sábado, diciembre 21, 2024
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La Educación de Mercado es Tan Desigual como el Mercado

Hablemos de educación privada en Chile, es decir, del sistema de educación pagada con los recursos económicos de las familias y con los recursos fiscales que aporta el Estado.  La definimos como educación de mercado, porque se basa en las premisas ideológicas y funciona conforme a la lógica mercantil del cliente que adquiere un servicio y en el clásico principio de la oferta y la demanda. El punto de partida de nuestra reflexión es la idea que el sistema neoliberal de mercado ha logrado sistematizar y construir un sistema mercantil de la educación, un mercado y un negocio lucrativo y rentable.

El año 2014 en Chile culminó con la aprobación en el Congreso Nacional de una ley que elimina el lucro en la educación con fondos públicos, al tiempo que termina con la selección y el copago.  Se trata de un primer paso de la Reforma Educacional del Gobierno de la Nueva Mayoría que ataca los fundamentos ideológicos de la actual educación de mercado en Chile.

La educación ¿es un bien público que interesa a toda el país y que compromete el futuro de la nación, o es un bien de consumo transable en un mercado donde unos llegan como vendedores y otros acceden como compradores?.

¿Porqué hemos visto como país las gigantescas inversiones privadas en establecimientos universitarios privados?  La respuesta podría ser demasiado simple pero es contundente: porque la educación puede funcionar como un negocio enormemente lucrativo, y es enormemente lucrativo no solo porque el lucro funciona abierta y subrepticiamente, sino porque hay una legislación que  permite la existencia de un mercado de la educación, que el Estado no controla y no fiscaliza.

Y es la existencia de este gigantesco negocio lucrativo de la enseñanza, que impide a los ideólogos  neoliberales del libre mercado en el poder, imaginar siquiera que haya una educación pública gratuita en el país o que el Estado asuma su responsabilidad social en este rubro…porque simplemente…¡se les acabaría el negocio…!

Este es un tópico central en el debate actual en Chile sobre el lucro en la educación superior.

En palabras de la periodista María Olivia Monckeberg: “Efectivamente, es un muy buen negocio. Uno de los mejores. Es la paradoja más grande. La norma, en un país supuestamente legalista, como es Chile, la norma dice eso. Incluso es una ley dictada durante la dictadura de Pinochet. Son corporaciones sin fines de lucro, sin embargo esa norma prácticamente nadie la sigue.

Creo que en esto hay dos grandes tipos de negocio. El negocio propiamente tal, que está interesado en sacar la mayor cantidad de dinero a través de figuras, subterfugios, como la inmobiliaria que arrienda los edificios, el que presta servicios como el aseo, como los proveedores diversos. Por otra parte, hay que considerar que hay una serie de subsidios, que tienen estas universidades por el solo hecho de serlo.

Arrastran la legislación histórica que beneficiaba a las universidades tradicionales, que desempeñaban un rol público, por lo cual no pagan IVA y otros impuestos. Tienen una serie de beneficios tributarios. Según especialistas, es un negocio que tiene más facilidades tributarias que la construcción. Es un negocio que por dar este servicio, educación, está muy favorecida.” (La Ciudad de las Ideas, 17 junio 2011. (Consultado en: http://ciudadideas.blogspot.com/2011/06/el-negocio-de-las-universidades-en.html)

La hipótesis central de este ensayo postula que la educación de mercado es una forma específica y una dimensión particular del mercado económico en una sociedad basada en la economía social de mercado y en el modelo neoliberal de desarrollo, y que opera sobre la base de la reproducción y ampliación de las desigualdades sociales.

El mercado de la educación está constituido por el conjunto de actores económicos, sociales y culturales (entidades, sociedades, corporaciones, organizaciones y empresas) que ofrecen servicios educacionales, donde un universo de estudiantes y trabajadores o clientes compran ese servicio y donde un grupo de profesionales son contratados como mano de obra especializada para producir académica y pedagógicamente ese servicio y que funciona sobre la base de la retribución lucrativa del negocio por parte de los propietarios del capital, o sea de las empresas que venden el servicio educacional.

