Un futuro sombrío, amenazante, se perfila en Perú tras las elecciones presidenciales del pasado domingo. Keiko Fujimori, candidata por el partido Fuerza Popular, hija del tristemente célebre dictador, que gobernó durante el período 1990-2000, logró el 39,74% de los votos, dejando en segundo lugar al empresario y ex ministro de Economía, Pedro Pablo Kuczynski (Peruanos por el Kambio-PPK), con el 21,04%.
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Mientras que Verónika Mendoza, candidata del Frente Amplio, un agrupamiento de fuerzas de la izquierda, alcanzó el 18,79% de los votos según el informe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).
Más atrás quedaron Alfredo Barrenechea (Acción Popular), que obtuvo 6,95%, el ex presidente y líder del APRA, Alan García, que desaparece de la vida política con el 5,85% y otro ex presidente Alejandro Toledo, que se jubila con el 1,31%. Gregorio Santos Guerrero, candidato por el partido de izquierda Democracia Directa y destacado líder de la región de Cajamarca, logró un 4,09%.
De esta manera, el próximo 5 de junio, en una segunda vuelta electoral, se definirá al sucesor de Ollanta Humala, entre Keiko Fujimori y Kuczynski. Los peruanos se enfrentan al dilema de optar entre el retorno al populismo dictatorial y corrupto de Fujimori y el neoliberalismo explícito del ministro de Toledo, Pedro Pablo Kuczynski.
Para hacer más espeso el caldo de sapos a tragarse, es bueno recordar que, en las lecciones de 2011, cuando había que elegir entre Ollanta Humala y Keiko, el actual candidato del PPK llamó a votar por la hija de Fujimori, su actual rival.
Verónika Mendoza (FA), que arañó la posibilidad de estar en el segundo turno, consiguiendo una significativa representación parlamentaria de la izquierda peruana, – habría que retroceder tres décadas para encontrar una similar – tiene un desafío táctico el 5, seguramente no inocuo para la consolidación del Frente Amplio.
“Lo peor es que gobierno Keiko”, es todo lo que ha dicho Verónika hasta ahora.
Por su parte el empresario Kuczynski, a sabiendas que debe sumar votos progresistas aseguró:
““Yo no soy fujimorista, nunca he trabajado en una dictadura, nunca. Mi padre fue preso por Odría un año entero, porque era simpatizante de la democracia y del Apra. Entonces, mi familia nunca, nunca, generaciones atrás, hemos estado a favor de ninguna autocracia ni dictadura, que es una posición en la que me voy a mantener hasta el día que me muera”.
Con un crecimiento interanual estimado en el 5%, la economía peruana muestra signos que contrastan con los débiles indicadores de otros países y regiones del planeta, sin embargo nada cambió con Humala, como bien lo anticipaba nuestro compañero Javier Diez Canseco, en sus notas publicadas en Sin Permiso pocos meses antes de su muerte.
Por lo menos nada cambió en cuanto a las esperanzas que despertó en los comienzos de su mandato. Durante su gobierno aumentó la concentración, el extrativismo destructor del ambiente natural, al mismo tiempo que una abrumadora mayoría de la población trabajadora sigue viviendo en la informalidad y en condiciones miserables.
Ese es el legado económico social de Humala y el político no puede ser peor. Más allá del resultado de la segunda vuelta, Keiko ya tiene asegurada la mayoría parlamentaria, lo que confirma un futuro sombrío. Presentamos aquí los artículos de Antonio Zapata y Nelson Manrique, que permiten internarse en la actual coyuntura peruana.
(*) Historiador y columnista del diario La República.
(**) Periodista, historiador y sociólogo peruano.
Fuente: La República, 12 y 13 de abril 2016
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