La Justicia italiana decretó este martes el enjuiciamiento del exdictador de Bolivia Luis García Meza (1980-1981), imputado en este país en el caso que investiga la desaparición de ciudadanos italianos en el marco del Plan Cóndor en las décadas de 1970 y 1980. El juez Alessandro Arturi lo decidió durante la última de las vistas de la fase preliminar del proceso, que tuvo lugar en el Tribunal de Roma. Italia juzga en primera instancia desde el pasado 12 de febrero a un total de 32 antiguos miembros de las Juntas Militares de Bolivia (2), Chile (11), Perú (4) y Uruguay (16) por la muerte y desaparición de ciudadanos italianos en la Operación Cóndor.
García Meza estaba presente en la lista de imputados durante la audiencia preliminar pero no pudo ser enviado a juicio como los otros 32 debido a que había sido imposible entregarle la requisitoria de la Justicia italiana.
Sin embargo, esto finalmente se produjo después de que funcionarios de La Paz le entregaran la denuncia en el hospital militar en el que permanece ingresado actualmente por su precario estado de salud.
Lo lograron pasándole el documento por debajo de la puerta de la habitación, debido a su negativa a abrirla, algo que legitima a Italia a enjuiciarle dado que Arturi considera que ya está al corriente del juicio, que en su caso se celebrará “in absentia”.
Este es un requisito indispensable debido a que la legislación establece que para que una persona sea juzgada debe estar enterada del proceso que pretende abrirse en su contra.
Los acusados chilenos
La próxima audiencia del proceso en primera instancia ha sido fijada para el 9 de abril a las 8:00 GMT (5:00 hora chilena) y en ella ya figurará como acusado García Meza, de 85 años.
El otro boliviano acusado es el que fue su ministro de Interior, Luis Arce Gómez.
Los acusados chilenos son Manuel Contreras, jefe de la DINA, Daniel Aguirre Mora, exprefecto de la Policía, Sergio Arellano Stark, Pedro Espinoza Bravo, el expolicía Carlos Luco Astroza, el coronel Marcelo Moren Brito, el suboficial Orlando Moreno Vásquez, el coronel Hernán Jerónimo Ramírez, el coronel Rafael Ahumada Valderrama, el excomandante Luis Joaquín Ramírez Pineda y el brigadier Manuel Vásquez Chahuán.
La Operación Cóndor, plan ideado por el dictador Augusto Pinochet en colaboración con Estados Unidos, consistía en la percusión, tortura, desaparición y asesinato de quienes se oponían a la dictadura.
El Tribunal de Roma inició este jueves la segunda audiencia del juicio por la Operación Cóndor, que busca esclarecer la muerte y desaparición de 23 italianos durante las dictaduras en Suramérica entre 1970 y 1980.
El siniestro vuelo del cóndor
El Plan Cóndor promovió un operativo de sucesivos golpes militares que eliminaron la democracia en América Latina para ponerla al servicio de los intereses de Estado Unidos. El general Alfredo Stroessner llevaba en Paraguay una década de poder cuando en Brasil, los militares derrocaron al gobierno democrático y popular de Joao Goulart.
El militar Hugo Banzer gobernó por la fuerza a partir de 1971 en Bolivia, Augusto Pinochet lo hizo en Chile a partir de 1973, en un sangriento movimiento sedicioso que terminó con la vida de Salvador Allende. Ese mismo, año la prolongada democracia en Uruguay, culminó cuando el presidente Juan María Bordaberry, aliado con los militares, cerró el congreso y estableció una dictadura. Finalmente en 1976, Videla y sus secuaces tomaron el poder en Argentina con resultados devastadores para el país.
Pero el Plan Cóndor se había creado pocos meses antes, más precisamente el 25 de noviembre de 1975 en una reunión realizada en Santiago de Chile entre Manuel Contreras, el jefe de la DINA (policía secreta chilena), y los líderes de los servicios de inteligencia militar de Argentina (gobernada por Isabel Martínez de Perón), Paraguay y Uruguay. El cerebro creador fue Henry Kissinger, entonces secretario de estado del gobierno de Richard Nixon.
Henry Kissinger (Premio Nobel de la Paz en 1973), fue el ideólogo del Plan Cóndor
En todos estos episodios participó la CIA de diferentes maneras, siguiendo el criterio de la teoría de seguridad estadounidense, emanada de Washington, que por entonces enarbolaba la bandera del peligro comunista y más tarde la del narcotráfico. Sin embargo, el verdadero objetivo fue imponer planes económicos neoliberales favorables a los Estados Unidos y en detrimento de las economías de los países del Cono Sur.
La guerra fría sirvió como excusa para instalar un anticomunismo patológico, exacerbando al límite los peligros que un gobierno prosoviético podía acarrear sobre la democracia de los países latinoamericanos. Para evitar este imaginario daño, el Plan Cóndor instaló dictaduras atroces y es lamentable afirmar que los militares latinoamericanos, influenciados por la Escuela de la Américas, instalada en Panamá por la CIA y el Pentágono y las propias usinas locales de los colegios y escuelas castrenses, fueron muy receptivos a los cantos de sirena de Washington.