Postulamos además que la educación de mercado es tan desigual como todo mercado, ya que produce y ofrece servicios educacionales de distinta calidad y para distintos públicos o clientelas.  Así, en el conjunto del mercado de la educación, hay universidades, centros de formación técnica e institutos profesionales destinados a segmentos altos del mercado, para los segmentos medios y para los segmentos pobres y menos favorecidos.

De resultas de esta segmentación no-natural del mercado educacional, el Estado, sobre la base de la lógica subsidiaria, distribuye desigualmente sus recursos financieros (en la forma de becas, bonos, subsidios y otros aportes basales), de manera que las empresas educacionales acceden a esos recursos según parámetros de segmentación que desfavorecen a los sectores y segmentos más pobres y menos favorecidos del público-clientela-alumnado.

Dentro de la ideología neoliberal dominante el financiamiento de la educación puede realizarse conforme a dos procedimientos básicos: el financiamiento de la oferta y el financiamiento de la demanda.  En el modelo del financiamiento de la oferta, se supone que es “el Estado el que provee el financiamiento directo del puesto de educación primaria, secundaria o superior” (Hasse, R. et all.: Diccionario de Economía Social de Mercado, KAS, 2004, p. 205).  A su vez, en el modelo del financiamiento de la demanda, “es el alumno o sus padres quienes reciben los recursos financieros que les permiten financiar sus estudios primarios, secundarios o universitarios o su formación y capacitación”. (Hasse, R. et all.: op. cit., 205).

UN MERCADO LUCRATIVO PERO SOCIAL Y ECONÓMICAMENTE DESIGUAL

En una economía que es estructuralmente desigual y que produce desigualdades sociales y concentración de la riqueza y los recursos, el mercado de la educación tiene que reproducir “naturalmente” las desigualdades sociales trasladándolas al interior de un sistema educativo asimétrico que tiende a consolidar, cristalizar y profundizar las desigualdades.

Uno de los aspectos claves del mercado educacional es el efecto lucrativo de las empresas educacionales.  En un mercado prácticamente desregulado como es el mercado educacional, el lucro puede funcionar casi sin control y solo puede ponerse en cuestionamiento cuando la denuncia pública es tan potente como para producir un cambio de percepción de la ciudadanía y la opinión pública.

¿Como se produce el financiamiento privado de la educación? Los costos de enseñanza se solventan  mediante precios y tasas pagados por el usuario-cliente, pensiones, matrículas, colegiaturas y mensualidades, mediante aportes voluntarios de los sostenedores de los establecimientos privados y mediante otras prestaciones como los patrocinios, la publicidad y la venta de otros bienes y servicios, incluyendo los ingresos por capacitación, perfeccionamiento, planes de continuidad de carreras, entre otros servicios comercializados.

A su vez, los costos del aprendizaje se solventan mediante recursos propios (ahorros) o recursos de los padres de familia, mediante becas y asignaciones privadas y del Estado; mediante el trabajo remunerado y actividades paralelas (independientes, trabajo dependiente y trabajos ocasionales) de los estudiantes-clientes.

La educación de mercado consolida el mercado, la economía de mercado, el dominio político y cultural del mercado y la diferenciación social.

El mercado de la educación funciona conforme a la clásica fórmula del enriquecimiento a partir del dinero ganado con la producción -en este caso- de ciertos servicios educacionales comercializados.  Marx en El Capital lo define de este modo: “La fórmula general del capital es D – M – D+; es decir una suma de valor es lanzada a la circulación para sacar de ella una suma de valor mayor…” (Marx, C.: El Capital.  Crítica de la Economía Política.  Volumen III. México, 1995.  FCE, p. 57).

En este sentido, el proceso de producción capitalista que engendra esta suma de valor mayor es la producción sistemática de servicios educacionales y el proceso que la realiza es la circulación del capital desde y a través de las empresas educacionales (liceos, colegios y universidades), mediante sociedades inmobiliarias y otras empresas que rentabilizan esas ganancias.

Los clientes-alumnos pertenecientes a cada uno de los  estratos socio-económicos tienden a concurrir a aquellos establecimientos educacionales a los cuales sus recursos financieros familiares les permiten acceder, con lo cual se cristaliza la diferenciación social y se disminuye (aunque no se clausura) la posibilidad de ascenso social.

