Es la segunda final europea que el entrenador argentino pierde con el Atlético de Madrid frente a su clásico rival. Juanfran Torres falló el cuarto y Cristiano sentenció en el quinto, tras el empate 1-1 en 120 minutos. La increíble historia de Pupas.
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En 1974, tras la final perdida en la Copa de Europa, el mítico presidente Vicente Calderón puso nombre sin querer a una maldición, la del “Pupas’’, que castiga al club de manera cruel: ayer, en la final de la Champions en Milán, el Atlético volvió a estrellarse ante su infortunio, esta vez en la tanda de penales.
“Parecemos el Pupas Fútbol Club”, afirmó Calderón, que da nombre actualmente al estadio del equipo a orillas del río Manzanares, en alusión a un dicho popular sobre un personaje tan propicio a la mala suerte y la desgracia que “cae de espaldas y se rompe el ombligo”.
El Atlético había perdido de una manera dolorosísima su primera final de la Copa de Europa, dejando escapar el título en el último suspiro contra el Bayern de Munich en Bruselas.
Luis Aragonés había adelantado en el minuto 112 al Atlético en la prórroga, pero Hans-Georg Schwarzenbeck apareció en el último minuto, cuando todo parecía terminado, para batir a Miguel Reina y poner un 1-1 que lo cambió todo.
Entonces la final no se resolvía por penales y hubo un desempate dos días más tarde, en el mismo estadio de Heysel de Bruselas, pero el Atlético, con la moral hundida, fue un juguete en manos de un Bayern crecido, que ganó 4-0 con sendos dobletes de Uli Hoeness y Gerd Müller.
Desde las palabras de Vicente Calderón aludiendo al “Pupas”, ese personaje ha perseguido al club como un fantasma que permanece agazapado esperando su oportunidad para hacer daño.
Cada vez que el Atlético era víctima de la mala suerte. Cuando descendió a la segunda división en 2000 y pasó dos temporadas en el infierno. Hasta se coló en la canción del centenario del equipo, escrita por Joaquín Sabina.
“Como los indios okupas que acampan con sus banderas en la ribera del Pupas”, era una de las frases medio cantadas medio recitadas del ‘poeta de los bajos fondos’ de la música española.
Pero el Pupas volvió sobre todo cuando en 2014, cuarenta años después de la final de Bruselas, el Atlético disputó su segunda final del máximo torneo europeo, de nuevo con un final trágico.
El uruguayo Diego Godín adelantó a los atléticos en la primera parte y su equipo aguantó la ventaja hasta casi el final, cuando Sergio Ramos igualó en el 90+3, de cabeza a la desesperada en un saque de esquina. Y allí el Real Madrid terminó arrollando 4-1 con goles de Gareth Bale, Marcelo y un penal transformado por Cristiano Ronaldo.
Ayer, el Atlético llegaba con las máximas expectativas y la final tuvo otra vez un desenlace cruel: un fallo de Juanfran Torres en la tanda de penales (5-4) alejaba de nuevo a los rojiblancos de la Orejona.
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El Pupas ha sido enterrado mil veces, cuando el Atlético conseguía vivir buenos momentos, pero otras mil veces ha resucitado. “Yo nunca me he sentido un Pupas”, sentenció el entrenador argentino Diego Simeone poco después de llegar a finales de 2011 a la conducción del equipo.
Cuando se clasificó para la final de 2014, ilustres atléticos se esforzaron por dar por muerto al Pupas. “El Pupas está muerto y enterrado. Hemos perdido el fatalismo, el pesimismo. Ahora el sufrimiento forma parte de la carrera hacia el éxito. Ya no es un abismo doloroso en el que hundirse”, llegó a escribir la escritora Almudena Grandes.
Pero después de esa final, la alusión al Pupas era la estrella en las redes sociales. Ayer esa palabra empezó a circular de nuevo como la pólvora.
“Qué‚ manera de subir y bajar de las nubes’’, sentenciaba Sabina en la emblemática canción del centenario. Ahora al Atlético le queda llorar en esa ribera del Pupas del Manzanares, mientras que su vecino rico, el Real Madrid, festeja en la fuente de la Cibeles un histórico undécimo título de campeón de Europa.
Fuente: Página 12