Según algunos interpretes de encuestas de la derecha, las personas no se reconocen de derecha y, por esa razón, la votación de Evelyn Matthei aparece con una intención reducida. Convengo en que semejante interpretación es cierta, toda vez que las cifras de votación de la derecha le aseguran, aún con Parisi, entre el 20% y 25%. La situación, sin embargo, es curiosa ¿Por qué negarse a ser de derecha?
Entendemos que mucha gente de izquierda haya tenido razones de sobra para negar su militancia o pensamiento ya que podían perder desde su trabajo hasta su vida pasando por el ostracismo social. Durante gran parte de los 90, la política de los consensos le posibilitó a la derecha conservar y proyectar una vida política saludable. Realmente, ¿cuál es el problema de reconocerse momio?
La idea de una derecha no declarada la escuché por primera vez a Marta Lagos al explicar la encuesta MORI previo a la primaria. Dio por ganador a Pablo Longueira en la Alianza, al igual que la proyección hecha por ICAL, y justificó esta apuesta en la existencia de una derecha pinochetista que se negaba a reconocerse como tal, pero cuyo porcentaje a nivel nacional situó en un, no despreciable, 20%.
Así las cosas, la UDI hoy apela a esta derecha “escondida” para aumentar su magro desempeño calculado por la CEP, y esa derecha con toda seguridad es pinochetista. Misma que se esconde, porque los 40 años la dejaron en una posición ética destrozada tras el traslado de los genocidas a Punta Peuco. Este manto de inferioridad moral contradice totalmente su auto proclamada y puritana superioridad – casi religiosa – de la que ha dicho, sin escrúpulos, detentar. Son contrarios al aborto por atentar en contra de la vida y sin embargo apoyan todos los atropellos cometidos en contra de los derechos humanos.
Resulta que esta derecha “encapuchada” no es más que una derecha avergonzada cuyo sonrojo no es de origen culposo, sino supino. Y por eso invoca pensamientos religiosos, no por espiritualidad, sino porque así evita explicaciones razonables y lógicas. Apelar a lo incomprensible es el mejor camino para justificar lo inexplicable.
Por si lo anterior fuera poco, al parecer esta derecha está tan escondida que han debido tapar de propaganda el país entero para informarle cuáles sus candidatos. ¡Qué manera de haber publicidad en una cuantía que no solo choca, sino que resulta difícil de entender! Es un desquiciado afán de aplacar al otro, de desplazar toda la propaganda que no sea la propia y copar todos los espacios. Lamentablemente, un barómetro importante en la percepción de una fuerza electoral es el número de elementos publicitarios puestos en la calle, a lo cual han sumado, como siempre, la batería de regalos como tazones, útiles de cocina, etc. y cuanto elemento de cohecho moderno hay para que la derecha escondida aparezca a votar el domingo 17 de noviembre. ¡Chocante y desconcertante!
Lo mismo con la imputación de Matthei a Bachelet de incurrir en un exagerado gasto electoral financiado por los empresarios, como si a ella la financiara el Hogar de Cristo, olvidando totalmente que Piñera, su Presidente, tiene el dinero para pagar solito la campaña de todos los candidatos en igualdad de condiciones. El objetivo es dar la impresión de estar del lado del pueblo, y por eso también quiere ir a vivir a una población por cuatro días. ¡Pura demagogia! De todas formas, ya sabemos quien será el nuevo integrante de la derecha escondida.
(*) Abogado.