Dentro de un modelo de educación de mercado, la educación es siempre un buen negocio: las instituciones caras cobran caro para formar estudiantes-clientes de los estratos socio-económicos acomodados y mientras las instituciones para clase media y para sectores más vulnerables, también cobran caro por sus carreras, porque además del esfuerzo familiar e individual de sus alumnos-clientes, el Estado aporta con el alto costo de matrículas y mensualidades, por la vía de becas y otras ayudas.

Al interior del mercado de la educación se encuentran varios sub-mercados, como el mercado de la capacitación y el mercado de las especializaciones y post-grados, que funcionan sobre la lógica de la individualización de la oferta y de la demanda: cada uno se capacita y se especializa en lo que puede.   El mercado de la educación se vincula con el mercado del trabajo a través de los estudiantes egresados y titulados y a través de los profesionales que ejercen como educadores y/o docentes.

En particular, el negocio educacional funciona beneficiándose del trabajo intelectual del docente y profesional, trabajo que es a la vez, físico, intelectual y virtual.

En efecto, así como funciona en el mercado capitalista, donde el trabajo asalariado o remunerado produce bienes y servicios, pero cuyo resultado genera un excedente, que es la plusvalía (o ganancia) del dueño del capital, en el mercado educacional el empresario (sostenedor, accionista y/o propietario del capital) se beneficia y obtiene rentabilidad a partir del uso y abuso del trabajo intelectual del profesional o docente, y de otros mecanismos indirectos como las redes de sociedades espejo, fantasmas o inmobiliarias a través de las cuales extraen los recursos que ingresan para fines educativos, pero los destinan a otros fines.

En este sentido, podría asemejarse una universidad privada y con lucro a un supermercado donde ingresan ciertos “clientes” -los alumnos- para comprar y contratar un “servicio” – la educación- a cambio de un valor económico determinado.

El precio del servicio educacional son las elevadas matrículas y mensualidades que paga el cliente-alumno y su ganancia a corto plazo es la educación que recibe y su ganancia a mediano plazo  es el título que obtiene y con el cual ingresará al mundo del trabajo donde lo explotarán tal como lo hacen con sus profesores y colegas profesionales.

Al interior de la estructura educacional, el que produce realmente conocimientos, curricula, metodologías y productos pedagógicos y académicos es el educador, investigador o docente, pero el que se lleva el beneficio lucrativo de su trabajo es el propietario del capital, es decir, el o los dueños de la empresa educacional (sea este, colegio, liceo o universidad).

El trabajo docente y profesional que es, como hemos dicho, al mismo tiempo trabajo físico, trabajo intelectual y trabajo virtual, consiste en la serie de operaciones mentales  e informacionales a través de las que el educador construye conocimientos nuevos, investiga en busca de nuevos hallazgos de la ciencia o sistematiza conocimientos anteriores para trasladarlos a la esfera del aula.

En este sentido, el lucro en el negocio educacional es plusvalía garantizada y obtenida desde tres fuentes:  1° desde los recursos económicos familiares e individuales mediante los cuales las personas “invierten” en su educación; 2° desde el trabajo intelectual de la mano de obra especializada de profesores y profesionales docentes; y 3° desde los recursos fiscales con que el Estado subvenciona directa e indirectamente la educación privada.

Fuente: Pensamiento y Cambio

LECTURAS Y REFERENCIAS

Bourdieu; P.: La esencia del neoliberalismo.  Santiago, 2002.  Editorial Aun Creemos en los Sueños y Le Monde Diplomatique.

Cornu, B.: L’Education, segment du marché scolaire?. Revue Internationale d’Education de Sevres. Paris, diciembre 2009.

Dehais, B.: L’Education, nouveau marché mondial. Paris, 2000.  Rev. Alternatives Economiques N° 187, dec. 2000,

Hasse, R., Schneider, H., Weigelt, K.: Diccionario de Economía Social de Mercado. Francfort, 2002.  Konrad Adenauer Stiftung.

Marx, C.: El Capital.  Crítica de la Economía Política. III volúmenes.  México, 1976.  Fondo de Cultura Económica.

Monckeberg, M.O.: El negocio de las universidades en Chile. Santiago, 2007, Random House Mondadori.

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