Con el asesoramiento de la CIA, se estructuró una coordinación integral entre los servicios de inteligencia de la región que hizo posible el intercambio de información de prisioneros y la captura de presuntos terroristas que trataban de escapar del tormento y la muerte. También facilitó equipos de tortura eléctrica a brasileros y argentinos y ofreció asesoramiento sobre el grado de shock que el cuerpo humano puede resistir. El único gobierno de Washington que mostró cierta reticencia a estos procedimientos fue el de Carter, los restantes de Nixon, Reagan y los Bush, con gran entusiasmo y Clinton con menos vehemencia, apoyaron abiertamente al Plan Cóndor.
Conviene citar las declaraciones de William Colby, director de la CIA el 25 de octubre de 1974 cuando manifestó que “Estados Unidos tiene derecho a actuar ilegalmente en cualquier región del mundo, acumular investigaciones en los demás países y llevar a cabo operaciones tales como la intromisión en los asuntos internos chilenos”. Colby venía con el antecedente nada virtuoso de haber instalado en Vietnam la Operación Fénix que significó la creación de bandas paramilitares y terroristas que mataron a más de veinte mil “sospechosos”. En el Cono Sur, el Plan Cóndor dejó un tendal de más de 50.000 muertos.
Con el golpe militar del 76 en Argentina, López Rega fue defenestrado, pero la dictadura militar se sirvió de la estructura de la Triple AAA para el operativo genocida en el país. Estos acontecimientos consolidaron el poder y la extensión del Plan Cóndor, los sujetos rotulados como peligrosos para la CIA y las dictaduras locales, ya no tenían refugio seguro no solo en otros países de América sino en el resto del mundo.
Seguidamente, se citan los casos más resonantes:
-General René Schneider: de corte legalista fue asesinado en Chile el 22 de octubre de 1970 con el objeto de evitar que el Congreso convalidara el triunfo de Allende.
-General Carlos Prats: conocía demasiados secretos sobre el golpe de Pinochet y la activa participación del gobierno de Nixon. Estando en Buenos Aires, agentes de la Triple A, brazo argentino del Plan Cóndor, le colocaron una bomba en su vehículo muriendo él y su esposa el 30 de septiembre de 1974.
-Coronel Ramón Trabal: formaba parte de un grupo de militares progresistas que no estaban dispuestos a seguir siendo la mano armada de los grupos económicos. El gobierno de Bordaberry para sacárselo de encima lo mandó como agregado militar a Francia. Fue asesinado a balazos en París por dos sicarios el 19 de diciembre de 1974.
-Bernardo Leighton: dirigió el ala izquierda de la Democracia Cristiana en Chile y se opuso al golpe de Pinochet. Huyó al exilio con su familia y se radicó en Italia. Leighton y su esposa fueron baleados por un sicario el 6 de octubre de 1975 al ingresar a su casa en Roma. Ambos sobrevivieron, pero quedaron con secuelas neurológicas gravísimas.
-Orlando Letelier: economista destacado del gobierno de Allende. Después del golpe, fue arrestado y torturado. Logró emigrar a los Estados Unidos. En Washington denunció las atrocidades de la dictadura chilena y mediante su gestión logró frenar préstamos al gobierno de Pinochet. Fue asesinado por la CIA el 21 de septiembre de 1976 como consecuencia de una bomba que le pusieron en el auto. Por entonces el director de la CIA era George Bush padre, quién a través del Plan Cóndor dio amplio apoyo a la dictadura chilena. Kissinger y Bush se encargaron de frenar las investigaciones sobre el crimen.
Los citados son los hechos más resonantes, pero hay cientos más que encontraron la muerte fuera de su país bajo el brazo implacable del Plan Cóndor, como el caso del ex presidente de Brasil Joao Goulart quién más tarde sería envenenado en 1976, mientras se hallaba en Buenos Aires. Ver Goulart
El Plan Cóndor hace tiempo que está desactivado, pero no así las intenciones de Estados Unidos sumamente preocupado de ver que la mayoría de los países de América Latina se encuentran bajo gobiernos progresistas.
Los golpes militares en la región son parte del pasado, ahora es el momento de los golpes blandos, basados en la propaganda desestabilizante de los medios, revueltas populares, atentados y ataques a la economía.
Esta parte del continente debe estar alerta y más unida que nunca si pretende progresar hacia un futuro mejor.
La ex Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE), cuya cúpula ha sido desmantelada por el gobierno de la presidenta Cristina, pasando a llamarse SI, tenía miembros que se remontan a la época de la dictadura de Videla y por lo tanto junto con la DINA de Chile colaboró con el Plan Cóndor.
La SIDE tenía aceitados contactos con la CIA de Estados Unidos y es muy fuerte la hipótesis de que ambos organismos hayan participado en el reciente operativo de desestabilización del gobierno de la presidenta Cristina iniciada con la denuncia mediática del fiscal Nisman y su misteriosa muerte, fogoneados hasta la exasperación por el diario La Nación y la red Clarín.