La trágica muerte de Sebastián Piñera en un accidente aéreo, ha dado pie para la investigación y exposición periodística de las diversas facetas de su vida y de sus múltiples intereses.
La política por cierto, pero también los negocios y la formación de cuadros técnicos en las áreas de la economía y la administración.
Leerlos es como recorrer las páginas de una novela de Balzac o Emil Zolá, donde se mezclan las tramas de negocio, con las intrigas políticas y la vida social.
Respecto de su fortuna, no hay una cifra exacta. Según estimaciones de cercanos y publicadas por la prensa, supera los US$ 3 mil millones y se acerca incluso a los US$ 4 mil millones. Una cifra que, ya de por sí, le otorgaría a cualquiera una posición privilegiada en cualquier causa que se propusiera.
La mayor parte de los recursos está en portafolios financieros, según los medios, mayoritariamente en el exterior.
Las empresas de las que era dueño son Inversiones Bancorp Limitada, creada en 1999 e integrada por sus cuatro hijos, y a través de la cual controlan la otra sociedad donde está radicada gran parte de la fortuna familiar: Inversiones Odisea Limitada.
El resto de los directores, serían Fernando Barros Tocornal, asesor de su padre en temas de negocios desde hace más de 30 años, quien asumió la presidencia de Bancorp; y a falta de Barros, el quinto director sería Ignacio Guerrero, el socio de Piñera en CMB, la principal administradora de fondos de infraestructura en Chile entidad regulada por la Comisión para el Mercado de Valores y que según reza en su página web “cuenta con una extensa trayectoria en la administración de capital principalmente de inversionistas institucionales”.
Y si falta Guerrero, el cargo lo asumirá José Cox Donoso, el otro socio de CMB, también amigo de Piñera desde los ochenta, cuando fue su jefe en Citicorp Chile.
La historia de este imperio se remonta a los turbulentos años ochenta, marcados por la violación sistemática de los DDHH; la crisis económica y las protestas nacionales en contra de la dictadura militar. Uno de los episodios clave en la vida de Piñera fue, precisamente, su paso por Citicorp Chile en esa época, donde se desempeñó como gerente general entre 1980 y 1987.
Durante aquella década el ex Presidente fue su gerente general, llevando a los mejores talentos de la UC a trabajar con él. Muchos de ellos, con el tiempo, pasaron a ocupar lugares importantes en el sector empresarial.
Entre ellos, el ya mencionado Ignacio Guerrero, empresario, que llegó a vicepresidente de Citibank en Nueva York y de NMB Bank. Pero como se dice vulgarmente, una mano lava la otra y las dos lavan la cara, de manera que fue uno de los principales financistas de su segunda campaña presidencial.
También José Cox, a quien conoció a través de su hermano Pablo de quien fue compañero en la UC y Rodrigo Pérez Mackenna, quien luego integró los directorios de Banmédica, Salfa S.A. y Multilateral Group Chile –autodefinido en su web como “grupo de expertos en servicios de asesoramiento incluidos gobiernos, instituciones, corporaciones, y empresas emergentes-.
Su incursión más destacada fue, nuevamente gracias a Piñera, en cuyo primer Gobierno fue biminstro de Vivienda y Urbanismo, y Bienes Nacionales. Tras ello, fue presidente nada menos que de la Asociación de AFP.
Bajo el mando del ex Presidente en Citicorp también estuvo el hermano del ex secretario de Estado, José Francisco Pérez Mackenna, quien luego se desempeñó como gerente general de Quiñenco –conglomerado empresarial con participación en el sector financiero, manufacturero, de energía y transportes- y director de CCU y Entel.
También entre quienes llegaron a la compañía se encuentra Heriberto Urzúa, quien con posterioridad estuvo ligado al grupo Swett, Embotelladora Andina, Inversiones Alsacia, La Polar –que actualmente y desde el 2011 mantiene un complicado litigio por $ 101.568 millones con AFP PROVIDA- y Agrícola Aritzía, entre otros.
Patricio Jottar fue otro de los líderes empresariales que comenzó al alero de Piñera. El actual gerente general de la CCU también ha tenido una destacada carrera empresarial, que lo ha llevado a estar a la cabeza de compañías como Bansander AFP y Santander Chile.
Ostentó, también, la presidencia de Icare. Patricio Parodi, actual presidente de Consorcio, en tanto, llegó a ser director de Banmédica, Sociedad Punta del Cobre y Compañías CIC.
La vida tiene muchas vueltas pero finalmente todos los caminos conducen a Roma. Cuando el ex Presidente Sebastián Piñera llegó a Citicorp, lo hizo bajo el alero del empresario Manuel Cruzat, fundador del Banco de Santiago -banco rescatado por la dictadura militar y que posteriormente se fusionó con el Banco Santander- y quien también tenía un «semillero».
Entre sus discípulos, se encontraban dos alumnos de economía de la UC Alfredo Moreno Charme y Juan Andrés Fontaine a quienes Piñera, años después, llamó para componer su primer Gabinete.
Como se puede apreciar sólo leyendo los antecedentes publicados por la prensa sobre las actividades de Piñera, su obra es el resultado de un esfuerzo sistemático que se remonta a la dictadura y que lo llevó a ocupar un lugar privilegiado en los negocios, especialmente en el sector financiero, desde donde extendió su influencia a numerosas industrias, a través de su participación directa o a través de discípulos, amigos o familiares.
De hecho, uno de los esfuerzos más importantes a los que dedicó su vida, fue la formación de cuadros técnicos que deambularon además entre el Estado y el sector privado a instancias suyas.
No hay que ser especialmente perspicaz para apreciar de hecho que en su práctica política, las fronteras entre la administración del Estado y los negocios eran bastante tenues. Sea ello a través de su financiamiento o del reclutamiento de cuadros lo que finalmente terminaría expresándose en sus concepciones de lo público y la forma de gestionarlo resumidas de manera bastante sofística en el concepto de “excelencia”.
Todas estas características de Sebastián Piñera, lo hacen un dirigente bastante difícil de reemplazar.
Había logrado recomponer sus relaci0nes con la UDI, históricamente difíciles, hasta el punto de que dirigentes como Longueira, Matthei, Lavín y Cubillos han sido de los más fervientes defensores de su legado. Su visión política incluía hasta los republicanos y estaba empeñado en restituir la unidad del sector para ser una alternativa de gobierno, sostenida sobre un neoliberalismo ortodoxo.
No era ningún santo ciertamente ni tampoco un gran estadista. Representaba fielmente la moral del hombre de negocios descrita por Balzac, basada en la codicia, la busqueda de la maximización de las ganancias y una visión del Estado un poco más sofisticada que la de Millei, como un instrumento útil para el emprendimiento de los privados, como lo demuestran los casos EXALMAR, DOMINGA, LATAM, etc.
Lo más probable es que no haya una guerra por ocupar el lugar de Piñera sino más bien un intento de la derecha por sintetizar estas facetas de su legado en una propuesta que le permita disputar la dirección del gobierno nuevamente.
Su talón de Aquiles, la falta de una propuesta que se haga cargo del vacío constitucional presente desde octubre de 2019 y que la derecha, conducida por los republicanos trató de ocupar torpemente con una propuesta inaceptable para cualquier sociedad moderna.
Mientras esa grieta siga abierta, la crisis social y política que le tocó enfrentar a Piñera siendo presidente, no estará resuelta, como él mismo no lo pudo hacer.
(*) Profesor