constitución para Chile, la cual debe permitir mayor participación activa del pueblo Chileno en las decisiones del país.
La movilización social amenaza la democracia limitada y de baja intensidad que poseemos. Mediante ella, el pueblo está demandando cambios profundos en nuestro sistema democrático. Por esto todas las movilizaciones son criminalizadas por los sectores conservadores, que sienten amenazados sus intereses políticos y económicos. Estos conservadores son la derecha política y económica que hoy en día gobierna el país.
(*) Doctorando en Ciencias Sociales y Magister en Gestión y Políticas Públicas de la Universidad de Chile, Administrador Público, Licenciado en Ciencias Políticas, Universidad de Los Lagos.